Читать книгу Reflexiones sobre el sistema financiero chileno - Enrique Marshall Rivera - Страница 14
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Desde
la Superintendencia
de Bancos
Columna de opinión publicada por El Mercurio
el 11 e mayo de 2000 a pocos meses de asumir
como Superintendente de Bancos.
El sistema bancario chileno
El sistema financiero chileno ha experimentado un notable desarrollo en la última década. Esta realidad se observa tanto en aspectos cuantitativos como cualitativos. La crisis económica, si bien afectó los balances bancarios, no comprometió este desarrollo. En sistema enfrentó la coyuntura negativa de tal forma que salió fortalecido, y hoy se encuentra en una sólida posición para enfrentar el futuro, donde se visualizan numerosos desafíos. La integración con el exterior, la consolidación de los mercados, la creciente competencia y la innovación tecnológica marcarán la agenda de los próximos años tanto para los banqueros como los supervisores.
En términos de activos, el sector experimentó un crecimiento de 92% en el período que se inicia en 1990 y concluye en 1999. Este crecimiento estuvo liderado por las colocaciones bancarias que crecieron en 134% alcanzando un 69% del PIB en 1999. Dentro de esta categoría, las colocaciones de consumo muestran el mayor dinamismo, con un incremento de más de 500%. En términos de pasivos, el crecimiento fue igualmente significativo. Los depósitos vista crecieron en 110%, en tanto los a plazo lo hicieron en 182%, lo que representa un 55% del PIB en 1999. Este desarrollo es significativo, pues da cuenta de un fortalecimiento de las fuentes de financiamiento de los bancos.
Simultáneamente, la estructura de la industria experimentó una significativa consolidación. En efecto, en la década pasada el número de bancos e instituciones financieras pasó de 40 a 30; esto es, disminuyó en 25%. Esta reducción también da cuenta de un cambio de composición, donde las entidades extranjeras aumentaron su participación, alcanzando en número a dos tercios del total del sistema. No obstante, este proceso ha estado acompañado de una creciente cobertura de los servicios financieros que proveen los bancos. En efecto, el número de sucursales se incrementó en 40%, fenómeno que se reproduce en prácticamente todas las regiones del país. Asimismo, las cuentas corrientes y las de ahorro crecieron en número en 105% y 191%, respectivamente. Los saldos promedio mantenidos también se incrementaron fuertemente en términos reales.
Este desarrollo ha estado acompañado, además, por una creciente incorporación de nuevas tecnologías, especialmente en los campos de la informática y las telecomunicaciones, lo que se refleja, entre otros aspectos, en la fuerte expansión del parque de cajeros automáticos, que pasó de 311 a 2.586 unidades, lo que implica un crecimiento de 732%.
La rentabilidad del sector, medida por la razón utilidades a capital, ha caído desde niveles de 20% experimentados a fines de la década del 80, a niveles por debajo del 10% en 1999. En este comportamiento podemos distinguir impactos transitorios y tendencias más permanentes. Es claro, por ejemplo, que la crisis implicó una caída en los niveles de actividad y un incremento significativo de las provisiones para enfrentar el deterioro en la calidad de la cartera. En lo que se refiere a la tendencia, podemos señalar que la competencia, proveniente tanto del exterior como de proveedores no bancarios en el interior del país, ha tenido un significativo efecto sobre los márgenes e índices de rentabilidad a lo largo de estos años.
Si nos detenemos a observar lo ocurrido durante la crisis, es claro que esta tuvo consecuencias. En efecto, el índice de cartera vencida registró un progresivo aumento que lo llevó a elevarse desde algo menos del 1% en diciembre de 1997 hasta 1,8% en abril de 1999. Del mismo modo, el índice de riesgo pasó desde 1,23% en octubre de 1997 a 1,98% en igual mes de 1999. Con todo, estos índices se han mantenido dentro de rangos acotados, lo que refleja la oportuna reacción de la banca al ajustar rápidamente sus políticas de riesgo. Ello se ha visto favorecido por la existencia de una regulación prudencial y un sistema de supervisión efectiva que permite monitorear los riesgos y exigir las rectificaciones necesarias. En suma, luego de esta coyuntura emerge un sistema perfectamente sólido, con índices de solvencia incluso mejores que los exhibidos dos años atrás.
En los próximos años, la industria enfrentará numerosos desafíos. Desde la perspectiva de la supervisión, hay por lo menos cuatro tareas que parece importante mencionar. La primera, y quizá la más inmediata, es la puesta en aplicación del sistema de clasificación según la solvencia y la gestión. Las normas sobre la materia fueron impartidas en enero pasado y complementadas recientemente con el objetivo de introducir un elemento de autoevaluación. En ese sentido, el desafío es tanto para la Superintendencia como para las propias instituciones y, en particular, para sus máximos ejecutivos y directores.
Una segunda tarea es avanzar en la integración de los supervisores funcionales y, eventualmente, en la introducción de un “supervisor líder”. Ello permitirá poner en aplicación un sistema de supervisión consolidada o comprensiva que reconozca la integración de los negocios de banca, seguros y valores, y la emergencia de grupos que incursionan en todos ellos.
Los avances que observamos en el campo de la banca electrónica e internet se han constituido también en un importante desafío para los supervisores. Constatamos la introducción de nuevos productos y cambios en las modalidades de prestación de los servicios. La Superintendencia deberá proveer un marco normativo que permita encauzar este proceso, acotando los riesgos asociados y procurando que su integración resulte tecnológicamente neutra.
Finalmente, una preocupación importante debiera ser el fortalecimiento de la disciplina de mercado. Un sistema de supervisión moderno descansa no solo en la actuación de los supervisores oficiales, sino también en la vigilancia ejercida por los propios supervisados, los auditores externos, los clasificadores de riesgo y el mercado en su conjunto. En esa perspectiva, se deberá profundizar en todo lo referido a la transparencia de la información y al buen funcionamiento de los gobiernos corporativos.
Ponencia preparada el año 2000, pero no
publicada con anterioridad.
Sobre el nuevo horario bancario
El sistema financiero chileno ha experimentado enormes progresos en los últimos años.
Sin embargo, en lo que se refiere a los horarios de atención al público, el sistema chileno no puede exhibir el mismo grado de modernización. En la mayoría de los países, los bancos abren sus puertas en horario vespertino. En Chile, el horario se ha mantenido sin variación por décadas, en circunstancias que la vida en los centros urbanos se ha tornado mucho más intensa y compleja; y los usuarios de los bancos se han multiplicado.
El tema del horario puede parecer en principio un asunto menor, pero trae a colación un tema de la mayor importancia, que es la orientación y definición de la actividad bancaria. La banca moderna entiende su misión como la prestación de servicios a sus clientes. La orientación hacia quienes sirve es clave. Los banqueros saben que su principal activo es su base de clientes. Todo lo demás son recursos abundantes en el mercado.
Cualquier comerciante sabe que lo primero que debe hacer para atraer clientes es abrir las puertas de su negocio. Mientras las puertas permanezcan cerradas, es obvio que no podrá haber ventas ni desarrollo comercial. El mismo principio se aplica a los bancos.
Los cambios tecnológicos ocurridos en los últimos años han dado en parte una salida al problema del horario. Dichos cambios han hecho posible el desarrollo de nuevas modalidades de prestación de servicios sin restricción horaria. Con ello ha emergido una nueva banca que presta sus servicios a través de medios automáticos y electrónicos. Esta ha ido ganando importancia y presencia, en tanto la banca tradicional, la que presta sus servicios a través de sucursales y con el concurso de recursos humanos, ha ido perdiendo terreno.
La Superintendencia ha expresado en el curso de este año su preocupación por la calidad de atención al público. Esa misma preocupación ha estado presente en la reciente decisión que autoriza a las instituciones para extender optativamente el horario de atención hasta las 4 de la tarde. El horario de atención al público es un componente esencial del servicio prestado por los bancos. El actual horario de 9:00 a 14:00 hrs. resulta en numerosos casos muy restrictivo, especialmente para los empleados y los pequeños empresarios que no pueden ausentarse de sus trabajos o negocios y carecen de mensajeros para atender sus asuntos.
En esa perspectiva, la instrucción impartida por la Superintendencia deja muy en claro que la decisión adoptada se funda en “la mayor demanda de servicios bancarios y la creciente importancia de la actividad financiera en el país, así como la constante diversificación e incremento de esos servicios”. Señala también que ha tenido “en cuenta la práctica que al respecto impera en otros países”.
La autorización se ha planteado en forma optativa porque no parece conveniente imponer una obligación de apertura más allá de las 2 de la tarde, teniendo en cuenta las distintas realidades que se viven a lo largo del país. La decisión de aplicar o no la extensión horaria debe ser evaluada por cada institución ponderando los costos y los beneficios asociados. Por cierto, está abierta la posibilidad de aplicar el horario extendido en algunas oficinas o en todas ellas.
Esta decisión cuenta con un amplio apoyo del público y los clientes de los bancos. La SBIF ha realizado una encuesta que arroja resultados contundentes. El 86% de los clientes personas naturales indica que esta es una buena medida. Entre las pequeños y medianos empresarios, la aprobación es del 83%.
La materia que se ha normado en este caso es el horario de atención al público, lo que en nada puede afectar la extensión de la jornada laboral ni otras disposiciones legales. La Superintendencia entiende que cualquier extensión del horario de atención debe efectuase con estricto apego a la legislación laboral y en un marco de entendimiento con los empleados que son los que prestan los servicios.
Palabras pronunciadas en la ceremonia de
inauguración de la primera oficina de atención
de público de la SBIF, la que contó con la
asistencia de autoridades, banqueros y dirigentes
gremiales de la pequeña y mediana empresa.
Septiembre de 2002.
Primera oficina de atención de público
Quiero, en primer lugar, agradecerles a todos su presencia esta mañana, con motivo de la inauguración de nuestra nueva oficina de atención de público.
Sentimos que estamos dando un paso importante. La Superintendencia, desde hace años, atiende y recibe presentaciones de los clientes, pero por primera vez lo haremos a través de una oficina especializada, con acceso directo desde la calle, con profesionales altamente calificados, y con un muy buen apoyo tecnológico.
El sistema financiero ha experimentado un enorme desarrollo en el curso de la última década. Ello se ha traducido, entre otras cosas, en una significativa expansión de la base de clientes. En 1990, los clientes sumaban 1 millón doscientos mil. Hoy superan los dos y medio millones.
La SBIF se ha hecho cargo de esta nueva realidad. En efecto, hemos diseñado y puesto en aplicación un proyecto institucional referido al tema de la transparencia, el desarrollo de buenas prácticas comerciales y la protección de los clientes más pequeños.
En el marco de este proyecto se han puesto en aplicación varias iniciativas. Quisiera destacar entre ellas el trabajo orientado a transparentar las tasas de interés por producto y por institución, lo que facilita las comparaciones y fortalece la competencia.
Este proyecto no debe ser entendido como una restricción al proceso de bancarización, sino por el contrario, como un factor de promoción y desarrollo de este proceso.
Si contamos con clientes bien informados, que ejercen plenamente sus funciones, y que se sienten satisfechos y cómodos en sus relaciones con las instituciones financieros, tendremos un mejor y más estable sistema financiero.
Junto con la apertura de esta nueva oficina, vamos a poner en aplicación un nuevo sistema computacional para la recepción y procesamiento de las presentaciones de los clientes. Las cartas que recibamos, con todos los antecedentes de respaldo, serán ingresados al sistema y estarán permanentemente en línea durante su tramitación. Ello hará más eficiente la atención y reducirá los tiempos de respuesta.
En esta línea, valoramos los esfuerzos hechos por las instituciones en orden a mejorar la calidad de atención de los clientes y, en particular, el tratamiento de los reclamos. En nuestra visión, estos últimos deberían ser procesados en medida importante por las propias instituciones. Por ello nos parece interesante explorar el desarrollo de mecanismos de arbitraje privado, como el de la figura del defensor del cliente, que ya está operando en una institución.
Este mecanismo constituye una solución moderna para los problemas que se plantean con los clientes pequeños. Es una aspiración de esta superintendencia que este sistema u otros similares se generalicen en el ámbito de la banca de personas y de pequeñas empresas.
Me gustaría señalar que no nos hemos olvidado de los clientes de regiones. Recientemente, hemos puesto en aplicación un servicio de atención de llamadas telefónicas, que permitirá a los clientes de todo el país canalizar sus consultas a la Superintendencia.
Pero las novedades no terminan ahí. Quisiera anunciar en esta oportunidad el lanzamiento de otro nuevo servicio para el público. A partir del día de hoy los clientes podrán consultar o verificar la información sobre sus obligaciones con el sistema financiero a través de internet, mediante una clave de acceso privada que será entregada en esta misma oficina a quienes así lo soliciten.
También podrán obtener un certificado de sus deudas u obligaciones con el sistema sin necesidad de concurrir a nuestras oficinas.
La existencia de una clave de acceso privada es necesaria porque la información contenida en nuestro registro de deudores es reservada por expresa disposición de la LGB.
Los clientes de regiones podrán solicitar sus claves a través de distintos medios que serán informados. Con ello, esta facilidad queda a disposición de todos los clientes en todas las regiones del país.
Los interesados en obtener su clave de acceso podrán requerirla al término de esta ceremonia. La entrega es libre de costo.
Quisiera agradecer al personal de la SBIF que ha trabajado en estos proyectos. Todo ha sido hecho en casa con nuestros propios medios y, procurando mantener una línea de austeridad, propia de un servicio público. Especial mención quisiera hacer de los profesionales que estarán en esta oficina atendiendo directamente al público. Ellos o ellas serán la cara visible de la SBIF frente a los clientes.
Conceptos vertidos frente a la Comisión de
Hacienda del Senado en 2002. Los integrantes
de dicha Comisión habían manifestado pública
preocupación por varios temas bancarios. En este
artículo se mencionan cómo fueron abordados por
la Superintendencia de Bancos.
Competencia y transparencia
La SBIF tiene como misión principal preservar la estabilidad del sistema financiero. Para ello fue creada y a ello se debe abocar. Sin embargo, sus actuaciones tienen también un alcance sobre la competencia y la transparencia con que operan las instituciones bancarias.
La SBIF ha intervenido con intensidad en este ámbito más específico en el curso de los últimos 2 años y lo seguirá haciendo. Algunas de las acciones ya implementadas son las siguientes:
1. Apertura del sistema a nuevas instituciones, lo que se ha traducido en el otorgamiento de 5 nuevas licencias (3 nuevos bancos deberían iniciar operaciones este año).
2. Completa revisión de las normas para el funcionamiento de bancos orientados a la pequeña empresa y los consumidores, lo que incluye la eliminación de los límites que afectaban a las operaciones de factoraje y leasing.
3. Circular conjunta con la SVS que dejó sin efecto las restricciones para la emisión de bonos que afectaban a empresas de factoring y leasing orientadas al segmento de las pequeñas y medianas empresas.
4. Ampliación de la gama de operaciones para las cooperativas de ahorro y crédito (por primera vez una cooperativa de ahorro y crédito se encuentra hoy emitiendo tarjetas de crédito similares a las de los bancos).
5. Reducción del plazo de retención de los cheques de otras plazas a un solo día, quedando así todos los cheques sometidos a un mismo tratamiento a lo largo de todo el territorio nacional.
6. Otorgamiento de libertad para que las instituciones apliquen sus propios modelos de clasificación en la cartera de pequeños deudores.
7. Exigencia a los bancos de publicar en sus oficinas y en sus portales digitales las tasas de interés cobradas en el segmento de personas.
8. Publicación en nuestro portal digital de una encuesta semanal realizada por la Universidad de Chile sobre las tasas de interés cobradas en la banca de personas para facilitar las comparaciones a los clientes.
9. Publicación mensual en nuestro portal digital de las tasas medias efectivas por institución en el segmento de 0-200 UF para efectos comparativos, lo que facilitará la búsqueda de las mejores opciones y la toma de decisiones por parte de las personas.
10. Publicación de las tasas de captación y colocación sobre base anual para facilitar las comparaciones entre operaciones e instituciones, en línea con las mejores prácticas internacionales.
11. Fortalecer la unidad de atención de público y recepción de reclamos de la SBIF.
12. Transparentar tarifas de sociedades de apoyo al giro, vinculadas al sistema de pagos.
13. Transparentar políticas de tasas de interés en tarjetas de crédito.
La SBIF continuará revisando las regulaciones en orden a perfeccionar el funcionamiento del sistema financiero y, en particular, todo aquello que se relaciona con la competencia y la transparencia. En esa perspectiva, uno de los proyectos prioritarios para este año es la revisión integral de las normas sobre clasificación de cartera y constitución de provisiones.
Las investigaciones sobre acciones o conductas contrarias a la libre competencia, en nuestro ordenamiento jurídico, deben ser efectuadas por la Fiscalía Nacional Económica y las resoluciones respectivas deben ser adoptadas por la Comisión Resolutiva. Esta última se ha referido en más de una ocasión a materias bancarias en el último tiempo. La SBIF colaborará con estas instituciones, como lo ha hecho anteriormente, en las investigaciones que se emprendan sobre el sistema financiero.
La SBIF ha identificado otras iniciativas que podrían ser evaluadas. Reconocemos, eso sí, que algunas caen en el ámbito de otras autoridades. Entre ellas están las siguientes:
1. Promover una tarificación diferenciada según el riesgo del cliente.
2. Mejorar la información financiera de los deudores: consolidar la información en el registro nacional de deudores.
3. Autorizar el pago de intereses en cuenta corriente. La actual prohibición es una protección al sistema financiero que se estableció después de la crisis. Tuvo racionalidad, pero hoy no se justifica. Se podría hacer gradualmente, pero sería bueno dar señales en el sentido de que esta protección no puede permanecer indefinidamente.
4. Asignar un rol más activo al Banco del Estado en los segmentos donde las rebajas de las tasas de interés se traspasan más lentamente y en productos como las tarjetas de crédito y los créditos de consumo. En estos últimos, el Banco del Estado puede avanzar mucho porque tiene una participación muy baja.
5. Flexibilizar el tratamiento del impuesto de timbres y estampillas, de manera que resulte indiferente para los clientes quedarse en el mismo banco o cambiarse a otro que le ofrece mejores condiciones. Sería algo en la misma línea que lo propuesto para los efectos de comercio. El impuesto se pagaría por 1 año, independientemente de que el cliente “renueve” su operación en un mismo banco o se cambie a otro.
6. Con los debidos resguardos, permitir que las instituciones no bancarias puedan cumplir un rol más activo en este mercado. Me refiero a las cooperativas de ahorro y crédito, las cajas de compensación, los emisores de tarjetas de crédito, etc. La idea es aplicarle regulaciones, pero proporcionales a los riegos que asumen. La reforma a las cooperativas de ahorro y crédito en trámite en el Parlamento está en esa línea. Recientemente, el Banco Central y la Superintendencia autorizaron a las cooperativas que cumplen ciertos requisitos para que emitan tarjetas de crédito. Todo ello es más competencia en el mercado.
7. Proveer anclas para las operaciones en pesos nominales. La actual política monetaria provee una tasa ancla perfectamente clara en UF, pero no en pesos nominales. Así, el mercado dispone de tasas referenciales claras para dólares y operaciones en UF, lo que permite operar con spread o márgenes sobre dichas tasas. Con ello cualquier baja (o alza) de la tasa referencial se traslada automáticamente a los clientes. No ocurre lo mismo en pesos nominales, donde la práctica es fijar la tasa total y no el spread. Ello introduce rigidez para el traslado de las rebajas decretadas por el Banco Central a los clientes.
Presentación efectuada en el marco de un
seminario organizado por la SBIF en abril
de 2004.
Tendencias en regulación y supervisión bancaria
Quiero aprovechar esta oportunidad para referirme a las principales tendencias que orientan la regulación y supervisión bancaria en nuestro país.
El objetivo de un sistema de regulación y supervisión bancaria es preservar la estabilidad y brindar protección a los depositantes. Ello no implica reducir a cero la probabilidad de fracaso de cada una de las instituciones bancarias. Los riesgos bancarios no se pueden eliminar. Solo se pueden acotar, reducir o mitigar. Por ello, la regulación debe contemplar mecanismos o fórmulas para solucionar ordenadamente los problemas que puedan enfrentar las instituciones.
Es importante señalar, al mismo tiempo que, la estabilidad no es un objetivo absoluto. Este debe ser compatibilizado con otros igualmente importantes como la eficiencia, la innovación y la competencia entre las instituciones que conforman el sistema financiero.
Las tendencias que voy a mencionar responden en buena medida a nuestra realidad, al camino que hemos recorrido y al que tenemos aún por delante, pero recogen también las recomendaciones internacionales emanadas de instituciones como el Comité de Basilea y otras que se ocupan de estas materias.
La primera tendencia se refiere al fortalecimiento de la regulación prudencial, que es aquella orientada a prevenir las crisis. En nuestro país, hemos dado recientemente un paso importante en esta dirección. La Superintendencia ha emitido una nueva normativa en materia de clasificación de cartera y constitución de provisiones. Lo que hemos hecho es dejar atrás un sistema bastante rígido, muy anclado en la crisis financiera que vivimos en los años ochenta. Se ha introducido una normativa mucho más flexible, que sitúa bien la responsabilidad donde debe estar, esto es, en las propias instituciones financieras.
Una segunda tendencia es la focalización de la supervisión en la gestión de los riesgos. Tradicionalmente, la supervisión bancaria estuvo referida a la verificación del cumplimiento de disposiciones formales. Esta era y sigue siendo una fiscalización importante, pero por su propia naturaleza no permite anticipar la ocurrencia de problemas, más bien los verifica con posterioridad.
El modelo de supervisión que aplicamos en nuestro país, ha desplazado su foco a la gestión de los riesgos. La Superintendencia evalúa la gestión en cada institución y propone acciones correctivas cuando son necesarias. Bajo este modelo de supervisión, el cumplimiento de la normativa es solo uno de múltiples antecedentes que se tienen en cuenta para la evaluación integral de la gestión.
Una tercera tendencia es el otorgamiento de flexibilidad para la gestión comercial. En el pasado, con relativa frecuencia, la regulación fue más allá de lo estrictamente necesario por razones prudenciales. Se establecieron prohibiciones, restricciones o limitaciones, que resultan innecesarias y costosas. La tendencia moderna apunta a despejar la normativa de todo lo que no tiene un carácter preventivo y a dejar suficiente espacio para que las instituciones realicen adecuadamente su gestión comercial. Con ello se favorece el desarrollo y la innovación financiera.
Una cuarta tendencia es el fortalecimiento de los gobiernos corporativos. El tema de la gobernabilidad ha adquirido un creciente interés e importancia en el último tiempo, especialmente después de los escándalos contables y financieros ocurridos en los países industrializados. A la luz de la experiencia acumulada, la SBIF emitió el año pasado una nueva normativa sobre el funcionamiento de los comités de auditoría en las instituciones supervisadas, en concordancia con prácticas internacionales y con las normas contenidas en la Ley de Mercado de Valores. En esta misma línea, hemos impulsado acciones para que los directorios asuman grados crecientes de responsabilidad en una serie de materias.
Una quinta tendencia consiste en impulsar la transparencia y la disciplina de mercado. El objetivo perseguido es reforzar la vigilancia privada, la que ejerce el propio mercado, complementando la supervisión oficial. Los actores que están en condiciones de ejercer efectivamente vigilancia privada son los inversionistas institucionales, los bancos internacionales con posiciones acreedoras, y los clientes de mayor tamaño no cubiertos explícitamente por la garantía del Estado para los depósitos. Todos ellos están calificados para procesar la información que proporcionan las entidades bancarias y evaluar sus riesgos.
En nuestro país, esta vigilancia de mercado se ha ido fortaleciendo a través del tiempo. En esa perspectiva, hemos iniciado un proyecto que busca la convergencia de las normas contables locales a estándares internacionales. Este proyecto facilitará la aplicación de las recomendaciones de transparencia contenidas en el nuevo acuerdo de capital.
La sexta tendencia se refiere al perfeccionamiento de la transparencia frente a los clientes, las prácticas comerciales y la protección de los clientes pequeños. Este es un tema de preocupación nuevo entre nosotros. Se relaciona directamente con la incorporación de nuevos segmentos de la población a los servicios financieros y con la creciente importancia asignada a los derechos de los consumidores.
En varios países, estos temas están entregados a una autoridad especializada, distinta de la bancaria. En otros países, estas materias están asignadas al mismo supervisor prudencial. En Chile, la Superintendencia, en el marco de su mandato legal, ha incorporado gradualmente estos temas a su agenda de trabajo.
Antes de finalizar me gustaría hacer una reflexión sobre la auto-regulación. ¿Existe espacio para la auto-regulación en este sector? ¿Es conveniente avanzar en esa dirección?
La banca es un sector regulado y lo seguirá siendo. En ese sentido, la completa auto-regulación no está planteada. Pero también es importante reconocer que no todo puede ser regulado ni supervisado hasta en sus más mínimos detalles. En muchas áreas, una buena auto-regulación puede brindar una mejor solución que una regulación impuesta por la autoridad.
Ponencia en Seminario “Apoyo a la Gestión
Contable y Financiera de la Pyme” organizado
por el Instituto Guillermo Subercaseux en 2004.
Acceso a los servicios bancarios para las pymes
Para la SBIF es muy grato participar en este seminario junto con dirigentes representativos del mundo de las micro, pequeñas y medianas empresas que, como sabemos, son cientos de miles a lo largo de todo el país.
El tema que nos convoca es el del acceso a los servicios financieros por parte de este importante segmento de empresas. Este es un objetivo prioritario para las políticas públicas. El sistema financiero está para servir al conjunto de las empresas del país, sin discriminaciones ni exclusiones.
En esa perspectiva, la SBIF se ha involucrado activamente y ha desplegado esfuerzos para avanzar en el logro de ese objetivo. Por cierto, lo hemos hecho en el marco de nuestro mandato que tiene que ver con la estabilidad y el buen funcionamiento del sistema. Pero no son pocas las cosas que hemos hecho.
Por de pronto hemos elaborado un diagnóstico. Hemos hecho un levantamiento del universo de las empresas con que opera actualmente con el sistema financiero, clasificadas según tamaño. En ese universo de empresas clientes, se identifican 400 mil microempresas, 100 mil pequeñas empresas y 25 mil medianas empresas. Estas empresas, conocidas como mipymes, representan el 98% del universo empresarial del país. Las cifras son significativas.
Sin embargo, nuestro diagnóstico nos indica que el acceso de las mipymes a los servicios dista bastante de ser satisfactorio y, por lo tanto, debe ser perfeccionado a través de varias líneas de acción.
La primera es seguir avanzando en mejoras de eficiencia y reducciones de costo. La industria puede exhibir progresos importantes en esta materia en los últimos años, pero existen espacios para nuevas mejoras. La banca electrónica y los medios de pagos no tradicionales pueden aportar mucho en esa línea. En estas materias estamos mejor que nuestros pares en América Latina, pero todavía relativamente lejos de los países industrializados.
Una segunda línea de acción es el perfeccionamiento de la movilidad entre bancos. En nuestro país las grandes empresas trabajan activamente con varias instituciones. Cuando tienen una operación, piden varias cotizaciones y por cierto se quedan con la mejor. Las pequeñas empresas, en cambio, por regla general trabajan con un solo banco. Sus volúmenes no permiten dividir sus transacciones en varias instituciones.
Ello en sí no constituye un problema. El problema surge cuando el cliente desea cambiarse de un banco a otro en busca de mejores condiciones. El costo de moverse es alto principalmente por temas tributarios y de constitución de garantías. Las pequeñas empresas descansan mucho en sus garantías. Mover las garantías toma tiempo y tiene muchas veces un costo apreciable. En esa perspectiva, todo lo que se haga por facilitar la movilidad y reducir los costos de traslado mejorará la calidad del acceso a los servicios por parte de las pequeñas y medianas empresas.
Una tercera línea de acción es el perfeccionamiento de los sistemas de información financiera. Las decisiones de los bancos requieren de información. Para otorgar un crédito se requiere conocer la situación financiera de la empresa y proyectarla en el tiempo.
Las grandes empresas cuentan con buenos sistemas de información. Preparan sus estados financieros siguiendo un formato estandarizado. Sus informes son auditados y están disponibles con la frecuencia y oportunidad que corresponde. Muchas de estas empresas cuentan, además, con clasificaciones de riesgo otorgadas por firmas especializadas. Por ello, los bancos pueden hacer buenas evaluaciones, tomar decisiones en forma rápida y afinar las tarifas que se les aplican.
No ocurre lo mismo con las pequeñas empresas. Los sistemas de información son imperfectos. Los requerimientos efectuados por los bancos no están estandarizados. Cada banco utiliza su propio formato. La información es preparada aplicando distintas pautas y no está sometida a pruebas de validación.
La comparación de los informes de una misma empresa a lo largo del tiempo no siempre resulta posible. Tampoco es fácil efectuar comparaciones entre distintas industrias o entre empresas pertenecientes a una misma industria, lo que resultaría útil para efectos de evaluación crediticia. Todo ello torna más complejo el proceso de otorgamiento de crédito, conduce a exigencias de garantías o avales, y eleva los costos de operación, que al final pagan los clientes.
La SBIF en conjunto con la ABIF emprendimos el proyecto de crear una ficha de información financiera estandarizada precisamente para avanzar en la solución de este problema. Esta ficha, conocida como Fecu-pyme, ya fue presentada a los actores relevantes y al público en general. Esperamos que sea recogida e implementada, como efectivamente ha comenzado a ocurrir.
Pensamos que su utilización tendrá efectos muy positivos. Entre ellos se pueden mencionar los siguientes:
Reducirá los costos de preparación de la información requerida a las pequeñas empresas.
Reducirá los costos de procesamiento por parte de los bancos y permitirá que estos efectúen análisis técnicos mucho más sofisticados, como comparaciones entre empresas o entre sectores.
Promoverá por tanto la competencia entre bancos y entre estos y otros proveedores de crédito.
Generará así condiciones para que las tasas de interés aplicadas a estas empresas se aproximen a los niveles observados en países avanzados.
La realización de este seminario, al igual que otras iniciativas que hemos conocido después del lanzamiento original de esta ficha estandarizada, indica que hemos hecho una buena siembra y que podemos esperar buenos frutos en el futuro.
Ponencia efectuada en 2005 en el Instituto
Bancario Guillermo Subercaseaux, pero no
publicada con anterioridad.
Gobierno corporativo, disciplina de mercado y ética empresarial
El mundo de los negocios y la economía ha cambiado significativamente en el curso de las últimas décadas. Este se ha movido en la dirección de privilegiar la libertad de los agentes económicos y el funcionamiento de los mercados. Este es un proceso inducido por fuerzas o tendencias muy poderosas como son: la globalización, la consolidación, la desregulación y el progreso tecnológico.
Una de las características de este tiempo es el surgimiento de corporaciones de mayor tamaño y significación económica, con posibilidades de desplegar sus actividades en múltiples mercados. Todo ello nos remite con mucha fuerza a los temas de este seminario: gobernabilidad corporativa, disciplina de mercado y ética empresarial.
En lo que se refiere a la gestión de las empresas, se pueden advertir también cambios que deben ser procesados con atención por sus implicancias. Entre ellos están:
El creciente foco en los resultados de corto plazo, en parte importante por presión de los inversionistas y los mercados en general.
En esa misma línea, la búsqueda del reconocimiento de los mercados. Ello es particularmente claro en el caso de las empresas abiertas que buscan preservar su valor bursátil.
Y los nuevos sistemas de remuneraciones e incentivos, que contemplan una creciente importancia los componentes variables.
Lo que ha ocurrido con las empresas ha ocurrido también con los bancos, con un agregado importante. Los requerimientos de capital para los bancos se han tornado más estrictos. Como resultado, los bancos se han visto obligados a levantar capital y a mantener abierto el acceso a las fuentes de financiamiento de largo plazo. Esto los ha llevado a preocuparse mucho de la evaluación que de ellos hacen los mercados.
Sin desconocer los enormes beneficios que este proceso de cambios acarrea, es claro que genera condiciones favorables para el desarrollo de conductas reprochables, especialmente cuando los controles internos son débiles y la cultura corporativa no provee un marco adecuado.
Con todo, creo que el sistema financiero chileno está bien protegido, en parte, por la naturaleza de la regulación y la supervisión que se aplica y, en parte, porque pasamos por una crisis severa a principios de los años ochenta y aprendimos la lección.
La LGB, modificada después de esta crisis, se hizo cargo de algunos de estos temas. Introdujo regulaciones nuevas en varios aspectos. Así, por ejemplo, para asegurar la transparencia de los estados financieros de los bancos, estableció que la SBIF fijará las normas contables y de presentación de balances, “debiendo velar por que la aplicación de tales normas permita reflejar la real situación de la empresa”.
Enseguida, la LGB fijó sanciones penales para quienes adulteren los balances, desfiguren la contabilidad, u omitan contabilizar operaciones que afecten el patrimonio de las instituciones bancarias. Estas sanciones pueden afectar a los accionistas fundadores, directores, ejecutivos, empleados o auditores externos. Junto con ello, fijó sanciones penales para los clientes que procuren obtener créditos proporcionando datos falsos sobre sus estados financieros.
Habría que mencionar también la introducción de normas para los créditos relacionados, que se fiscalizan con atención, pero lo más importante, que están bien asimiladas en la cultura de las instituciones financieras.
En otro plano, los gobiernos corporativos de las instituciones financieras se han fortalecido en el curso de los últimos años. Los directorios han asumido nuevas responsabilidades, en parte, por propia iniciativa y, en parte, porque así se lo han exigido las normas de la SBIF. En este marco, se han creado y están en funcionamiento, por recomendación nuestra, los comités de auditoría.
El enfoque de supervisión que está aplicando la SBIF conversa muy bien con estos desarrollos. La idea es otorgar mayores grados de responsabilidad a los directorios y la alta administración. Ello ha estado presente en varias regulaciones dictadas en el curso de los últimos 2 o 3 años.
Con todo, tenemos por delante varios desafíos. El sistema de supervisión descansa todavía fuertemente en el trabajo de la SBIF. La autorregulación y la disciplina de mercado no tienen toda la fuerza que quisiéramos. Los códigos de comportamiento y conducta frente a terceros son aún algo incipiente en nuestro sistema financiero, en circunstancias que son comunes en los países industrializados.
Sobre los comités de auditoría, parece necesario revisar las recomendaciones generales que se emitieron en 1995 y 1997, perfeccionarlas a la luz de la experiencia de estos años y hacerlas exigibles, con los márgenes de flexibilidad que siempre son necesarios.
En materia de normas contables, tenemos el desafío de hacer converger nuestras disposiciones a estándares internacionales. Hemos constituido un comité con participación de representantes de la SBIF, de la banca, de los auditores externos y del instituto de auditores, que ya ha hecho un levantamiento de las normas que deben ser revisados. Es un buen paso adelante.
¿Qué debemos hacer frente a estos numerosos desafíos? Sin duda necesitamos buenas regulaciones, pero estas no pueden hacer todo el trabajo. Tampoco podemos descansar únicamente en la ética de los individuos que forman las organizaciones. Así, uno de los retos que tenemos por delante es el fortalecimiento de lo que podríamos llamar una ética corporativa. Sin ella, el peso que recae sobre los individuos y las regulaciones resulta excesivo.
La ética corporativa está llamada a ubicarse precisamente en el espacio que queda entre el nivel micro, referido al comportamiento de los individuos, y el nivel macro, donde están las regulaciones y las instituciones previstas por el Estado.
El principal desafío de una ética corporativa es integrar dos mundos que han permanecido tradicionalmente separados, el mundo abstracto de la ética y el mundo práctico de los negocios, entregando respuestas, apegadas a principios y valores, para los problemas reales que enfrentan las corporaciones. La implementación práctica de estas ideas requiere de un compromiso interno compartido por todos quienes integran la empresa, directores, ejecutivos y empleados.
Extracto de la presentación titulada “Financial
conglomerates and bank stability: the case of
Chile”, efectuada en una conferencia desarrollada
en la sede del Federal Reserve Bank en
Washington DC, el 1° de junio de 2005.
Conglomerados financieros
Las economías emergentes, por regla general, observan la presencia de grupos económicos que desempeñan un rol importante en el desenvolvimiento de las actividades económicas y financieras. Con cierta frecuencia, además, estos grupos incursionan en actividades financieras, en forma adicional o complementaria a otras que mantienen en los sectores industrial, minero, inmobiliario, o comercial. Esto los transforma en lo que podríamos denominar grupos financieros mixtos, en el sentido que las fronteras de sus negocios están más allá de lo estrictamente financiero.
Se ha argumentado por parte de algunos analistas que estos grupos financieros mixtos plantean un serio desafío a la supervisión bancaria o financiera, particularmente cuando se plantea la necesidad de contar con una visión consolidada de sus actividades y riesgos. Si la supervisión se concentra únicamente en las actividades financieras, la visión que se obtiene es parcial.
Por otro lado, si se opta por cubrir todas las actividades, el supervisor tendrá dificultades para agregar y consolidar activos y riesgos de muy distinta naturaleza. Si se eligiese este camino, una pregunta adicional es si es suficiente hacer la consolidación un nivel más arriba del banco. En muchos casos, la única forma de tener un juicio completo e integral sobre la solvencia de un grupo es proseguir “aguas arriba” y llegar tan lejos como sea necesario.
En Chile, la presencia de grupos mixtos ha sido tradicionalmente de bastante importancia. Actualmente, 9 de los 25 bancos que operan en el país y cuyas colocaciones representan alrededor del 50% del total, forman parte de grupos mixtos. El resto de los bancos comprende a los controlados por bancos o grupos extranjeros, un banco estatal y algunos bancos pequeños sin vinculaciones con grupos económicos. Estos bancos no plantean los mismos desafíos que los pertenecientes a grupos mixtos. Los controlados por bancos extranjeros, por ejemplo, plantean el tema de supervisión consolidada en sus países de origen, pero no propiamente en Chile.
Si bien Chile no ha establecido un esquema de supervisión consolidada tal como se la entiende en otros países, principalmente en el mundo desarrollado, el país ha progresado mucho en construir un marco de regulación que busca proteger a los bancos que pertenecen a grupos empresariales. Mas aún, algunas de las regulaciones establecidas han sido consideradas como avanzadas para el mundo de las economías emergentes. Algunas de esas normas son las siguientes:
1. Los bancos son considerados como una matriz bancaria y consolidan en ese nivel todas las actividades desplegadas a través de sus filiales.
2. Todos los bancos, domésticos y extranjeros, están sometidos a las mismas normas y, por tanto, todos deben cumplir con la exigencia de constituir un capital en el país, independiente del capital de su matriz. Los bancos extranjeros quedan sujetos a las limitaciones impuestas por el monto de capital que hayan incorporado al país.
3. Las personas o grupos que adquieran el control de un banco o un porcentaje significativo de su propiedad deben cumplir con requisitos de solvencia. Esto puede significar que deban transparentar toda la información de sus empresas, incluso de las que están “aguas arriba” del banco, hasta el nivel que exija el supervisor.
4. Límites estrictos al endeudamiento con partes relacionadas. Los grupos empresariales conectados en propiedad o gestión al banco están sujetos a un límite de crédito del 5% del capital del banco para operaciones no garantizadas. Se exige, adicionalmente, que estos créditos se otorguen bajo condiciones no más favorables que las concedidas a otros deudores. Estas normas se fiscalizan detalladamente, para lo cual la SBIF mantiene un registro de todas las operaciones con partes relacionadas. En la práctica, los créditos relacionados, que fueron un problema serio en el pasado, se han mantenido por debajo del 2% del total de las operaciones crediticias en años recientes. Por tanto, estos han dejado de ser una amenaza para la solvencia del sistema bancario.
5. Las sucursales y filiales en el exterior, si bien están permitidas, deben someterse a una normativa prudencial estricta con el objeto de asegurar que sus operaciones no levanten riesgos excesivos para la matriz bancaria. Un requisito esencial es que estas inversiones no comprometan la posibilidad de ejercer una adecuada supervisión consolidada.
6. La matriz bancaria debe contar con un sólido gobierno corporativo. Ello implica, entre otras cosas, el funcionamiento de un directorio y un comité de auditoría, alineados con recomendaciones internacionales sobre la materia y sometidos ambos a una pormenorizada supervisión de parte de la SBIF.
En el último tiempo, la SBIF ha buscado reforzar este marco con medidas o acciones adicionales. Estas incluyen:
Introducción de las normas contables de aceptación global.
Creación del Comité de Superintendentes, bajo el liderazgo de la SBIF.
Fiscalización conjunta de la SVS y la SBIF para algunas filiales bancarias que operan en el mercado de valores, como las corredoras de bolsa.
Los propios conglomerados, recogiendo las tendencias internacionales y las exigencias de los mercados, han tomado acciones orientadas a perfeccionar y transparentar sus estructuras internas. En algunos casos, han optado por organizar sus actividades financieras en una matriz especializada distinta de la matriz que agrupa a sus actividades no financieras. En otros casos, lo que se ha hecho en constituir una matriz que agrupea sus distintas actividades y abrirla a la bolsa, lo que implica que queda sometida a normas y estándares de transparencia bastante más altos que los de una sociedad cerrada.
En síntesis, los grupos económicos mixtos constituyen una realidad en Chile, como también en otras economías emergentes o en desarrollo. El marco de regulación y supervisión para estos grupos es perfectible, pero brinda los resguardos necesarios para el buen funcionamiento del sistema financiero y, particularmente, del sistema bancario que constituye una piedra angular para el conjunto del sistema, incluyendo el mercado de valores.
Participando en una reunión de supervisores y banqueros centrales en la Reserva Federal de los Estados Unidos, presidida por Alan Greenspan, en Washington DC, 2005.Con autoridades y dirigentes empresariales en la inauguración de la primera oficina de atención de público de la SBIF, 2001.
Con José Manuel Mena, entonces, Gerente General de Banco Estado, y Muhammad Yunus, fundador del Banco Grameen, en una actividad celebrada en Santiago en 2003.
Recibiendo la Medalla Diego Portales de manos de Rafael Cumsille, presidente de la Confederación del Comercio Detallista y Turismo de Chile, 2002.
Recibiendo el Premio de Honor de la Asociación Chilena de Seguridad, mientras se desempañaba como Superintendente de Bancos.