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SALUTACIÓN DE ARRIANO A LUCIO GELIO 1

Ni redacté yo los discursos de Epicteto como cualquiera [1] hubiera podido redactar notas de ese tipo, ni fui yo, que afirmo no haberlos redactado, quien los dio al público. Sino [2] que cuanto le oí decir intenté transcribirlo con las mismas palabras en la medida de lo posible, con el fin de conservar para mí mismo en lo futuro memoria del pensamiento y la franqueza de aquél. Por tanto, estas notas son, como es natural, [3] del estilo de lo que uno podría decir a otro, movido por la espontaneidad y no como uno lo hubiera redactado para que más adelante otros lo leyeran. Siendo así, no comprendo [4] cómo fueron a parar a manos del público contra mi voluntad y sin mi conocimiento.

Por lo que a mí toca, no tiene gran importancia si parezco [5] torpe al escribir, y para Epicteto no tiene ninguna el que alguien desprecie sus discursos, puesto que era evidente que al pronunciarlos no deseaba cosa alguna que no fuera [6] mover hacia lo mejor los ánimos de sus oyentes. Si estos discursos consiguieran al menos eso, tendrían, creo, lo que [7] han de tener los discursos de los filósofos. Si no, sepan al menos quienes los lean que cada vez que él los pronunciaba, quienes le oían experimentaban por fuerza justamente lo [8] que él quería que experimentaran. Pero si estos discursos no lo consiguen por sí mismos, quizá sea culpa mía, quizá sea forzoso que así ocurra.

Que sigas bien.

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