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Trazo y percepción visual

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Durante muchos años, en Occidente, se ha disimulado la factura del cuadro anulando la huella personal del artista. Los orientales, en cambio, han valorado esa huella como la expresión propia del hombre y la han dominado para transmitir sus sensaciones: miedo, debilidad, energía, seguridad, etc. Éstos son los contenidos que se perciben a través de la factura, popularmente denominada trazo. Cuando hablamos de factura, o trazo, nos referimos no tanto a “qué” contiene esa imagen (colores que intervienen, composición, formas...) sino a “cómo” se ha construido físicamente, con qué materiales, aplicadores e intención se ha realizado cada gesto o textura.

La principal característica de la percepción visual del trazo es que nos conduce a un segundo nivel perceptivo: el táctil, pasando de lo óptico a lo háptico. Aunque en muchas pinturas la imagen deja en segundo plano a la materia, en otras el artista parece dirigirse directamente al tacto, atrapando al espectador por los materiales empleados, invitándole incluso a tocarlos.

En este nivel, el impacto psíquico es superior al visual, ya que el tacto es el sentido más primario del ser humano, vinculado a las experiencias perceptivas más infantiles. Como bien observa Tapies en su ensayo Realidad como arte: “Recuerdo haber pensado -y realizado- obras en las que quería aludir la presencia, por ejemplo, de un reptil y lo hice sin dibujarlo y dando sólo a la textura una superficie de aspecto escamoso”.

“Un dibujo a pluma de Rembrandt, mirado de arriba abajo, se podría confundir fácilmente con un pedazo de caligrafía totalmente abstracta... se puede ver en los dibujos de Rembrandt el placer que conseguía éste sólo con utilizar una pluma y una tinta. Podía dar a una cabeza y una mano un sentido y una expresión intensa, pero si tapamos la cabeza y la mano, las otras partes del dibujo nos pueden parecer fiorituras caligráficas. Así, en los ‘ejercicios a la pluma’ yo encontraba el placer expresivo de la utilización libre de la pluma y la tinta. Los dibujos empezaron de esa manera y algunos se convirtieron más tarde en figuras, paisajes y una de ellas en un caballo.” Henry Moore


Henry Moore, Ejercicio a la pluma número 9: Jinetesatravesando un desfiladero, 1970. Henry Moore Foundation (Yorkshire, Reino Unido).


La principal diferencia entre gesto y textura es que el primero denota una forma aislada o una acción puntual y el segundo se refiere a una extensión formada por multitud de elementos ¡guales o similares; como no es lo mismo una hoja que el follaje. El gesto ayuda a Identificar las formas que constituyen la Imagen, en cambio, la textura define la piel de esas formas o del espacio que las contiene (A).


Al leer una Imagen visual siempre seguimos un orden, y el trazo es una herramienta fundamental para establecer una jerarquía de Importancias. Así, por ejemplo, los empastes, las precisiones y los gestos radicales se perciben primero, dejando en un segundo plano los desenfoques, las Imprecisiones o los trazos diluidos y débiles (B).


Por las leyes de la percepción desarrolladas por los psicólogos de la Gestalt, sabemos que la mente tiende a completar la Información que percibe corrigiendo las deformaciones y agrupando los estímulos visuales similares. Así se hace posible que un trazo realizado rápidamente o con torpeza pueda seguir representando un objeto (C) o que la mente, como en los Tests de Rochar o los dibujos a pluma de Henry Moore (1898-1986) (D), Imagine formas a partir de trazos muy desdibujados.

Pintura creativa: Trazo

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