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LÁTHE BIÓSAS
ОглавлениеLa historia de un día es la historia de una vida.
TOMMO
Arrowhead ca. 1862.
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1863
*
M, que llegó a ser como un meteorito en medio del campo, una vez escribió: Honrada sea la memoria de aquel que dijo por primera vez: “La más profunda desolación precede al día”.
De unas memorias: M vivió en Pittsfield hasta octubre de 1863, cuando se mudó a la casa en el 104 de la calle 26 que le había comprado a su hermano, entregándole en parte de pago la granja que él mismo había bautizado Arrowhead.
De un artículo en un periódico: No lejos de la vieja residencia de Holmes vive M, autor de Typee, Omoo, Moby-Dick y otras narraciones de aventuras que tienen, como ninguna otra en los Estados Unidos, mucho del encanto de Robinson Crusoe. M es demasiado científico en los datos y demasiado inventivo en la ficción. Una salud desmejorada lo había impulsado a retirarse a esta hermosa región, y en el cuidado de flores y frutos, y con el reposo de una vida doméstica, parecía haberse olvidado de las ambiciones de escritor, aunque nosotros creemos que eso solo durará un tiempo.
De una carta de M: Debido a mi reciente regreso a esta, mi ciudad natal, después de haber estado de visita doce años en Berkshire, su nota demoró en llegarme. Y si bien me veo en medio de mil y un fastidios que tienen que ver con una mudanza de 250 kilómetros, el reacondicionar y decorar la nueva casa, &c, me apresuro en responderle. Estaría muy complacido de poder cumplir con su pedido enviándole autógrafos de viejas cartas si no fuera porque es un vil hábito mío el destruir casi toda mi correspondencia.
De un artículo en un periódico: M no vino a Berkshire para mejorar su salud sino para disfrutar de ella. Ahora se ha mudado a Nueva York para asegurarse una pronta recuperación.
De una carta de M: Te devuelvo el libro, creyendo que querrás conservarlo. Lo he leído con gran interés. En cuanto a garabatear algo sobre él, y me temo que esto no va a gustarte nada, pues sencillamente no tengo el ánimo para hacerlo.
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En algún momento del año, M adjunta en una carta el manuscrito de un poema:
La gloria ilumina un final grave;
los fantasmas de los patriotas ascienden con júbilo.
Transfigurados en las extasiadas alturas
de su apasionada hazaña de armas,
la muerte en la noche estrellada del valiente
riega el valle de difuntos con victorias.
Se trata de la primera intervención pública de M como poeta.
*
1864
*
M visita a su madre enferma, en la villa de Gansevoort.
De una carta: Mi sobrino M llegó a las 9 pm de Gansevoort y dijo que su madre ya está mucho mejor.
De una carta: M, mi hermano y yo arribamos esta mañana. Él está en verdad muy ansioso de poder ir al frente de batalla, pero al parecer es algo difícil conseguir un permiso para ir allí. Se me ha ocurrido que tal vez usted pueda escribirle una línea al secretario Stanton presentándole a M y contándole de su deseo, deseo que acaso se le pueda conceder a un hombre de letras como él. Tales hombres acaso deberían tener la oportunidad de ver aquello sobre lo que luego podrían escribir.
Aquella manía de M de visitar los cementerios.
Un senador solicita un pase para el frente de batalla en favor de M, “un ciudadano leal y un amigo personal”.
El permiso le es concedido.
De unas memorias: M fue a Virginia con Allan en abril de 1864. Visitaron muchos campos de batalla y pudieron entrevistarse con el general Grant. Su primo Henry Gansevoort estaba en servicio en el campamento de Vienna, Virginia.
De una carta: Nos enteramos de que papá fue con el tío M al frente el pasado domingo, donde estaba el Ejército del Potomac. Esperamos poder ver a papá mañana, a menos que las guerrillas los hayan capturado a él y al tío M.
De una carta: M sufrió un terrible ataque de neuralgia tras su visita al frente de batalla de nuestro Ejército del Potomac.
Muere Nathaniel Hawthorne mientras dormía en una posada de Plymouth, Nueva Hampshire. M acaso compone la primera estrofa de un poema significativo:
Haberlo conocido, haberlo amado
después de una larga soledad;
y luego que la vida nos haya vuelto extraños,
y ninguno en el error;
y ahora que la muerte ponga su sello
—¡alíviame, alíviame un poco, canción mía!
M lee un libro en el que marca estos versos:
No hay lugar para lágrimas de debilidad en los ojos ciegos de Femio:
en su obra el poeta las amasa—y no muere sino hasta entonces.
M también marca y subraya dos estrofas:
Lucrecio—más noble que su propio ánimo:
quien arrojó su zonda en el ancho
y profundo universo y dijo: “No hay Dios”.
Al no encontrar el fondo: él negó
divinal la Divinidad, y murió
primero entre los poetas a orillas del Tíber...
De una carta: M, sus hijos Malcolm y Stanwix, y su hermana Augusta fueron en carro a Glen Falls a pasar el día.
Debió haber sido un día espléndido.
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En algún momento de 1864, M recibe la visita de Richard Tobias Green, Toby, su viejo compañero de aventuras en el valle de Typee, en las islas Marquesas.
*
1865
*
De un aviso en un periódico: THE REFUGEE de M, autor de Typee, Omoo, Two Captains, The Man of War, etc., etc.
¡Maldición!
De una carta de M: Permítame por medio de su columna hacer este descargo. T.B. Peterson & Brothers, de Filadelfia, ha incluido en la última lista de sus publicaciones El refugiado, de M. Yo nunca he escrito ninguna obra con ese título. Y es en asociación a ese título que Peterson Brothers emplea mi nombre sin ninguna autorización, a pesar de una protesta expuesta hace ya un largo tiempo.
M, el de metálica barba gris, examina sus poemas escritos durante la guerra civil y da comienzo a la composición de un volumen; en la nota introductoria dirá: Con algunas pocas excepciones, las piezas de este volumen nacieron de un impulso provocado por la caída de Richmond. Fueron compuestas en forma independiente, sin referencias entre sí, aunque, vistas ahora en retrospectiva, se adaptan naturalmente al orden en que las he dispuesto.
M asiste a una exhibición de pintura en la Academia Nacional de Nueva York. Dos pinturas le sugieren un par de poemas.
M relee un libro en el que marca y subraya este pasaje: Permanezca él donde yo viví, y que su mundo pase por la creación irresponsable de uno que invirtió mucho para ganarse un nombre...
M hace una anotación marginal: Vaya revelación.
M también marca y subraya este pasaje: Él pasará al oscuro reino de la Nada, pero no me encontrará allí.
M hace una anotación marginal: Esto es algo que se hunde en lo desconocido y lo terrible.
M también marca y subraya este pasaje: Nada era más habitual para esta persona que desaparecer de repente como una burbuja en la sopa y ya no volver a ser visto por sus amigos; y tan acostumbrados estaban ellos a estos pequeños incidentes que continuaban en silencio con sus quehaceres como si nada hubiera ocurrido. Pero conmigo era diferente.
M hace una anotación marginal: Nada podría ser más delicado que esto.
De unas memorias: M fue invitado a la casa de Alice y Phoebe Cary en la calle 20 por la época en que estaba trabajando en su libro Battle-Pieces y pudo allí echar una mirada retrospectiva a los años de aventuras por tierra y mar, y a aquellas adversidades que le habían proporcionado el material con el que habría de escribir tantas páginas extrañas e interesantes. En una de estas reuniones dominicales nocturnas, y tras ser presentado por Alice Cary, M les contó a los invitados, y lo contó mucho mejor de lo que jamás escribió nada (o al menos así quedó grabado en uno de sus oyentes), la historia de esa vida de viajes y aventuras. Comenzó por el principio, con la infancia en Nueva York y el viaje como marinero raso y los vagabundeos juveniles por Londres y Liverpool. Tal como lo contaría un auténtico marinero, y con detalles sumamente pintorescos, tejió la historia de sus dieciocho meses de viaje por las pesquerías de ballenas del Pacífico, y mantuvo cautiva la atención de sus oyentes mientras relataba la tosca brutalidad de su capitán, quien lo había forzado a desertar en las islas Marquesas. Luego trazó el itinerario de los vagabundeos con su único compañero por los prístinos bosques de Nuku Hiva y de su captura por parte de los caníbales typee. Relató la poca esperanza de poder escapar alguna vez de allí que quedaba en su corazón, y cómo aun así se había mantenido apegado a la vida sin que su coraje lo abandonara nunca; cómo con la idea de la muerte ante él noche y día había estudiado en todo momento la extraña vida que lo rodeaba y que le brindaría los hechos y las fantasías a los que más tarde les sacaría tanto provecho con su exitoso Typee. Fue una historia en verdad emocionante aquella que escuchamos.
M lee un libro en el que marca y subraya este pasaje: Con hombres que no son de su clase él no puede ser abierto, aunque lo haya intentado a través de una eternidad de discursos de gramática clara. Por la propia sutileza de su simpatía sabe él cuánto de sí mismo puede darle a cualquiera. Diga lo que diga, el hombre común lo malinterpretará: no hay palabras que él pueda utilizar y que puedan tener para el hombre común el mismo sentido que tienen para él.
*
1866
*
M, el del mudo soliloquio, publica de forma anónima un poema en un periódico.
M publica de forma anónima otro poema en un periódico.
Malcolm, el hijo mayor de M, consigue un puesto en la compañía de seguros Great Western Marine. Con 17 años tiene un modestísimo sueldo de 200 dólares anuales, pero recibe almuerzo y, si ocurre que permanece allí hasta las 6 pm, también cena.
Hic-haec-hoc, horum, harum, horum.
La madre de M vuelve a caer enferma y se queda un tiempo en la casa de la calle 26.
M publica de forma anónima otro poema en un periódico:
Hay gloria para el valiente
que comanda, y con nobleza salva,
pero ningún agradecimiento en la tumba
donde duermen los sin nombre que lo siguieron.
M publica de forma anónima otro poema en un periódico.
M publica de forma anónima otro poema en un periódico.
M compone el suplemento en prosa que acompañará su primer libro de poesía publicado.
De una carta: El sábado por la noche llegaron el Sr. Hoadley y el primo M. A mí me pareció que el primo M se veía muy delgado y abatido.
De una carta: M y su hermano Tom se fueron a pasar el día al lago Saratoga.
Allí tumbado en el pasto, M contempló un cielo cubierto de nubes. Y acaso las nubes tomaron para él una forma extraña, aunque esto M no lo comentó con nadie.
De un aviso en un periódico: Harper & Bros. anuncia la aparición de Battle-Pieces de M (por diez años el público se había estado preguntando qué había sido de M).
M publica su primer libro de poesía. La edición, de 1260 ejemplares, es costeada por él mismo. En los próximos dos años se venderán 486 ejemplares, lo que significará para M una pérdida de 400 dólares.
M envía ejemplares del libro a su hermana, su madre, su suegra y también le obsequia uno a su esposa, Lizzie.
Aparece la primera reseña del libro: Ha escrito demasiado rápido como para poder evitar cierta rudeza. Su poesía se vuelve epiléptica. Sus rimas son a veces terribles.
De otra reseña: Tiempos duros fueron los cuatro años de guerra de este país, y muchos de los versos de M, en su nuevo rol de poeta, los conmemoran, y justamente faltos de cierta robustez.
De otra reseña: Es imposible, en vistas de lo que el Sr. M ha hecho, y de su intención manifiesta en el presente libro, no leer sus Battle-Pieces con cierta melancolía. La naturaleza no ha hecho de él un poeta. Nos resulta difícil de creer que un hombre de la experiencia literaria y la cultura del Sr. M pueda haber confundido algunas de estas piezas con poesía.
De otra reseña: El estilo de sus versos está muy determinado por precedentes ordinarios como aquella obra suya en prosa titulada Pierre.
Un grupo de familiares y amigos postula a M para un cargo gubernamental sin que él esté al tanto. El cargo le es concedido, con un sueldo de 4 dólares diarios. El 5 de diciembre presta juramento como Inspector de Aduanas de la ciudad de Nueva York. M, el concienzudo en el cumplimiento de sus deberes, ocupa su primera oficina, la n. 4, distrito de North River, en el 207 de la calle West.
De unas memorias: Una oscura tarde de noviembre mi buen amigo James S. Benedict me hizo llegar este lacónico anuncio sobre el nuevo puesto de M: “Parece un buen tipo, Dick, y dice que te conoce, aunque tal vez no sea cierto; pero de todos modos sé amable con él si es que este clima infernal te permite serlo con alguien”. Levanté la mirada hacia el caballero que me había alcanzado la nota y reconocí en él al famoso escritor que me había encontrado hacía unos veinticinco años. Ningún otro escritor estadounidense fue tan conocido como M lo había sido a fines de los años cuarenta y comienzos de los cincuenta, tanto en su propio país como en Inglaterra. A menudo me he preguntado si alguno de los lectores de M ha podido llegar a entender las derivas de su espíritu, o si él fue el único que pudo. Cercano a Emerson, fue EL místico estadounidense. Y fue sin dudas uno de nuestros grandes poetas no reconocidos.
Se reimprime en un periódico un poema de M, aunque con otro título.
Aparece otra reseña.
M contesta un pedido de manuscritos con la trascripción de un poema.
Termina otro año.
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1867
*
Su hijo Malcolm se une como voluntario a la Guardia Nacional de Nueva York.
De otra reseña del primer libro de poemas publicado de M: El Sr. M ha roto un largo silencio que era difícil esperar del autor de Typee y Mardi. Entre estos poemas suyos hay algunos... que se cuentan entre los más emocionantes de la lírica sobre la guerra.
De una carta de M: No me asombra que no haya encontrado rastros míos en las islas hawaianas. En absoluto.
M recibe como regalo de parte del capitán de un ballenero un diente de cachalote con una inscripción.
El arte del tallado de dientes de cachalote se conoce como scrimshaw.
M va al teatro con su hermano Tom.
De otra reseña: El trabajo del Sr. M posee las virtudes negativas de la originalidad en tal grado que no solo le deja a uno la sensación de que nunca antes ha leído poesía, sino de que nunca hasta entonces se ha vivido una vida. ¿Es posible que haya habido en verdad una gran guerra, de tantísimas batallas luchadas por hombres y lamentadas por mujeres, o acaso es solo que la conciencia interior del Sr. M fue perturbada y rellenada con los fantasmas de los alistamientos, de las marchas, de las luchas que permanecían flotando en el aire, de los parentéticos tablones de anuncios y de una humanidad torturada perdiendo no sangre y palabras, sino tan solo palabras?
A M aquello de “parentéticos tablones de anuncios” debe haberle parecido todo un hallazgo.
De una carta: Llegué a lo de M cuando faltaban diez minutos para las 11 pm, justo cuando Lizzie cerraba la casa y M se iba a la cama porque tenía un resfrío en verdad muy fuerte.
M una vez escribió: Digan lo que digan de la independencia gozosa que se siente sobre el lomo de un caballo, yo prefiero el primer arrebol de la mañana de un caminante feliz.
De una carta: La salud de M ha mejorado mucho desde que tiene que salir a diario para atender sus asuntos. Es uno de los oficiales de distrito en la Aduana. Ya lleva tres meses allí.
De una carta: El primo M tiene un puesto en la Aduana y ha estado algo mejor este invierno. La interacción con sus criaturas semejantes parece haber tenido un efecto benéfico en él, y se ha vuelto algo menos misántropo.
M lee un libro en el que marca este pasaje: Bien cierto es que el derrumbe del espíritu público en cuestiones de gusto es indicación inequívoca del derrumbe político.
M también marca este pasaje: La mujer fue para él como un ángel enviado, y la poca alegría que pudo probar en la vida se la debió a ella.
Lizzie, bálsamo de primavera, quede aquí tu nombre inscrito en señal de agradecimiento y afecto.
M también marca estos versos:
Extraviados mis sentidos, declaro a los hombres mal juzgados,
y borrada la Razón de su trono mental,
porque evito las multitudes y vivo solo...
En algún momento de la mañana del 11 de septiembre, Malcolm Melville se suicida de un disparo en la cabeza en su propia habitación. En la casa estaban su madre y sus hermanas. Nadie escuchó el disparo. M tiró abajo la puerta de la habitación de Malcolm cuando llegó a casa después del trabajo, inusualmente tarde aquel día.
Malcolm un año antes.
De un artículo en un periódico: Siempre llevaba la pistola en el bolsillo, y dormía con ella bajo la almohada desde hacía semanas, tal como les había dicho a sus amigos y a su propio hermano, Stanwix. Habiéndose unido recientemente a la Guardia Nacional, tenía un renovado entusiasmo juvenil por todo lo relacionado con las armas y el equipamiento militar. Unos días antes había recibido un uniforme nuevo, y se lo había probado una tarde para verse como un soldado y complacer, más que a él mismo, a sus hermanas menores, que sin embargo se habían burlado un poco con algunas bromas inofensivas. Era además miembro de un equipo de béisbol, y estaba ansioso por un partido que se jugaría en dos o tres semanas. Su equipo había sido aplastado y en verdad esperaba poder ganar para recuperar los laureles perdidos. Tenía toda la confianza de su empleador y el amor y el respeto de sus compañeros, quienes lo habían reprendido por su falta de cuidado al manejar el arma. Había estado saliendo hasta tarde antes de ingresar a la milicia.
De una carta: Últimamente había estado llegando tarde a casa, tanto como para que su padre tuviera que sacarle su copia de la llave y ambos, M y Lizzie, tuvieran que hablar del asunto con bastante seriedad, si bien ambos dijeron creer que en su disipación no había más que cierta debilidad por hacer travesuras con sus amigos y algunas otras amistades que había hecho en el centro de la ciudad. Ellos sabían que no tenía vicios. La noche del martes había estado fuera hasta las 3 de la mañana y su madre se había quedado despierta esperándolo. Cuando llegó a casa dijo que había estado en una fiesta que habían dado unos amigos en Yorkville. No mostraba signos de haber bebido licor. Su madre lo reprendió, aunque cariñosamente, y dijo que al final no lo castigó. Dijo que le dio un beso de buenas noches y que después se fue a la cama. Por la mañana se quedó dormido y una de sus hermanas fue a despertarlo. Él respondió, pero no salió. Pasó el tiempo y Herman le dijo a Lizzie que lo dejara, que llegar tarde a la oficina lo haría enfrentar las consecuencias como una suerte de castigo, y después se fue él mismo a atender sus asuntos en la calle West. El día avanzó y si bien Lizzie intentó despertarlo golpeando a la puerta de su habitación y llamándolo, no obtuvo respuesta, algo que no era anormal, según dijo, y entonces no fue sino hasta que M llegó a casa, inusualmente tarde, que la puerta fue echada abajo y Macky apareció en la cama en su ropa de noche y con un disparo en la cabeza. Al parecer llevaba varias horas muerto. Tenía 18 años.
M una vez escribió: ¡Ah, padres y madres de todo el mundo, sean cautelosos y pongan atención! Quizás su pequeño todavía no comprenda muy bien el significado de aquellas palabras y señales por las que, en su inocente presencia, creen disfrazar eso tan siniestro que insinúan. Por ahora no las entiende; ni siquiera observa de modo consciente el aspecto externo de las cosas; pero si en una etapa posterior de la vida el destino coloca la clave de la cifra misteriosa en sus manos, entonces con cuánta rapidez y exactitud leerá las inscripciones más oscuras y vagas que encuentre en su memoria. Sí, y además hurgará en su interior en busca de escritos aún más ocultos que leer. Oh, lecciones más oscuras de la vida han sido leídas; y entonces toda fe en la virtud habrá sido destruida, y los jóvenes se habrán entregado al más infiel de los desprecios.
De un artículo en un periódico: Cuando el Sr. M regresó por la tarde la puerta del cuarto fue abierta y el joven Malcolm encontrado muerto, en la cama, con una pistola aferrada en su mano derecha y una herida de bala en la sien derecha.
Del veredicto del juez: Que el mencionado joven encontró la muerte por suicidio al dispararse en la cabeza con una pistola en el susodicho lugar bajo influencia de locura momentánea.
De un artículo en un periódico: Los padres no pueden atribuir ninguna causa al acto suicida, y el jurado ha llegado a la conclusión de que el difunto debió haber sufrido de una locura momentánea, y de común acuerdo redactaron un veredicto a tal efecto.
De una carta: Las circunstancias de la muerte de Macky son muy misteriosas.
En las memorias que escribirá Eleanor, nieta de M, la muerte de Malcolm será una ambigua tragedia familiar.
De un artículo en un periódico: Los parientes y amigos de la familia están invitados al funeral que se realizará en la residencia paterna, en el 104 de la calle 26, el sábado a las 8.30 am.
De una carta de M: Ya quisiera yo que pudieras haberlo visto en su lecho con ese último gesto suyo, la paz de una naturaleza sencilla. Macky nunca tuvo en toda su vida una sola palabra irrespetuosa para conmigo, y nunca en forma alguna le falló a ninguno de los suyos.
De una carta: El funeral tuvo lugar el pasado sábado por la mañana. El párroco leyó Corintios 15, “La resurrección de los muertos”:
No todos dormiremos, aunque todos
seremos transformados.
Tres días después, el cuerpo de Malcolm es depositado en el cementerio de Woodlawn, en el Bronx.
Lo que ha guiado al padre no puede ya guiar al hijo.
De una carta: Dice que el primo M está bastante tranquilo. La prima Lizzie no ha derramado una sola lágrima, pero su hermano, el pequeño Stanwix, sí que está destrozado.
De una carta: Me apeno por los pobres padres. Ambos primos, M y Lizzie, son de temperamentos tan nerviosos que temo en verdad por su salud mental.
De un artículo en un periódico: Los miembros del jurado en la investigación sobre la muerte del hijo del Sr. M han hecho la siguiente aclaración sobre su veredicto: “Nosotros, los abajo firmantes en la investigación sobre la muerte del hijo del Sr. M, ocurrida el 11 del corriente mes, quisiéramos corregir cualquier interpretación errónea que se pudiera hacer sobre nuestro veredicto de ‘Suicidio’. Creemos, en efecto, que la muerte fue causada por su propia mano, pero bajo ningún punto de vista que el acto haya sido premeditado o hecho a conciencia”.
De una carta: Yo creo que el primo M es un padre muy estricto, y que la prima Lizzie es buena en términos generales, aunque ineficiente.
M le obsequia a la compañía de voluntarios de la Guardia Nacional a la que pertenecía Malcolm una fotografía de su hijo.
Lizzie escoge de un libro de himnos unos versos para mandar a tallar en la lápida:
Tan bueno, tan joven,
tan gentil, tan sincero,
tan amado, pérdida tan prematura
que reclama una lágrima.
M debe haber releído en algún momento un par de cartas escritas algunos años atrás desde el océano Pacífico, frente a la costa de Sudamérica, en el Trópico de Capricornio:
Mi querido Malcolm:
Hace hoy exactamente tres meses que el Meteor partió desde Boston; ¡un cuarto de año! Durante este largo período de tiempo el barco ha estado continuamente avanzando y solo ha avistado tierra durante un par de días. Supongo que habrás seguido en el mapa (aunque tal vez mi globo te sea más útil; pídele a mamá que lo limpie para ti) la ruta desde Boston hasta San Francisco. La distancia, en líneas rectas, es de unos 25.000 kilómetros; pero en realidad, una vez que el barco haya llegado allí, habrá navegado unos 29.000 o 32.000. Ya ves, es bastante más lejos que la distancia que hay entre el manzano y la gran roca del monte Greylock. Cuando cruzamos el ecuador en el océano Atlántico todo era más cálido; y tuvimos buen clima durante algunas semanas; pero mientras avanzábamos hacia el Sur fue poniéndose cada vez menos cálido, y después algo fresco, y después frío y cada vez más frío hasta que por fin era invierno. Me mantenía abrigado con dos camisas de franela, gruesos mitones y un sobretodo, y un gran gorro de Rusia, un gorro de cuero muy grueso, así llamado por los marineros. Por fin, cuando avistamos tierra, estaba toda cubierta de nieve; una tierra deshabitada, donde nunca nadie vivió y nunca nadie vivirá; una tierra muy árida, fría y desolada. Era la Tierra de los Estados, una isla. Cerca de allí está la gran isla de Terra del Fuego. Navegamos entre estas islas, y tuvimos una vista maravillosa de cada una de ellas. En Terra del Fuego viven algunos “salvajes”; pero siendo como era allí lo más crudo del invierno, supongo que estarían metidos en sus cuevas. No pudimos ver ninguno. Al día siguiente doblamos el Cabo de Hornos, el punto más austral de toda América. Ahora el clima era bastante malo, y oscurecía a eso de las tres en punto de la tarde. El viento soplaba terriblemente. Tuvimos tormentas de granizo, nieve y aguanieve, y en ocasiones el agua se congelaba apenas tocar la cubierta. El barco seguía adelante, y por momentos había tanta agua en cubierta como para empapar por completo las piernas de los marineros. Así resultó que varios de ellos no solo se mojaron en cubierta sino que incluso estuvieron a punto de caer al agua. Lo que me recuerda una cosa muy triste que ocurrió la mañana misma en que doblábamos el Cabo, me refiero al extremo mismo del Cabo. Era el momento en que despuntaba el día; restallaba un vendaval; el tío Tom había ordenado que fueran recogidas las gavias (unas velas muy grandes). Mientras los marineros estaban en lo alto de las vergas, el barco dio un giro y se sumergió terriblemente; la tormenta golpeó con aguanieve y granizo y todo estaba muy frío y el frío era penetrante. Entonces, todo a un mismo tiempo, el tío Tom vio algo cayendo en el aire, y luego oyó un golpe, y después, justo frente a él, vio a un pobre marinero muerto sobre la cubierta. Había caído desde lo alto de una de las vergas, y había muerto instantáneamente. Sus compañeros lo levantaron y lo llevaron a su camarote. Poco después, cuando el clima lo permitió, el hombre de a bordo encargado de las velas amortajó el cuerpo con un trozo de ellas y metió dentro algunas balas de hierro —balas de cañón— a los pies del muerto. Y cuando todo estuvo listo, el cuerpo fue puesto en una tabla y llevado a uno de los lados del barco en presencia de toda la tripulación. Después el tío Tom, en su rol de capitán, leyó un fragmento del libro de oraciones y, una vez leída la oración, el marinero que sostenía la tabla la inclinó y el cuerpo se deslizó de inmediato en el tormentoso océano, y ya no vimos más. Tal es la forma en que un pobre marinero es sepultado en alta mar. El nombre del marinero que murió era Ray. Tenía un amigo entre los de la tripulación, y ambos planeaban ir a California y quedarse a vivir allí; pero ya ves lo que ocurrió.
En total estuvimos metidos en este tipo de clima tempestuoso unos cuarenta o cincuenta días, contando desde el comienzo del viaje. Pero ahora por fin estamos en un clima más templado otra vez, y el sol brilla cálido.
En la línea del ecuador.
Mi querido Malcolm:
Desde que llegué al final de la cuarta página, hemos estado navegando con un clima agradable, y ha continuado templado. El otro día avistamos un barco ballenero, y entonces me metí en un bote y remé hasta el ballenero y permanecí allí, en el barco, algo de una hora. A bordo tenían a ocho o diez “salvajes”. El capitán del ballenero los había contratado en una de las islas llamadas Roratonga. Los quería para que ayudaran a bajar las balleneras cuando salieran a la caza del animal. La tripulación del tío Tom está ahora muy ocupada haciendo que el barco luzca bien para cuando lleguemos a San Francisco. Están poniéndoles brea a las jarcias y van a pintar parte del casco, el mástil y las vergas. El barco luce muy estropeado ahora debido al prolongado mal tiempo en el que estuvimos metidos. Cuando lleguemos a San Francisco voy a llevar esta carta a la oficina de correos de allí y tú vas a recibirla unos veinticinco días más tarde. La carta irá en un vapor hacia un lugar llamado Panamá, en el istmo de Darien (toma tu mapa y encuéntralo), luego cruzará el istmo en tren hacia Aspinwall o Changres, en el Golfo de México; allí la recogerá otro vapor, un barco que después de haber hecho puerto en La Habana, Cuba, para procurarse carbón, irá directo a Nueva York; allí la carta irá a la oficina de correos y de allí por fin hasta Pittsfield .
Espero que cuando esta carta llegue los encuentre bien a ti y al resto de la familia. Y espero que hayas meditado en lo que te dije con respecto a tu comportamiento previo a mi partida. Espero que hayas sido obediente con tu madre, que la hayas ayudado en todo lo que pudieras, y que no le hayas causado problemas. Este es el momento de mostrar lo que eres; ya sea un buen chico honorable o un bueno-para-nada. Cualquier chico de tu edad que desobedece a su madre, o que la preocupa, o que es irrespetuoso con ella, un chico así no es más que un pobre diablo; y si tú conoces a chicos de esa clase, deberías cortar relaciones con ellos.