Читать книгу la tinta oscura y otros relatos de terror - Ernesto Rodríguez Abad - Страница 10

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Buscó la extraña tienda del sueño. La encontró en una sinuosa calle, en el otro extremo de la ciudad. El dueño de huesudas facciones lo esperaba con un frasco de tinta oscura en las manos. Revivía el sueño. Notó el frasco muy frío cuando lo cogió. El escritor, desconcertado, mostró su agradecimiento con una sonrisa triste. Emprendió el camino tembloroso, con el frasco enigmático. Suspiró. ¡Ahora podría escribir! ¡Vendrían solas las palabras a él!

¿Cuál sería el precio?

Llegó a su casa sudoroso.

Entró a la habitación y cerró la puerta con llave. Se colocó delante de los folios inmaculados, hirientes. Tomó la pluma en la mano. La destapó, la introdujo en el tintero y absorbió toda la tinta oscura. La agarró entre sus dedos y la colocó sobre el papel. Todo lo hacía con los ojos cerrados, con cierto miedo. La sintió viva. Notó que comenzaba a perder voluntad y sensibilidad. Ella sola se deslizaba por las hojas. No podía dominarla ni parar.

La historia surgía sin que tuviera que pensar…

Los folios se llenaban de palabras, de frases…

La historia estaba allí.

Su respiración se hizo lenta, dolorosa. Sus ojos se empañaron vidriosos, no podían leer lo que escribía. Su cuerpo se diluía. Desaparecía como la neblina arrastrada por la brisa.

Perdía la sensibilidad en los pies, las piernas…

No sentía.

No notaba el vientre, el pecho, la boca…

Quiso gritar.

No pudo.

La mano. Ya solo notaba la mano.

Los dedos.

Nada.

Solo la pluma chorreante de palabras brillaba sobre la mesa.

Nadie.

Un cuento escrito con una tinta oscura y espesa reposaba en la mesa.

Él no estaba. Desapareció.

La habitación permanecía cerrada con la llave por dentro.

Ningún editor se atrevió a publicar aquel extraño y enloquecedor texto.

la tinta oscura y otros relatos de terror

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