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CAPÍTULO I

El ayuno y su historia

“¡Ay de la carne que depende

del alma, ay del alma que depende

de la carne!”.

—Evangelio de Thomas

Historia

El ayuno existe desde tiempos antiguos, nuestros antepasados se veían forzados a largos ayunos por falta de víveres. Aunque los registros que contamos son de culturas más recientes, como las que veremos a continuación:

Cada año el pueblo inca realizaba un ayuno, un día de purificación en los ríos, sin excepción todos eran congregados, aun sus gobernantes, ya sea reyes y sacerdotes para confesar sus pecados, y tras la liberación de sus culpas marchaban unánimes hacia el mar.

Los egipcios eran bien conocidos por sus ayunos en sus ritos religiosos, en el área académica y en la salud, por ejemplo, garantizaban que quienes ayunaban eran sanos de la sífilis.

Podríamos decir que los hijos de los egipcios fueron los griegos, quienes aprendieron el ayuno de ellos. Antes de ir a la guerra les era menester realizar un ayuno.

Platón, Sócrates, Aristóteles, y Galeno practicaron el ayuno exponiendo sus beneficios para el bienestar de la salud y el alma. Por su parte Pitágoras, habiendo tomado el ejemplo de sus vecinos, los egipcios, exigía a sus alumnos que ayunasen antes de ingresar a sus clases. La comunidad pitagórica, devota de la meditación, vestía de blanco, dando importancia a la unidad absoluta. (Pitágoras: Los versos de oro, Estaciones Clásico, Buenos Aires, 1997).

Por su parte los romanos imitaron a los griegos, para alcanzar las victorias sobre sus enemigos.

Creían que al ayunar obtendrían:

Paciencia

Perseverancia

Victorias sobre las tentaciones

Protección

Los chinos ayunaban cuando pasaban por situaciones difíciles.

México y Perú: los nativos americanos ayunaban para mitigar la ira de sus deidades, aunque también era parte del culto mostrar su devoción hacia ellos.

Asirios y babilonios: era más bien un acto de ascetismo, queriendo mostrar por medio del ayuno cuán arrepentidos estaban de sus malos caminos y a la vez era una proclama para alcanzar gracia y perdón para regresar a la senda correcta.

Los espartanos: eran expertos ayunadores, ya que desde pequeños sus padres los entrenaban con ayunos.

Los hunzas, situados en el norte de la India, un pueblo que parecía ignorar lo que significaba la enfermedad, ayunaban varias semanas durante el año y cuando comían observaban una dieta de cereales completos como la cebada y chapatis (tortitas de grano), verduras frescas de temporada y albaricoques. (Informe realizado por Mac Carrison).

Según un estudio hecho por Mac Carrison, se afirma que los hunzas tienen la habilidad de caminar hasta 200 kilómetros en lugares montañosos, cavar en la nieve agujeros e introducirse para nadar en ellos solo por placer. Gozan de una habilidad ocular fantástica, viven en sus chozas en perfecta salud, e ignoran lo que significan los problemas intestinales, el cansancio, el miedo y el frío.

Hipócrates, en palabras de Honorio Gimento, “preconizó la utilización del ayuno, el pan integral y las frutas y hortalizas crudas y aconsejó que en cuestiones de alimentación se atendiese al instinto del enfermo”.

Según Honorio Gimeno, Aulo Cornelio Celso, que vivió por el año 30 después de Jesucristo, él asegura que existe una fuerza curativa natural del cuerpo humano, que aconseja que tengamos una vida acorde a las leyes de la naturaleza, aplicando la hidroterapia. En caso de enfermedad indica que se debería ayunar, mantener la calma y beber agua fría.

Thessalio de Tralles, clasificó las enfermedades en agudas y crónicas. Para tratar las últimas sometía al enfermo a curas de ayuno y dietas estrictas con las que intentaba alterar el estado general del cuerpo.

Importantes difusores de los métodos hidroterápicos en Europa fueron, entre otros, el carretero Johann Schroth (1798–1856) y el abad Sebastián Kneipp (1821–1897). Schroth desarrolló un método terapéutico a base de envolturas húmedas, ayuno y períodos de abstinencia de bebidas conocido como “cura Schroth”, que alcanzó un gran éxito y que todavía hoy se sigue empleando.

En 1822 se comienza a usar el ayuno ante la enfermedad en Estados Unidos con Isaac Jennings. Luego se suma en 1830 Graham (1794–1851), también recomendando el ayuno.

Graham dijo:

Decido ayunar

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