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Introducción

En este libro nos proponemos abordar las concepciones acerca de la categoría de conciencia en el pensamiento de Bergson y Hellinger (3). En el recorrido de este trabajo intentaremos poner en cuestión la idea ya conocida, que reduce, la conciencia al estar conciente, lo cual entendemos como un recorte muy limitado de sus trayectoria y manifestaciones, que no permite comprender el comportamiento del ser humano ni una amplia profusión de experiencias difíciles de explicar, si no consideramos su complejidad y continuo movimiento transformador. Es por eso que buscamos proponer, una particular forma de abordar el grupo conceptual que implica la conciencia, como concepto múltiple o en red, teniendo como base los aportes de ambos filósofos e incorporando las premisas del pensamiento complejo y sistémico.

Nuestra hipótesis de lectura consiste en sostener que el inconsciente está incluido en la conciencia y que ambos tienen una estructura fractal y colectiva. Es decir que, la conciencia familiar o de clan, es una conciencia arcaica, incluso mucho más antigua que la conciencia personal (4) y está atravesada por el concepto de inconsciente colectivo, con el cual se compone sistémicamente, como distintos hilos de la misma red.

Debido a esto, consideramos que la múltiple vivencia del tiempo, las cualidades que componen la memoria, y el pensamiento intuitivo que propone Bergson, sumado a la memoria colectiva entrelazada con la individualidad y el enfoque fenomenológico que concibe Hellinger, nos permite pensar, en su interacción heterogénea, la complejidad de la conciencia.

Dividiremos nuestro trabajo en dos partes enlazadas por un interludio. La primera dedicada a Bergson y su enfoque vital de la duración y la conciencia. La segunda dedicada a Hellinger y sus planteos acerca de cómo el inconsciente adquiere una dimensión que está más allá del sujeto, unido a lo que denomina conciencia familiar.

A partir de esta relación y de los trabajos que han producido estos autores acerca de éste problema en sus obras principales, nos proponemos indagar las diferentes conciencias grupales que están vinculadas al sujeto, las cuales nos posibilitan un nuevo nivel de preguntas sobre las instancias principales de la conciencia.

Al reconocer diferentes dimensiones que atraviesan al sujeto, pero no pueden reducirse a él, emergen diversas incógnitas que derivan hacia la construcción de otra de nuestras hipótesis, que propone un paradigma de la subjetividad, que establece la esfera colectiva como fundamento principal de la individualidad.

Por eso creemos necesario destacar, además de sus similitudes y diferencias, que ambos tienen una concepción de la filosofía como expresión de una forma de pensamiento, pero también de la vida humana y especialmente de la experiencia comunitaria, como un acontecimiento primordialmente colectivo.

La subjetividad se conforma en un contexto histórico y cultural que se expresa de manera dinámica y abierta, y desde este complejo entramado, se interpretan las experiencias del ser humano. Es por eso que el modo de filosofar que descubrimos tanto en Bergson como en Hellinger, suscita conceptos móviles que se retroalimentan y entrecruzan constantemente, y proporcionan un espacio sustancial a la vivencia misma del sujeto, que se completa y se complementa entrelazado con el plano conceptual.

En este sentido, encontramos un movimiento que podríamos llamar paradojal, el cual se proyecta tanto en el conocimiento, como a la dinámica relacional intersubjetiva. Estas reflexiones nos permitieron construir la siguiente hipótesis: la multiplicidad y heterogeneidad, al mismo tiempo que permiten la diferencia, posibilitan la unión y la vinculación. Este fenómeno complejo, puede visualizarse a nivel conceptual, y en el movimiento conductual del ser humano.

Así, surge una nueva hipótesis: el vitalismo de Bergson y Hellinger tiene aristas complementarias, una de las cuales, como veremos más adelante, implica la idea de que la conciencia, es un soporte sustancial al servicio de la vida. Su pensamiento está dirigido hacia la vida, incorporando las vivencias de la dimensión corpórea de la subjetividad. Aquí el cuerpo ocupa un rol central, ya que es la sustancia a partir de la cual se ejecutan y manifiestan todas las experiencias, desde el inicio hasta el fin de nuestros días. También observaremos en ambos, cómo las dualidades no se oponen en su totalidad ni se repelen, más bien son diferentes aspectos complementarios de una multiplicidad que las agrupa.

Al ser filosofías abiertas, podemos incorporar una nueva hipótesis. Los conceptos elaborados por Hellinger y Bergson, pertenecen a conjuntos categoriales más abarcativos, donde cada uno de ellos se fundamenta con los demás. Desarrollar la denominación de conciencia, implica la comprensión de los problemas de tiempo, memoria, cuerpo, espíritu, vida y libertad.

Todos estos términos mencionados no poseen definiciones cerradas, en ese movimiento de retroalimentación, pueden observarse los matices más significativos, ya que cualquier definición fija, inevitablemente se vuelve contra la propia vivencia, que se resiste a estar acabada e invariable.

Este itinerario, nos permitirá tender puentes no sólo entre los autores, sino también hacer un recorrido por otras filosofías que se vinculan con estos problemas mencionados, posibilitándonos una indagación más completa sobre los desarrollos propios de cada uno de ellos.

El análisis que realizan sobre la complejidad de la subjetividad, y su despliegue colectivo moralmente heterogéneo, nos sugiere la posibilidad de plantear la hipótesis de la importancia que implica la creación de una ética general (pero no global, como diría Foucault) que incluye la diferencia y diversidad cultural.

El particular entrecruzamiento filosófico, que proponemos a lo largo de todo esta investigación, fundamenta nuestra última hipótesis, la cual, de ningún modo propone un cierre definitivo de este trabajo. En ella sostenemos que Hellinger, desarrolla en detalle aspectos de la conciencia que son intuidas por Bergson, en especial en la dinámica relacional y social, mientras que el francés detalla aspectos gnoseológicos que pueden plantearse como supuestos teóricos del alemán.

Así, al entrelazarlos, consideramos que es posible un abordaje más esclarecedor y complejo de esta multiplicidad fractal de la conciencia.

Debido a todo el planteo que guía esta investigación, nuestras hipótesis no guardan un ordenamiento estricto que realice un recorrido de lo general a lo particular, sino que mantienen una ilación dinámica y múltiple. Es por eso que no tenemos la pretensión de culminar emulando un sistema cerrado, donde cada elemento encaja y todo se encuentra lleno. Consideramos que el quehacer filosófico implica un espacio que da lugar al vacío, a lo imprevisible, territorio en el cual se incuba y pergeña lo nuevo. En ciertas ocasiones irrumpe como un rayo que corta el aire y genera un fuerte estruendo, y en otras se sedimenta poco a poco y en un movimiento casi imperceptible brota con abundancia desde todos los rincones con una fuerza arrasadora. Es por eso que lo que se intentará es trazar un recorrido que suscite nuevos cuestionamientos sobre algo tan cercano y a la vez incierto, y misterioso, como lo es la conciencia.

La conciencia

La conciencia es uno de los espacios más peculiares y fecundos del fenómeno vital. A lo largo de la historia, este proceso se ha destacado especialmente como uno de los atributos principales del ser humano. En un sentido preeminente somos conscientes de la muerte y quizá desde allí parte nuestro intento por explicar, comprender, crear y dar sentido a la experiencia vital que habitamos.

El rasgo creativo de la conciencia es una de sus propiedades más esenciales, esta multiplicidad se refleja en cada cultura de la humanidad donde se manifiestan incontables formas de establecer contacto y crear un vínculo particular con la naturaleza. En muchas de ellas (5), de hecho, la división hombre-naturaleza carece por completo de sentido. La conciencia también intenta descifrar aquello que se ubica en los lugares más recónditos e inexplorados, es así que los ignotos espacios de la existencia son una base fértil donde puede desarrollar su cualidad creativa. A través de milenios, se han gestado una serie de preguntas y respuestas acerca del origen, fin y sentido de la existencia.

Hay ocasiones en las que reconociendo aspectos inabarcables, acontecimientos misteriosos e insondables, a los cuales nuestra finitud no es capaz de acceder, la conciencia intenta de todos modos romper sus propios límites. Podemos reconocer diferentes sistemas filosóficos que establecen distintas facultades que posee la conciencia. Grandes pensadores de la historia han dedicado toda su obra a poder definir cuáles son los límites, las propiedades y atributos de la conciencia.

Así reconocemos que la estructura que configura los lindes de la misma, posibilita al mismo tiempo la facultad de conocer, crear, desentramar y abarcar una multiplicidad de experiencias en forma constante y dinámica. Sin conciencia todas las potencialidades más básicas de nuestra especificidad serían imposibles, es por eso que hablar de conciencia implica reconocer los infinitos caminos del pensamiento, que a su vez no definen más que una de sus innumerables aptitudes. Pero incluso en lo más pequeño y cercano que tenemos, nosotros mismos, la conciencia está abrazada y penetrada por el misterio de lo inconsciente.

Es así que por un lado se encarga de penetrar la oscuridad de aquellos enigmas que la envuelven; para poder comprender cuales son las condiciones de posibilidad de la existencia. Pero por otro lado, al mismo tiempo que puede contener esta hondura, convive, está en pugna y constantemente se ve atravesada por lo inconsciente. Paradójicamente esta dinámica, que en apariencia se expresa como una dificultad a la cual la conciencia se enfrenta, le proporciona un abundante caudal de oportunidades que le permiten crecer y evolucionar en su desarrollo.

3. Queremos explicitar aquí, que al comienzo de esta investigación, en la lectura minuciosa de ambos autores, surgió una hipótesis general que motivó el desarrollo inicial de todo este trabajo. La misma, vinculaba los conceptos centrales de los pensadores. En nuestra indagación, fue vital el descubrimiento de las similitudes y diferencias que existen entre ambos. Esto suscitó muchas incógnitas, que a lo largo de nuestro análisis fue expandiéndose en forma diversa, y dando como resultado, una multiplicidad de hipótesis complementarias que serán detalladas en esta introducción.

4. Aquí parafraseamos una hipótesis central del pensamiento de Hellinger que será detallada a lo largo de este trabajo.

5. Maurice Leenhardt en su libro Do kamo expone la peculiar estructura del lenguaje de los nativos del grupo de islas de Nueva Caledonia (compuesta por la isla Tierra Grande y las islas Loyauté). La población se denomina kanak, termino de origen maorí que puede traducirse como ser humano. Los canacos tiene una representación de su cuerpo que es al mismo tiempo empírica, estética y mítica. Así el término que utilizan para piel es el mismo que para referir a corteza (kara), para nombrar huesos del esqueleto es el mismo que para el corazón de la madera o los fragmentos de coral (ju), sólo por nombrar dos ejemplos. Así existe una identidad de estructura y sustancia entre el mundo vegetal y el cuerpo humano, allí se desdibuja el límite entre lo mítico y lo empírico. Leenhardt aclara que esto no significa que los canacos tengan una visión antropomórfica de la naturaleza. Así es que el concepto de muerte lo aplican para el hombre y los animales pero no para un árbol que está caído. Por eso para ellos no hay un paralelismo de vida entre cuerpo humano y el vegetal, sino que hay una distancia difusa entre sujeto y objeto, una interpenetración mutua. “una identidad de sustancia los confunde en un mismo flujo vital” (Leenhardt, Maurice. Do Kamo La persona y el mito en el mundo melanesio. Trad. M. I. Marmora y S. Saavedra. Ed. Paidós Ibérica. Barcelona. 1997. p. 43).

La multiplicidad de la conciencia en Bert Hellinger y Henri Bergson

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