Читать книгу Cómo "hacerse el sueco" en los negocios con éxito - Federico J. González Tejera - Страница 11
NOTA PARA EL LECTOR DE HABLA ESPAÑOLA
ОглавлениеExiste una expresión muy popular en nuestra lengua que es «hacerse el sueco». Lógicamente, el lector entenderá que su utilización en el título del libro pretende relacionarla directamente con el modo de comportarse del pueblo sueco. Pero no es así. Incluso si, como se verá posteriormente, alguna de las características del estilo sueco pudiera responder a lo que nosotros entendemos por «hacerse el sueco», debo clarificar que tal expresión no tiene nada que ver con los suecos como tales habitantes de Suecia. Su utilización aquí tiene el sentido literal de comportarse como un sueco tal y como se describe a lo largo del libro.
«Hacerse el sueco» significa, para nosotros, «ignorar algo, no prestar atención a lo que se dice o se pide, disimular». Y siguiendo lo que Iribarren anota en su excelente libro El porqué de los dichos, esta expresión proviene de la palabra latina «soccus», una especie de zapatilla que los comediantes romanos y las mujeres solían utilizar en el teatro. De esta expresión original derivan palabras como «zueco», «zócalo» y «zoquete». Desde este ángulo, «hacerse el sueco» significaría comportarse como un tonto, no comprender ni realizar lo que se le pide a uno.
Cierto que el lector no podrá evitar pensar en esta expresión cuando analicemos algunas de las características del directivo sueco, pero quede claro que desde el punto de vista semántico no hay razón para asociar su comportamiento con la expresión citada.
Por último, debo hacer una observación que considero importante. De igual forma que en la nota para el lector sueco reconozco que estos pueden sentirse en algún momento ofendidos por las generalizaciones que son obligatorias al describir el tipo de comportamiento de un colectivo, puede que lo mismo suceda con el lector de habla hispana. A lo largo de los diferentes capítulos me permito hacer comparaciones entre el estilo sueco y lo que podría llamarse un estilo «latino» o «español», lo que también entraña generalizaciones para este último colectivo. Pido disculpas, pues, si en algún momento alguien no se siente reconocido en el mismo. Al final del día, lo que cuenta es el cotejo y no tanto la palabra que se utiliza para denominar los extremos cotejados. Así lo creo yo al menos.