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INTRODUCCIÓN
ОглавлениеEste libro fue escrito originalmente en formato de Lección como un aporte para el dictado de las clases de Clínica de Animales de Compañía de la Facultad de Ciencias Veterinarias, de la Universidad Nacional de Rosario. Las sucesivas ampliaciones documentales y la importancia del tópico en la Clínica Veterinaria fueron confiriendo mayor envergadura a estos contenidos, con lo cual me surgió la inquietud de crear un texto de alcance más general para estudiantes y colegas, quienes sabrán apreciar su utilidad para un enfoque mejor fundamentado y riguroso del aspecto metodológico.
La necesidad del rigor metodológico viene acompañada siempre de una inclinación por la claridad conceptual. En este sentido, debemos reparar en cuestiones no solo de procedimiento sino en los fundamentos filosóficos, históricos y éticos que dan consistencia a la práctica médica veterinaria. A esto se suma la complejidad de los dilemas y cuestionamientos que nos presenta la práctica clínica: decisiones graves, responsabilidades pesadas, riesgos siempre posibles y que nunca deberían ser subestimados pues son todos compañeros inseparables del clínico. La demanda creciente de los propietarios, completamente justificada en algunos casos, y secundaria al desconocimiento de las limitaciones y dificultades técnicas y humanas, en otros, completa el cuadro que debe afrontar el clínico en la actualidad, situación que en general se está volviendo cada año más exigente. Necesitamos un sólido fundamento para nuestro actuar, así como un riguroso método para poder llenar técnicamente el deber y la confianza que se ha depositado en nosotros.
A su vez, toda propuesta metodológica expresa un modo de ver y una interpretación del fenómeno que se estudia. Así, la presente obra traduce en método, de alguna manera, una idea general de la fisiopatología que está plasmada en mi libro Los cambios vasculares en la fisiopatología de las enfermedades en pequeños animales (EUCASA, 2019). Aunque no se mencione explícitamente, es este el sentido que guía cuestiones aparentemente neutras, pero que no pueden divorciarse del todo de la idea de un sistema macro y microhemodinámico como performativos de la actividad orgánica, en la salud y en la enfermedad.
No es el objeto de este pequeño texto agotar tamaños desafíos, aunque sí me propongo llevar el análisis hasta un punto de razonable avance como para volver provechosa su lectura y aun animar a otros docentes y colegas a continuar en la construcción de esta parte del conocimiento, que va avanzando conforme lo hace la Medicina en su conjunto.
Los avances en la enseñanza de la Medicina ponen en evidencia las contradicciones de los métodos tradicionales que, en general, tienden a invertir el modo de construir el conocimiento: en efecto, las carreras de Medicina Veterinaria aún enseñan desde la etiología, inversamente a lo que ocurre en el examen clínico, en el que vamos del signo/síntoma a la enfermedad/etiología. El razonamiento clínico se ha transformado en un discurso teleológico (v. g.: telos, fin, lo que hace exclusivamente a su finalidad) donde se evapora la multiplicidad de signos observables producto de los mecanismos fisiopatológicos operantes, quedando como residuo una simple técnica enfocada a la cura del enfermo. De acuerdo con Foucault, toda teleología oculta sus contingencias y sus intenciones. Esta forma de pensar el problema clínico tiene un origen diferente a la producción de conocimiento clínico y sus consecuencias son diversas y profundas. La academia hizo suya durante mucho tiempo esta visión, por motivos también diversos, enseñando en algunos casos la medicina desde enfoques disociados, desarticulados, acríticos. A menudo, es evidente la ausencia de un pensamiento integrador, desplazado por la hipertrofia de las partes inconexas. La práctica clínica se ve atravesada por este modelo de desarrollo del conocimiento, que ha empobrecido los términos de una ecuación compleja, minimizando la importancia del proceso diagnóstico en favor de una búsqueda de la etiología basada en el uso discrecional de métodos complementarios. Esta mecánica puede llegar a reemplazar el método clínico, dando como resultado una práctica anémica, sobredependiente de recursos tecnológicos, sin ideas claras, que desespera en las situaciones difíciles.
Ante este estado de cosas, es preciso volver la mirada sobre las diferentes líneas de pensamiento que llevaron, de algún modo, a este punto. Luego, se debe recapitular sobre los componentes del método clínico para recuperar la densidad del razonamiento y darle al diagnóstico la importancia que merece, desplegando la potencia y la eficacia sin igual de una planificación centrada en la clínica del paciente y su entorno.
Pero con un enfoque exclusivamente técnico tampoco alcanza. El método debe fortalecerse y encontrar su fundamento en un contexto humano y ético, porque no es posible tomar decisiones apropiadas en la clínica sin una conciencia solidaria con el mundo, sin una articulación con el pathos social, que legitime nuestros actos técnicos. La práctica no queda exenta jamás de la mirada severa de la ética, por muy precisa y exitosa que sea en su desempeño. Por lo tanto, ningún acto médico de ninguna especie puede justificarse en su desconocimiento.
De este modo, se pretende volver a una práctica clínica reflexiva, superando el simple saber técnico que solo puede reproducir un estado de cosas, incapaz de cuestionarse y de trascender sus propias falencias.
Este es el recorrido sucinto que propongo en este texto.
MV Fernando Huarte