Читать книгу Activos de aprendizaje - Fernando Trujillo Sáez - Страница 5
ОглавлениеIntroducción
Si miras superficialmente una escuela, todo parece detenido, a pesar del bullicio. Puedes creer que tienes delante de ti la misma escuela de tu infancia, las mismas sillas, las mismas pizarras, incluso el mismo profesorado.
Sin embargo, la educación está en movimiento. Los estudiantes cada vez nos señalan con más claridad que aprenden de maneras distintas y muchos docentes están dispuestos a acompañarlos enseñando también de manera diferente. Y al cambiar estudiantes y docentes, todo lo demás cambia: el sentido de la escuela, los objetivos y los resultados que se esperan, incluso los dispositivos que se usan son hoy distintos a los de ayer.
La pregunta, por tanto, no es si la escuela está en transformación o no, sino más bien hacia dónde avanza (o incluso si retrocede). El sentido de la marcha es lo más relevante en este momento, pues solo cuando decidamos hacia dónde camina podremos determinar el camino o la velocidad adecuada. Para ello es necesaria la utopía.
Mucha gente confunde utopía con imposibilidad, pero obviamente no es lo mismo. La imposibilidad es negativa y cierra las opciones de cambio. La utopía es esperanza y deseo; se ofrece al caminante como aliciente para dar un paso más, un nuevo paso. También tiene sus riesgos, obviamente: la utopía que no se alcanza genera frustración e insatisfacción en la misma medida que se espera que el logro genere mejora y felicidad.
Por eso los textos que aquí se ofrecen son breves fotografías a camino entre el presente y el futuro. O, mejor dicho, estos textos miran al presente como futuro, considerando los deseos y las necesidades, pero también las amenazas y los problemas que acechan por doquier. En nuestras manos está determinar no solo cuál es nuestra utopía sino también cómo queremos hacer el camino.
Precisamente para hacer juntos este camino incorporamos aquí, junto al concepto de utopía, un concepto propio de otro ámbito académico y social: los activos de aprendizaje. En sanidad se habla desde hace tiempo de activos de salud (Morgan, Ziglio y Davies, 2014) en la búsqueda por promover unas condiciones que promuevan la salud y eviten la enfermedad. Mediante estos activos, la comunidad y el individuo generan y participan en situaciones que les proporcionan bienestar y salud, contribuyendo así a la construcción colectiva de una sociedad más armónica y feliz.
De la misma manera, en nuestra vida personal y social contamos con activos de aprendizaje que promueven, estimulan y permiten un desarrollo integral equilibrado del individuo y la comunidad. En este sentido, cada individuo, inserto dentro de un entorno personal de aprendizaje, tiene a su disposición una amplia batería de “recursos”, que pueden ser usados consciente o inconscientemente para ampliar su conocimiento y su competencia: las personas que le rodéan, las situaciones y eventos en los cuales participa, los dispositivos con los cuales interactúa y los productos que genera se convierten así en oportunidades para aprender. Somos organismos que aprenden y nuestro entorno es una fuente constante de aprendizajes.
En este sentido, el texto que tienes en tus manos contiene fragmentos de un mapa de estos activos de aprendizaje que aún está por explorar. Las siguientes páginas, muchas de ellas sembradas en diversos blogs y publicaciones dispersas, y ahora recolectadas y preparadas para darles coherencia, no pretenden ni acotar el terreno ni ser exhaustivas, sino ser un mosaico razonablemente coherente de una educación en movimiento y en vías de transformación. Si al acabar su lectura, que aconsejamos acometer en pequeños sorbos, sientes tú también deseos de caminar, este libro habrá alcanzado su objetivo, que no es otro que provocarte y acompañarte en la acción.