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PRÓLOGO UNO EL IRRITANTE SÍNDROME CANGURO (Coco Legrand)

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En este libro, Fernando Vigorena entrega una radiografía en alta resolución de lo que muchos padres están viviendo hoy en casa: el irritante síndrome canguro. Cuánta verdad escrita, compatriotas, cuánto tiempo investigando, recopilando datos y estudios de las circunstancias que están rodeándonos en el día a día, en forma imperceptible para algunos y fuerte para otros, pero entrega la información atenuada con toques de humor, que despiertan la pureza de la sonrisa.

Esto bien merece la pena celebrar, porque se constituye en un suceso, considerando la marcha actual del planeta tierra.

Hoy está de moda el miedo; antiguamente, en mi época de adolescente, el único miedo que sentíamos era el miedo a lo desconocido, en cambio hoy, paradojalmente, tenemos “miedo a lo conocido”:

Miedo al mismísimo miedo

Miedo a que te asalten

Miedo a ser violado

Miedo a perder el trabajo

Miedo de saber que hemos producido más basura en los últimos cuarenta años que en toda la historia de la humanidad

Miedo a que los hijos abandonen el hogar

Miedo a que nos cambien las reglas del juego

Miedo a que el hospital te declare “demencia senil” por olvidar o confundir el nombre de uno de tus nietos.

Los miedos crean desconfianza y nos impiden disfrutar de las cosas… Hay que tener en cuenta que existen peligros reales y otros irreales, los que inventa la propia mente, que puede llevarnos a una angustia profunda que resulta destructiva para la persona.

Cuando fuimos hijos de la prosperidad y de la plata dulce, muchas familias se hicieron ricas e influyentes, porque el sistema ofrecía tantas posibilidades…

No era extraño ver que los bebés ya no los traía la cigüeña, a ésta la trae personalmente el director del zoológico…. y el primer envío que ella hacía era un genuino chillón recién nacido. Desde ese día todo cambiaba, todo lo que el bebé hiciera o quisiera debía ser hecho a su gusto, a su propio estilo.

Ellos generalmente andan pegados y apegados a la falda de la madre, quien los protege de los rigores más horrorosos de la vida.

Ellos no han visto jamás a un pobre de cerca, no conocen el hambre, tampoco el frío, no saben que la ropa sucia se lava en casa y que quien lo hace es otro ser humano igual que ellos, pero con menos suerte.

El chamaco, desde muy niño, siempre tiene fiestas de cumpleaños con payasos y títeres, con la posibilidad de invitar al grupo completo a festejar en el McDonald’s, la piscina Mundo, o algún centro deportivo del que los padres son socios.

En su etapa adolescente, el niño no tiene mas preocupación que esperar el día viernes, para juntarse con otros de su especie a chuparse la promoción “una botella de pisco con una bebida alcohólica de litro”, en el bar más cercano.

La combinación de nuestro retoño, dependiente y junior, es una suerte de príncipe encantado, que cuando llega a su edad adulta… llega precisamente encantado… Es exigente con la vida misma, espera que todos los semáforos estén en luz verde cuando él pase en su auto deportivo. Es un ser feliz y encantado de vivir con su madre en el fabuloso hotel mamá abierto a entregar amor las 24 horas del día.

Parafraseando a mi amiga Pilar Sordo:

Los jóvenes de hoy tienen todos los beneficios de un hombre casado y todas las libertades de un soltero.

Pero lo que me llama la atención, es que son las mujeres o gran parte de ellas las que gustan de este tipo de hombres. Tal vez porque representan el éxito y el dinero.

La mayor parte de las mujeres dice que es el amor la primera razón para casarse o vivir con un hijo de familia e hijo de papi y la segunda razón más poderosa es la necesidad desgarradora y patológica de lograr una seguridad económica estable… que es tan importante en estos días.

Un hijo fanfarrón y dependiente es como tener hemorroides, te molesta….te duele… pero se debe sufrir en silencio.

Un grito acompañado de una orden perentoria, como por ejemplo: ¡levántate flojo aprovechador! molestará, sin duda, al hijo:

HIJO: ¿Qué pasa viejo?…. ¿Por qué no respetas mi siesta y mi descanso?

PADRE: Levántate, ven a ver el programa de Animal Planet… ¡escucha!… las crías de las suricatas son expulsadas de la cueva a los dos meses de edad, el venado de las llanuras de Ohio al año abandona la manada, las crías de la ballena azul, el mamífero más grande del planeta, abandona a su madre a los tres años de edad y vos, mamón, con treinta y cinco años de edad todavía no eres capaz de irte de la casa.

HIJO: Si yo quiero irme viejo, pero necesito una ayuda, un empujoncito.

PADRE: ¿Un empujoncito?... Si nunca has caminado, usaste andador hasta los diez años, pasaban a buscarte y a dejar al colegio en autobús escolar hasta los quince años, después pediste una bicicleta y para no pedalear le pusiste un motor mosquito y como si todo eso fuese poco, la Navidad pasada le exigiste a tu madre que te regalara zapatos con ruedas para desplazarte por la casa. ¡Hasta cuando mamón!.. ¡Hasta cuando…!

Hijo: No soy flojo, como que no cacho lo que quiero… La verdad es que no encuentro la vocación.

PADRE: Pero qué tal las botellas de vino, esas las encontráis muy rápido… eres flojo y aprovechador… eso eres.

HIJO: No te comprendo viejo… si tú mismo me dijiste: aprovecha ahora que eres joven… y eso es lo que estoy haciendo… y más encima te enojas… de verdad viejo, no te entiendo.

PADRE: ¡¡Vieja!! ¿Sabes una cosa? ¡¡¡Encontré la solución!!! Cambiémonos de casa y no le des la dirección a este mamón.

El fabuloso hotel mamá

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