Читать книгу Sexo sentido - Florencia Salort - Страница 27
El cerebro está en todo
ОглавлениеVamos por partes. Como se habrán dado cuenta, si no estamos lubricadas, mojadas, las relaciones sexuales (en todas sus formas) pueden ser poco satisfactorias. No digo que siempre tienen que ser insatisfactorias, digo que pueden ser. ¡Cuidado! Muchas veces podemos estar excitadas, pero no lubricadas.
La lubricación tiene que ver con múltiples factores. Uno de los principales factores que interviene en este mecanismo es el cerebro. ¿Por qué? Porque es el cerebro el que recibe todos los estímulos y los procesa como placenteros. Estos son los que nos encienden y nos excitan. Entonces todo depende, tarde o temprano, de nuestro mejor amigo, el cerebro, que es nuestro principal órgano sexual. Sí, tal como leen.
Es muy difícil lograr lubricarnos si estamos pensando en lo que queremos comer esa noche, en un problema que surgió en el trabajo o en cómo vamos a hacer para pagar la cuota del colegio de nuestros hijos. O si en vez de estar disfrutando del sexo solo nos estamos preguntando cuándo termina, porque el sueño nos vence y necesitamos dormir o, simplemente, porque todo lo que está haciendo nuestra pareja sexual nos causa molestia o nos duele. Si en ese momento no permanecemos conectadas con ese instante y con la persona con la que estamos, si no tenemos ganas de hacerlo, lo hacemos para complacer a nuestra pareja, o por la causa que sea, definitivamente, ¡no estamos ahí!
Estás asintiendo, ¿no? A veces estamos teniendo relaciones sexuales y pensamos en cualquier cosa. No nos concentramos en gozar, en relajarnos y pasarla bien. Por lo tanto, lo primero que tenemos que hacer es pensar y ser coherentes. Es decir, evaluar si queremos conectarnos con la situación, con la persona y con el placer. Es algo que suena fácil, pero, en muchas ocasiones, ¡es tan difícil!
Me animo a decirte que cada una tiene su historia de vida, sus antecedentes, su educación y creencias religiosas y culturales. Y que todo esto hace que esta conexión y este permiso para el placer sea más fácil para unas que para otras.
A las personas que, lamentablemente, tienen una historia de maltrato, abuso sexual, acoso, o alguna experiencia de violencia o displacer sexual, les cuesta mucho más darse permiso para gozar y hablar de estos temas. Te imaginarás cuántas pacientes me piden en el consultorio “la píldora mágica” para volver a tener deseo sexual o ganas de tener sexo con sus parejas. Ni hablar de llegar a tener un orgasmo.
Pero no existen las fórmulas mágicas. Muchas veces pensamos que si nos dan una solución para lubricarnos con un simple gel o una pastillita que mágicamente aumente nuestro deseo de estar ahí o iniciar el sexo, el problema va a estar resuelto. Sin embargo, me parece que es un camino demasiado simple y superfluo, si antes no nos enfrentamos con lo que nos pasa y con la realidad que percibimos de nosotras mismas.
Lo primero que tenemos que hacer es fijar una cita con nosotras o, como me gusta decir, “que nos invitemos a tomar un café” para preguntarnos y escuchar qué cosas nos preocupan o nos están impidiendo conectarnos con el placer y el disfrute sexual.
Una de las situaciones a la que más le escapamos es a tomar conciencia de nuestros sentimientos y a contestarnos esas preguntas tan íntimas y, a su vez, tan poco navegadas por nosotras porque les restamos importancia. Quizás porque si encontráramos esas respuestas, nos darían mucho miedo. O tal vez porque nuestras emociones nos inquietan, y nos es muy duro transitar y actuar en consecuencia. En este punto, querida amiga, te digo que es un buen momento para que te animes a mirarte, sentirte, preguntarte, y para que evalúes qué puede estar pasando en tu alma y en tu sentir para que no tengas ganas de estar ahí.
Vale la pena porque, a veces, es necesario corregir o repensar algunas cosas y, como siempre digo, “mover alguna ficha del tablero de ajedrez” de nuestra vida. Cuando lo hacemos, las situaciones y los sentimientos se acomodan y nos hacen sentir más plenas, relajadas y conectadas. Otras veces, es el comienzo de una transformación necesaria y lo que aparece es muy profundo. El recorrido no se vuelve fácil, pero es la única manera de salir de situaciones que no queremos más. Solo se trata de empezar a escucharnos y animarnos.