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Episodio 2
El examen

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SUENA EL DESPERTADOR, pero Manuel ya está con los ojos abiertos, ha dormido regular, inquieto, siempre que tiene examen descansa mal por miedo a dormirse, a llegar tarde.

Lo tiene todo organizado y esquematizado, levantarse a las siete, asearse y vestirse con rapidez, un ligero y rápido desayuno. Llevar el coche a la gasolinera, rellenar el depósito de combustible y limpiarlo a base de unos manguerazos con la pistola de agua. Un secado rápido en los cristales de todas las ventanillas con papel de un gran rollo que siempre lleva en el maletero. Sin olvidarse de los seis retrovisores, la buena visibilidad es un elemento importante. Aunque es temprano, ya hace calor, el esfuerzo físico por frotar con rapidez las superficies pulidas le hacen sudar un poco. Si el día no refresca, tendrá que poner el aire acondicionado, esto es un contratiempo, porque resta potencia al vehículo y es más fácil que se cale el motor.

Son las siete y cuarenta, tiene el tiempo justo de recoger a Susana y a Pedro para dirigirse al punto de reunión, que cambia cada semana, están citados a las ocho. Hoy corresponde el puente de las Almadrabillas, al lado del Club de Mar y la Escuela Náutica. Una de las ventajas de vivir en esta pequeña ciudad es que las distancias en coche no suelen ser muy largas.

Llega puntual a la puerta de la autoescuela Rial, ubicada en una plaza muy cercana a unos famosos y desaparecidos multicines. Sus alumnos esperaban nerviosos, fumando uno y comiéndose las uñas otro.

–Buenos días, ¿cómo estáis?, hay que tranquilizarse, relajaos. Lo primero, como os dije, necesito vuestros documentos de identidad y los tiques de examen.

Susana y Pedro los buscaron en su bolso y en su cartera, respectivamente, y se los entregaron a su profesor. Manuel revisó los documentos comprobando lo más importante, la fecha de expiración y que los datos y fotos correspondieran a sus alumnos. No era la primera vez que algún alumno se dejaba el DNI olvidado en casa o desconocía que su documento de identidad debía ser renovado, en ambos casos era imposible realizar el examen. Los funcionarios de la Dirección General de Tráfico eran inflexibles con las normas, no dejaban pasar ni una.

Pedro había cambiado de estilo con respecto a la foto, pero se le reconocía. Susana en la suya estaba increíble, parecía una modelo, con lo difícil que es salir bien en este tipo de fotos. Una apariencia muy cuidada, con sesión de peluquería y maquillaje incluida. Claro que al natural, de cuerpo entero, aún ganaba más, esbelta, alta, joven, en una palabra, despampanante. De esas chicas que te cruzas con ella y te resulta muy difícil no volver la cabeza para contemplarla más detenidamente.

Cegados Parte II

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