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ОглавлениеEl Tercer Gran Relato del Génesis Génesis 5: 1 - 32
1 Introducción al Tercer Relato - 5: 1 y 2
2 La Carta Magna de la Humanidad - 5: 1 - 5
3 Los Grandes Patriarcas de la Antigüedad y su Legado - 5: 1 - 20
4 Hechos Notables de los Grandes Hombres de Fe - 5: 21 - 32
CAPÍTULO 1
Génesis 5: 1 - 2
“Este es el relato escrito de los descendientes de Adán. Cuando Dios creó a los seres humanos, los hizo para que fueran semejantes a Él mismo. Los creó hombre y mujer, y los bendijo y los llamó «‘Haadam’ (seres humanos)».’’ (Gén. 5: 1-2 / NTV)
En el capítulo 5 de Génesis empezamos con “LA TERCERA GRAN HISTORIA DEL GÉNESIS”, que se extiende desde el primer versículo del capítulo 5, hasta el verso 29 del capítulo 9 (5:1 al 9:29). Algunos comentaristas bíblicos lo describen igualmente como el ‘tercer relato de la creación’, dado que los primeros versículos comienzan recordando nuevamente la creación de adán y Eva y las bendiciones con las que el Señor les colmó, así como la destrucción de la vida en la tierra por un diluvio de carácter universal y su restauración a través de Noé y su familia.
En todo caso, esta tercera historia del Génesis tiene una entidad propia bien diferenciada respecto a las otras dos historias anteriores del Génesis, que son a su vez relatos sobre la obra de creación especial del Universo de parte del único Creador y Dios, YAWEH, ELOHIM (Jehová, el Señor).
Recordemos que en el primer relato (1:1 al 2:4), además de una descripción relativamente detallada sobre la obra creada, el tópico principal era el hombre como pináculo de la creación, creado a imagen de Dios, según su semejanza.
En el segundo relato (2:4 al 4:29) pudimos apreciar que el tópico principal es el hombre, pero esta vez desde la perspectiva de su razón de ser o existir, la definición de su vida, y la definición de su muerte.
Aquí, en el tercer relato (5:1 al 9:29), conoceremos más descendientes de Adán, así como las generaciones de Noé; y de todas ellas, obtendremos grandes lecciones prácticas para aplicarlas a nuestras vidas. El tópico principal en este tercer relato continúa siendo el hombre (el ser humano), pero esta vez siguiendo tres apartados principales:
1 Su Constitución (5:1-5) desde la perspectiva Divina, porque, ¡no lo olvides!, al final el tema principal que trata la Biblia, Palabra de Dios, no es sobre ti ni de mí, sino de Él. Su Palabra nos ha sido dada para que fijemos nuestros ojos en su Hijo Jesucristo, quien es fuente de vida y salvación, y el Creador y Perfeccionador de la fe.
2 El Hombre Viejo (caps. 6 al 8), donde hallaremos el relato del deterioro ocasionado por la maldad del mundo antiguo, el alto nivel de contaminación de la tierra y degradación de todas las especies, en especial del género humano.
3 El Hombre Nuevo (9:1-29), donde apreciaremos el establecimiento del «Nuevo Pacto» de Dios con la humanidad. La bendición de Dios a Noé y a sus descendientes. A pesar de nuestra naturaleza caída, existe una bendición de Dios para todas las generaciones, desde Noé hasta nuestros días. Se puede decir que esta tercera historia es un relato apasionante de amor, luz, verdad y vida de parte de Dios en favor de sus criaturas.
A continuación nos acercaremos de manera esquemática a los contenidos principales de la tercera historia del génesis:
1. Las Generaciones de adán
a. Los grandes Patriarcas antes del Diluvio: (5: 1-20)
b. Hechos notables de los hombres de fe en la primera era de la Humanidad: (5: 21-32)
2. Las generaciones de Noé: (10: 1-32)
a. Jafet
b. Cam
c. Sem
3. El tópico principal: El Hombre
a. Su Constitución: (5: 1-5)
• Tercer relato de la creación del hombre
• Dios los creó
• A imagen y semejanza de Dios
• Varón y mujer los creó
• Nacimiento de Set, a imagen y semejanza de Adán
b. El Hombre Viejo: (Caps. 6 al 8)
• Consecuencias de la maldad en el mundo antiguo
• La gran corrupción en el mundo antiguo
• El desagrado de Dios
• La Gracia de Dios sobre Noé
• El arca de Noé para la salvación de todo aquel que creyó
• El juicio de Dios
• La salvación de Dios para todo aquel que cree
c. El Hombre Nuevo: (9: 1-29)
• El Pacto de Dios con Noé es ‘tipo’ del Nuevo Pacto
• La bendición de Dios a Noé y sus descendientes
• Nuevas normas, nuevo menú, nuevas costumbres
• En el Nuevo Pacto no existe acepción de personas ni animales.
• Finalidad del Nuevo Pacto
• La señal del Pacto
• La “Santa Cena” como señal y sello del Nuevo Pacto, ahora y por la Eternidad
Momento de Reflexión:
¿No crees que el tercer relato del Génesis no es otra cosa que una nueva historia de amor y compasión de Dios hacia el hombre?
CAPÍTULO 2
Génesis 5: 1 - 5
“Éste es el libro de los descendientes de Adán. El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Hombre y mujer los creó; y los bendijo, y les puso por nombre Adán el día en que fueron creados. Vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y le puso por nombre Set…˝ (Gén. 5: 1-5)
Podríamos decir que todo el libro del Génesis se trata en realidad de la ˝Carta Magna˝ escrita por Dios y dirigida al ser humano. Trata esencialmente de nuestra constitución, la cual, del mismo modo que todos los países que poseen una fue elaborada por un grupo de expertos llamados ˝padres de la constitución˝, en este caso el oráculo experto que la redactó fue el mismo Creador.
Habla de nuestros orígenes, los atributos y dones principales que nos caracterizan como seres humanos, dotados de bendiciones especiales totalmente diferentes al resto de los seres creados; del por qué, el fin y el propósito de nuestra existencia; la extensión de nuestros dominios, sobre nuestros privilegios, deberes, obligaciones y limitaciones, etc.
Es en estos primeros versículos del capítulo 5 podemos apreciar de forma resumida las líneas principales de dicha constitución universal del ser humano. En este tercer relato el tópico principal sigue siendo el hombre, pero esta vez haciendo una descripción muy concreta de las lineas maestras de nuestra constitución, así como la definición del ˝Hombre Viejo˝ y la definición y desarrollo del ˝Hombre Nuevo˝, tema que iremos abordando más adelante.
Los rasgos principales de dicha carta magna nos recuerdan que los seres humanos hemos recibido por parte de Dios una bendición especial que nos hace diferentes a todo lo demás creado, convirtiéndonos en el principal objeto de la Creación de Dios. Adán y Eva, como hijos de Dios, fueron creados a su imagen, a semejanza suya; el varón y la mujer Dios los hizo diferentes pero con la capacidad de complementarse. Así mismo, el Señor nos recuerda aquí que sólo hizo dos géneros: el masculino y el femenino, sin la existencia de un tercero ni la posibilidad de cambio. A partir de Set, el principio universal que cuenta es que los hijos son la viva imagen de sus padres y podrán llegar a ser hijos de Dios por una decisión personal propia, pero no lo son de forma natural, aunque sus padres sí que lo sean.
¿Te imaginas ser un político o un jurista y tener que establecer normativas de jurisprudencia o de derecho civil y desconocer la esencia de la carta magna del país donde ejerces tu actividad principal? Pues esa es exactamente la situación que se da en la mayoría de las personas cuando nos referimos a la constitución que Dios estableció para la humanidad.
No sólo no se le da valor, sino que se la desprecia y margina por considerar que no tiene ninguna repercusión en las decisiones que debemos tomar cada día en nuestra vida. Pero eso es tan necio como obviar las leyes naturales de la física, pensando que si te tiras de cabeza desde un tercer piso no te vas a hacer ningún daño. Dichas leyes de la física no cambiarán por mucho que tu intentes prescindir de ellas, y además tendrás que hacer frente a las consecuencias adversas por no haberlas tenido en cuanta.
Toda vez que nuestra vida y actividad se desarrolle dentro del marco de dicha constitución, la misma carta magna nos ampara y nos protege de no pocos conflictos. Si por el contrario decidimos salirnos por la tangente y pretender estar al margen de los principios básicos establecidos, nos veremos abocados a una serie de conflictos que tendremos que asumir, y que no son necesariamente un castigo Divino, sino la consecuencia de nuestros propios actos por no haber tenido en cuenta uno o varios de los artículos principales establecidos en la constitución universal. De ahí la importancia de conocerla y respetarla. En los 5 primeros versículos del capitulo 5 de Génesis vemos reflejadas las líneas principales de la constitución de manera sintética.
LA AUTÉNTICA ˝CARTA MAGNA˝ DE LA HUMANIDAD
En el primer versículo del capítulo 5 del Génesis, Moisés como autor material del libro, insiste que el libro que tienes en tus manos no es el resultado de una tradición oral que ha pasado de padres a hijos, sino más bien el relato escrito de su puño y letra; e inspirado por la acción del Espíritu de Dios, la comunión con Él y las vivencias personales que como líder y libertador de su pueblo Israel, le tocó vivir en primera persona.
Se trata nada más ni nada menos que de nuestra ˝Constitución˝, nuestra auténtica ˝Carta Magna˝, elaborada por Dios y dirigida a todos los ˝descendientes de Adán˝; es decir, a ti y a mí. Sí, querido amigo, mi querido hermano, si hasta ahora no lo tenías muy claro porque alguien te sugirió que el relato del Génesis sólo se trataba de una ˝alegoría piadosa˝ para calmar la conciencia de la humanidad, transmitida de forma oral, y escrita con mucha posterioridad; ahora tienes la oportunidad de comprobar que no sólo fue escrita por Moisés bajo la total inspiración Divina, sino que también fue dictada para nosotros y trata enteramente de nuestra identidad como seres humanos.
Nos habla de nuestros orígenes, de donde venimos, que somos el producto de una creación especial y no el resultado de una evolución sin control; que somos el principal objeto de esa creación especial; los dones y atributos que nos diferencian del resto de los seres creados y que nos definen como seres humanos. La razón de nuestra existencia; el fin y propósito de nuestra vida, sin el cual el ser humano pierde la verdadera razón de ser y entra en una espiral existencial negativa de autodestrucción personal. Establece igualmente la extensión de nuestros dominios, proclama nuestros privilegios, y declara nuestros deberes y obligaciones inherentes al dominio sobre el territorio que se nos ha dado. Finalmente marca nuestras limitaciones y nuestro destino final aquí en la tierra, pero con una proyección de restauración futura, superando el diseño original que el Señor estableció para nosotros para morar aquí en la tierra.
SOMOS EL PRINCIPAL OBJETO DE LA CREACIÓN DE DIOS
Las Escrituras afirman que no sólo somos parte de una Creación especial, sino que somos el principal objeto de esa Creación. El v 2 proclama de una forma diáfana tres aspectos fundamentales sobre nuestra identidad personal como seres humanos.
1 El primero, y para que no quepa ningún resquicio de duda en nosotros, nos dice que Él nos creó partiendo de algo que no existía. Y nos creó desde un principio como varón y mujer de forma totalmente diferenciada, para que no pensemos que alguno de nosotros pueda ser un tipo de subproducto del anterior. Nos creó en igualdad, pero siendo diferentes entre sí.
2 En Segundo lugar, la Escritura vuelve a insistir aquí que «nos bendijo», que nos dio una bendición especial diferente al resto de su creación, lo cual nos indica que fuimos dotados de unos atributos o dones que nos hacen no sólo diferentes, sino superiores al resto de los seres con vida aquí en la tierra, tanto del reino vegetal como del reino animal.
3 Y en Tercer lugar, que nos puso nombre y nos llamó «Haadám» (Adán en nuestro idioma), lo cual traducimos como «hombre» o «humanidad». Recordemos que los nombres de los animales fueron puestos por Adán, pero el nombre que determina nuestra identidad como seres humanos nos ha sido dado por el propio Creador. Esto significa entre otras cosas que el Señor desea que recordemos siempre nuestro origen e identidad y que no nos pongamos nunca a la altura del resto de la creación, que aunque hermosa, no tiene a sus ojos la misma consideración. Somos el principal objeto de su obra creativa, lo mejor de su creación aquí en la tierra, y a pesar de nuestra caída, Dios pone un interés especial y todos los medios para nuestra restauración. Por eso como muestra de amor hacia nosotros puso lo mejor y más sublime que tenía a fin de restaurarnos y darnos vida. A su propio Hijo Jesucristo, quien nació para morir en nuestro lugar a fin de llegar a ser hechos hijos de Dios, justificados por su sacrificio en la cruz, mediante la fe y la esperanza de nuestra restauración, por el poder de su resurrección.
ADÁN Y EVA CREADOS A IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS
Esto nos recuerda que Adán y Eva son hijos de Dios por cuanto fueron formados por el mismo Señor mediante una creación especial, según su imagen y conforme a su semejanza. Sobre esto ya hemos hablado largo y tendido en el primer volumen de esta serie (˝En el Principio Dios˝), pero lo que me gustaría destacar aquí es que, como consecuencia de ello, nosotros siendo hijos y descendencia de Adán y Eva, hemos sido engendrados también a imagen de Dios, siendo semejantes a Él en cuanto a su esencia fundamental.
Si como criaturas de Dios eso es así, cuánto más debería ser en aquellos que por Gracia hemos sido re-nacidos en Cristo y se nos ha dado el derecho de llegar a ser hijos de Dios, tal como lo expresa Juan en el primer capítulo de su Evangelio. La Escritura nos dice que hemos sido re-nacidos para una nueva vida habiendo sido formados semejantes a Él para buenas obras.
¿Estamos realmente reflejando la imagen de Cristo en nuestra vidas? Desde luego, sólo en la medida que hacemos crecer el fruto del Espíritu, podremos reflejar fielmente la imagen de Dios en nosotros, aprendiendo a ser semejantes a Él, en la medida que somos imitadores suyos.
AL VARÓN Y A LA MUJER DIOS LOS HIZO IGUALES… PERO DIFERENTES
Este cuarto aspecto de nuestra constitución no es nada baladí. Una vez que hemos entendido que hemos sido creados mediante una creación especial de Dios siguiendo la semejanza de su propia esencia (que no es otra que su Espíritu), la Biblia enseña que Dios es espíritu y Padre de todos los espíritus, y añade que fuimos creados diferentes desde el principio como varón y mujer.
Ninguno de los dos somos el resultado final de un largo proceso evolutivo. Ambos hemos sido creados iguales en cuanto a nuestro vínculo con el Creador, siendo hechos ambos a su imagen y semejanza. Por tanto iguales en derechos, prerrogativas y responsabilidades. El hombre y la mujer somos entidades complejas y completas en sí mismas, de modo que ninguno es una ˝media naranja˝ que se completa cuando se une en matrimonio al otro cónyuge. Esta es una imagen comúnmente empleada que dista mucho de la realidad.
Tampoco es superior un sexo al otro por haber sido creado poco tiempo antes, ni por ser más guapos o más buenos unos que otros. Aquí los ˝ismos˝ tampoco caben. Es indeseable y alejado del diseño original de Dios tanto el ˝machismo˝ como el ˝feminismo˝; o lo que es lo mismo, los hombres mal, las mujeres bien, o todo lo contrario, en función de la época y la sociedad que te haya tocado vivir. Recuerda que ya seas varón o mujer, Dios te ha hecho igual en valor, derechos y obligaciones. Ambos hemos sido creados según la misma imagen y semejanza Divinas.
Ahora bien, partiendo de esa igualdad es cuando podemos reconocer nuestras diferencias que no son superiores ni inferiores unas que las otras. Las diferencias entre las dos realidades sexuales las ha hecho el mismo Señor y las ha dado por buenas en grado sumo. Por lo tanto a eso tampoco tendremos nada que argumentar, ni si un sexo es superior al otro. Eso no merece la pena ni mencionarlo. Por el contrario, esas diferencias el Señor las utilizó para poder ser complementarios el hombre y la mujer, para llegar a convertirse en una «ayuda idónea» cada uno de nosotros en el matrimonio.
Pero sólo llegaremos a ello respetando la primera prerrogativa de igualdad y respeto mutuo entre ambos. ¡No pocos conflictos matrimoniales se disiparían si partiéramos del principio que mi cónyuge ante el Señor es igual a mí en derechos y dignidad! El hecho de que no tengamos los mismos criterios en todo, no significa que mi criterio debe prevalecer siempre sobre el otro por ser yo el más fuerte, el más inteligente o el más guapo. Simplemente esas diferencias de pensamiento son las que forman parte del proceso que ambos tenemos que seguir hasta lograr una completa unión, a fin de llegar a ser «una sola carne».
Una sola carne en cuanto a emociones, sentimientos, pensamientos y deseos. Acabar teniendo ambos una misma linea vital y que las diferencias que aún tengamos, por ser entidades completas cada uno de nosotros, las podamos tratar de manera racional sin apasionamientos, desde el amor y respeto mutuos. El amor por nuestro cónyuge será más diáfano y completo en la medida que nos acerquemos a la relación de Jesús y su iglesia, quien se entregó y dio su vida por ella.
DIOS SÓLO HIZO DOS GÉNEROS, EL MASCULINO Y EL FEMENINO
Las Escrituras nos dicen taxativamente que Dios creó sólo una y única diferencia entre sexos, más concretamente nos dice que «creó al hombre (el varón) y a la mujer (como parte femenina)». De hecho el Señor marcó una diferencia sustancial entre el ser humano y el resto de la creación, sean animales, plantas u objetos inanimados. Lo que nos mueve a pensar que cuando nos referimos a las personas, deberíamos hablar de diferencia de sexos o sexualidad y no de género.
Pienso que el concepto de género deberíamos dejarlo para los animales, las plantas y los elementos u objetos inanimados; en cuyo caso hablamos de género masculino, femenino o neutro (este último es un invento del hombre). Pero hablar de género o ˝ideología de género˝ es lo mismo que entrar en terreno de ˝arenas movedizas˝. Para intentar abarcar a todas las acepciones en cuanto a la filosofía actual sobre la ideología de género, el gigante informático ˝Google˝ enumera más de 90 opciones sexuales respecto a dicha ideología.
Para una mayor desorientación si cabe de nuestros jóvenes, quienes enseñan semejante ideología, sostienen que en ese libertinaje sexual cada uno puede cambiar su sexualidad y sentirse hombre o mujer cada vez que se desee, en función de las circunstancias, las apetencias o la emoción del momento; independientemente de las estructuras sexuales con que Dios y sus padres le haya traído al mundo.
Y eso es sólo es la punta del iceberg. No significa que quien piense de ese modo debamos rechazarlo, todo lo contrario, debemos aceptarlo como persona igual a ti o a mí, y en todo caso encaminarnos juntos a lo que el Señor expresa en su Palabra al respecto. Esto representa hoy un verdadero reto para las familias cristianas que desean permanecer fieles a la Palabra, en un mundo tan trastornado y alejado de la verdad como el que nos toca vivir en nuestros días. Forma parte del plan de Satanás cuya misión principal es la de engañar, cambiar la verdad del Evangelio por la mentira, crear confusión, aún a aquellos que han conocido la verdad, y todo finalmente para matar y destruir.
Entiendo que la verdad de Dios es muy clara al respecto. Él nos ha hecho hombres y mujeres desde el principio, y como padres cristianos tenemos la responsabilidad de ayudar a nuestros hijos a desarrollar su sexualidad de la manera más armoniosa posible, sin avergonzarse de ella por ser un don de Dios, ni tampoco que derive en desviaciones que se alejen del proyecto original de Dios para la humanidad. Las chicas sintiéndose orgullosas como mujeres, desarrollando su feminidad sin caer en el el extremo del feminismo; y los chicos creciendo en su virilidad como hombres maduros y responsables, sin derivar en el machismo, con conductas irresponsables más propias de la brutalidad animal que de un ser racional hecho a la imagen de Dios.
Referente a este asunto me remito exclusivamente a lo que el Señor dice en su Palabra, pero dado lo delicado del tema y la polémica que parece suscitar en determinados ámbitos sociales, y sin ánimo de polemizar, como creyentes en Cristo, diremos que si alguien entiende algo diferente a esto, que investigue en las Escrituras y que el Señor se lo confirme.
En todo caso cuando surjan conflictos al respecto, y más en el seno de la familia cristiana, entendemos que es fundamental mantener una comunicación eficaz y fluida a fin de ejercitar juntos nuestra fe para aceptar los principios de Dios y la Gracia para guardarlos. La esperanza para mirar más allá del sufrimiento presente, y ver la gloria futura. El amor para cuidarnos y apoyarnos los unos a los otros. Sin olvidar que el mayor de los dones del Espíritu es el amor (1ª Cor. 13:13).
SET NACIÓ A IMAGEN Y SEMEJANZA DE ADÁN
Entre el versículo 1 y el 3 de este pasaje, encontramos una diferencia notable en lo que a la genética y al ADN se refiere. Adán y Eva fueron creados directamente por Dios como creación especial de Él, eran hijos de Dios y fueron hechos a imagen y semejanza suya. Pero en el v 3 se nos dice que Set era la viva imagen de su padre Adán, tal como sucede con nuestros hijos que, en mayor o menor medida, se parecen a sus padres.
Eso no significa que tanto Set como nosotros, que somos hijos de nuestros primeros padres Adán y Eva, hayamos perdido la prerrogativa de ser concebidos a imagen y semejanza del Creador. Seguimos siendo seres creados a su semejanza, con un espíritu, una energía vital que procede de Dios mismo. Pero teniendo en cuenta todo el contexto bíblico, el texto nos recuerda que nacemos como hijos de nuestros padres, semejantes a ellos, con su misma carga genética, pero de forma natural no nacemos como hijos de Dios.
Somos criaturas suyas, amadas y deseadas por Él, pero sólo son estrictamente hijos aquellos que han sido concebidos directamente por Él, como lo fueron Adán y Eva y las miríadas de ángeles, incluyendo los que desobedecieron rebelándose contra el Señor. Sin embargo y a su vez, a causa del gran desastre que supuso la caída, en su gran amor, Dios dispuso que pudiéramos llegar a ser hijos directos suyos. Pero esta vez no como en nuestro caso por la vía consanguínea ni genética humanas, sino que nos dio la oportunidad y el derecho de llegar a ser sus hijos mediante un nuevo nacimiento.
Pero no a través de nuestros padres, de carne o de sangre ni de voluntad o pasión humanas, sino mediante la obra y voluntad Divinas. A través del poder de la Palabra (Cristo es la Palabra viviente) siendo lavados por ella y habiendo sido re-nacidos por el propio Espíritu de Dios, el cual nos ha dado un nuevo ADN espiritual, una nueva vida y un nuevo entendimiento (leed Juan 1:12-14; Juan 3:3-5 y 14-16). Es mediante la fe que Dios nos da la potestad de ser hechos hijos suyos y formar parte de su propia familia.
LA PAGA DEL PECADO ES LA MUERTE
En el v 5 leemos que Adán, a pesar de haber vivido muchos años (nada menos que 930), aparentemente su final fue la muerte: «Adán vivió novecientos treinta años y después murió». Y esta frase de que ˝Fulanito vivió tantos años y murió˝ se repite a lo largo de todo el capítulo 5 para todos los personajes que aparecen en él, excepto Enoc, lo cual indica el destino general de toda la humanidad después de esta vida. La Escritura se reafirma en esto diciendo: «está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio» (Hebreos 9:27). Pero esto conlleva una serie de connotaciones, algunas de las cuales mencionaremos a continuación:
– La primera es que está claro que la consecuencia de la caída produjo unos efectos devastadores por la desobediencia a la Ley de Dios que acaban en la muerte física para todos, tal como desarrollamos en el Segundo Gran Relato del Génesis, que aparece en el primer volumen de esta obra: ˝EN EL PRINCIPIO DIOS˝.
– La segunda es que la Palabra aclara igualmente que la muerte física no es el final para la humanidad, sino que Dios ha establecido que después de ella todos seamos llamados a juicio ante Él.
– La tercera consecuencia es que Dios ha establecido que el ser humano pueda morir una sola vez en su vida. Únicamente aquellos que vivamos para cuando el Señor vuelva no conoceremos la muerte, aunque nuestra transformación en un cuerpo de gloria no precederá a los que durmieron en la fe de Jesucristo. Eso significa que ningún ser humano puede llegar a morir dos veces y por tanto volver a tener más de una vida aquí en la tierra, lo cual descarta todas las filosofías humanas e inventos de las religiones que sostienen filosofías basadas en la reencarnación de un ser humano en otro cuerpo, sea persona o animal. Sólo nos ha sido dada una vida aquí en la tierra y debemos saber aprovecharla antes de dar cuenta de ella a nuestro Hacedor en el día del juicio.
– La cuarta consideración es que las Escrituras aclaran que existen dos tipos de muerte:
a. La muerte primera, o muerte física, que corresponde a la separación entre lo espiritual (alma y espíritu) y la parte material (nuestro cuerpo), tal como lo explica el apóstol Pablo en Romanos: «Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron» (Rom. 5:12).
b. La muerte segunda corresponde a la muerte espiritual. Esta es la auténtica muerte porque mantiene alejado al ser humano de su Creador y Señor, ya que sin Él, carece de sentido su existencia y propósito para su vida. La Biblia aclara que quien no conoce a Dios, sus delitos y transgresiones le hacen estar muerto para Él. En la Biblia hay 5 textos que hablan explícitamente sobre la muerte segunda: Apocalipsis 20:14; 21:8; 2:11; 20:6 y Judas 1:12. Jesús y sus apóstoles se refirieron a ella en multitud de ocasiones. En 1ª Juan 5:4 Jesús promete a los creyentes, como a vencedores, que no experimentarán el lago de fuego. La segunda muerte es exclusivamente para quienes han rechazado a Cristo. No es un lugar al que los creyentes en Cristo deben temer. A esa muerte se refiere Pablo en Romanos 6:23a: «porque la paga del pecado es muerte», a la muerte segunda, la muerte espiritual, la ruptura de la ˝relación˝ con Dios.
– La quinta y última consideración que mencionaremos aquí respecto a la muerte está relacionada con el texto completo de Romanos 6:23: «porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro». Si bien la consecuencia de la rebeldía y la desobediencia contra Dios produjo la muerte de manera fulminante, la Ley dada a Moisés nos permitió conocer el alcance del desastre universal provocado por el pecado; pero por el amor del Padre y a través de la obra de Cristo en la cruz, Dios nos ha preparado el mayor regalo que nadie jamás ni siquiera pudo haber imaginado: La vida eterna para todo aquel que en Él cree.
El don de Dios de la vida eterna y el juicio venidero debería desafiarnos a los creyentes a compartir nuestra fe con otros. Hay una enorme diferencia entre el destino final de quienes conocen a Cristo y de aquellos que aún no han tomado esa decisión.
Momento de Reflexión:
¿Qué implicaciones crees que puede tener para tu vida diaria pensar que eres el motivo principal de la creación de Dios?
¿Qué relación encuentras entre la Carta Magna y la obra de Cristo en la cruz del Calvario?
¿Qué representa para ti convertirte en un hijo de Dios y llegar a formar parte de su familia?
¿El miedo a la muerte primera te nubla aún la vista y te impide gozar del gran regalo de la vida eterna que Dios ha preparado en exclusiva para ti?
CAPÍTULO 3
Génesis 5: 1 - 20
“Cuando Adán tenía ciento treinta años, fue padre de un hijo que era igual a él, su viva imagen, y lo llamó Set. Después del nacimiento de Set, Adán vivió ochocientos años más y tuvo otros hijos e hijas. Adán vivió novecientos treinta años y después murió. Cuando Set tenía ciento cinco años, fue padre de Enós. Después del nacimiento de Enós, Set vivió ochocientos siete años más y tuvo otros hijos e hijas. Set vivió novecientos doce años y después murió.’’ (Gén. 5: 3-8 / NTV)
Desde el principio de esta tercera historia nos encontramos con una nueva genealogía de la que podremos aprender muchas y grandes cosas para nuestra edificación espiritual. El Evangelista Lucas retoma precisamente esta genealogía para investigar el árbol genealógico de Jesús, partiendo de Adán hasta llegar a su padre adoptivo José, esposo de María (Lucas 3:23-38). Solo que en la del capítulo 5 del Génesis el autor se queda en las generaciones “pre diluvianas”, hasta Noé y sus tres hijos.
Son muchas las cosas que nos llaman la atención de los primeros versículos. Una de ellas es la insistencia con la que el Espíritu Santo nos recuerda por tercera vez (por si a alguien le quedaba alguna duda aún), que fue Dios nuestro Señor quien creó al ser humano y todo lo que nos rodea en este mundo, y que fue sólo Él quien diseñó su constitución (o construcción) tal como la conocemos hoy. De ello hablaremos más adelante.
Igualmente, que el presente relato no es el resultado de leyendas de hombres, pasadas de ‘boca a oreja’ durante generaciones y escrito en tiempos muy posteriores o modernos, como algunas personas necias afirman para su propia desorientación. En el preámbulo del capítulo 5, el Génesis cuenta que se trata de un relato escrito, es decir, de un libro. Este fue escrito de puño y letra por Moisés (junto a los otros cuatro libros), mediante manifestación ‘presencial’ del Todopoderoso, e inspirado y corregido por el propio Espíritu Santo. Así mismo, a lo largo de todo el capítulo 5, el autor nos describe a los grandes patriarcas de la antigüedad y nos deja algunos detalles de sus vidas como un gran legado para la humanidad.
Esto nos permite entrever algunos hechos notables de los grandes hombre de fe que vivieron antes del Diluvio. Sí de la línea genealógica de Caín aprendimos algo de lo que debemos evitar, de la línea genealógica de Set, el Espíritu nos enseña las buenas cosas que debemos imitar.
A partir de Adán y siguiendo la línea genealógica de Su hijo Set, el capítulo 5 menciona el nombre de 10 varones (incluido el de Adán), que son considerados los 10 grandes patriarcas de la humanidad, en los tiempos anteriores a la gran devastación universal del diluvio. Todos ellos han sido considerados grandes hombres de fe, temerosos de Dios y sabios, por su prudencia y piedad durante el tiempo que les tocó vivir, el cual no fue poco. Por eso todos ellos se ganaron un lugar preeminente en las Escrituras, ocupando ellos solos los 32 versículos que componen el capítulo 5 del primer libro de Moisés.
Sobre la persona de Adán y sus hechos ya hemos hablado en meditaciones pasadas, como padre de la humanidad (en el capítulo anterior hablamos así mismo sobre el título de ‘hijo de Dios’ que la Escritura le otorga). El segundo gran patriarca que aparece en los versículos del 1 al 20 es Set, tercer hijo de Adán y Eva que se menciona en la Palabra, el cual es considerado en las Escrituras como un un gran patriarca de la antigüedad sustituyendo a su hermano Abel, quien aparece como primero de la lista de los héroes de la fe de todos los tiempos en Hebreos 11.
El tercero es Enós, hijo de Set y por tanto, uno de los muchos nietos que tuvieron Adán y Eva. En su tiempo se empezó a adorar a Dios, invocado su nombre por primera vez. Otros posiblemente utilizando el nombre de Dios en vano. Cainán es el cuarto patriarca de la antigüedad, del cual poco sabemos por las Escrituras, excepto que tenía 70 años cuando tuvo a Mahalaleel, quien fue otro patriarca de renombre, y que murió como el resto de los mortales, después de haber vivido 910 años. Eso, como veremos, es un hito en sí mismo que marcó la vida de los seres humanos que vivieron antes de producirse el gran cataclismo del Diluvio Universal.
El siguiente gran patriarca del que hacen mención las Escrituras es Mahalaleel, quien vivió 895 años. Parecería que la lejanía del «árbol de la vida» empieza a hacer mella en la longevidad del ser humano sobre la tierra. Vivir 895 años es muchísimo si lo comparamos con la esperanza de vida media del hombre actual, pero comparándolo con sus antepasados llama a creer que la cosa empezaba a decaer. Pero cuando todo el mundo pensaba que el acortamiento de los años de vida debía ser lo esperado, con el nacimiento de Jared surge algo que nadie se esperaba. Los años de vida vuelven a alargarse y Jared muere a los 962 años, más aún que el primer hombre, Adán.
No sabemos cuántos años hubiera podido vivir aquí su hijo Enoc, ya que el Señor se lo llevó a su presencia sin haber pasado por los rigores de la muerte, pero su nieto Matusalén lo superó y rompió todos los récords de longevidad. Con 969 años de vida se convirtió en el hombre más longevo de todos los tiempos, hasta hoy.
Finalmente nos encontramos con tres nuevos personajes que son los tres últimos grandes patriarcas de la antigüedad, mencionados en las Escrituras, que son anteriores al diluvio. A Matusalén se le atribuye la mayor longevidad de todos los tiempos que ha existido en la tierra. Nadie ha conseguido superar los 969 años de vida, al menos, no existe constancia de ello.
El que ocupa el noveno lugar en la lista es Lamec, curioso nombre que aparece en la genealogía de Set como sucedió también en la de Caín; con la salvedad que si el Lamec descendiente de Caín se caracterizó por corromper el orden matrimonial que Dios había establecido y su extremada violencia, el personaje de Lamec que nos muestra el texto de hoy (que proviene de la descendencia de Set), se caracteriza por ser un hombre sabio que aprendió a vivir en la piedad y el temor de Dios. Fue profeta y supo ver en su hijo Noé la liberación de parte de Dios, de aquella generación corrupta, perversa y altamente violenta.
Finalmente nos encontramos con Noé, varón semejante a Enoc, quien como él, también anduvo en los caminos del Señor. Noé es considerado un ‘tipo’ de Cristo, y el ‘arca’ que construyó por mandato de Dios, a su vez es ‘tipo’ también de la salvación que Cristo ofrece a todo aquel que en Él cree, se arrepiente y acepta su obra redentora de la cruz.
A continuación los iremos enumerando de uno en uno:
ADÁN
De Adán no diremos mucho más de todo lo que se ha dicho hasta ahora. Fue el primer ser humano creado directamente por Dios, tomando como materia prima el mismo barro de la tierra, y hecho a su imagen y semejanza. El nombre de «Adám», o Adán en castellano, es a la vez nombre propio, como nombre común, significando también «ser humano», «persona», «gente» y «varón». Proviene de una raíz hebrea que significa «rubor (en el rostro)» o «rojizo» (Strongs 119 y 120). Os recordamos que a su vez el nombre en hebreo «haadam» también proviene de la raíz «haadamah» que significaba «barro de la tierra».
De Adán queremos destacar el hecho de que la Escritura le designa por el nombre de «hijo de Dios», título al que hace referencia el Evangelio en Lucas 3:38. Quizás estamos tan acostumbrados a este término de «hijo de Dios», que pasamos por él de corrido sin darnos cuenta de la carga que esto tiene en realidad. En el Antiguo Testamento este título sólo aparece en 5 ocasiones, y está siempre vinculado a seres o personas que han sido objeto de una creación directa de la mano de Dios; como lo fueron Adán y Eva, y las miríadas angelicales que sirven noche y día al Señor. Son hijos de Dios tanto los ángeles que están en la presencia de Dios, como los que se rebelaron contra Él siguiendo las órdenes de Lucifer o Satanás, nuestro principal enemigo aquí en la tierra. Este concepto es relevante para entender algunos de los textos bíblicos que veremos más adelante.
En el Nuevo Testamento este término se refiere a todo aquel que ha creído en Cristo y le ha aceptado como su único y suficiente Salvador, los cuales son llamados «hijos de luz» o «hijos de Dios». A esto se refiere la Escritura en Juan 1: 12-13: «Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacieron de sangre, ni por voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino de Dios». Esto implica un ‘Nuevo Nacimiento’, una ‘Nueva Creación’ creada directamente por nuestro Señor. Por eso podemos llamarnos con propiedad «hijos de Dios», aunque también con humildad, porque eso no depende de nosotros, sino que es un don de Dios. A eso se refería Jesús en Juan 3 cuando hablando con Nicodemo le decía que para pertenecer al Reino de los cielos tenía que nacer de nuevo.
Hermano, querido amigo, ¿eres consciente de lo que significa nacer del agua y del Espíritu? La Palabra está diciendo que Dios te ha dado el título de ‘hijo de Dios’ porque Él te ha vuelto a crear, Él ha hecho de ti una nueva creación, y esta vez no hecha con barro de la tierra, sino de su propia esencia, ¡de su Espíritu!, ¡a su verdadera imagen y semejanza! Ha cambiado tu ADN material por un nuevo ADN espiritual, semejante al suyo. ¡¡Eres inmortal!! Y el Apóstol Pablo tercia en el asunto recordándonos: «Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo» (Rom. 3:17).
Es tanto lo que implica el título de ‘hijo de Dios’ y el hecho de pertenecer a su familia, que cada vez que de ahora en adelante pienses en ello (y espero que lo hagas muy a menudo), deseo que tu espíritu y tu alma experimenten un gran ‘subidón’ de fe y esperanza ante tal realidad, independientemente de la situación buena o mala por la que estés atravesando en ese momento. Y todo esto no por nuestros méritos, sino por el poder y los méritos del Señor Jesús en la cruz, con quien también nos identificamos en sus padecimientos; si es que queremos ser glorificados juntamente con Él: «pero si vamos a participar de su gloria, también debemos participar de su sufrimiento» (Rom. 8:17). Amén y amén.
SET
Sabemos que Set fue el tercer hijo de Adán y Eva que se menciona en las Escrituras. Después del nacimiento de Set, Adán y Eva tuvieron muchos más hijos e hijas durante los 800 años de vida que el Señor les permitió vivir. Nació cuando Adán tenía 130 años y su cara era el vivo retrato de su padre. A Eva le recordó cómo era su esposo cuando le conoció, y tal como vimos, le puso por nombre Set (que significa substituto o substituido), porque vino a ocupar el gran vacío que dejó su hermano Abel.
A la edad de 105 años Set tuvo un hijo que le llamó Enós, y después de él vivió otros 807 años en los que tuvo otros hijos e hijas. En total Set vivió 912 años, poco menos que su padre, y después murió, tal como afirma la Escritura, como todos los seres mortales, excepto Enoc y Elías a quienes Dios los llevó consigo sin pasar por los rigores de la muerte. La relevancia de Set viene dada en primer lugar por su linaje. Fue padre de Enós, de quien hablaremos a continuación, así como por ser el antepasado de Noé, de quién todos hemos acabado siendo hijos. En segundo lugar por su constancia y perseverancia en iniciar a sus hijos en el temor de Dios y la esperanza de salvación, en un mundo cada vez más hostil y violento.
Posiblemente Enoc —del que se nos dice en las Sagradas Escrituras que era amigo de Dios— enseñó a amar a Dios a su tátara-tátara-nieto Noé, sentado sobre sus rodillas. Todo un ejemplo para nosotros de cómo trasmitir la Palabra de Dios a nuestras futuras generaciones. Es curioso el hecho que desde la Creación hasta el Diluvio hay 11 generaciones (de Adán a Sem); del Diluvio a Egipto otras 11 generaciones (de Arfaxad a Jacob); y de Egipto hasta la monarquía más estable de Israel también 11 generaciones (de Judá a David). Las tres suman un total de 33 generaciones. En total 60 generaciones entre Adán y Cristo. Es un 6x10. Cuando menos curioso ¿verdad?
ENÓS
Las pocas referencias que tenemos en la Biblia de Enós es que era hijo de Set, murió también cargado de días a los 905 años (algo menos que su padre), que tuvo muchos hijos e hijas, entre ellos Cainán, que se hizo famoso en su generación, y finalmente que en su tiempo la gente empezó a invocar el nombre del Señor. «Enósh» en el original hebreo significa «hombre mortal» y a la vez «débil, enfermo y desesperado».
Esto nos recuerda las palabras del salmista cuando dice: «¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que lo visites?» (Salmo 8:4). En los tiempos de Enós los hombres se dieron cuenta de su situación de alejamiento y su rebeldía contra Dios y buscando restablecer su relación con el Señor, empezaron a invocar el nombre de Dios.
Pero mientras unos lo hacían para alabar y enaltecer el nombre de Jehová, como fue en el caso de la línea genealógica de Set, no debemos olvidar lo que sucedía simultáneamente con Caín y sus generaciones, tal como recordamos en días anteriores. El mismo ‘Targum de Jerusalén’ dice referente a los días de Enós: “Esa fue la generación en cuyos días comenzaron a descarriarse, y a hacerse ídolos, y a llamar a sus ídolos por el nombre de la Palabra del Señor”. Los hombres debieron aplicarse el nombre de Dios a sí mismos o aplicarlo a otros hombres, por medio de quienes pretendían acercarse a Dios en adoración; y quizás aplicando incluso el nombre de Dios a objetos de idolatría.
CAINÁN
De Cainán o ‘Queinán’ como aparece en el original hebreo, tampoco conocemos mucho por las Escrituras. Fue el hijo primogénito de Enós y de una mujer anónima, nieto de Set, biznieto de Adán y Eva, y nació cuando su padre tenía 90 años: “Vivió Enós noventa años, y engendró a Cainán” (Génesis 5:9). Tuvo su primer hijo a la edad de 70 años y le puso por nombre Mahalaleel. Murió a los 910 años habiendo tenido muchos más hijos e hijas. Su nombre significa «lamento», que proviene de una raíz que significa «nido, cámara, aposento, o nidada» (Str. 7064, 7018).
Apenas habían pasado 300 años de la vida del hombre sobre la tierra y la maldad ya había empezado a multiplicarse. Su nombre expresa la realidad de aquel tiempo. Aún así podían elegir entre servir y honrar a Dios, como al parecer lo hicieron él y su descendencia; o adorar a ídolos hechos por manos de hombres y llenar la tierra de maldad y violencia como lo hicieron Caín y su descendencia. Sigamos mas bien el ejemplo de Josué despidiéndose de su pueblo Israel: «Pero si te niegas a servir al Señor, elige hoy mismo a quién servirás... Pero en cuanto a mí y a mi familia, nosotros serviremos al Señor».
MAHALALEEL
Por las Escrituras sabemos que Mahalaleel fue hijo de Cainán, ocupa el cuarto lugar en la descendencia de Set (el quinto desde Adán), a la edad de 65 años tuvo su hijo Primogénito al que llamó Jared, tuvo otros hijos e hijas y murió cargado de días a los 895 años de vida. Aparte de la mención que se hace de él en 1º de Crónicas 1 y Lucas 3:37, relativos a las genealogías, por las Escrituras no sabríamos mucho más de él.
Sin embargo, según el «Libro de los Jubileos» (también denominado ‘Génesis Pequeño’ o ‘Testamento de Moisés’, un texto religioso de origen hebreo escrito en torno al año 100 a. C), el nombre de su mujer fue Dinah, la cual además de esposa, era prima suya y madre de Jared. Los 895 años que vivió Mahalaleel, siendo muchísimos si los comparamos con la esperanza de vida hoy, parecería que se empezaba a producir una reducción progresiva de la longevidad a medida que nos íbamos alejando del ‘Árbol de la Vida’, que se hallaba en el centro del Huerto de Edén.
Existe así mismo una mención en el capítulo 83 del «Libro de Enoc». Éste recibe una visión en sueños de parte del Señor, donde le es revelado el juicio de Dios que vendrá sobre la humanidad mediante un diluvio universal que arrasará la tierra, salvándose únicamente los justos en Jehová. El relato de la visión sucede mientras Enoc se halla en la casa de su Abuelo Mahalaleel, estando presente también su hijo Matusalén. Dicho relato pone de relieve la bendición de una familia creyente en el Dios de la Gracia, que comparten juntos las Buenas Nuevas de salvación.
JARED
En los v 18 y 19 del capítulo 5 la Palabra nos dice que Jared fue el primogénito de Mahalaleel, hijo de Cainán. Según este, fue hijo de Mahalaleel cuando tenía 65 años, y su padre vivió hasta la edad de ochocientos noventa y cinco años. Jared fue el padre de Enoc a la edad de 162 años, y tras el nacimiento de Enoc vivió otros ochos siglos y tuvo otros hijos e hijas. En total vivió 962 años y murió. Nos llama la atención aquí el hecho que los patriarcas habidos entes de él fueron disminuyendo su longevidad, así como la edad en que se casaron y tuvieron su primer hijo. Pero una vez llegados a Jared los años de vida dan un gran ‘salto de longitud’ y se posicionan de nuevo al alza, superando incluso la edad de nuestros primeros padres Adán y Eva.
Sólo fue superado por su nieto Matusalén con 969 años, el ser humano más longevo hasta el día de hoy. También parece que tardó mucho más que su padre en casarse y tener su hijo primogénito Enoc, 162 años, frente a los 65 que tenía su padre cuando le tuvo a él. Desde luego, toda una evidencia de energía y favor de Dios.
ENOC
A este Enoc que aparece en la genealogía de Set ,se le suele llamar «Enoc II» para diferenciarle del primer Enoc, hijo de Caín y padre de Irad, de quien Caín tomó su nombre para nombrar a la ciudad que él mismo construyó. Los v 21 al 24 de este capítulo nos dejan una breve descripción de la vida de Enoc. A los 65 años tuvo su primer hijo que le llamó Matusalén, vivió 300 años más de vida durante los cuales tuvo más hijos e hijas, y a la edad de 365 años la Escritura nos dice que «desapareció porque Dios se lo llevó».
Moisés afirma dos veces seguidas que el Señor se lo llevó porque «caminó con Dios». El mismo apóstol Pablo insiste igualmente en Enoc como un campeón de la fe, quien fue «traspuesto» (no significa necesariamente que no murió, sino que también se podría entender que no experimentó los rigores de la muerte, ya que el mismo Jesús dijo que «nadie subió al cielo sino el Hijo del Hombre que descendió del cielo»), por haber agradado a Dios (Hebreos 11:5).
La vida de Enoc es un ejemplo para todas las generaciones de creyentes. No es posible agradar a Dios si no andamos en sus caminos. Según los v 6, 14 y 15 de la epístola universal de Judas, entendemos que el señor le reveló a Enoc una profecía sobre las cosas que sucederían en el futuro, y como profeta y amigo de Dios, el mismo Señor se ocupó de él (como también se ocupó del cuerpo de Moisés después de su muerte a los 120 años), a causa de ser perseguido por proclamar la revelación que Dios le dio, en un mundo violento y extremadamente peligroso; a pesar de que tan sólo habían pasado poco más de años 400 desde la Creación. A causa de ello Dios juzgó a la raza humana en los días de Noé por su gran iniquidad y corrupción.
Posiblemente Enoc estaba siendo perseguido, corriendo gran peligro su vida por predicar en esos días un Evangelio de arrepentimiento y perdón a Dios en medio de tanta corrupción, y el Señor de algún forma lo libró. Respecto a la obra conocida como «Libro de Enoc», entendemos que una parte del libro es original de Enoc y corresponde a la revelación que Dios comunicó a Enoc para el arrepentimiento de sus contemporáneos: «¡Escuchad! El Señor viene con incontables millares de sus santos para ejecutar juicio sobre la gente de este mundo. Declarará culpables a los seres humanos por todos los actos perversos … y a los pecadores rebeldes por todos los insultos que hayan dicho contra Él» (Enoc 1:9). Sin embargo, otra parte del libro fue añadido posteriormente entre los siglos IV al I antes de Cristo. El propio Judas apóstol en su epístola universal utiliza algunos versículos tomados de su libro, en lo relativo a la profecía sobre el juicio de Dios para los que se han alejado de Él.
Aprendamos a caminar con Cristo como lo hizo Enoc durante todos los días que el Señor le permitió vivir en esta tierra.
MATUSALÉN
A pesar de la poca información que nos dan las Escrituras en este texto, hay varios aspectos que podemos apreciar en la vida de Matusalén que me gustaría destacar.
– El primero proviene de su propio nombre, que en el original hebreo es «Metushélakj» y significa ‘hombre de dardo’, el cual proviene de la raíz «mat», que se traduce por ‘adulto’, ‘hombres’, ‘siervos’ y ‘varones’ (Strongs 4968, 4962); y de la raíz «shélakj» que significa ‘dar en el blanco’ (Str. 7973). Lo cual nos hace pensar que su nombre hace honor a la definición de su vida de relación con el Señor, es decir, ‘varón de Dios que dio en el blanco’. Esa es precisamente la definición de la «fe» en el Señor. La palabra que se utiliza en el Nuevo Testamento para ‘pecado’, escrito en el griego es «Hamartia», lo cual significa ‘herrar el blanco’. El apóstol Pablo nos invita no sólo a hacerlo una vez, sino a proseguir la meta de forma continuada, poniendo los ojos en Jesús: «olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.» (Filip.3:13-14).
El segundo aspecto que es a destacar en Matusalén es su larga vida. Si por definición la vida es un don del cielo, una larga vida es una gran bendición que el Señor le concedió a Matusalén, convirtiéndole en el hombre más longevo de todos los tiempos.
– El tercer aspecto tiene que ver en parte con su longevidad y parte con la misericordia de Dios y la manera en que las matemáticas del Señor suman en favor de aquellos que le aman. Haciendo un sencillo calculo algebraico siguiendo la edad en que murió Matusalén y comparando la vida de su hijo Lamec y la edad que tenía su nieto Noé cuando empezó el diluvio universal, podemos apreciar al menos dos cosas. La primera es que Noé pudo enterrar a su padre Lamec de muerte natural 5 años antes del diluvio. La segunda la podemos apreciar en el hecho de que el Señor le permitió a Noé ver morir también de muerte natural a su abuelo Matusalén, justo antes de iniciarse el gran cataclismo.
Nuestro Señor es un Dios que también se ocupa de los detalles y tuvo la delicadeza de demorar su juicio contra la humanidad corrupta, hasta ver morir de muerte natural al último de sus grandes patriarcas de la antigüedad. ¡Todo un privilegio lleno de amor y misericordia de parte de Dios hacia los que aman a Dios y confían en Él! Prosigamos, pues, la meta del supremo llamamiento poniendo los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.
LAMEC
Llama la atención cómo los años de vida de Lamec son muy inferiores a la media de vida esperada para la gente que vivió antes del diluvio, que con 777 años es el hombre que vivió menos años (excepto Enoc a quien Dios se lo llevó) entre todos los patriarcas antiguos. También es chocante que la cifra sea tres veces 7, sabiendo que el siete nos habla de perfección. Ahí lo dejamos para que meditéis en ello.
Lo que sí sabemos es que murió en el momento señalado por Dios, 5 años antes del diluvio, según su misericordia, como también sucedió con su padre Matusalén, como vimos antes. Lamec tuvo un hijo a los 182 años y le puso por nombre Noé, en quien supo ver la mano de Dios y que este chico traería alivio en la penosa carga de trabajar en una tierra que había sido maldita por por causa de la caída del hombre, y corrompida hasta la saciedad por este, una sociedad donde la perversión y la violencia habían llegado a cotas extremas, como veremos más adelante.
Este Lamec, que proviene de la genealogía de Set, es exactamente lo contrario de lo que sucedió con el otro que provenía de la descendencia de Caín, quien destacó por su maldad, por corromper el orden matrimonial que Dios estableció y por su extremada violencia. El ocupa el 7º lugar en la descendencia de Caín, mientras que éste tiene un ‘3 veces 7’ en su haber. ¡A Dios sea toda la gloria!
NOÉ
Muy poco diremos aquí sobre Noé, ya que en los próximos capítulos nos dedicaremos a meditar sobre su persona, sobre el tiempo que le tocó vivir, la obra de juicio y a la vez de redención de Dios, utilizándole a él como un instrumento de salvación en sus manos, la constitución del ser humano, el hombre viejo, y el hombre nuevo. Y esto será hasta el final de la ˝Tercera Gran Historia de la Humanidad˝, que acaba al final del capítulo 9, en el 9:29.
El Nombre de Noé proviene del hebreo «Noákj», que significa ‘quieto’, ‘reposado’, ‘lugar de reposo’, que viene de la raíz «núakj», que quiere decir ‘descansar’, establecerse’, ‘morar’, ‘dar consuelo’, ‘paz’, ‘descanso’, ‘quietud’, ‘reposo’, entre otros (Strongs 5117, 5118). De Noé decimos que es un ‘tipo’ de Cristo, porque gracias a él la tierra descansó de la violencia, tal cómo había sido el deseo de su padre Lamec. Llevó a su familia y a toda la humanidad a una nueva oportunidad ante el Señor, en una nueva tierra, y nos condujo a un ‘Nuevo Pacto’ y una nueva ‘Relación’ con Dios. Pero de eso iremos hablando los próximos días.
Momento de Reflexión:
¿Sabiendo que ahora eres una nueva creación, crees que das al Señor toda la honra y la gloria que sólo Él merece?
Las vidas de los patriarcas de la antigüedad son un ejemplo de sabiduría y piedad ¿Seguiremos su ejemplo?
¿Estamos dispuestos a agradar a Dios todos los días de nuestra vida y andar en sus pasos?
¿Crees que los patriarcas pueden ser para ti un ejemplo de sabiduría, fe y confianza en el Señor?
CAPÍTULO 4
Génesis 5: 21 - 32
“Después que engendró a Matusalén, caminó Enoc con Dios trescientos años, y engendró hijos e hijas. Así, todos los días de Enoc fueron trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque lo llevó Dios… Vivió Lamec ciento ochenta y dos años, engendró un hijo y le puso por nombre Noé, pues dijo: «Éste nos aliviará de nuestras obras y del trabajo de nuestras manos en la tierra que Jehová maldijo.» Después que engendró a Noé, Lamec vivió quinientos noventa y cinco años, y engendró hijos e hijas. Así, todos los días de Lamec fueron setecientos setenta y siete años, y murió…’’ (Gén. 5: 21-32)
Son muchos los hechos que podemos resaltar de los grandes hombres de fe que vivieron antes del diluvio universal, de quienes podemos aprender muchas lecciones para nuestro caminar diario con Dios. Las Escrituras nos hablan de 10 personajes, que por su piedad y temor de Dios se convirtieron en los primeros patriarcas de la humanidad. Estamos seguros que hubieron muchas otras personas que fueron ejemplo de fe y piedad en aquellos tiempos, pero el Espíritu Santo puso a esas 10 personas como ejemplo para nuestra enseñanza, teniendo en cuenta que cada uno de ellos destacó por una o más cualidades de su carácter en el servicio al Señor y a su comunidad, las cuales son dignas de imitar por todos nosotros.
Haremos una lista de esas cualidades que formaron el carácter de esas personas, que la Escritura resalta para nuestro bien y que deberíamos ser imitadores, como también de Cristo, el cual las contenía todas en grado sumo. El carácter que desarrollaron por su íntima comunión con Dios, nos da un perfil común a todos ellos el cual indicamos a continuación:
– Vivieron y se condujeron como «hijos de Dios».
– Reflejaron el carácter de Dios en sus vidas.
– Buscaron insistentemente restablecer la ‘relación’ con Dios.
– Encontraron en Dios su principal refugio.
– Supieron transmitir la piedad y el amor de Dios a sus descendientes.
– Recibieron la bendición de una vida prolongada.
– Caminaron en íntima Comunión con Dios.
– Se convirtieron en Amigos de Dios.
– Avanzaron persistentemente hacia la meta del Supremo Llamamiento.
– Recibieron en vida un galardón de parte de Dios.
– Vivieron ‘Com-Pasión’ y murieron según ‘Su’ misericordia.
– Todos entraron en Su Reposo.
Creo que éste es un perfil que deberíamos hacer nuestro y es evidente que todos los creyentes estamos llamados a imitar.
VIVIERON Y SE CONDUJERON COMO «HIJOS DE DIOS»
Cuando pensamos en Adán y Eva debemos reconocer que lo que más recordamos de ellos es la transgresión de la Ley de Dios y su expulsión del Paraíso. Sin embargo, a pesar de que eso significó un gran cambio para la humanidad, se arrepintieron, vivieron como hijos de Dios confiando en su benevolencia, y abrieron el camino para que un día nosotros, tú y yo, pudiéramos llegar a ser llamados ‘hijos de Dios’ por la fe en Jesucristo y la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas (Juan 1:12-13). Quién mediante la fe nos hizo renacer y nos transformó en una ‘nueva creación’ para dar fruto en su nombre y nos convirtió en su ‘real plantío’.
REFLEJARON EL CARÁCTER DE DIOS EN SUS VIDAS
Esencialmente es en los pasajes que se habla de Set donde posiblemente más se manifiesta una sincera conducta de amor y fidelidad a Dios, que refleja en su vida el carácter de un Dios compasivo y Misericordioso. Set asumió ocupar el lugar de su hermano Abel con mansedumbre como lo hizo el Señor, quien ocupó nuestro lugar en la cruz, y supo iniciar a sus descendientes en el temor de Dios y la esperanza de salvación.
BUSCARON CON INSISTENCIA MANTENER LA ‘RELACIÓN’ CON DIOS
Fue en los tiempos de Enós que las Escrituras dan fe de que los seres humanos empezaron a invocar el nombre del Señor; de modo que en medio de una generación corrupta que vivía de espaldas a Dios, mientras unos desarrollaban una sociedad cada vez más auto-complaciente, violenta y viviendo sólo para los deseos y gustos personales (donde el nombre de Dios era usado de forma vana), los patriarcas aprendieron a humillarse y buscaron restablecer la comunión con el Señor, y condujeron a sus familias a establecer un culto de adoración a Dios, santo y que fuera de su agrado.
Mientras los descendientes de Caín se dedicaron a prácticas religiosas cúlticas (desarrollando la tecnología sobre los metales, la madera y los materiales orgánicos) para adorar a otros ‘dioses’ ajenos a Jehová, los patriarcas descendientes de Set restablecieron y mantuvieron la comunión con el Señor invocando su nombre y promocionaron el culto público comunitario, honrando y alabando al Señor de manera racional.
ENCONTRARON EN DIOS SU PRINCIPAL REFUGIO
Con Cainán aprendieron a encontrar en Jehová su refugio seguro, castillo fuerte y esperanza en quién confiar. Entendieron que no era suficiente con restablecer la relación, sino mantenerla de una manera permanente. La sed no se sacia con beber una vez, sino con mantenerse bien hidratado. Siempre decimos que es importante servir al Señor, pero para ello es necesario confiar en Él. Es muy difícil hacer un servicio con excelencia si no confiamos en la persona a quien estamos sirviendo, porque más tarde o más temprano encontraremos algún motivo por el cual no seguir escrupulosamente las instrucciones que nos ha dado el patrón. Por el contrario, los grandes hombres y mujeres de Dios supieron resituar a Dios en el centro de su existencia e hicieron de Jehová el principal refugio para sus almas.
SUPIERON TRANSMITIR LA PIEDAD Y EL TEMOR DE DIOS A SUS DESCENDIENTES
Aunque comentamos sobre ello cuando hablamos de Mahalaleel, esta es una cualidad que supieron desarrollar todos los grandes hombre de fe. Vivimos en un mundo tan agitado y lleno de prisas y obligaciones que, aún a pesar de considerar muy importante la formación cristiana apostólica de nuestros hijos, no nos aseguramos lo suficiente de que estén recibiendo de manera equilibrada todo el alimento espiritual que necesitan, en medio de una sociedad tan voraz, sin valores morales y llena de contradicciones.
No dejemos esta labor a otros —inclusive a sus maestros o pastores, que desean su bien—, ni tampoco para más adelante. Esta es una responsabilidad ante el Señor que tenemos los que somos padres… y no sólo los padres, también los abuelos. Los patriarcas supieron educar a sus hijos en la fe, la piedad y el temor de Dios.
LA BENDICIÓN DE UNA VIDA PROLONGADA
Podemos decir que todos los grandes patriarcas de la antigüedad disfrutaron de la bendición de una larga vida. Jared fue el segundo personaje (después de Matusalén) que tuvo una vida más prolongada en la historia de la humanidad. Entendemos que la vida en sí misma es un don de Dios, por lo tanto, una laaaarga vida es un graaaan regalo de Dios. Sabemos también que este mundo está bajo los efectos del pecado y gobernado por Satanás, nuestro común enemigo.
A causa de eso el Señor tuvo que reducir la vida del hombre sobre la tierra, con el fin de minimizar los efectos del pecado: el dolor, la enfermedad, la tristeza, la muerte. Mas el regalo precioso que Dios nos ha dado a los que creemos en Cristo es una vida eterna donde no habrá más tristeza, ni llanto, ni dolor, ni enfermedad, y donde la muerte y el Hades habrán sido destruidos; y donde tampoco habrá más oscuridad, y no habrá más necesidad de sol ni luna, porque Jesús, que es nuestra luz; Él llenará el universo con su luz.
CAMINARON EN ÍNTIMA COMUNIÓN CON DIOS
Del patriarca Enoc se nos dice repetidamente en las Sagradas Escrituras que caminó con Dios y desapareció de entre los mortales porque el Señor se lo llevó consigo. Aprendió a vivir la vida que le tocó en su tiempo en íntima comunión con el Señor. Todos los días de su vida eran como un libro abierto a los ojos de Dios. Tendemos a pensar que si nuestras circunstancias mejorasen seguramente mantendríamos una relación más íntima con el Señor. Pero esto es totalmente erróneo. Tanto Enoc como el resto de los patriarcas que hemos visto vivieron circunstancias muy difíciles y algunos en tiempos muy peligrosos, pero supieron mantener la comunión con el Señor en todo momento y situación.
No esperes un mejor momento para ser testigo del amor de Dios en tu vida, sino sé luz en el lugar donde el Señor te ha puesto, y en medio del tiempo y la circunstancia que te toque vivir.
SE CONVIRTIERON EN AMIGOS DE DIOS
El hecho de vivir en constante comunión con el Señor, tanto Enoc como el resto de patriarcas y grandes hombres de fe, esa ‘relación’ se transformó en amistad, transformándolos en verdaderos amigos de Dios. En nuestro caso podemos decir que entre no contristar al Espíritu Santo —tal como manda el Apóstol Pablo en Efesios 4:28-30—, y ser su amigo, existe una gran diferencia. Para ser amigos de alguien necesitamos como mínimo: conocerle bien, ser de su agrado, hablar mucho con él, escucharle más, desear estar a su lado, brindarle nuestra amistad, estar dispuestos a servirle en lo que pida, procurar que se sienta a gusto con nosotros, etc.
Algo así sucede con el Espíritu Santo. Somos hijos de Dios porque hemos sido bautizados por Jesús con el Espíritu Santo de la promesa, procuramos no contristarle, hemos tenido momentos de su plenitud, y por supuesto, estamos llamados a intimar con Él como el mejor amigo. Pero, por supuesto, para eso tendremos que seguir entonces los pasos de la amistad que hemos mencionado antes.
AVANZARON PERSISTENTEMENTE HACIA LA META DEL SUPREMO LLAMAMIENTO
Todo lo que vivió Matusalén en su tiempo no fue ni mucho menos de color de rosa, especialmente cuando uno permanece en este mundo por un espacio de casi mil años. Tampoco lo fue para el resto de los patriarcas de la antigüedad, como también puede serlo para nosotros. Sin embargo supieron mirar hacia delante persistiendo en la meta según la promesa, mediante la fe, como viéndola y saludándola. La Biblia nos dice a este respecto: «Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra…. porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios» (Hebreos 11:13 y 10).
RECIBIERON EN VIDA UN GALARDÓN DE PARTE DE DIOS
El mayor regalo que recibimos todos aquellos que hemos creído en Cristo es la vida eterna. No hay mayor galardón que ese. Sin embargo a Matusalén, Lamec y al resto de patriarcas que hemos visto, Dios les concedió un galardón en vida aquí en la tierra antes de morir. También se lo concedió a otros campeones de la fe como Abraham, Jacob, Moisés, Elías, Rut, Simeón, Elisabet, María, Esteban, Pedro, Pablo, y tantos otros que permanecieron firmes en la fe y la esperanza de la promesa Divina.
A cada uno Dios le concedió el galardón que más podían esperar aquí en la tierra antes de morir, y quizás el que menos esperaban recibir. ¿Has pensado alguna vez qué es lo que más anhelas recibir de parte de Dios antes de partir a su encuentro? El Señor le dijo a Josué: «Esfuérzate y sé valiente, porque Yo estaré contigo donde quiera que vayas» (Josué 1:9). Dios le concedió su presencia en todo momento y en todo lugar donde fue. Salomón pidió sabiduría para gobernar al pueblo de Israel, y Dios le convirtió en el hombre más sabio de toda la tierra. ¡Permanece en la fe y la comunión en el Señor y verás tu galardón llegar!
VIVIERON CON ‘COM-PASIÓN’ Y MURIERON SEGÚN SU MISERICORDIA
Estoy convencido que vivieron con pasión el tiempo que les tocó vivir y tuvieron compasión de sus semejantes. Lo más probable es que Lamec formase parte del ‘equipo de construcción’ del Arca de Noé, ya que vivió 95 de los 100 años que duró su construcción. Sin duda alguna, también formó parte del ‘Equipo de Evangelización’ que presentaba el plan de salvación de Dios a un mundo incrédulo, que presenciaba como Noé y su familia construían un arca para librar del juicio venidero próximo, a todo aquel que quisiera subirse y confiar en la palabra de Noé. La misericordia de Dios permitió que ni Matusalén ni Lamec vivieran aquella gran mortandad.
TODOS ENTRARON Y PERMANECEN EN SU «REPOSO»
Ya comentamos cómo el nombre de Noé significa «descanso, reposo», y fue llamado así por sus padres por entender proféticamente que a través suyo Dios daría reposo a la tierra y sus moradores. Basándonos en lo que la Biblia enseña sobre el descanso o «Reposo de Dios», entendemos que todos los patriarcas entraron en su ‘Reposo’, vivieron en él, y permanecen actualmente en él.
Así mismo nosotros, aquellos que hemos creído en Cristo, hemos entrado y estamos en su Reposo. La Palabra nos insta a ser fieles a la Revelación de Jesucristo y permanecer en su Reposo tranquilos y en el ‘SHALOM’ del Señor.
Momento de Reflexión:
¿De qué manera piensas que la luz de Dios debería verse reflejada en ti, por aquellos que te rodean?
¿Ya sabes cual es el galardón que Dios tiene preparado para ti aquí en la tierra por tu fidelidad?
¿Ya vives tu vida con gozo en el Reposo de Dios, mientras estás a este lado de la Eternidad?