Читать книгу Contratos - Freddy Escobar Rozas - Страница 13

Оглавление

I. ANÁLISIS ECONÓMICO

La economía estudia, en términos generales, las decisiones que adoptan las personas, las organizaciones y los Estados en torno a la producción y a la asignación de “recursos valiosos de naturaleza finita” (Becker, 1976, pp. 4-5). Estos recursos pueden ser materiales (p.e. automóviles, terrenos) o inmateriales (p.e. ideas, algoritmos).

No existe parámetro objetivo alguno que defina qué recursos tienen valor. Las diversas y cambiantes preferencias personales definen, en cada momento, qué recursos tienen valor.

La economía parte de una serie de supuestos.

Primero: las personas actúan para obtener beneficios, sea de naturaleza material, sea de naturaleza emocional (Wheelan, 2002, p. 6)1. Si B decide pagar $1’000,000 a C por las acciones representativas del capital de X, B obtiene un beneficio de naturaleza material: el derecho de recibir dividendos de X. Empero, si B decide donar $10,000 a D con el fin de cubrir el costo de la intervención quirúrgica Y, B obtiene un beneficio de naturaleza emocional: el alivio de la angustia causada por el deterioro de la salud de D2.

A pesar de que actúan para obtener beneficios, las personas no siempre logran lo que se proponen.

Las personas requieren tener acceso a información relevante para poder tomar decisiones adecuadas, beneficiosas3. ¿Debe C vender las acciones representativas del capital de X al precio ofrecido por B? A fin de poder tomar una decisión adecuada, beneficiosa, C requiere tener acceso a información sobre los precios ofrecidos por compradores de “acciones comparables”. Si resulta que el precio ofrecido por B es inferior a los precios indicados, C debe efectuar una contraoferta o simplemente esperar la oferta de algún otro comprador. Aceptar la oferta de B sin antes obtener la información referida no parece prudente.

El acceso a información relevante no garantiza, empero, la toma de decisiones adecuadas, beneficiosas.

Los mercados suelen ser extremadamente dinámicos e intensos. Por tal razón, vendedores y compradores suelen exigir respuestas inmediatas. Sin embargo, obtener y procesar información relevante requiere tiempo; realizar un análisis comparativo de los costos y de los beneficios de las diversas opciones disponibles también. Desafortunadamente, los mercados no siempre conceden a vendedores y compradores el tiempo que requieren para estar en condiciones de tomar decisiones adecuadas, beneficiosas.

Existe una circunstancia adicional que puede afectar la toma de decisiones adecuadas, beneficiosas: la presencia de sesgos cognitivos.

El cerebro de las personas opera de dos modos distintos. A veces lo hace de forma rápida y automática, sin esfuerzo (o con muy poco esfuerzo), sin contrastar la información, sin evaluar la evidencia, sin considerar los costos y los beneficios. En estos casos, el cerebro confía en el pasado, por lo que activa un mecanismo que asocia situaciones presentes (A,B) con experiencias pasadas (X,Y). Debido a que las situaciones presentes pueden diferir sustancialmente de las experiencias pasadas, el cerebro puede obtener conclusiones incorrectas y, por consiguiente, tomar decisiones incongruentes, irracionales. Otras veces, empero, lo hace de forma pausada, invirtiendo esfuerzo en la labor de contrastar la información, de evaluar la evidencia, de considerar los costos y los beneficios. En estos casos, el cerebro no confía en el pasado, por lo que, en lugar de activar el mecanismo de asociación indicado, activa un mecanismo alternativo: el de la reflexión analítica. Debido a que las situaciones presentes son analizadas sin el condicionamiento de las experiencias pasadas y a la luz de la reflexión analítica, el cerebro puede obtener conclusiones correctas y, por consiguiente, tomar decisiones congruentes, racionales (Kahneman, 2011, pp. 20-21)4.

El hecho que algunas veces las personas (i) no accedan a la información relevante, (ii) no cuenten con el tiempo suficiente, o, (iii) sufran los efectos de los sesgos cognitivos, no implica, empero, que aquellas no intenten, con los recursos que poseen y bajo las circunstancias que las rodean, obtener beneficios. Las personas actúan en función de un impulso básico: incrementar su nivel de bienestar, satisfaciendo sus demandas materiales, emocionales y morales. Algunas veces logran lo que desean, otras no.

Segundo: las personas consideran tanto costos como beneficios (Wheelan, 2002, p. 10). Debido a que todas las acciones imponen costos y otorgan beneficios (ciertos o potenciales), las personas prestan atención, sea de modo explícito o de modo implícito5, a ambos factores de la ecuación. F desea adquirir una computadora personal. La tienda A, ubicada a pocas cuadras de su casa, ofrece la computadora PC a $500. La tienda B, ubicada a 250 km de su casa, ofrece esa misma computadora a $450. Para tomar una decisión adecuada, beneficiosa, F no solo requiere comparar los precios ofrecidos por las tiendas, sino también los costos de desplazamiento a cada una de ellas. Si F se desplaza a la tienda A, no usará su auto y dedicará X minutos de su tiempo. En cambio, si F se desplaza a la tienda B, sí usará su auto y dedicará X+N minutos de su tiempo. Intuitivamente, podemos concluir que el costo de desplazarse a la tienda B es más alto que el costo de desplazarse a la tienda A, pues F tendrá que adquirir gasolina y tendrá que renunciar a realizar actividades alternativas en el lapso N. Solo si el costo de la gasolina y el costo de oportunidad de las actividades en cuestión ascienden a $49 o menos, la decisión de comprar la computadora en la tienda B será correcta6.

El análisis costo-beneficio es realizado por cada persona de manera explícita o de manera implícita (sobre la base de la experiencia)7. Obviamente nada garantiza que el análisis en cuestión sea correcto siempre. Las personas cometen errores (Wheelan, 2002, p. 9).

Tercero: las personas responden a incentivos (Wheelan, 2002, p. 27). Desde la niñez, las personas aprenden que los padres recurren a premios y a castigos para incentivar y desincentivar, respectivamente, ciertos comportamientos. B desea que B1, su menor hijo, obtenga mejores notas en matemáticas. B ofrece un premio: un iPhone de última generación si es que B1 logra una “A” en matemáticas. Como este aparato es valioso para los niños, B1 se dedica a estudiar matemáticas y logra una “A”. Sin embargo, luego de recibir el iPhone, B1 no se dedica a estudiar matemáticas y solo logra una “C”. Esta vez B no ofrece premio alguno. Esta vez B anuncia una amenaza: si las notas no mejoran, B1 pierde el iPhone.

Por razones monetarias, emocionales y morales no es posible recurrir siempre a premios, ni siempre a castigos. Las personas, las organizaciones y los Estados requieren recurrir tanto a incentivos como a desincentivos.

Como las personas actúan para incrementar su nivel de bienestar, aquellas responderán a los incentivos y a los desincentivos en función de los beneficios y de los costos comparativos. Imaginemos que el Estado desea incentivar el pago anticipado del Impuesto Predial ofreciendo un beneficio: descuento por pago anticipado. Si la deuda por el impuesto en cuestión asciende a $100 y el descuento indicado asciende a $5, B realizará el pago anticipado solo si tiene $100 en un depósito bancario a una tasa efectiva anual menor a 5%. Imaginemos, ahora, que el Estado desea desincentivar el no pago oportuno del Impuesto Predial imponiendo una sanción: multa por no pago oportuno. Si la deuda por el impuesto en cuestión asciende a $1,000 y la multa indicada asciende a $200, C realizará el pago oportuno solo si tiene $1,000 en un fondo que genera una ganancia menor al 20%8.

Generalmente, las personas tienen intenciones loables cuando deciden emplear incentivos. Desafortunadamente, sin embargo, los incentivos pueden tener efectos opuestos a los deseados. Los políticos son expertos en demostrar la veracidad de esta afirmación. A inicios de la década de los noventa, el gobierno mexicano decide implementar un programa de reducción de los niveles de contaminación de México D.F. Ese programa consiste en imponer restricciones a la circulación de los vehículos, de modo que solo puedan transitar ciertos días de la semana (en función del número de sus placas). Debido a la considerable extensión territorial de México D.F. y a las limitaciones del servicio de transporte público, una gran cantidad de personas decide implementar estrategias diversas para evitar las restricciones indicadas: algunas personas adquieren vehículos adicionales; otras personas, acostumbradas a reemplazar cada cierto tiempo sus vehículos usados, adquieren vehículos nuevos sin deshacerse de sus vehículos usados.

Las estrategias indicadas colocan más vehículos en las pistas de México D.F. Lo que es peor, la proporción de vehículos usados (que son los que más contaminan) se incrementa. Hacia 1995, un estudio demuestra que los niveles de consumo de gasolina en México D.F. son, cada vez, más altos. Poco tiempo después de publicado el estudio, el programa es desactivado (Wheelan, 2002, p. 30).

II. MERCADOS

Los mercados son esquemas sociales que permiten a compradores y vendedores realizar transacciones de intercambio de todo tipo de recursos: productos, servicios, ideas, etc.9.

Los mercados son generalmente competitivos, en la medida que facilitan la interacción de una cantidad significativa de vendedores y de compradores que persiguen sus propios intereses y que, por tanto, no tienen la capacidad de fijar unilateralmente los precios (Pindyck y Rubinfeld, 2013, p. 8).

Los mercados competitivos permiten que vendedores y compradores, a través de la oferta y de la demanda, decidan qué recursos se producen y a qué precios. Por lo tanto, los mercados en cuestión garantizan la existencia de recursos valiosos para todas las personas (Becker, 2008, p. 3)10.

Los mercados competitivos poseen características especiales que permiten su desarrollo y expansión. La más importante es la que permite generar una tendencia hacia un equilibrio entre lo que se produce y lo que se demanda. Esa tendencia sostiene la estabilidad de los precios.

Los vendedores incurren en costos para producir cada unidad del recurso que ofrecen en el mercado relevante (automóviles, computadoras). Debido a que actúan para obtener ganancias, el precio que demandan a los compradores se compone de (i) costo de producción y (ii) margen de utilidad. Generalmente, el costo de producción se incrementa por cada unidad adicional que se produce. Si B desea producir 100 frascos de yogurt al día, B requerirá X trabajadores. Pero si B desea producir 200 frascos de yogurt al día, B requerirá X+N trabajadores. Por lo tanto, producir unidades adicionales de un recurso determinado exige incrementar el precio (salvo que el margen de ganancia sea reducido o eliminado). En consecuencia, en términos gráficos, la oferta presenta una curva ascendente:


Los compradores tienen restricciones presupuestarias y preferencias disímiles. En base a las restricciones y a las preferencias en cuestión, están dispuestos a pagar un precio máximo por cada recurso. Usualmente si el precio de un recurso disminuye, los compradores están dispuestos a comprar más unidades. Inversamente, si el precio del recurso aumenta, los compradores están dispuestos a comprar menos unidades o simplemente a no comprar. En consecuencia, en términos gráficos la demanda presenta una curva descendente:


Los vendedores desean tener certeza sobre cuántas unidades han de producir, pues solo así pueden controlar sus costos y determinar si su negocio es rentable. Los compradores, por su parte, desean tener certeza sobre los precios que han de pagar, pues solo así pueden planificar sus gastos y controlar sus presupuestos. ¿Cómo concilian sus intereses?

Las curvas de la oferta y de la demandan se cruzan siempre en un punto. En ese punto, la cantidad de unidades ofrecida es exactamente igual a la cantidad de unidades demandada. Si los vendedores deciden producir solamente esa cantidad de unidades demandada, entonces el precio se mantiene estable, pues, al no existir exceso de oferta ni de demanda, no se producen presiones para incrementarlo o reducirlo. A ese precio establece se le denomina “precio de equilibrio”.

En términos gráficos:


El “precio de equilibrio” del producto es N, pues a ese precio la cantidad de unidades que se ofrece es exactamente igual a la cantidad de unidades que se demanda.

En términos generales, los precios no muestran estabilidad por periodos prolongados. En algunos mercados especiales, como los mercados centralizados de valores11, los precios pueden variar cada hora o cada segundo.

Una amplia gama de eventos aparentemente inconexos puede provocar cambios graduales o repentinos en los precios. Una catástrofe natural, por ejemplo, puede impedir que productores de trigo del País 1 exporten ese producto, que se genere escasez temporal en el País 2 y que, por consiguiente, se incrementen los precios de diversos productos en este último país.

Los precios trasladan información valiosa a los diferentes participantes de los mercados. Esa información permite coordinar de forma espontánea las acciones de dichos participantes.

Si B, productor del recurso X, reduce en 50% el suministro de ese recurso al mercado Z debido a que encuentra una oportunidad de negocio más rentable en el mercado Y, se producirá un efecto absolutamente natural: incremento del precio del recurso X en el mercado Z. El efecto en cuestión trasladará información valiosa: en el mercado Z existe, en términos comparativos, mayor escasez del recurso X. Esa información influenciará la conducta de tres grupos: (i) compradores del recurso X en el mercado Z; (ii) productores de sustitutos del recurso X en el mercado Z; y, (iii) productores del recurso X en diversos mercados.

Los compradores del recurso X demandarán menores cantidades de ese recurso o mayores cantidades de los sustitutos de ese recurso; los productores de tales sustitutos incrementarán sus precios o producirán más unidades; los productores del recurso X en otros mercados ingresarán al mercado Z. Para adaptarse a la nueva circunstancia, los integrantes de los tres grupos indicados no necesitarán (i) conocer las razones por las que se incrementa el precio del recurso X en el mercado Z, ni (ii) negociar sus diferentes respuestas. Para adaptarse a la nueva circunstancia, los integrantes de los tres grupos indicados solamente necesitarán conocer un hecho: el incremento del precio del recurso X en el mercado Z.

Los precios, en consecuencia, trasmiten información valiosa. Esta información permite coordinar, de manera espontánea, las acciones de los diversos participantes del mercado (Hayek, 1945, p. 526).

Los mercados poseen otras características especiales.

Primero: se autocorrigen. Los mercados asignan los recursos en base al sistema de precios libres. Esto significa que los recursos son adquiridos por los compradores que pagan los precios demandados por los vendedores. En los sistemas centralizados, los precios son fijados ex ante por el gobierno. Y los compradores que adquieren los recursos son aquellos que tienen la fortuna de tener contactos con los burócratas del régimen.

Eventualmente, los vendedores pueden incrementar los precios demandados. Por ejemplo, un gremio de productores de petróleo puede acordar la disminución de los niveles de producción y, de esta forma, generar un incremento en el precio del petróleo. Si esto ocurre, sin embargo, los compradores adquirirán menos petróleo. Los productores que no pertenecen al gremio en cuestión, por otro lado, extraerán más petróleo debido a que el incremento en el precio de este recurso les permite cubrir sus costos de producción y obtener la rentabilidad esperada. Transcurrido un lapso de tiempo, el precio del petróleo disminuirá debido a la menor demanda y a la mayor oferta12.

Los mercados, en consecuencia, tienden hacia el equilibrio de oferta y demanda.

Segundo: emplean dinero y, por consiguiente, son eficientes. Los precios que demandan los vendedores y que pagan los compradores se encuentran fijados en dinero (sea producido por el Estado, sea producido por el mercado)13. El dinero reduce de manera significativa los costos del intercambio de los recursos. B puede tener excedentes de trigo y requerir lácteos. C, por otro lado, puede tener excedentes de lácteos y requerir trigo. En un mundo sin dinero, si es que B y C no se encuentran en contacto, B y C tendrán que incurrir en costos para encontrar la oportunidad de realizar una transacción (de intercambio de sus recursos). Esos costos pueden ser más altos que los beneficios derivados de tal transacción. El dinero elimina los costos en cuestión.

En efecto, en un mundo con dinero, B puede vender el excedente de trigo a C o a cualquier otro comprador, ya que con el dinero que obtenga puede adquirir los lácteos que necesita de C o de cualquier otro vendedor. C también puede vender el excedente de lácteos a B o a cualquier otro comprador, ya que con el dinero que obtenga puede adquirir el trigo que necesita de B o de cualquier otro vendedor.

En un mundo sin dinero, B necesariamente tendrá que recurrir a C, y C necesariamente tendrá que recurrir a B (o a otras personas interesadas en permutar trigo por lácteos). El dinero permite que B y C no dependan el uno del otro y, por consiguiente, permite que B y C tengan un mayor grado de libertad14.

Los mercados, en consecuencia, reducen los costos del intercambio de recursos.

Tercero: incrementan el nivel de bienestar social. Los vendedores y los compradores realizan transacciones para obtener beneficios. Si B está dispuesto a transferir 100 kg de trigo a cambio de $1,000 es porque valora más esa suma de dinero. Si D está dispuesto a pagar $1,000 a cambio de 100 kg de trigo es porque valora más esa cantidad de trigo. Los mercados facilitan la realización de transacciones de intercambio y, por lo tanto, permiten que los vendedores y los compradores obtengan los recursos que más valoran.

Los mercados, en consecuencia, son beneficiosos para la organización social.

Cuarto: generan eficiencia (cuantitativa y cualitativa). Los vendedores tienen la tendencia (natural y legítima) de intentar obtener las ganancias más altas posibles. Para que tal cosa ocurra, los vendedores necesitan capturar las mayores cuotas de mercado posibles. En la medida que compiten entre sí, los vendedores requieren diferenciarse a efectos de obtener las preferencias de los compradores. En términos generales, los vendedores intentan diferenciarse entre sí ofreciendo (i) menores precios o (ii) mejores condiciones. Ambas estrategias benefician a los compradores, en la medida que generan que estos paguen (i) precios menores por los mismos recursos; o, (ii) precios iguales por mejores recursos.

Los mercados, en consecuencia, producen mejoras cuantitativas y cualitativas.

Los mercados son responsables del asombroso incremento cualitativo en las condiciones de vida de las personas15. Retrocedamos 200 años. En ciertas regiones de Europa, Asia y América, una persona vive, en promedio, con USD 3 (a valor presente). Una mujer aspira, con suerte, a 2 años de educación. Si decide ser madre, sus probabilidades de morir en el parto son altas: 40%. Un hombre puede razonablemente tener una expectativa de vida de 40 años.

La población mundial actual es 6.5 veces mayor a la de hace 200 años; no obstante ello, el panorama es radicalmente distinto. En las mismas regiones de Europa, Asia y América, una persona vive, en promedio, con USD 110. Una mujer aspira regularmente a 15 años de educación. Si decide ser madre, sus probabilidades de morir en el parto son bajas: menos de 1%. Un hombre puede razonablemente tener una expectativa de vida de 80 años (McCloskey, 2010, pp. 1-3)16.

III. DECISIONES

Algunas veces, los mercados ofrecen opciones de inversión con “beneficios ciertos”17. El mercado bancario, por ejemplo, ofrece tasas de interés fijas para los depósitos. Las personas solo necesitan comparar el monto de esas tasas para tomar las decisiones que les permitan obtener la mayor utilidad posible.

Otras veces, los mercados ofrecen opciones de inversión con “beneficios ciertos” y con “beneficios inciertos”. El mercado de capitales, por ejemplo, ofrece instrumentos con retornos fijos (bonos) e instrumentos con retornos variables (acciones). Las personas, por tanto, necesitan comparar la “rentabilidad cierta” de los bonos con la “rentabilidad probable” de las acciones para tomar las decisiones que les permitan obtener la mayor “utilidad esperada” posible.

Cuando las personas necesitan elegir entre “beneficios ciertos” y “beneficios inciertos”, aquellas pueden actuar con (i) neutralidad al riesgo; (ii) renuencia al riesgo; o, (iii) preferencia al riesgo.

La neutralidad al riesgo supone que las personas no prefieren una opción sobre la otra: el “beneficio cierto” de obtener $100 y el “beneficio probable” de obtener $100 (10% x $1,000) son equivalentes. En cambio, la renuencia al riesgo y la preferencia al riesgo suponen que las personas prefieren una opción sobre la otra. En el primer caso, las personas prefieren el “beneficio cierto” de obtener $100 sobre el “beneficio probable” de obtener $100 (10% x $1,000); mientras que en el segundo caso, las personas prefieren el “beneficio probable” de obtener $100 (10% x $1,000) sobre el “beneficio cierto” de obtener $100 (Cooter y Ullen, 1997, pp. 70-73).

Imaginemos que B tiene la posibilidad de invertir en bonos emitidos por la Compañía C o en acciones representativas del capital social de la Compañía D. Los bonos ofrecen una “ganancia cierta”: pago de $50 a título de intereses compensatorios18. Las acciones, en cambio, ofrecen una “ganancia incierta”: 50% de probabilidad de recibir $100 a título de dividendos19. En el primer caso, el “beneficio cierto” asciende a $50. En el segundo, caso el “beneficio esperado” asciende también a $50 (50% x $100)20. Si B considera que ambas opciones de inversión son equivalentes, entonces B muestra neutralidad al riesgo. Si B considera que la opción de inversión en bonos es la más atractiva, entonces B muestra renuencia al riesgo. Si B considera que la opción de inversión en acciones es la más atractiva, entonces B muestra preferencia al riesgo (Pindyck y Rubinfeld, 2013, p. 187).

Generalmente, las personas muestran renuencia al riesgo.

Las decisiones pueden ser eficientes o ineficientes. Son eficientes cuando los beneficios que generan exceden a los costos que imponen. Son ineficientes cuando los costos que imponen exceden a los beneficios que generan. Si la Compañía C toma la decisión de invertir $100 para producir el recurso X y el valor esperado de la venta de ese recurso es de $13621, entonces dicha decisión será eficiente. Pero si la Compañía D toma la decisión de invertir $100 para producir el recurso Z y el valor esperado de la venta de ese recurso es de $8222, entonces dicha decisión será ineficiente.

Los costos y los beneficios de las decisiones no siempre afectan de manera simétrica a las personas. En la vida real, es usual que las decisiones generen (i) beneficios para unas personas y (ii) costos para otras personas. Si es que B toma la decisión de demoler su casa de dos pisos para construir un edificio de departamentos de veinte pisos, es claro que B asumirá costos y obtendrá beneficios. Sus vecinos C, D y E, sin embargo, solamente asumirán costos. En efecto, B asumirá los costos monetarios de la demolición de la casa y de la construcción del edificio, y obtendrá las ganancias monetarias de la venta de los departamentos. Presumiblemente, las referidas ganancias excederán a los costos en cuestión. Sus vecinos C, D y E, empero, solamente asumirán costos no monetarios: contaminación sonora, contaminación ambiental, etc.

Existen, en teoría, dos criterios para determinar si una decisión que afecta a más de una persona es o no eficiente.

El primer criterio, creado por Vilfredo Pareto23, postula dos estándares para determinar si una decisión es eficiente: “Pareto Superior” y “Pareto Óptimo”. El primer estándar indica que una decisión es eficiente si genera beneficios a B sin afectar a C, D, E, F, etc. El segundo estándar indica que una decisión es eficiente si genera beneficios a B y dichos beneficios no pueden ser incrementados por ninguna otra decisión. Mientras el primer estándar se aplica a una decisión que compara una asignación inicial de recursos (Ai) con una asignación subsecuente de recursos (As) 24, el segundo estándar se aplica a una decisión que compara una asignación inicial de recursos (Ai) con todas las posibles asignaciones subsecuentes de recursos (Asa, Asb, ... Asn)25.

El segundo criterio, creado por Nicholas Kaldor26 y John Richard Hicks27, postula que una decisión es eficiente si genera beneficios a B y esos beneficios exceden a las pérdidas de C, D, E, etc. 28. Este criterio, sin embargo, no exige que las referidas pérdidas sean efectivamente compensadas29 a C, D, E, etc.

Imaginemos que la autoridad de transporte planea construir un puente que conecte a los poblados X y Z. Imaginemos, además, que ese puente beneficiará a las personas que habitan los poblados en cuestión. Imaginemos, finalmente, que para construir el puente, B y C deberán perder sus terrenos sin recibir compensación alguna. Bajo el criterio Pareto, la decisión de construir el puente no será eficiente, pues si bien incrementará el bienestar de las personas que habitan los poblados X y Z, disminuirá el bienestar de B y C. Bajo el criterio Kaldor-Hicks, la decisión de construir el puente será eficiente si (i) los beneficios obtenidos por las personas que habitan los poblados indicados ascienden a $100 y (ii) las pérdidas sufridas por B y C ascienden a $100 – N.

IV. CONTRATOS

Los contratos son los elementos del sistema económico que permiten el desarrollo de los mercados. Así como un invento incentiva la creación de una cadena de inventos subsecuentes que posibilitan el desarrollo constante de las industrias30, un contrato incentiva la celebración de una cadena de contratos subsecuentes que posibilitan el desarrollo continuo de los mercados.

Imaginemos que B recibe, a título de herencia, la propiedad de un terreno ubicado en el Valle Sagrado de los Incas (Cuzco). Imaginemos, además, que existen tres interesados en adquirir la propiedad en cuestión: C, D y E. C pretende construir una casa de campo y está dispuesto a pagar $100,000. D pretende cultivar trigo y está dispuesto a pagar $150,000. E pretende construir un hotel y está dispuesto a pagar $200,00031. Imaginemos, finalmente, que B opta por transferir la propiedad del terreno a E, pues, por distintas razones, valora más el dinero que la propiedad en cuestión.

¿Cuáles son los efectos que el contrato celebrado entre B y E produce en el mercado?

En primer lugar, el contrato permite que B obtenga $200,000. Con esta suma, B estará en condiciones de adquirir un bien que pueda usar de forma inmediata (por ejemplo, un departamento o un automóvil), realizar una inversión en un negocio o efectuar un viaje de turismo. En todos estos casos, B generará oportunidades para que terceros incorporen sus recursos (bienes, servicios) al mercado y, por tanto, obtengan ganancias.

En segundo lugar, el contrato permite que E obtenga la propiedad del terreno. Con este bien E estará en condiciones de empezar a contratar arquitectos, ingenieros y decoradores para el diseño, construcción y decoración del hotel. Posteriormente, E estará en condiciones de contratar a todo el personal necesario para la atención de los huéspedes del hotel. En todos estos casos, E generará oportunidades para que terceros incorporen sus recursos (bienes, servicios) al mercado y, por ende, obtengan ganancias.

Cada contrato celebrado genera, sino la necesidad, la oportunidad para que se incorporen recursos adicionales a los diferentes mercados.

Cuando los terceros incorporan sus recursos a la cadena de intercambios, los mercados se expanden. Este hecho es beneficioso por dos razones. Primera: porque permite que las personas que incorporan sus recursos a la cadena en cuestión obtengan ganancias e incrementen sus niveles de bienestar. Segunda: porque permite que el Estado reciba impuestos por esas ganancias.

Un contrato, en consecuencia, no solo beneficia a las partes, en la medida que permite que obtengan los recursos que desean; también beneficia a la organización social, en la medida que genera las condiciones para que las partes realicen intercambios subsecuentes con terceros. Esos intercambios permiten que los terceros agreguen sus recursos a los mercados y fomenten el incremento de la producción en general.

Tanto los terceros como el Estado se benefician con los intercambios antes indicados, en la medida que obtienen ingresos (ganancias e impuestos).

Los mercados requieren que los contratos sean legalmente exigibles, pues solamente bajo ese estado de cosas las personas tendrán incentivos para generar excedentes. B produce más trigo del que necesita para su consumo solamente porque C, D y E asumen el compromiso de adquirir ese producto. B sabe ex ante que si C, D y E no cumplen ese compromiso, B puede demandar la ejecución forzada o el pago de una indemnización. El riesgo de incumplimiento de C, D y E se encuentra, por tanto, controlado. Pero si, por alguna extraña razón, el sistema legal establece que el incumplimiento de compromisos de adquirir trigo no habilita a demandar la ejecución forzada ni el pago de una indemnización, B no tendrá incentivos para generar excedentes: ¿por qué incurrir en costos de producción si C, D y E pueden incumplir su compromiso de adquisición con toda impunidad?

Generalmente, los contratos que se celebran en los mercados contemplan pagos diferidos o, en otras palabras, “financiamiento” (directo o indirecto). Las personas que adquieren acceso a energía eléctrica, agua, Internet o televisión por cable, pagan en el futuro lo que consumen en el presente. Las personas que prestan sus servicios reciben en el futuro lo que aportan en el presente. En el primer caso, los proveedores financian a los consumidores. En el segundo caso, los locadores financian a los comitentes.

La contratación con pagos diferidos es socialmente valiosa porque permite maximizar la producción. Si los mercados solo operan con contratos con pagos inmediatos, (i) los compradores solo demandan activos que puedan adquirir al contado (X); y, (ii) los vendedores solo producen esos activos (X). Pero si los mercados operan tanto con contratos con pagos inmediatos como con contratos con pagos diferidos, (i) los compradores demandan tanto activos que puedan adquirir al contado (X), como activos que no puedan adquirir al contado (Y); y, (ii) los vendedores producen ambos activos (X+Y). Por tal razón, el consumo y la producción se expanden de forma constante (Harari, 2015, pp. 309 y 310).

Los contratos cumplen una función económica crítica: asignar los recursos a las personas que más los valoran en un momento determinado.

Los contratos de ejecución en el tiempo cumplen, además, otra función económica crítica: asignar los riesgos a las personas que pueden tolerarlos a menor costo.

Estas dos funciones económicas no solamente promueven la eficiencia de los mercados; también explican la existencia de regulación legal en materia contractual.

V. ASIGNACIÓN DE RECURSOS

Los recursos son valiosos en función de la utilidad que generan para las personas32. Esa utilidad es determinada por las necesidades y las preferencias de estas últimas. Esas necesidades y preferencias cambian a lo largo del tiempo (a veces de forma gradual, a veces de forma abrupta).

En todas las sociedades, los recursos circulan, con menor o mayor intensidad, en función de las leyes de los mercados. De forma diaria, millones de vendedores y de compradores realizan millones de transacciones sobre millones de productos. ¿Por qué B decide transferir 100 kg de trigo a C a cambio de $10,000?

La respuesta a la pregunta formulada es simple: el mayor valor del dinero.

B tiene un recurso (trigo), pero desea otro recurso (dinero). B decide transferir el recurso que tiene a cambio del recurso que desea porque valora más el recurso que desea que el recurso que tiene. Evidentemente, para que la transacción se realice, es necesario que C decida transferir $10,000 a cambio de 100 kg de trigo. Y para que esto ocurra, es necesario que C valore más el recurso que desea (trigo) que el recurso que tiene (dinero).

Si cada parte valora más el recurso que ofrece la contraparte, entonces ambas celebrarán un contrato. ¿Qué función cumplirá el contrato celebrado? Evidentemente, permitir el intercambio de recursos para que sean utilizados por las personas que más los valoran.

Sabemos que toda acción tiene costos. Para que B y C realicen el intercambio de trigo por dinero, ambos deben, cuando menos, adquirir información (sobre la contraparte, el recurso, etc.) y negociar. Imaginemos que la transacción será ejecutada de forma diferida. En este caso, cada parte necesita adquirir información relevante sobre su contraparte (p.e. ¿cumple sus compromisos?). Asimismo, cada parte necesita contratar asesores que negocien los documentos contractuales (p.e. compraventa, garantía). Las partes, en consecuencia, deben invertir tiempo y dinero. Los costos en los que las partes incurren para adquirir información y negociar un contrato se denominan “costos de transacción”33.

En un mundo sin costos de transacción es suficiente con que cada parte valore más el recurso ofrecido por la contraparte para que el contrato se celebre34. Pero en un mundo con costos de transacción, desafortunadamente, no es suficiente con que cada parte valore más el recurso ofrecido por la contraparte para que el contrato se celebre. Veamos por qué.

Imaginemos que B está dispuesto a transferir el recurso que tiene (90 kg de trigo) a $9035. Imaginemos, además, que C está dispuesto a pagar $110 por ese recurso36 y que no existen costos de transacción. En este escenario, B y C seguramente celebrarán un contrato, pues la brecha que existe entre los precios de reserva ($21) otorga 21 posibilidades de lograr un acuerdo mutuamente satisfactorio. Si B y C pactan un precio de $100, cada uno habrá obtenido un beneficio mayor al esperado: B habrá recibido $10 más de lo que esperaba y C habrá pagado $10 menos de lo que esperaba.

¿Qué ocurre si existen costos de transacción?

Imaginemos que B y C deben asumir, cada uno, costos de transacción ascendentes a $11. Si B debe invertir $11 en obtener información sobre C y en negociar el contrato, B demandará un precio de $101 con el fin de mantener su precio de reserva ($90). Por su parte, si C debe invertir $11 en obtener información sobre B y en negociar el contrato, C ofrecerá un precio de $99 con el fin de mantener su precio de reserva ($110). Evidentemente, B y C no celebrarán contrato alguno.

El análisis efectuado tiene dos implicancias legales.

Primera: los contratos incrementan de forma directa el nivel de bienestar de las partes y de forma indirecta el nivel de bienestar de la organización social, al crear las condiciones necesarias para la realización de intercambios subsecuentes. Tales intercambios permiten agregar recursos a los mercados y, por consiguiente, fomentan el incremento general de la producción. La ley, por lo tanto, debe facilitar la celebración de contratos y garantizar a las partes que sus derechos serán protegidos por el aparato estatal, incluso a través de la coerción.

Segunda: los costos de transacción impiden que las personas accedan a los recursos que más valoran a través de los contratos. Por lo tanto, la ley debe reducir los costos de transacción. A menores costos de transacción, mayores posibilidades de que las personas celebren contratos y accedan a los recursos que requieren para incrementar su bienestar.

Una de las formas más sencillas de reducir los costos de transacción consiste en diseñar las reglas legales en función de las soluciones que las personas razonablemente adoptarán37.

VI. ASIGNACIÓN DE RIESGOS

6.1. Incertidumbre

No existe actividad humana inmune a la incertidumbre. La posibilidad de que ocurra un evento que genere consecuencias adversas forma parte del escenario natural y habitual en el que las personas realizan sus actividades.

Las catástrofes naturales y los accidentes suelen generar pérdidas humanas y económicas a gran escala. En muchos casos, la magnitud de los daños ocasionados por terremotos, huracanes o explosiones de plantas nucleares puede alcanzar un porcentaje considerable del producto bruto interno de toda una nación.

Pero las catástrofes naturales y los accidentes no poseen el monopolio del daño. Eventos generados por las fuerzas del mercado (p.e. cambios en los precios) o por las fuerzas del Estado (p.e. cambios en las normas) pueden provocar pérdidas a gran escala, aun cuando tales eventos no sean “extraordinarios”, “irregulares”, “imprevisibles”. Dependiendo de la actividad que se realice, cualquiera de los eventos en cuestión puede generar, en términos individuales, efectos adversos comparables a los producidos por una catástrofe natural o un accidente.

El mundo de los negocios es particularmente riesgoso. No en vano en algunos mercados desarrollados 8 de cada 10 nuevas empresas quiebran en los primeros 18 meses.

Nos encontramos en el año 2010. Ningún director del Korea Development Bank tiene razones para anticipar que Hanjin Shipping Co., la séptima naviera más grande del mundo quebrará en unos pocos años. Por tal razón, ningún director del Korea Development Bank se opone a financiar las operaciones de Hanjin Shipping Co.

En la década 1990 – 2000, la ratio de crecimiento del comercio mundial duplica la ratio de crecimiento de la economía global. El incremento del número de operaciones de importación y de exportación alcanza una tasa notable: 14%. No existe razón para no ser optimista sobre el futuro de Hanging Shipping Co. Las tendencias políticas y económicas globales permiten apostar por un flujo cada vez más intenso de importaciones y exportaciones a nivel intercontinental. Pronto, sin embargo, dos factores ajenos a la realidad coreana inician la debacle de Hanging Shipping Co. Primero: la crisis política de ciertos países árabes provoca un incremento en el precio del petróleo y, por tanto, en el costo de los fletes internacionales. Segundo: la crisis de la deuda europea afecta severamente la demanda de productos de otros continentes y, por tanto, la demanda de transporte marítimo. A partir del 2012, el comercio internacional solo crece a una tasa del 1%. A causa de estos factores, los ingresos de Hanging Shipping Co. se deterioran de forma rápida y significativa, al extremo de no poder pagar sus deudas financieras.

En septiembre de 2016, los directores del Korea Development Bank no pueden postergar más la única salida a la crisis de Hanging Shipping Co. y deciden iniciar el procedimiento de quiebra de la naviera. Su apuesta por el sostenido crecimiento del comercio mundial resulta, pues, incorrecta.

Las transacciones contractuales, en general, y las vinculadas al mundo de los negocios, en particular, están sometidas a una multiplicidad de riesgos. Desde el momento en el que las partes toman contacto para iniciar negociaciones hasta el momento en el que deben ejecutar lo pactado, los riesgos asechan, amenazan y eventualmente dañan.

En la etapa de negociación se presenta un riesgo que emana de la asimetría informativa: el riesgo de ocultamiento de información relevante (hidden information risk). La parte que posee información superior puede actuar de manera deshonesta y no revelar a la otra la existencia de un hecho que afecta el valor del activo negociado. La otra parte puede descubrir la existencia de ese hecho demasiado tarde, después de adquirir el activo en cuestión.

En la etapa de ejecución se presenta una amplia y variada gama de riesgos. Algunos afectan a la contraparte: riesgo de incumplimiento, riesgo de sobreendeudamiento, riesgo de pérdida de ingresos, riesgo de insolvencia. Otros afectan al recurso subyacente de la transacción: riesgo de pérdida de valor, riesgo de contingencias ocultas. Otros afectan al entorno institucional: riesgo de cambios legales, riesgo de cambios en los mercados relevantes, riesgo de cambios en los precios de las monedas.

Los contratos pueden otorgar cobertura contra todos los riesgos descritos. En el capítulo III exploraremos las estrategias que adoptan los sistemas legales y los mercados a efectos de reducir y de distribuir los riesgos en cuestión. En este capítulo analizaremos cómo los contratos permiten asignar diversos riesgos, a diferentes niveles.

El riesgo de variación de precios de mercado y el riesgo de catástrofes naturales y de atentados terroristas presentan notables diferencias. El primero es de carácter general, en tanto afecta a todas las transacciones con pagos diferidos, sin que sea relevante el tipo de contrato (p.e. compraventa, locación de servicios) o el tipo de recurso (p.e. automóvil, servicios de asesoría). El segundo, por el contrario, no es de carácter general, en tanto solo afecta a las transacciones que se realizan en la zona en la que se produce el terremoto, la inundación o el acto de ataque terrorista. A pesar de que estos riesgos son muy diferentes entre sí, las partes pueden obtener la cobertura que requieren a través de contratos.

6.2. Variación de precios de mercado

Los mercados cambian constantemente, aunque a diferentes velocidades. Los mercados centralizados de valores (acciones, bonos, etc.), por ejemplo, cambian muy rápidamente, al punto que los precios pueden variar en minutos. Los mercados de tierras, por otro lado, cambian muy lentamente, al punto que los precios pueden permanecer estables por meses o años.

Los cambios que se producen en los mercados generan riesgos económicos. Las personas que desean adquirir determinados recursos en el futuro no pueden estar seguras de que el valor (precio) actual de esos recursos permanecerá establece.

En el mundo de los negocios la planificación es crítica. Las empresas necesitan asegurar la adquisición de insumos para iniciar la producción en función de la demanda proyectada. Salvo casos excepcionales, las empresas no consiguen compradores para luego producir; las empresas producen para luego conseguir compradores. Es por eso que los negocios son riesgosos.

C requiere adquirir trigo para iniciar la producción de cerveza. B ofrece a C el suministro periódico de trigo. Asimismo, B concede a C dos opciones: (i) acordar un precio determinable, ascendente al precio de mercado vigente en cierta plaza en cada fecha de entrega del trigo (T+1; T+2; T+3); o, (ii) acordar un precio determinado: $100. Si C elige la primera opción, entonces C pagará un precio mayor o menor a su precio de reserva ($100)38 si el precio de mercado del trigo se incrementa a $110 o se reduce a $90, respectivamente, en cada fecha de entrega. Si C elige la segunda opción, entonces C no pagará un precio mayor a su precio de reserva en ninguna fecha de entrega. El precio determinado ($100) funcionará como seguro contra el riesgo de incremento del precio de mercado.

Cada una de las opciones ofrece beneficios y costos.

Para C, la primera opción es ventajosa porque incluye la posibilidad de pagar un precio inferior al precio de reserva, lo que supone (i) reducir los costos de producción e (ii) incrementar el margen de ganancia. Al mismo tiempo, es desventajosa porque incluye la posibilidad de pagar un precio superior al precio de reserva, lo que supone (i) incrementar los costos de producción y (ii) reducir el margen de ganancia. La segunda opción es ventajosa porque elimina la posibilidad de pagar un precio superior al precio de reserva, lo que implica mantener el control de los costos de producción (presupuestados). Al mismo tiempo, es desventajosa porque elimina la posibilidad de pagar un precio inferior al precio de reserva, lo que implica renunciar a una eventual reducción de los costos de producción y, por ende, a un eventual incremento del margen de ganancia39.

Dependiendo de sus preferencias sobre el riesgo, C elegirá una de las dos opciones. Si B y C celebran un contrato de suministro de trigo a $100, entonces B y C adquieren un seguro contra las variaciones del precio de mercado del trigo en las fechas de entrega: (i) B adquiere un seguro contra el riesgo de que el precio de mercado sea inferior a $100 y (ii) C adquiere un seguro contra el riesgo de que el precio de mercado sea superior a $100. Esto implica que C asume el riesgo de que el precio de mercado sea inferior a $100, mientras que B asume el riesgo de que el precio de mercado sea superior a $100.

Cada parte asume la condición de “proveedor de seguro” de la contraparte.

Si en T+10 el precio es $90, B no sufrirá pérdida alguna, pues recibirá la suma pactada: $100. Incluso si C incumple, B no sufrirá pérdida alguna. En ese escenario, B venderá el trigo en el mercado a $90. Por mandato de la ley, C tendrá que pagar a B, a título de indemnización, la diferencia entre el precio de contrato ($100) y el precio de mercado ($90). Por consiguiente, B obtendrá por el trigo la suma de $100 ($90 + $10). Sea a través del pago del precio pactado o del pago de la indemnización, los efectos de la disminución del precio de mercado serán asumidos por C.

Si en T+20 el precio es $120, C no sufrirá pérdida alguna, pues pagará la suma pactada: $100. Incluso si B incumple, C no sufrirá pérdida alguna. En ese escenario, C comprará el trigo en el mercado a $120. Por mandato de la ley, B tendrá que pagar a C, a título de indemnización, la diferencia entre el precio de mercado ($120) y el precio de contrato ($100). Por consiguiente, C pagará por el trigo la suma de $100 ($120 - $10). Sea a través del cobro del precio pactado o del cobro de la indemnización, los efectos del incremento del precio de mercado serán asumidos por B.

El contrato, por lo tanto, otorga cobertura contra un riesgo crítico: la variación del precio de mercado. Esta cobertura es otorgada a través de la asignación de riesgos. El comprador desea obtener protección contra el riesgo del incremento de ese precio, mientras que el vendedor desea obtener protección contra el riesgo de la disminución de ese precio. El contrato permite que cada parte obtenga cobertura contra el riesgo que la afecta. Esa cobertura no es otorgada por un tercero sino por la contraparte40.

6.3. Desastres naturales y ataques terroristas

Históricamente, los mercados otorgan cobertura contra el riesgo de terremotos, tsunamis, huracanes, inundaciones, incendios y otros desastres naturales, a través de contratos de seguro. En 1992, empero, se produce un evento que altera la dinámica de los mercados. El Huracán Andrew ocasiona pérdidas nunca antes vistas en territorio americano. Solo en el Estado de Florida, más de 163,000 viviendas son destruidas o seriamente dañadas, más de 82,000 negocios son destruidos o seriamente afectados, y más de 5,300 km de líneas eléctricas son destruidas o seriamente dañadas. Los daños totales causados en ese Estado ascienden a USD 25.3 billones.

A causa de la magnitud de los daños mencionados, las compañías de seguro empiezan a enfrentar obstáculos para otorgar coberturas contra el riesgo de catástrofes naturales. Por mandato legal, las compañías de seguro deben obtener reaseguros con la finalidad de eliminar el “riesgo de insolvencia”, esto es, el riesgo de que, por determinadas razones (incremento de la siniestralidad esperada, etc.), no puedan efectuar el pago de las “sumas aseguradas” en las pólizas emitidas. Los reaseguros se convierten en bienes escasos o extremadamente costosos precisamente a causa de los devastadores efectos del Huracán Andrew.

Ante esta coyuntura, las compañías de seguro empiezan a explorar opciones que permitan prescindir de los reaseguros.

El mercado de capitales emerge de inmediato como la opción más atractiva, pues tiene la capacidad de otorgar, en términos comparativos, coberturas más amplias y menos costosas. Los primeros intentos de recurrir al mercado de capitales se remontan a 1992. En ese año, el Chicago Board of Trade ofrece opciones de cobertura (puts y calls) contra el riesgo de ciertas catástrofes en California, Florida y Texas. Esas opciones, sin embargo, no tienen éxito deseado debido a que, entre otras cosas, no garantizan la solvencia de la parte que debe cubrir las pérdidas generadas por las catástrofes (Escobar, 2010, p. 197).

En el año 1994, Hannover Re realiza la primera operación de transferencia del riesgo de una catástrofe natural a los inversionistas que participan en el mercado de capitales. A través del vehículo de propósito especial denominado “Kover”, Hannover Re emite Catastrophe Bonds por USD 85 millones para cubrir el riesgo de que ocurra un terremoto.

Posteriormente, AIG, American Re, Assurances Generales de France, Lehman Re, Swiss Re, Munich Re, Vesta Fire Insurance Group, Zurich Re, Hannover Re, entre otras compañías de seguros, emiten Catastrophe Bonds para transferir a los inversionistas del mercado de capitales el riesgo de que ocurran ciertas catástrofes naturales (terremotos, huracanes, tifones, inundaciones, erupciones volcánicas, etc.) que afecten a determinados activos (puentes, carreteras, plantaciones, fábricas, etc.).

Pronto, sin embargo, las compañías de seguros dejan de tener el monopolio de emisiones de Catastrophe Bonds. En el año 1999, la Oriental Land Company emite Catastrophe Bonds por USD 200 millones para transferir a los inversionistas del mercado de capitales el riesgo de que ocurra un terremoto que afecte al parque de entretenimiento Tokio Disneyland. En el año 2002, Vivendi Universal emite Catastrophe Bonds por USD 175 millones para transferir a los referidos inversionistas el riesgo de que ocurra un terremoto que afecte su estudio de grabación ubicado en California.

Las catástrofes naturales también dejan de tener el monopolio en cuestión. En el año 2003, la Fédération Internationale de Football Association (FIFA) emite Catastrophe Bonds por USD 260 millones para transferir a los inversionistas del mercado de capitales el riesgo de que ocurra un atentado terrorista que afecte la realización del mundial de fútbol de Alemania 200641.

En la actualidad, los Catastrophe Bonds no solamente otorgan cobertura contra catástrofes naturales (desde terremotos hasta impactos de meteoritos) o atentados terroristas; también otorgan cobertura contra pandemias. En el año 2017, el Banco Mundial emite Catastrophe Bonds por USD 320 millones para transferir a los inversionistas del mercado de capitales el riesgo de que ocurra una pandemia (a causa de coronavirus, filovirus, lassa virus, CCHF virus, RFV virus)42.

Los Catastrophe Bonds son instrumentos de deuda sustentados en estructuras complejas, emitidos con la finalidad de transferir a los inversionistas del mercado de capitales el riesgo de que ocurran catástrofes provocadas por la naturaleza (terremotos, inundaciones, incendios, etc.) o por el hombre (ataques terroristas).

Su emisión requiere la realización de los siguientes actos. El originador (p.e. compañía de seguro) constituye un Special Purpose Vehicle (SPV) al que transfiere, mediante contrato, cierto riesgo (ocurrencia de terremoto con epicentro en W, con grado de profundidad X, con magnitud Y, dentro del periodo Z). A cambio de asumir tal riesgo, el SPV cobra una prima. Posteriormente, el SPV emite bonos que contemplan un call que se activa a la ocurrencia del evento objeto del riesgo asegurado. El capital obtenido con la colocación es invertido por el SPV (directamente o a través de un trust) en instrumentos con alta liquidez y rating. Usualmente, la estructura básica contempla el pago de intereses cuatro veces al año y el repago del principal al vencimiento del plazo de los bonos, siempre y cuando no ocurra el riesgo transferido (Cummins, 2008, p. 26).

Si ocurre el riesgo transferido, el SPV entrega al originador las sumas que corresponden a los intereses pendientes de pago, a fin de que este último cubra las pérdidas (reales o acordadas). Si dichas sumas resultan insuficientes, el originador ejerce el call y el SPV realiza las inversiones efectuadas para rescatar el capital y entregarlo a los inversionistas hasta cubrir las pérdidas (reales o acordadas). Si no ocurre el riesgo en cuestión y el plazo de los bonos vence, el SPV realiza de forma automática las inversiones efectuadas para rescatar el capital y entregarlo, sin límites, a los inversionistas (Lee, 2007, p. 3).

VII. FALLAS DE MERCADO

Los mercados no siempre son competitivos. Por diversas razones es posible que presenten “fallas” y, por ende, que no garanticen un nivel adecuado, eficiente, de producción de recursos.

Una primera falla se presenta cuando existe (i) un solo vendedor (monopolio); (ii) un solo comprador (monopsonio); (iii) un grupo “reducido” de vendedores (oligopolio); o, (iv) un grupo “reducido” de compradores (oligopsonio). En todos estos casos, el precio y, por ende, la cantidad (producida) son fijados por una de las partes: la que ofrece o la que demanda. En teoría, ese precio y esa cantidad pueden diferir del precio y de la cantidad que vendedores y compradores fijan en un mercado competitivo.

Una segunda falla se presenta cuando existe “asimetría informativa” entre vendedores y compradores. En teoría, la asimetría en cuestión puede generar que se ofrezca o que se demande una cantidad menor o una cantidad mayor a la que se ofrece o se demanda bajo un escenario de “simetría informativa”.

Una tercera falla se presenta cuando una de las partes no asume todos los costos de sus acciones o cuando una de las partes no obtiene todos los beneficios de sus acciones. En el primer, caso B puede realizar la acción X aun cuando tal acción sea ineficiente debido a que sus costos exceden a sus beneficios. El hecho que B no asuma todos los costos explica por qué eventualmente decide llevar a cabo tal acción. En el segundo caso, C puede no realizar la acción Y aun cuando tal acción sea eficiente debido a que sus beneficios exceden a sus costos. El hecho que C no obtenga todos los beneficios explica por qué eventualmente decide no realizar tal acción.

Una cuarta falla se presenta cuando no es posible excluir a terceros del uso de un recurso. Por tal razón, ese recurso puede no ser producido en las cantidades demandadas.

Los efectos que generan las fallas de mercado tratan de ser eliminados por la regulación legal43. Por ejemplo, cuando existen monopolios la regulación legal prohíbe comportamientos que obstruyan o impidan el ingreso de competidores. Por otro lado, cuando existen monopolios que controlan la prestación de servicios esenciales, la regulación legal fija las tarifas, simulando los precios que se forman en un mercado competitivo.

En materia contractual, la falla de mercado más importante es la asimetría informativa. En efecto, la parte que no tiene acceso a cierta información relevante puede efectuar una valoración incorrecta del recurso y optar por celebrar un contrato a pesar de que no incremente su bienestar. La regulación legal trata de eliminar los efectos de esta falla de mercado a través de dos recursos. Primero: obliga a los vendedores a suministrar cierta información relevante sobre los recursos que ofrecen. Segundo: permite que los compradores, bajo ciertas condiciones, soliciten la invalidez de los contratos celebrados bajo una situación de asimetría informativa.

La existencia de fallas de mercado no constituye razón suficiente para prescindir de los contratos. En efecto, los recursos pueden ser adquiridos a través de tres mecanismos. De acuerdo con el mecanismo 1, una persona interesada en el recurso X puede adquirir ese recurso mediante contrato. De acuerdo con el mecanismo 2, una persona interesada en el recurso Y puede adquirir ese recurso mediante apropiación. De acuerdo con el mecanismo 3, una persona interesada en el recurso Z puede adquirir ese recurso mediante expropiación.

De los tres mecanismos descritos, solo el primero incentiva la producción. En efecto, bajo ese mecanismo las personas estarán dispuestas a invertir dinero y tiempo para producir el recurso X, pues podrán conservar ese recurso el tiempo que deseen, sin necesidad de incurrir en costos de protección contra la apropiación o la expropiación. En cambio, bajo los otros dos mecanismos las personas no estarán dispuestas a invertir dinero y tiempo para producir el recurso Y o el recurso Z, pues no podrán conservar esos recursos el tiempo que deseen, aun cuando incurran en costos de protección contra la apropiación o la expropiación44.

Para que los mercados produzcan de manera constante todos los recursos necesarios para satisfacer la demanda, es imprescindible que el sistema legal otorgue derechos de propiedad sobre tales recursos (Shavell, 2004, p. 13). En función de esos derechos, los contratos pueden facilitar la reasignación eficiente de lo que produzcan los mercados.

BIBLIOGRAFÍA

BECKER, Gary S. The Economic Approach to Human Behavior. Chicago: University of Chicago Press. 1976.

BEN-SHAHAR, Omri y Carl E. SCHNEIDER. More than You Wanted to Know. Princeton – Oxford: Princeton University Press. 2014.

BENTHAM, Jeremy. A General View of a Complete Code of Laws. The Works of Jeremy Bentham. Vol. 3 John Bowring Ed. 1843.

BRUCKNER, Pascal. The Wisdom of Money. Cambridge – London: Harvard University Press. 2017.

COOTER, Robert y Thomas ULEN. Derecho y Economía. Traducido por Eduardo L. Suárez. México: Fondo de Cultura Económica. 1997.

CUMMINS, David. Cat Bonds and Other Risk-Linked Securities: State of the Market and Recent Developments. En: Risk Management and Insurance Review. Vol. 11. No. 1. 2008.

ESCOBAR, Freddy. La Fuerza del Mercado de Capitales: Un Ensayo sobre los Catastrophe Bonds. En: Ius et Veritas. No. 40. 2010.

GOETZMANN, William N. Money Changes Everything. Princeton: Princeton University Press. 2016.

HAYEK, F. A. The Use of Knowledge in Society. En: The American Economic Review. Vol. XXXV. No. 4. 1945.

HARARI, Yuval Noah. Sapiens. A Brief History of Humankind. New York: HarperCollins Publishers. 2015.

HICKS, John Richard. The Foundations of Welfare Economics. En: The Economic Journal. Vol. 49. No. 196. 1939.

KAHNEMAN, Daniel. Thinking, Fast and Slow. New York: Farrar, Straus & Giroux. 2011.

KALDOR, Nicholas. Welfare Propositions of Economics and Interpersonal Comparisons of Utility. En: The Economic Journal. Vol. 49. No. 195. 1939.

LEE, David. Catastrophe Bonds: Expanding the Investment Frontier. En: Insurance, Finance & Investment. Vol. XII. No 1. 2007.

MacCORMICK, Neil. Rhetoric and the Rule of Law. Oxford: Oxford University Press. 2005.

McCLOSKEY, Deirdre N. Bourgeois Dignity. London – Chicago: The University of Chicago Press. 2010.

PARETO, Vilfredo. Manual of Political Economy. Traducido pot Ann S. Schwier. New York: MacMillan. 1971.

PINDYCK, Robert S. y Daniel L. RUBINFELD. Microeconomics. New York: Pearson. 2013.

SCHOFELD, Philip. Bentham. A Guide for the Perplexed. New York: Continuum. 2009.

SHAVELL, Steven. Foundations of Economic Analysis of Law. Cambridge – London: The Belknap Press of Harvard University Press. 2004.

WHEELAN, Charles. Naked Economics. New York – London: WW Norton & Company. 2002.

1 Oseola McCarthy trabaja como lavandera y vive sola en un departamento antiguo, pequeño y modesto, en el que sobresalen un viejo sofá y un televisor en blanco y negro (que capta una sola señal). En décadas de trabajo logra ahorrar la suma de USD 150,000. En lugar de mudarse a un departamento más confortable o de adquirir muebles y aparatos electrodomésticos que mejoren sus condiciones de vida, decide donar la suma indicada a la Universidad de Mississippi con el propósito de financiar los estudios de personas sin recursos. El beneficio emocional que recibe por ayudar a esas personas es, para ella, más valioso que cualquier otro “beneficio alternativo” (sea de naturaleza material, sea de naturaleza emocional).

2 “(…) human beings are also motivated by sympathetic regard, that is, they perform actions which are aimed at promoting the happiness of others. However, such actions are not ‘disinterested’ in the sense that the person performing them has no interest in them. The sympathetic actor receives pleasure from seeing other’s people pleasure increase –hence, he still promotes his own pleasure, even though his action is intended to benefit someone else” (Schofeld, 2009, p. 54)

3 Cada segundo los habitantes del planeta tierra generan conocimiento, información y tecnología. Se afirma que el 90% de la data actual es producto de la interacción de esos habitantes durante los dos últimos años. La existencia de vastas cantidades de información hace que los mercados se tornen complejos y dinámicos. En el Perú de inicios de la década del 2000 las personas solo tienen dos opciones para acceder al servicio de telefonía móvil: plan pre-pago y plan post-pago. En el Perú de mediados de la década del 2010 las personas tienen más de quinientas opciones para acceder a dicho servicio. En la actualidad las empresas y los Estados producen más información de la que las personas pueden entender y procesar (Ben-Shahar y Schneider, 2014, pp. 15-17).

4 “The reasonable person has the virtue of prudentia and uses this in action. It is a virtue that is incompatible with fanaticism or apathy, but holds a mean between these, as it does between excessive caution and excessive indifference to risk. Reasonable people take account of foreseeable risk, but with regard to serious possibilities or probabilities, not remote or fanciful chances. They do not jump to conclusions, but consider evidence and take account of different points of view. They are aware that any practical dilemma may involve a meeting point of different values and interests. They take competing and converging values and other reasons for action seriously, seeking a reconciliation of them or, in cases of inevitable conflict, acting for whatever are, all in all, the more cogent reasons or the greater or overriding values” (MacCormick, 2005, p. 167).

5 Usualmente las personas realizan el análisis costo-beneficio de manera implícita, utilizando el conocimiento que desarrollan a través de la experiencia.

6 El costo real de una actividad cualquiera está representado por dos factores: (i) el costo directo (p.e. costo de adquirir la gasolina); y, (ii) el costo de oportunidad, esto es, el costo de renunciar a los beneficios derivados de actividades alternativas. El costo de oportunidad suele explicar la racionalidad económica de una gran variedad de decisiones que, a primera vista, parecen contra-intuitivas. Los países desarrollados experimentan año a año una disminución en la tasa de nacimientos. El sentido común indica que tal disminución se explica por el incremento del costo de tener hijos. La data demuestra que el costo directo de tener hijos (p.e. alimentación, cuidado de la salud, educación, vestimenta, etc.) disminuye constantemente gracias a los avances de la tecnología y al desarrollo de los mercados. ¿Qué explica, entonces, la disminución de la tasa de nacimientos? La respuesta es simple: el incremento constante del costo de oportunidad. Décadas atrás las mujeres tienen pocas oportunidades laborales debido, entre otros factores, a la existencia de restricciones educativas. Por esa razón el costo de oportunidad de la maternidad es, en general, marginal. Las mujeres que toman la decisión de ser madres no resignan ingresos o, en todo caso, no resignan ingresos significativos. Con el transcurso de los años las referidas restricciones se reducen y, por ende, las oportunidades laborales se amplían. En consecuencia, a diferencia de lo que ocurre décadas atrás, en la actualidad el costo de oportunidad de la maternidad no resulta marginal. Hoy las mujeres que toman la decisión de ser madres resignan, en general, ingresos y oportunidades significativos.

7 F sabe que desplazarse en auto hasta la tienda B implica asumir costos en gasolina y en tiempo. F puede no saber con exactitud a cuánto ascienden tales costos. No obstante, F tomará una decisión considerando su existencia, en función de lo que dicta el conocimiento acumulado a través de la experiencia. Obviamente, su decisión puede o no ser correcta en términos de costo-beneficio.

8 La decisión de C, sin embargo, puede ser distinta si toma en consideración una variable adicional: la probabilidad de que la autoridad le imponga la multa. Si esa probabilidad es 50%, C no realizará el pago del impuesto aun si el fondo solo genera una ganancia del 15%, pues la multa esperada asciende a $100 ($200 x 50%), en tanto que la ganancia cierta asciende a $150.

9 Estos esquemas pueden o no ser lícitos. Cuando el sistema legal proscribe un mercado, compradores y vendedores suelen encontrar diversas formas de realizar transacciones. En términos generales, la proscripción de un mercado no garantiza su eliminación; solo garantiza el incremento de sus costos operativos.

10 En los sistemas de economía centralizada, los reyes, dictadores o burócratas deciden qué recursos se producen y a qué precios.

11 En bolsas de valores las personas realizan transacciones especulativas sobre una vasta diversidad de instrumentos financieros (instrumentos de capital, instrumentos de deuda, instrumentos híbridos, etc.). La gran velocidad con la que varían los precios de mercado se explica, fundamentalmente, por la naturaleza especulativa de las decisiones de compra.

12 “Guanzi” es una colección de ensayos presuntamente compilados por el filósofo chino Guan Zhong (725 a.C. – 645 a.C.). En sus 76 capítulos esta obra explora asuntos diversos: política, economía, justicia, educación, medicina, etc. El capítulo titulado “Ligero y Pesado” (precio bajo / precio alto) describe, con toda precisión, el funcionamiento de la ley de la oferta y la demanda. En la versión inglesa del “Guanzi” se puede leer lo siguiente: “Now the price of grain is heavy in our state and light in the world at large. Then the other lords’ goods will spontaneously leak out like water from a spring flowing downhill. Hence, if goods are heavy, they will come; if light they will go (…) If the myriad of goods can flow unobstructed, they will be put in motion. If they are put in motion, then they will be cheap” (Goetzmann, 2016, pp. 160 – 161).

13 Los vendedores y los compradores pueden utilizar soles o bitcoins.

14 “If money arouses so much anger, it is perhaps because it incarnates the very essence of modernity, the spirit of emancipation and mobility. It personifies flux versus permanence, the genius of circulation versus the demon of petrification, and it pushes people to want to improve their lot” (Bruckner, 2017, p. 39).

15 La expansión de los imperios y mega-imperios de la antigüedad se explica, entre otros factores, por la existencia de mercados. Sumeria, Babilonia, Atenas y Roma amplían sus fronteras porque logran obtener, a través del comercio internacional, los suministros necesarios (alimentos, metales, etc.) para satisfacer sus crecientes demandas internas. Las expediciones comerciales marítimas y terrestres son realizadas, en general, gracias al financiamiento del sector privado (Goetzmann, 2016, pp. 15 y ss).

16 En 1752 David Hume publica “Political Discourses”. En esta obra el filósofo escocés sostiene que los mercados libres son deseables por dos razones: (i) porque generan beneficios económicos para las personas que compran y venden; y, (ii) porque promueven la virtud social, al incentivar la creación y el trabajo. Una sociedad basada en mercados libres es, en consecuencia, una sociedad que fortalece el vínculo de comunidad entre sus integrantes, al brindarles acceso a tres bienes supremos: bienestar, orden y estabilidad. Pocos meses después de su publicación, “Political Discourses” es atentamente analizada por un grupo de académicos de Glasgow, dirigidos por quien se convertirá en entrañable amigo de Hume: Adam Smith. A pesar de que las ideas centrales de “The Wealth of Nations” son desarrolladas por Smith años atrás en el curso de filosofía moral que imparte en la Universidad de Glasgow, es claro que el texto más famoso de economía se nutre en buena medida de las ideas desarrolladas por el empirista escocés.

17 El hecho que los mercados ofrezcan “beneficios ciertos” no significa que tales beneficios sean, en realidad, ciertos. Ni los Estados ni los mercados pueden eliminar, en su totalidad, los múltiples riesgos que afectan a las personas y a las sociedades.

18 La aplicación de intereses compensatorios se remonta a la época clásica del Imperio Sumerio (3,000 a.C.). La Tabla Drehem, esculpida alrededor del año 2,100 a.C., muestra la razón natural que justifica la obligación del prestatario de pagar los intereses en cuestión. Según la Tabla Drehem, el ganado, de manera natural, produce y se reproduce a lo largo del tiempo (esta tabla contiene un diagrama de productos y de ganancias que debe generar cada unidad de ganado en el plazo de diez años). Por tanto, si el prestamista transfiere por un periodo determinado ciertas unidades de ganado, el prestatario necesariamente debe restituir esas unidades de ganado y los frutos que, de manera natural, han de producir durante tal periodo. Cuando los mercados de Sumeria y de Mesopotamia introducen la moneda, los habitantes de estos imperios no encuentran razones para eliminar la obligación del prestatario de pagar los intereses indicados, pues, a semejanza del ganado, la moneda produce y se reproduce a lo largo del tiempo.

19 El uso de instrumentos de renta variable también se remonta a la época clásica del Imperio Sumerio. En esta época los habitantes de este imperio aportan dinero para financiar la realización de expediciones marítimas de intercambio de productos (granos, especies, telas, minerales) con la expectativa de recibir las ganancias derivadas de la venta de los productos importados.

20 El resultado esperado de una acción se obtiene multiplicando el valor de ese resultado por la probabilidad de que ocurra. Por ejemplo, si la acción X tiene un 50% de probabilidad de generar una ganancia de $100, entonces el resultado esperado de tal acción es $50 [50%x$100]. Si la acción Y tiene un 60% de probabilidad de generar una ganancia de $100, un 20% de probabilidad de generar una ganancia de $60 y un 20% de generar una pérdida de $40, entonces el resultado esperado de tal acción es $64 [(60%x$100)+(20%x$60)+(20%x-$40][$60+$12-$8].

21 Imaginemos las siguientes probabilidades: 40% de probabilidad de vender el recurso X a $160, 30% de probabilidad de vender el recurso X a $140 y 30% de probabilidad de vender el recurso X a $100 [(40%x$160)+(30%x$140)+(30%x$100][$64+$42+$30].

22 Imaginemos las siguientes probabilidades: 40% de probabilidad de vender el recurso Z a $100, 30% de probabilidad de vender el recurso Z a $80 y 30% de probabilidad de vender el recurso Z a $60 [(40%x$100)+(30%x$80)+(30%x$60][$40+$24+$18].

23 Vilfredo Federico Pareto (1848 - 1923) nace en París, en el seno de una familia italiana adinerada. A los veintiún años obtiene su doctorado en ingeniería (Istituto Politecnico di Torino). Ejerce su profesión durante más de veinte años, primero como administrador de una compañía ferroviaria y luego como superintendente de diversas minas. Desde esas posiciones corporativas muestra interés en todo lo relacionado a la política y a la política económica, a efectos de poder defender las posiciones de sus gremios. Paulatinamente, sin embargo, se siente atraído hacia el mundo académico. Por tal razón renuncia al ejercicio de su profesión y decide dedicarse exclusivamente a la investigación y a la enseñanza de la economía y de la sociología. Desde el ámbito académico, defiende ideas libertarias, esto es, ideas contrarias a las que inicialmente defiende como representante de gremios empresariales. Publica obras de gran impacto sobre diversos temas: economía, economía política, filosofía, sociología, etc.

24 Por ejemplo, mantener la casa de dos pisos v. construir un edificio de veinte pisos.

25 “Depending on the conditions in which it occurs, equilibrium possesses certain properties which is important to be familiar with. We will begin by defining a term which is desirable to use in order to avoid prolixity. We will say that the members of a collectivity enjoy maximum ophelimity in a certain position when it is impossible to find a way of moving from that position very slightly in such a manner that the ophelimity enjoyed by each of the individuals of that collectivity increases or decreases. That is to say, any small displacement in departing from that position necessarily has the effect of increasing the ophelimity which certain individuals enjoy, and decreasing that which others enjoy, of being agreeable to some and disagreeable to others” (Pareto, 1906, 1971, p. 261).

26 Nicholas Kaldor (1908 – 1986) nace en Budapest. Estudia en Alemania e Inglaterra. A los veintidós años se gradúa como economista (London School of Economics and Political Science). De inmediato se incorpora a la actividad académica, primero en su alma mater y luego en Cambridge University. También sirve en el National Institute of Economic and Social Research (Londres) y dirige la Economic Comission for Europe (Ginebra).

27 John Richard Hicks (1904 – 1989) nace en Warwick. Estudia matemáticas, filosofía y política económica (Oxford University). Se incorpora a la actividad académica y tiene a su cargo diversos cursos de economía en distintas universidades (London School of Economics and Political Science, Oxford University, Cambridge University, The University of Manchester). En 1964 es nombrado caballero del reino. En 1972 obtiene el Premio Nobel de Economía junto a Kenneth J. Arrow. Dona la totalidad de los fondos que obtiene con este premio a la biblioteca de London School of Economics and Political Science.

28 “(…) where a certain policy leads to an increase in physical productivity, and thus of aggregate real income, the economist’s case for the policy is quite unaffected by the question of the comparability of individual satisfactions; since in all such cases it is possible to make everybody better off than before, or at any rate to make some people better off without making anybody worse off. There is no need for the economist to prove –as indeed he never could prove- that as a result of the adoption of certain measure nobody in the community is going to suffer, in order to establish his case, it is quire sufficient for him to show that even if all those who suffer as a result are fully compensated for their loss, the rest of the community will still be better off than before” (Kaldor, 1939, p. 550) “Under private Enterprise, any ordinary change in economic policy involves a change in the price-system, and any change in prices benefits those on one side of the market, and damages those on the other. Thus no simple economic reform can be a permitted reorganization (…) because it always inflicts a loss of some sort upon some people. Nevertheless, this does not prevent us from applying our criteria to the case of private enterprise, because we can always suppose that special measures are taken through the public revenue to compensate those people who are damaged. A ‘permitted reorganization’ must thus be taken from now on to mean a reorganization which will allow of compensation being paid, and which will yet show a net advantage” (Hicks, 1939, p. 706).

29 Por lo tanto, este criterio intenta superar la severa restricción que el estándar “Pareto Superior” impone a la implementación de políticas públicas, que generalmente otorgan beneficios a unos e imponen costos a otros.

30 La creación del iPhone incentiva la creación de (i) aplicativos para IiPhones; (ii) audífonos para iPhones; (iii) estuches y cobertores para iPhones, etc.

31 Es probable que la diferencia entre los precios ofrecidos responda a los diferentes retornos que genera el terreno: (i) retorno emocional para C; y, (ii) retornos monetarios para D y E. Es probable, asimismo, que los retornos monetarios de la operación del hotel sean más altos que los de la venta de trigo.

32 La idea de que los recursos son valiosos en función de la utilidad que generan para las personas está sustentada en la obra de tres grandes pensadores: Carl Menger (“Grundsätze der Volkswirtschaftslehre” - 1871), William Stanley Jevons (“Theory of Political Economy” - 1871) y Leon Walras (“Éléments d’Économie Politique Pure, ou Théorie de la Richesse Sociale” - 1874). Estos pensadores rechazan la teoría objetiva del valor de los recursos, abrazada de forma acrítica por autores tan disímiles como Adam Smith, John Stuart Mill, David Ricardo y Karl Marx. Según esta teoría de origen aristotélico, el valor de los recursos depende de la cantidad de inversión (capital más trabajo) dispuesta para su producción. Menger, Jevons y Walras rechazan abiertamente la relación entre inversión y valor, y proclaman que los recursos son valiosos por la utilidad marginal que proporcionan a las personas. Esa utilidad, intrínsecamente variable, explica por qué las personas están dispuestas a pagar diversos precios por los mismos recursos.

33 Los costos de hacer cumplir un contrato también forman parte de los “costos de transacción”.

34 En 1960 Ronald Coase publica “The Problem of the Social Cost”. En esta obra Coase demuestra que si no existen costos de transacción, las reglas legales carecen de relevancia, pues las partes, a través de acuerdos, siempre lograrán obtener el resultado más eficiente. Como quiera, sin embargo, que en el mundo real sí existen costos de transacción, las reglas legales adquieren gran relevancia, pues pueden facilitar o entorpecer la adopción de acuerdos que generen el resultado más eficiente.

35 Esto significa que su precio de reserva es $90

36 Esto significa que su precio de reserva es $110.

37 Esta idea se encuentra presente en la obra de Jeremy Bentham: “Obligations may be distinguished into original and adjective. I call those original, of which express mention is made in the contract itself: I call those adjective, which the law thinks proper to add to the first. The first turn upon events which the contracting parties have foreseen; the others upon events which they could not foresee. It is thus that in every country the law has supplied (…) the shortsightedness of individuals, by doing for them what they would have done for themselves, if their imagination had anticipated the march of nature” (Bentham, 1843, p. 191).

38 Para el vendedor, el precio de reserva es igual al monto máximo que ofrece por un recurso. Para el comprador, el precio de reserva es igual al monto mínimo que demanda por un recurso

39 En su condición de productor, B necesita contar con capital de trabajo. B puede cubrir ese capital con un préstamo bancario, ofreciendo como colateral sus ingresos futuros. Para que B obtenga ese préstamo, sus ingresos deben ser predecibles. Desde esta perspectiva la opción de vender el trigo a precio determinado es ventajosa, mientras que la opción de vender el trigo a precio determinable es desventajosa. En su condición de trader, B necesita obtener la máxima rentabilidad posible. Basado en sus conocimientos del mercado, B puede tener interés en fijar un precio determinable cuando considere que el precio futuro será mayor al precio actual. Como existe el riesgo de que ocurra lo contrario, esto es, de que el precio futuro sea menor al precio actual, B puede tomar la cobertura de un derivado financiero. Desde esta perspectiva, la opción de vender el trigo a precio determinable es ventajosa, mientras que la opción de vender el trigo a precio determinado es desventajosa. Considerando costos y beneficios comparativos, B decide emplear ambas opciones a fin de obtener los rendimientos más altos posibles al menor riesgo. Es por ello que ofrece a C la posibilidad de elegir la modalidad del precio del trigo.

40 El precio pactado en el contrato considera el costo de esta cobertura.

41 La FIFA es la entidad que gobierna el fútbol a nivel global. La FIFA se encarga, entre otras cosas, de organizar los mundiales de fútbol. Los ingresos que la FIFA obtiene por cada mundial de fútbol representan más del 90% de sus ingresos totales. Los ingresos generados por un mundial de fútbol provienen básicamente del pago por los derechos de transmisión televisiva y por los derechos de marketing y de sponsorship. La FIFA exige a sus socios estratégicos pagos anticipados por los derechos en cuestión, pues necesita cubrir ciertos gastos de organización del mundial de fútbol. Esos socios, por su parte, exigen a la FIFA la obtención de coberturas que garanticen la restitución de los pagos indicados en caso de cancelación del mundial de fútbol. Usualmente las compañías de seguros proporcionan dichas coberturas. Los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 generan serios temores de atentados contra los escenarios en los que se llevará a cabo el Mundial Alemania 2006. Por tal razón, AXA, la compañía de seguros que negocia con la FIFA, toma la decisión de no otorgar coberturas contra el riesgo de cancelación del mundial en cuestión. Ante esta situación, y por iniciativa del Credit Suisse First Boston, la FIFA opta por emitir Catastrophe Bonds a favor de sus socios estratégicos. Estos bonos sustituyen a las coberturas antes indicadas.

42 En febrero de 2018 el Banco Mundial emite Catastrophe Bonds por la suma de USD 1,360 millones para otorgar cobertura a México, Colombia, Perú y Chile contra el riesgo de la ocurrencia de terremotos. Los referidos bonos son colocados en 5 series: dos para México; una por USD 160 millones a una tasa de 2.5% y otra por USD 100 millones a una tasa de 8.25%; una para Colombia por USD 400 millones a una tasa de 3%; una para Perú por USD 200 millones a una tasa de 6%; y una para Chile por 500 millones a una tasa de 2.5%. Las series de México otorgan cobertura por 2 años, mientras que las series de Colombia, Perú y Chile otorgan cobertura por 3 años. La diferencia en las tasas obtenidas se explica por la diferencia entre los periodos de cobertura, los montos y los eventos que gatillan la cobertura (características del terremoto). De acuerdo con los reportes del Banco Mundial, la demanda por los bonos alcanza la suma de USD 2,500 millones.

43 Nada garantiza que la intervención legal solucione la falla. En general, la tasa de fallas del mercado es menor a la tasa de fallas de los funcionarios estatales.

44 El pago de una indemnización en caso de expropiación no genera incentivos para producir recursos, pues rara vez esa indemnización es realmente compensatoria.

Contratos

Подняться наверх