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1. NOCIÓN

Las estrategias son esquemas de acción diseñados con el propósito de obtener un resultado determinado en función de (a) ciertas premisas y (b) ciertos recursos disponibles (Gray, 2018, p. 19). Las estrategias, en otras palabras, son métodos de acción articulados y racionales36 dirigidos a lograr la producción de un estado de cosas deseado.

Las estrategias son empleadas en todas las actividades humanas37. Sus orígenes, sin embargo, se encuentran vinculados a una actividad trágica (pero crítica en la historia de la humanidad): la disputa, la confrontación, la guerra38.

Textos ancestrales como la Biblia hebrea u obras clásicas como “La Odisea” (circa 800-700 a.C.), “La Ilíada” (circa 800-700 a.C), “El Arte de la Guerra” (circa 500 a.C.), “El Príncipe” (1532) o “El Paraíso Perdido” (1667) relatan cómo seres divinos y seres humanos diseñan estrategias para prevalecer en la disputa, la confrontación, la guerra.

En esos textos y obras dos estrategias resultan fundamentales: (i) la fuerza y (ii) el engaño. La Biblia es particularmente reveladora respecto del empleo de esas estrategias. La historia de Jacobo muestra que el empleo del engaño constituye una estrategia vital para prevalecer en conflictos familiares. Como sabemos, Jacobo engaña a su padre (enfermo y ciego) fingiendo ser Esau con la finalidad de recibir la bendición que, según la ley familiar, le corresponde a su hermano mayor. Años más tarde Jacobo trabaja siete años para Laban con el fin de obtener el permiso para casarse con Raquel. En la boda, sin embargo, Jacobo es engañado por Laban, que sustituye a Raquel por Lía. De este modo, Jacobo tiene que trabajar otros siete años para poder desposar a su amada Raquel. Finalmente, en un giño a la Ley del Talión, Jacobo es engañado por varios de sus hijos, que fingen la muerte de José, hijo predilecto de Jacobo, vendido como esclavo a Egipto.

La historia del éxodo, por otro lado, muestra que el empleo de la fuerza constituye una estrategia vital para prevalecer en conflictos supranacionales. A causa de la negativa del faraón de permitir que el pueblo judío realice un viaje de peregrinación de tres días, Moisés recurre a Dios para quebrar la férrea voluntad del faraón. A diferencia de los protagonistas de la historia de Jacobo, Dios opta por realizar una colosal, aunque gradual, demostración de fuerza para derrotar a su oponente. Las diez plagas que castigan de manera sucesiva a la población egipcia golpean el ánimo general de esa población, de manera que el faraón39 no tiene más remedio que acceder a la demanda de Moisés40.

El empleo de aquellas estrategias es reproducido con mayor dramatismo y poesía en las obras literarias clásicas. Homero, por ejemplo, construye dos personajes legendarios en función de cualidades estratégicas contradictorias: (i) Odiseo; y, (ii) Aquiles. El primero hace gala de inteligencia, astucia, audacia, y no tiene reparos en reconocer que el fin justifica los medios en cualquier circunstancia. El segundo, en cambio, hace gala de fortaleza (física y mental), valentía, coraje, y no tiene reparos en repudiar el engaño, la sorpresa, el fraude.

En “El Arte de la Guerra” Sun Tzu aconseja subyugar al enemigo a través de la sorpresa o del engaño. Su táctica preferida consiste en hacer exactamente lo opuesto a lo que el enemigo espera. Por tal razón, intenta conocer al enemigo a través del espionaje. Reserva el uso de la fuerza para el momento en el que el enemigo se encuentre debilitado41.

En “El Príncipe” Machiavello aconseja conservar el poder a través de la astucia, actuando en función de las circunstancias cambiantes, con prescindencia del juicio moral, y empleando la fuerza solo cuando sea necesario. Su táctica preferida consiste en engañar a los opositores, en no mostrar las verdaderas intenciones, en encubrir los planes.

En “El Paraíso Perdido” Milton describe los “debates estratégicos” de los ángeles rebeldes (Lucifer, Moloc, Belial, Rimmón, Belcebú, etc.) sobre cómo enfrentar a Dios a fin de vindicar su expulsión del paraíso. En esos debates los protagonistas, luego de analizar a detalle diversos planes de “ataque directo”, optan por la propuesta de Belcebú: enfrentar a Dios de forma indirecta, promoviendo la rebelión de los hombres a través del engaño42.

En la vida real, sin embargo, el engaño es usualmente superado por la fuerza por una sencilla razón: la ley de los retornos decrecientes43. Aquel que emplea la estrategia del engaño no puede sorprender a sus oponentes de manera indefinida, pues su palabra pierde credibilidad con el transcurso del tiempo. En consecuencia, el retorno del engaño es, por definición, decreciente. Funciona la primera vez, pero no la quinta vez44.

Las estrategias actuales no ignoran el empleo de la fuerza ni el empleo del engaño. Afortunadamente, sin embargo, el empleo de tales métodos es, cuando menos en el plano internacional, decreciente. Dos razones explican este fenómeno. Primera: el desarrollo de armas nucleares45 por partes en conflicto (explícito o implícito) desincentiva el empleo de la estrategia de la fuerza debido a que el resultado esperado es catastrófico por igual para esas partes46. Segunda: el acceso masivo a conocimiento relevante e información valiosa reduce dramáticamente la eficacia del engaño.

En los diferentes ámbitos de la actividad humana (p.e. política, negocios, deportes, música), las estrategias actuales privilegian otros métodos: la cooperación, la negociación, la narrativa, la propaganda, etc.

2. ELEMENTOS

Las estrategias se componen de cuatro elementos: (i) premisas; (ii) objetivos; (iii) recursos; y, (iv) acciones47.

Las premisas son las preconcepciones bajo las cuales se diseñan las acciones a ser realizadas para obtener el estado de cosas deseado. Las premisas pueden o no ser correctas, esto es, pueden o no responder a los verdaderos contornos de la realidad. La premisa del Zar Alejandro sobre el tipo de estrategia ofensiva empleada por Napoleón en la invasión a Rusia resulta correcta, por lo que la estrategia de repliegue que ordena finalmente prevalece. En cambio, la premisa de Stalin sobre la intención de Hitler de no agredir a Rusia resulta incorrecta, por lo que la estrategia de ataque por sorpresa del ejército alemán finalmente prevalece48.

Los objetivos son los resultados que conforman el estado de cosas deseado (p.e. lograr el fin del conflicto armado). Los objetivos pueden o no ser realizables en los hechos, dependiendo del entorno, las acciones elegidas y los recursos disponibles. El objetivo de Henry Ford, CEO de Ford, de mantener la posición dominante de mercado a través de la aplicación de la estrategia del “precio bajo” resulta irrealizable en un entorno dominado por el financiamiento. En cambio, el objetivo de Alfred Sloan, CEO de General Motors, de capturar tal posición a través de la aplicación de la “estrategia de discriminación de precios” resulta realizable en el entorno en cuestión.

Los recursos son los elementos ideales (p.e. software) o materiales (p.e. armas) que pueden ser utilizados a fin de obtener el estado de cosas deseado. Los recursos pueden ser apropiados o inapropiados, esto es, pueden ser funcionales o no a los objetivos acordados. Para evitar que las cortes declaren que, en los hechos, la Standard Oil Company posee un monopolio que requiere ser legalmente combatido (p.e. a través del levantamiento del velo societario), John D. Rockefeller decide emplear el “trust” (fórmula contractual usualmente empleada para proteger los intereses de las personas que no pueden administrar sus bienes) con el fin de evadir los efectos de los remedios ordenados por las cortes (p.e. levantamiento del velo societario) y mantener el control centralizado de todas las operaciones integradas tanto horizontalmente como verticalmente. Sin embargo, para evitar que el “trust” permita evadir la aplicación de los remedios “anti-monopolio”, el Congreso de los Estados Unidos aprueba la Sherman Antitrust Act. Una fórmula contractual resulta inapropiada para evadir el control legal del monopolio. Una norma legal resulta apropiada para anular los efectos de una fórmula contractual que intenta evadir el control en cuestión49.

Las acciones son las formas de proceder elegidas para obtener el estado de cosas deseado. Las acciones pueden dividirse en acciones programáticas y acciones tácticas. Las primeras son las que determinan la dirección a seguir, mientras que las segundas son las que se realizan en los hechos con los recursos disponibles. Las acciones pueden ser eficaces o ineficaces, dependiendo de si producen o no el resultado deseado50. La acción de Gavrilo Princip (disparar contra el Archiduque Franz Ferdinand) es “eficaz” en la medida en que ocasiona la muerte del sucesor del trono del Imperio Austrohúngaro y genera el conflicto que permite liberar a Bosnia y Herzegovina del control del Imperio Austrohúngaro51. Por el contrario, la acción de los encargados de la seguridad del Archiduque Franz Ferdinand (modificar la ruta de retorno de la expedición real) es “ineficaz” en la medida en que, por error táctico52, expone a este último a Gavrilo Princip53.

3. ADAPTABILIDAD

Las estrategias pueden fracasar por diversas razones: (i) las premisas pueden ser erróneas; (ii) los medios pueden ser inadecuados; (iii) los objetivos pueden ser irreales; (iv) las acciones pueden ser defectuosas.

Para evitar el fracaso, las estrategias deben ser flexibles, adaptables, revisables. La historia militar, así como la historia de los negocios nos recuerdan constantemente que la inflexibilidad usualmente conduce al fracaso.

Cuando Napoleón emprende la invasión a Rusia, un objetivo fijo guía cada una de sus tácticas: derrotar al ejército enemigo e imponer al Zar Alejandro condiciones políticas favorables a Francia. Luego de meses de persecución, el 7 de septiembre de 1812 Napoleón finalmente logra lo que esperaba: enfrenta al ejército ruso en la Batalla de Borodino y lo derrota. A pesar de ello, Napoleón pronto tiene que emprender la penosa tarea de retornar a Francia sin poder imponer al Zar Alejandro sus condiciones políticas. En su afán por aplicar de manera inflexible su estrategia militar preferida (enfrentamiento directo seguido de aniquilación), Napoleón no advierte que el plan del Zar Alejandro consiste en obligarlo (i) a perseguir al ejército ruso por gran parte del vasto territorio del imperio; (ii) a consumir provisiones; y, (iii) a agotar a sus hombres y caballos. Cuando finalmente el Zar Alejandro concede la batalla buscada por Napoleón, el ejército francés solo cuenta con dos tercios del número inicial de hombres. La victoria de la Batalla de Borodino deja aún más debilitado al ejército en cuestión, de modo que Napoleón no tiene los recursos necesarios para forzar al Zar Alejandro a firmar un tratado que recoja las demandas francesas54.

Cuando Henry Ford enfrenta el desafío de producir automóviles para consumo masivo, apuesta por la “estrategia del precio bajo”. Por eso ofrece el “Modelo T”, simple, sencillo, convencional, que representa el paradigma de la igualdad. Hacia 1923 sus ventas alcanzan la impresionante cifra de dos millones de unidades. Pocos años más tarde hacen su aparición dos competidores astutos: General Motors y Chrysler. Para diferenciarse, estos competidores ofrecen diversos modelos, a distintos precios. Así, satisfacen las demandas de los diferentes estratos del mercado de consumidores. Ante el desafío de superar la amenaza de la competencia, Henry Ford insiste en aplicar su estrategia inicial, por lo que incrementa la producción del “Modelo T” y lo ofrece a precios aún más bajos. Sin embargo, gracias al notable desarrollo del mercado financiero los consumidores ya no deciden necesariamente en función del precio sino en función de otras características, a saber: calidad, versatilidad, diseño, estilo, etc. Hacia 1933 sus ventas alcanzan la modesta suma de 325,000 unidades; en tanto que las de Chrysler y de General Motors alcanzan las sumas de 400,000 unidades y 650,000 unidades, respectivamente55.

Como afirma Welch:

Strategy [is] not a lengthy plan. It [is] the evolution of a central idea through continually changing circumstances (…) Any cookbook approach is powerless to cope with the independent will, or with the unfolding situations of the real world (Freedman, 2013, p. 504).

4. APLICACIÓN LEGAL

El sistema legal tiene un objetivo fundacional: preservar la cooperación pacífica de los integrantes del grupo social56.

Para alcanzar ese objetivo, el sistema legal requiere enfrentar y resolver dos tipos de desafíos, a saber: (i) desafíos valorativos y (ii) desafíos funcionales.

Los desafíos valorativos exigen responder de manera positiva a los requerimientos de naturaleza política, económica y moral del grupo social (p.e. ejercicio de las libertades, creación de riqueza, redistribución de riqueza, solución pacífica de conflictos)57. El grado de satisfacción de dichos requerimientos constituye una función de la aceptación del ideal de cooperar en paz58.

Los desafíos funcionales exigen desarrollar los atributos necesarios para prevalecer frente a otros “sistemas normativos” (p.e. religión, moral): (i) coherencia; (ii) universalidad; (iii) inmunidad; y, (iv) adaptabilidad. El grado de eficacia de dichos atributos constituye una función de la eficacia del sistema en cuestión.

¿Cómo enfrenta el sistema legal los desafíos valorativos y funcionales?

El sistema legal enfrenta cada desafío valorativo a través de la construcción de un conjunto de reglas dirigido a la satisfacción de las necesidades que explican tal desafío. Por ejemplo, para resolver de forma satisfactoria el desafío vinculado a la creación de riqueza, el sistema legal construye un conjunto de reglas en torno al “principio de autonomía privada” (derecho contractual); mientras que para resolver de forma satisfactoria el desafío vinculado a la redistribución de riqueza, el sistema legal construye un conjunto de reglas en torno al “principio de capacidad contributiva” (derecho tributario)59.

El sistema legal, por otro lado, construye diversas herramientas “ad-hoc” dirigidas a resolver de modo satisfactorio los desafíos funcionales que se presentan. Veamos en qué consisten esas herramientas60.

La coherencia exige que el sistema legal se encuentre conformado por normas que no generen “respuestas incompatibles”. ¿Qué herramientas emplea el sistema legal para ser coherente? En términos generales, ese sistema emplea tres herramientas: (i) interpretación; (ii) jerarquía; y, (iii) especialidad. La primera herramienta establece reglas interpretativas que intentan erradicar los significados contradictorios de las normas. La segunda herramienta establece (a) que la norma constitucional prevalece sobre la norma legal; y, (b) que la norma legal prevalece sobre la norma reglamentaria. La tercera herramienta establece que la norma especial prevalece sobre la norma general. El empleo de estas tres herramientas permite, al menos en teoría, suprimir las contradicciones internas del sistema legal. De este modo, este sistema ofrece soluciones confiables y, por lo tanto, desincentiva el empleo de los sistemas alternativos.

La universalidad exige que el sistema legal se encuentre conformado por normas que generen respuestas para todas las situaciones legalmente relevantes. ¿Qué herramienta emplea el sistema legal para ser universal o completo? En términos generales, dicho sistema emplea la herramienta de la analogía. Esta herramienta permite aplicar la Regla 1 prevista para la situación regulada Xa (“SR”) a la situación no regulada Xb (“SNR”). De este modo, el sistema legal ofrece respuestas para todas las situaciones (reguladas y no reguladas) y, por lo tanto, desincentiva el empleo de los sistemas alternativos.

La inmunidad exige que el sistema legal se encuentre conformado por normas que no sean vulnerables a ataques subversivos, esto es, provenientes desde el interior del propio sistema. ¿Qué herramienta emplea el sistema legal para ser inmune? En términos generales, dicho sistema emplea la herramienta de la prohibición del fraude. Esta herramienta permite impedir que la acción X se realice al amparo de la letra de la Regla 1 (“regla de cobertura”) si es que vulnera la ratio legis de la Regla 2 (“norma defraudada”). De este modo, el sistema legal elimina el riesgo de ataques subversivos o internos, ofrece seguridad y certeza y, por lo tanto, desincentiva el empleo de los sistemas alternativos.

La adaptabilidad exige que el sistema legal responda a los cambios de los desafíos valorativos de forma eficiente, sin necesidad de poner en marcha el complejo proceso que supone aprobar modificaciones normativas. En otras palabras, la adaptabilidad exige que el sistema legal responda de manera satisfactoria, con las mismas normas, los requerimientos sociales en contextos marcados por los cambios de paradigmas. ¿Qué herramienta emplea el sistema legal para ser adaptativo? En términos generales, ese sistema emplea la herramienta de los estándares61. Esa herramienta establece que el criterio legal aplicable ha de ser fijado, no ex ante, sino ex post, a través de la “interpretación valorativa” del operador legal. Por lo tanto, este operador puede definir el criterio en cuestión en función de los requerimientos valorativos vigentes, tomando en consideración los cambios de paradigmas experimentados una y otra vez por la sociedad. De este modo, el sistema legal se protege contra el riesgo de obsolescencia, ofrece “sensibilidad” y, por lo tanto, desincentiva el empleo de los sistemas alternativos.

5. LÍMITES

En teoría, la herramienta de la interpretación puede eliminar los significados de las normas legales que eventualmente presenten contradicciones, disonancias, etc. En realidad, sin embargo, esa herramienta tiene serias limitaciones funcionales por distintas razones.

Primera: la interpretación es una actividad que se proyecta sobre los conceptos. Y, como hemos visto, estos últimos son, por definición, imprecisos y ambiguos. Por tal razón, la interpretación es contextual, cambiante, variable, flexible. Estas características impiden la eliminación uniforme de las contradicciones internas del sistema legal62.

Segunda: la interpretación persigue finalidades eventualmente opuestas: (i) hallar el sentido correcto derivado del texto de la norma; o, (ii) hallar el propósito de la norma63. Por otro lado, la interpretación emplea diversos métodos que no necesariamente se encuentran en armonía (p.e. interpretación histórica v. interpretación funcional). Consecuentemente, su aplicación puede generar resultados contradictorios. Esos resultados impiden la eliminación uniforme de las contradicciones internas del sistema legal.

Tercera: la interpretación es (generalmente) aplicada para proteger un valor o una preferencia. Esto significa que el intérprete toma una decisión que sea consecuente con sus valores o preferencias, y luego justifica dicha decisión en función de alguno de los métodos de interpretación64. Esta tendencia impide la eliminación uniforme de las contradicciones internas del sistema legal.

6. LÍMITES (CONTINÚA)

En teoría, las herramientas de la analogía y del fraude a la ley permiten superar el formidable obstáculo que supone no poseer la capacidad de identificar todas las acciones y situaciones relevantes que se presentan en el plano social; ni la capacidad de anticipar todos los intentos a ser realizados (por personas, organizaciones e incluso estamentos del Estado) para evadir los efectos de las normas. En realidad, sin embargo, las referidas herramientas presentan serias limitaciones, pues se encuentran sujetas al “riesgo de la retórica”65.

Como afirman Schlag y Griffin:

Judges and lawyers are routinely called upon to ‘apply the law to the facts’. This is one of those common phrases that seems to describe an operation that is exceedingly simple. It is anything but simple. The question of how the law is to be applied to the facts is often a complicated one that allows for a great deal of rhetorical creativity (Schlag y Griffin, 2020, p. 31).

Analogía

En términos generales, la analogía consiste en aplicar la Regla 1 contemplada para la situación regulada Xa (“SR”) a la situación no regulada Xb (“SNR”). La analogía requiere dos condiciones. Primera: que la SR y la SNR presenten características comunes. Segunda: que tales características sean suficientemente “relevantes”, desde una perspectiva de política pública, para justificar la aplicación de la Regla 1. En efecto, debido a que, por definición, la SR y la SNR presentan similitudes, pero también diferencias, la aplicación de la Regla 1 a la SNR requiere, necesariamente, concluir que, en función de alguna perspectiva valorativa (p.e. eficiencia), las similitudes existentes entre la SR y la SNR son más importantes que las diferencias existentes entre la SR y la SNR. Esto significa que resulta imprescindible realizar un análisis “sustancial” acerca de qué aspectos poseen mayor relevancia social: los aspectos consonantes o los aspectos disonantes.

La necesidad del referido análisis se encuentra reconocida por el propio Cicerón:

La persona que se opone a la aplicación analógica de la ley (…) demostrará que los dos casos comparados difieren en cuanto al género, naturaleza, significado, importancia, tiempo, lugar, persona y consideración; mostrará en qué grupo se debe incluir aquello que se cita como análogo y en cuál otro aquello que la comparación pretende aclarar; luego hará ver en qué consiste la diferencia entre ambos de manera que sea evidente que no es posible tener la misma opinión sobre uno y otro (Cicerón, 86 a.C, 1997, p. 292).

El Código Civil regula la imposibilidad sobrevenida de la prestación66, pero no la frustración sobrevenida de la finalidad del contrato. Si en un caso concreto dicha finalidad se frustra de manera sobrevenida, ¿es posible aplicar por analogía las normas que regulan la imposibilidad sobrevenida de la prestación?

La imposibilidad sobrevenida de la prestación (“ISP”) y la frustración sobrevenida de la finalidad del contrato (“FSFC”) ofrecen similitudes y diferencias. Las similitudes son obvias: se trata de situaciones que se presentan después de la celebración del contrato y que impiden que ambas partes obtengan los beneficios esperados. Las diferencias también son obvias: la ISP afecta la posibilidad de ejecutar la prestación, mientras que la FSFC afecta la posibilidad de obtener beneficios de la prestación.

En teoría, la relevancia de las similitudes o de las diferencias ha de estar fijada por un criterio valorativo determinado.

Imaginemos que en T+1 B promete entregar a C, a título de “arrendamiento”, el local comercial X en T+5. Imaginemos, además, que en T+3 ese local es destruido a causa de un incendio provocado por D. En tal escenario, en aplicación del art. 1431 del Código Civil, el contrato “termina” sin que (i) B pueda exigir a C el pago de la renta; y, (ii) C pueda exigir a B el pago de indemnización por el incumplimiento de la obligación de entregar el local comercial X. En consecuencia, ambos asumen riesgos simétricos: (i) B asume el riesgo de no pago de la renta; y, (ii) C asume el riesgo del no pago de la indemnización indicada. La ISP, por tanto, distribuye riesgos en forma pari passu.

Imaginemos, ahora, que en T+4 se modifica la zonificación del área en el que se encuentra ubicado el local comercial X, de modo tal que resulta imposible operar negocios en dicha área. En tal escenario, ¿el contrato debe terminar sin responsabilidad para C?

Si se aplica por analogía el art. 1431 del Código Civil y el contrato termina sin que exista responsabilidad para C, el riesgo de no uso del local comercial X es asumido por B. En cambio, si no se aplica por analogía el artículo en cuestión y el contrato no termina (o termina con responsabilidad para C), el riesgo de no uso del local comercial X es asumido por C. La FSFC, en consecuencia, no distribuye riesgos en forma pari passu.

Como es evidente, la aplicación analógica del art. 1431 del Código Civil a la FSFC genera dos efectos: concede un beneficio al arrendatario e impone un costo al arrendador. En consecuencia, corresponde preguntar: ¿los efectos en cuestión alteran el estado de cosas generado por el art. 1431 del Código Civil? Si (a) bajo la ISP los costos de transacción en el mercado ascienden a +10 y (b) bajo la FSFC los costos en cuestión ascienden igualmente a +10, entonces (c) las semejanzas existentes entre ISP y FSFC son más importantes (que las diferencias), pues ambas situaciones producen distorsiones funcionales ex post que pueden ser remediadas a costos similares. Empero si (a) bajo la ISP los costos de transacción en el mercado ascienden a +10 y (b) bajo la FSFC los costos en cuestión ascienden a +15 (+20, etc.) entonces (c) las diferencias existentes entre ISP y FSFC son más importantes (que las semejanzas), pues ambas situaciones producen distorsiones funcionales ex post que pueden ser remediadas a costos diferentes67. La existencia de estos últimos costos constituye razón suficiente para considerar que ISP y FSFC no son fenómenos “asimilables” bajo la regla prevista en el art. 1431 del Código Civil.

La analogía, en consecuencia, se encuentra sujeta a un “juicio de valor”. En teoría, si, por razones sustentadas en “consideraciones valorativas” (p.e. eficiencia), las semejanzas entre la situación regulada y la situación no regulada son más relevantes que las diferencias, entonces procede la analogía. Por el contrario, si, por tales consideraciones, las diferencias entre la situación regulada y la situación no regulada son más relevantes que las semejanzas, entonces no procede la analogía.

En los hechos, sin embargo, los actores ignoran el “juicio de valor”. Los abogados formulan discursos que tratan de resaltar las semejanzas o las diferencias, según convenga o no la aplicación de la analogía. Los juzgadores, por su parte, adoptan decisiones en función de sus convicciones respecto de lo justo, lo eficiente, lo equitativo, etc. Luego simplemente eligen resaltar las semejanzas o las diferencias a fin de explicar por qué aplican o ignoran la analogía.

La analogía, por consiguiente, se encuentra sujeta al riesgo de ejercicio retórico de la narrativa68. Esto significa que, en los hechos, los abogados y los juzgadores eligen resaltar las similitudes o las diferencias de la SR y la SNR con el fin de justificar la aplicación o la inaplicación de la Regla 169, en función de lo que resulte conveniente para la defensa de sus intereses o la imposición de sus propias concepciones de justicia.

Fraude a la Ley

En términos generales, el fraude a la ley es un mecanismo que intenta impedir que la acción X se realice a la luz del texto de la Regla 1 (“regla de cobertura”) debido a que esa acción vulnera la finalidad de la Regla 2 (“regla defraudada”). El fraude en cuestión, por lo tanto, supone que la acción X es (a) conforme con la literalidad, pero no con la finalidad de la Regla 1; y, (b) disconforme con la finalidad, pero no con la literalidad de la Regla 2. Se presenta, entonces, una situación conflictiva entre (i) la “regla de cobertura” y (ii) la “regla defraudada”: la primera ampara la acción X en términos formales, pero no sustanciales y la segunda prohíbe la acción X en términos sustanciales, pero no formales. El sistema legal asigna mayor valor al “aspecto sustancial” y, por tal razón, declara la nulidad de la acción X (Sopeña, 1982, p. 450).

Para determinar si la acción X responde al texto mas no a la finalidad de la “regla de cobertura” es preciso comparar dicha acción con otras acciones que son “consecuentes” con la finalidad en cuestión. De igual manera, para determinar si la acción X vulnera la finalidad mas no el texto de la “regla defraudada” es preciso comparar dicha acción con otras acciones que no son “consecuentes” con la finalidad en cuestión. En suma, pues, es preciso realizar un razonamiento analógico.

Como hemos visto, el razonamiento analógico requiere realizar dos operaciones. Primera: identificar las semejanzas y las diferencias entre los objetos comparados. Segunda: concluir, en función de criterios sustantivos, que las semejanzas son más relevantes que las diferencias.

El art. 106 de la Ley General de Sociedades (“LGS”) prohíbe de forma absoluta70 la realización de ciertas operaciones de asistencia financiera (“OAF”)71, a saber: préstamos y garantías concedidas en favor del adquirente de las acciones del “target”. Existen, empero, otras OAF no contempladas de modo expreso por la LGS. Una de esas operaciones es la fusión entre el “target” y la “shell company”. Dicha fusión es consecuencia de la realización de los siguientes actos. Primero: el adquirente constituye una empresa (“shell company”) con el fin de que adquiera las acciones de control del “target”. Segundo: la “shell company” recibe un préstamo (de un banco) para poder pagar el precio de las acciones indicadas. Tercero: la “shell company” compra las acciones indicadas. Cuarto: el adquirente, que controla tanto a la “shell company” como al “target”, decide que la fusión de ambas compañías. De este modo, el “target” se convierte en deudor del préstamo72.

Las operaciones prohibidas por el art. 106 de la LGS y la operación de fusión de la “shell company” y el “target” presentan similitudes y diferencias. Las similitudes son obvias: todas generan que, de una u otra forma, el “target” financie la adquisición de las acciones de control antes mencionadas. Las diferencias también son obvias: mientras que en el caso de las operaciones prohibidas por el art. 106 de la LGS ni los accionistas minoritarios ni los acreedores tienen derechos de “separación” ni de “oposición”; en el caso de la operación de fusión de la “shell company” y el “target” esos accionistas y esos acreedores sí tienen los derechos en cuestión73.

En teoría, la relevancia de las similitudes o de las diferencias ha de estar fijada por un criterio valorativo determinado.

La fusión entre la “shell company” y el “target” genera que el “target” asuma la deuda del préstamo obtenido para la adquisición de las acciones de control ya indicadas. ¿Es esa fusión, realizada al amparo del art. 344 de la LGS, materialmente diferente de las fusiones “consecuentes” con la finalidad prevista en el art. 344 de la LGS (“regla de cobertura”)? Por otro lado: ¿es esa fusión materialmente similar con las OAF “inconsecuentes” con la finalidad prevista en el art. 106 de la LGS (“regla defraudada”)?

En términos generales, parece claro que mientras la fusión entre la “shell company” y el “target” (a) no presenta diferencias materiales con las fusiones que son “consecuentes” con la finalidad prevista en la “regla de cobertura”, (b) sí presenta diferencias materiales con las OAF que son “inconsecuentes” con la finalidad prevista en la “regla defraudada” 74.

En efecto, la fusión descrita, por un lado, permite eliminar los costos innecesarios de mantener a la “shell company” y, por tanto, reorganizar eficientemente las operaciones de los accionistas controladores. La fusión descrita, por otro lado, no priva ni a los accionistas minoritarios ni a los acreedores de sus respectivos derechos de separación y de oposición. Por lo tanto, a diferencia de las OAF prohibidas por el art. 106 de la LGS, que imponen costos involuntarios a los accionistas y acreedores indicados75, la fusión descrita evita tales costos.

El fraude a la ley, en consecuencia, se encuentra sujeto a un “juicio de valor”. En teoría, si, por “consideraciones valorativas”, se concluye que la fusión antes indicada (a) no presenta diferencias materiales con relación a las “fusiones ordinarias” pero (b) sí presenta diferencias materiales con relación a las OAF que imponen costos involuntarios tanto a los accionistas minoritarios como a los acreedores, entonces (c) no procede aplicar el fraude a la ley. Pero si, por las consideraciones descritas, se concluye que la fusión antes indicada (a) presenta diferencias materiales con relación a las fusiones ya mencionadas y, además, (b) no presenta diferencias materiales con relación a las OFA ya descritas, entonces (c) sí procede aplicar el fraude a la ley.

En los hechos, sin embargo, los actores no realizan interpretaciones valorativas; en los hechos, los abogados y los juzgadores emplean la narrativa retórica a fin de resaltar las semejanzas o las diferencias entre las situaciones y de este modo aplicar o no aplicar el fraude a la ley en función de lo que resulte conveniente para la defensa de sus intereses o la imposición de sus propias concepciones de justicia.

7. LÍMITES (CONTINÚA)

En teoría, la herramienta de los estándares permite que el sistema legal se adapte a los entornos cambiantes y ofrezca respuestas sensibles a los requerimientos valorativos que el grupo social presente en un momento determinado, sin necesidad de poner en marcha el complejo proceso que supone la aprobación de modificaciones en el plano normativo. En realidad, sin embargo, esa herramienta posee una eficacia limitada. ¿Por qué? Pues porque los operadores legales aplican esos estándares al margen de consideraciones económicas o morales, generando un distanciamiento cada vez más notorio entre la demanda social y la respuesta legal.

La tendencia de considerar a los conceptos legales como “fines en sí mismos” (y no como simples “medios”) es la responsable de que, en términos generales, los estándares sean (i) construidos al margen de consideraciones económicas y morales; y, (ii) empleados de forma insatisfactoria.

El estándar de la buena fe, por ejemplo, es aplicado, en contra del más elemental sentido económico, para (i) expandir el concepto de “simetría contractual”76 y (ii) exigir que los contratos otorguen a ambas partes los mismos derechos y las mismas obligaciones77. De esta forma, sin embargo, se altera la estructura económica de las transacciones, pues, salvo supuestos excepcionales, las partes se encuentran expuestas a riesgos asimétricos, de modo que es natural que no adquieran los mismos derechos y las mismas obligaciones.

En T+1 el Banco B y la Compañía C celebran un contrato de préstamo dinerario. El sentido común indica que ese contrato asigna riesgos de naturaleza asimétrica. Mientras la compañía asume un solo riesgo, consistente en que el banco no desembolse el préstamo en T+2, el banco asume una amplia variedad de riesgos en tanto no se produzca el repago en T+10, a saber: (i) riesgos vinculados a la situación de la compañía78; (ii) riesgos vinculados a la situación del mercado79; (iii) riesgos vinculados al comportamiento de la compañía80; (iv) riesgos vinculados al entorno legal81; etc.

En la medida en que la compañía y el banco asumen riesgos asimétricos, es lógico que el contrato otorgue a las partes mecanismos de protección asimétricos. La aplicación dogmática de la buena fe, sin embargo, no solo altera la ecuación, sino que además eleva los costos de transacción, perjudicando a ambas partes82.

36 En la medida en que toman en consideración los medios disponibles.

37 Virtualmente todas las actividades socialmente relevantes (negocios, deportes, emprendimientos políticos, etc.) emplean estrategias. El “planeamiento estratégico” es, en estos tiempos, “universal”.

38 “War is a mystery both to those who fight and those of us who are on the sidelines, and it is a troubling and unsettling mystery. It should be abhorrent, but it is often alluring and its values seductive. It promises glory and offers suffering and death. We who are noncombatants may fear warriors, but we also admire, even love them. And we cannot pretend that we are not part of the same family, with the same potential of fighting. Perhaps the Australian writer Frederick Manning (…) was right when he said: ‘War is waged by men; not by beasts, or by gods. It is a peculiarly human activity. To call it a crime against mankind is to miss at least half of its significance; it is also the punishment of a crime’” (MacMillan, 2020, p. 150)

39 “A superficial reading (…) suggest that that Pharaoh’s obstinacy has a simpler explanation: he was a most unpleasant man, whose continuing deceit and double-dealing contrasted with the courtesy and dignity exhibited by Moses at all times. He was so sure of his own power that he was prepared to engage in disastrous trial of strength. There is, however, a more intriguing explanation: Pharaoh was set up. Before plagues started, God told Moses: ‘I will harden Pharaoh’s heart, and multiply my signs and my wonders in the land of Egypt. But Pharaoh shall not hearken unto you, that I may lay my hand upon Egypt, and bring forth mine armies, and my people the children of Israel, out of the land Egypt by great judgment’. Sure enough, ever time Pharaoh hesitated in the face of the onslaught of plagues, the Bible reports that the Lord hardened Pharaoh’s heart. God explained this to Moses, after the hail, when Pharaoh acknowledged God’s power for the first time but still reneged on a promise: ‘I have hardened his heart, and the hearts of his servants, that I might shew these my signs before him: and thou mayest thell in the ears of thy son, and of thy son’s son, what things I have wrought in Egypt, and m signs which I have done among them, that ye may know how that I am the Lord’. God needed an obstinate Pharaoh because the only way he could demonstrate the full range of his power, and it superiority over all other powers on earth, was to put on the most awesome display. If Pharaoh has crumbled at the first plague there would have been no wondrous reports to pass down to future generations. Others would not appreciate the extent of his formidable power” (Freedman, 2013, p. 16).

40 La respetuosa solicitud inicial para realizar un viaje de peregrinación de tres días se convierte en una firme demanda de liberación definitiva.

41 “During the 1980s, there was a shift toward Sun Tzu. Sun Tzu’s influence was attested to by two references in popular culture. In the movie Wall Street, the villainous Gordon Gerko advises Bud Fox: ‘I don’t throw darts at a board. I bet on sure things. Read Sun Tzu, The Art of War. Every battle is won before it is ever fought’. Fox later used Sun Tzu to prevail over Gerko: ‘If your enemy is superior, evade him. If angry, irritate him. If equally matched, fight, and if not, split and re-evaluate (…) Another villain, Tony Soprano, the eponymous boss in The Sopranos, was told, somewhat sarcastically, by his psychiatrist Dr. Malfi: ‘You want to be a better mob boss, read the Art of War’. Later Soprano reported back to her: ‘Been reading that –that book you told me about. You know, The Art of War by Sun Tzu. I mean here’s this guy, a Chinese general, wrote this thing 2400 years ago, and most of it still applies today! Balk the enemy’s power. Force him to reveal himself’. Soprano clearly felt that his introduction to Sun Tzu had given him a competitive advantage; ‘Most of the guys I know, they read Prince Machiavelli’. Soprano claims to have found Machiavelli, whom he read in a study guide, no more than ‘okay’. Sun Tzu, however, ‘is much better about strategy’. As a result of Tony Soprano’s endorsement, Sun Tzu became Amazon’s bestseller in New Jersey” (Freedman, 2013, pp. 508 y 509).

42 Inicialmente Moloc propone una guerra total y abierta contra Dios. Con buen criterio, sin embargo, Belial hace notar que las fuerzas rebeldes son solo un tercio de las fuerzas leales, por lo que el resultado esperado de una confrontación directa es negativo. Luego de reflexionar, Lucifer concluye que para derrotar a Dios es necesario incrementar el número de rebeldes. Por eso la propuesta de Belcebú, de conseguir que los hombres se unan a la lucha, resulta estratégicamente perfecta.

43 “There was always a double standard when it came to cunning, trickery, deception, and stratagem. Against your own people -whit whom deception should be much easier because you understood them and they were more likely to trust you- it was generally reprehensible, but against enemies, it could be acceptable and even admirable if the trick was a good one. The closer the social bond, the more distasteful were the attempts to exploit the bond through deception; the weaker the bond, the more difficult it was to deceive successfully. Either way, reliance on cunning was subject to a law of diminishing returns. Once the reputation was acquired, then others would be watching for tricks” (Freedman., 2013, p. 65).

44 La ley de los retornos decrecientes del engaño es empleada por Immanuel Kant para demostrar que, por definición, el engaño impide que la acción cumpla con la “Fórmula de la Ley Universal” y, por tanto, que resulte moralmente valiosa. Ver: sección “Políticas” de este Capítulo.

45 Las armas nucleares emplean procesos de fisión (división) y de fusión (combinación) a nivel sub-atómico (protones y neutrones). Esos procesos liberan considerables cantidades de energía (la fisión de un neutrón de uranio, por ejemplo, genera energía equivalente a 2.5 neutrones de esa misma materia). Por su diseño, las armas nucleares provocan numerosas cadenas de fisión y de fusión, de modo que ocasionan reacciones de naturaleza exponencial (sometidas a una tasa de crecimiento proporcional a la cantidad). Por tal razón, una bomba nuclear de 4,400 kilogramos de Uranio puede liberar una cantidad de energía equivalente a la que liberan 30’000,000 de cargas de dinamita.

46 “Scholarly advice on the theory of strategy shifted clearly in the 1950s from the conduct of warfare to the management of threats and political commitment policy. Deterrence emerged as the dominant strategic concept in the 1950s, and subsequent decades have not dethroned it. Strategic theorists and practitioners from around the world seem to agree that the sole utility of nuclear weapons was deterrence” (Gray, 2018, p. 39).

47 “(…) we can summarize how and why strategy works by standing just four words: Ends, Ways, Means, and Assumptions. The relations among this four concepts must constitute a theory of strategy, albeit a tersely minimalistic one. It can be restated, still economically, as follows: political Ends, served by strategic Ways, employ military Means, with the whole activity largely governed by relevant Assumptions” (Gray, 2018, p. 44).

48 “Strangely, perhaps, it was a country led by a figure totally untroubled by naïve liberal hopes for especially good behavior at home or abroad -namely, Joseph Stalin- that was almost fatally caught out. Stalin allowed his hopes to overwhelm what he was hearing from his own Soviet intelligence assets, as well as useful foreign ones, about the very near-term German intentions to invade. The Soviet Union was fortunate to survive the German attacks launched on 6 June 1941. The invasion was a genuine surprise, at least to Stalin, who had persuaded himself that such an assault would not occur” (Gray, 2018, p. 87).

49 La idea de Rockefeller de emplear el “trust” para evadir la aplicación de remedios antimonopolio resulta transformacional, en la medida en que otorga a esta figura “alcances organizacionales”. A raíz de esa idea el “trust” pasa a ser una “forma organizacional” alternativa a las tradicionales (p.e. “corporation”).

50 Como afirma Freedman: “Plans may be hatched by the cool and the calculating but they are likely to be implemented by the passionate and the unpredictable” (Gray, 2018, p. 16).

51 La decisión del Imperio Austrohúngaro de anexar los territorios de Bosnia y Herzegovina (1908) frustra el proceso de creación de la “Gran Nación Serbia”, razón por la cual diversos sectores de la sociedad Serbia complotan (con la colaboración directa de Rusia) para iniciar un conflicto armado en contra aquel Imperio.

52 “The cars rolled past houses and shops decked with Habsburg black-and-yellow and Bosnian red-and-yellow banners, towards the Sarajevan Muhamed Mehmedbasic, who had taken up a position by the Cumurija Bridge. As the cheers rose from around him he prepared to prime and throw his bomb. It was a tense moment because once the percussion cap on the bomb was cracked (…) there was not going back (…) The next assassin in line (…) was the Bosnian Serb Nedeljko Cabrinovic, who had places himself on the river side of the Quay. He freed his bomb and broke a detonator against a lamppost (…) Instead of leaving the danger zone immediately, the archduke saw to the treatment of the wounded and then ordered that the cavalcade should continue to the Town Hall (…) ‘Come on’, he said. ‘That fellow is clearly insane; let us proceed with our programme’ (…) The archduke asked Potoriek whether he thought a further attack was likely (…) Potoriek made a disheartening reply that he ‘hoped not, but that even with every possible security measure, one could not prevent such undertaking launched from close quarters’ (…) It was agreed that the tour of the museum should be cancelled, and the motorcade should proceed straight back to Apple Quay rather than up Franz Joseph Street as any further prospective assassin would presumably be expecting (…) The motorcade rolled back though the city in the gathering heat, westwards now, away from the City hall. But no one had informed the drivers of the changed itinerary. As they passed the bazar district, the lead vehicle swung to the right into Franz Joseph Street and the car carrying Franz Ferdinand and Sophie made the follow suit. Potoriek upbraided the driver: ‘This is the wrong way! We are supposed to take the Appel Quay!’ The engine was disengaged and the car (which had no reverse gear) pushed slowly back on the main thoroughfare. This was Gavrilo Princip’s moment. He had positioned himself in front of a shop on the right side of Franz Joseph Street and he caught up with the car as it slowed almost to a stop. Unable to disentangling in time the bomb tied to his waste, he drew his revolver instead and fired twice (…)” (Clark, 2013, pp. 370 – 374).

53 El asesinato del Archiduque Franz Ferdinand es el resultado de una serie decisiones desafortunadas. La visita a Sarajevo es altamente riesgosa, pues existe información (conocida por el propio archiduque) acerca de posibles atentados terroristas. La fecha elegida para dicha visita es inconveniente, pues en Sarajevo se recuerda la derrota que Serbia sufre a manos de los otomanos en 1389. La continuación de las actividades oficiales programadas es, cuando menos, negligente, pues la delegación del archiduque sufre un primer atentado a manos de los terroristas serbios. Finalmente, la omisión de informar de manera oportuna a los conductores de los vehículos de la caravana oficial el cambio de itinerario (utilizar la calle “Appel Quay” en lugar de la calle “Franz Joseph”) es trágicamente desafortunada, pues expone al archiduque a la acción de Gavrilo Princip (que espera en la calle “Franz Joseph”).

54 “(…) Alexander (…) understood that Napoleon wanted battle. If that was he wanted, that was exactly what he should not have. The Russians plan therefore was to fall back (…) By trading space for time, they would gain strength (…) As Napoleon chased the Russians in search of a battle, he exhausted his men and particularly his horses (…) By the time of the battle, the Grand Armée had already lost a third of its original 450,000 men –without a proper fight” (Freedman, 2013, p. 79).

55 “While Ford stuck with the Model T, the others set the pace with a greater range of new cars (…) He did not even appreciate how costumers, whose aspirations he had championed, were becoming more demanding about products, fickle in their tastes, interested in style, and self-indulging in their spending. He assumed that low prices would continue to persuade costumers to forego the novelties and gadgets offered by his competitors” (Freedman, 2013, pp. 481 y 482).

56 “Thomas Hobbes famously claimed that the state of nature –that is, the social condition without law and government- would be a ‘war of all against all’ in which life would be ‘solitary, poor, nasty, brutish and short’ (…) It turns out that Hobbes was doubly wrong. His first mistake was relatively minor. Anthropologists now believe that humans mostly lived without law for the vast majority of their time on earth (…) Hobbes’s second, more serious mistake was to assume that the state of nature was a state of war. Although almost certainly brutish and short, human life, at least within the band themselves, does not appear to have been specially solitary or nasty. Human beings are social creatures and as such they worked together more or less peacefully in groups to collect food, raise children, and protect one another from outside predators (…) In other words, cooperation and order have not only been possible throughout human prehistory: they have been the norm (…) Hobbes was right when he claimed that without law there would be “no culture of the earth; no navigation, nor use of the commodities that may be imported by sea; no commodious building; no instruments of moving, and removing, such things as require much force; no knowledge of the face of the earth; no account of time; no arts; no letters; no society”. Civilization is possible only with a very high degree of social cooperation and interdependence, which, in turn, is possible only when a community has the ability to regulate social relations efficiently and effectively” (Shapiro, 2011, pp. 35 y 36).

57 “Power alone without some support from the people cannot ensure the survival of Leviathans. The Roman Empire lasted as long as it did because it replaced a collection of often-quarreling states and because, within its borders, peoples, foods and goods could travel freely along its well-built roads or across the Mediterranean, which had been cleared of pirates. Within the empire economic prosperity grew and people lived longer. Indeed foreigners moved into the Roman Empire rather than Romans moving away (…) The better Leviathans have consistent laws, reasonable taxes and security of property, and sometimes even, as the Roman Empire, a tolerance of different costumes and religions” (MacMillan, 2020, pp. 17 y 18).

58 “The ‘realization’ (i.e. the making real) of the legal system involves inscribing its categories and logics within the political, social, and economic realm. Viewed solely from the standpoint of realization (and, relatedly, efficacy, legitimization and domination), modern legal systems can be described in terms of various stages of development (…) In this first stage, positive laws are enacted on paper and applied by able and willing legal officials to citizens who obey for instrumental reasons (…) In the second stage, both legal officials and the citizens obey the law –precisely because they understand that law poses obligations for them (e.g. internalization). The third stage, the most advanced, is achieved when both legal officials and the citizenry unconsciously deploy legal categories and logic, not just because they are the law, but because they are experienced as simply the way things are (e.g. naturalization)” (Schlag y Griffin, 2020, pp. 14 y 15),

59 “(…) when legal rules do have distributive effects, the effect usually should not be counted as favoring or disfavoring the rules because distributional objectives can often be best accomplishes directly, using the income tax and transfer (welfare) programs. One reason economists have tended to favor this direct means of redistribution is that they reach all individuals and are based explicitly on income. In contrast particular rules affect only a relative small fraction of the population and ordinarily constitute relatively crude means of redistribution. For example, a pro-plaintiff tort rule will affect only people involved in accidents, and the resulting redistribution will be haphazard because whether and to what extent plaintiffs are poorer than defendants will vary greatly from context to context. In addition the income tax and transfer programs tend to involve less distortion and inefficiency than does redistribution though legal rules. The reason is that redistribution to legal rules entails both the inefficiency of redistribution generally (due to adverse effects on work incentives) and the additional cost involved in adopting less efficient legal rules.” (Kaplow y Shavell, 2002, pp. 33 y 34).

60 Las herramientas constituyen los medios que el legislador tiene para obtener los fines deseados (resolución de los desafíos funcionales). La forma en la que estas herramientas han de ser empleadas constituye los planes que el legislador diseña para obtener los fines en cuestión.

61 “Los sistemas legales operan con dos tipos de normas: reglas y estándares. Las reglas establecen ex ante qué se debe hacer o qué no se debe hacer. La norma legal que dispone que no se debe conducir en la Calle C a más de 50 kilómetros por hora contiene una regla, pues los conductores saben, desde un primer momento, que incurrirán en una situación de incumplimiento si conducen a 60 kilómetros por hora. Los estándares, por su parte, establecen ex post qué se debe hacer o qué no se debe hacer. La norma legal que dispone que en la Calle C se debe conducir a ‘velocidad prudente’ contiene un estándar, en tanto que los conductores no saben, desde un primer momento, que incurrirán en una situación de incumplimiento si conducen a 60 kilómetros por hora. La configuración de dicha situación dependerá de la interpretación que tenga el juez del concepto ‘velocidad prudente’. Esa interpretación estará sustentada en los hechos particulares del caso (p.e. ¿el conductor transitaba de día o de noche?). Por consiguiente, solo después de concluido el respectivo proceso judicial, un conductor sabrá si 60 kilómetros por hora constituye, para ese caso, ‘velocidad prudente’” (Escobar, 2020, p. 156).

62 Incluso la interpretación textual es contextual. Como indica Slocum: “[c]onsideration of context is appropriate and often necessary in determining the ordinary meaning of the textual language. To interpret acontextually is, often, to misinterpret” (Slocum, 2017, p. 29).

63 “Meta-interpretative debates cover a wide range topics, including whether to rely on parliamentary intent and legislative history, defer to administrative agencies, follow judicial precedent in constitutional and statutory interpretation, recognize evolving social mores, accept authority of treatise writers, and so on. But the principal disagreement over interpretation methodology has always been between those who favor stricter forms of interpretation versus those who prefer looser ones. Advocates of textualism insist that the plain meaning of legal text be followed. For them, the letter of the law controls. By contrast, those who favor some form of purposivism maintain that it is proper in some instances for interpreters to bypass the literal reading of an authoritative text. When the text recommends a course of action that is contrary to the purpose for which it was enacted, purposivists believe it a dereliction of duty to follow the letter of the law. Nonlawyers are often perplexed at this debate. Some think that it is obvious that legal texts ought to be construed strictly. If the law says ‘No vehicles are permitted in the park’, then no vehicles are permitted in the park – end of story (…) Others take the opposite tack. They cannot see the point of sticking to the letter of the law when doing so would be counterproductive. The function of the law, to them is to make our lives better off. What justification could there possibly be, on this view, for not letting an ambulance though a park if that is the quickest route to the hospital?” (Shapiro, 2011, p. 353).

64 “The training of lawyers is a training of logic. The process of analogy, discrimination, and deduction are those in which they are most at home. The language of judicial decision is mainly the language of logic. And the logical method and form flatter that longing for certainty and for repose which is in every human mind. But certainty generally is illusion, and repose is not the destiny of a man. Behind the logical form lies a judgment as to the relative worth and importance of competing legislative grounds, often an inarticulate and unconscious judgment, it is true, and yet the very root and nerve of the whole proceeding. You can give any conclusion a logical form. You always can imply a condition in a contract. But why do you imply it? It is because of some belief as to the practice of the community or of a class, or because of some opinion as to policy, or, in short, because some attitude of yours upon a matter not capable of exact quantitative measurement, and therefore not capable of founding exact logical conclusions. Such matters really are battle grounds where the means do not exist for determinations that shall be good for all time, and where the decision can do no more than embody the preference of a given body in a given time and place” (Holmes, 1897, p. 460)

65 La organización política de las ciudades griegas requiere la participación activa de los ciudadanos en las asambleas y en las cortes. Estos últimos, por tanto, precisan desarrollar una habilidad especial: convencer a la audiencia. En este contexto florece una singular actividad profesional dirigida a transmitir la habilidad de la “persuasión”. Los primeros “retóricos” se concentran en explorar las formas de convencer a la audiencia a través de las emociones. Posteriormente, Platón y Aristóteles amplían el espectro de la retórica, al considerar la necesidad de desarrollar argumentos lógicos, a través del dominio de dos tipos de conocimiento: (i) el conocimiento formal (dialéctica), que permite realizar juicios inductivos y deductivos; y, (ii) el conocimiento sustancial (ética), que permite desarrollar ideas sobre lo justo, lo injusto, etc. En esta línea, en “Rhĕtorikĕ” Aristóteles propone tres métodos técnicos de persuasión. En orden de importancia, el primero se sustenta en la autoridad del argumento (“logos”). El segundo se sustenta en la personalidad del orador (“ethos”). El tercero se sustenta en la emoción generada en la audiencia (“pathos”). Posteriormente, los filósofos estoicos desarrollan con mayor énfasis el método de la autoridad del argumento. Así, en “De Inventione” Cicerón desarrolla diversas fórmulas conceptuales para elaborar argumentos (i) sobre cualquier materia y (ii) en favor de cualquier posición.

66 Arts. 1138, 1154, 1155, 1156, 1160, 1316, 1431, 1432, 1433.

67 El sentido común permite anticipar que bajo la FSFC tanto los costos de transacción como las rentas se incrementarán, pues los arrendadores razonablemente exigirán el pago de una “prima” a cambio de asumir el riesgo de la terminación del contrato a causa de la imposibilidad de los arrendatarios de obtener los beneficios que esperan.

68 “In drawing analogies, we say that some aspect of a current problem is similar to some aspect of a past problem, and thus we should learn -sometimes to follow sometimes to avoid- from the previous event. When, for example, it was argued at the time of the first Iraq war, in 1991, that Sadam Hussein was “like” Adolf Hitler, the point was to show that because Hitler was a dangerous dictator who invaded other countries and needed to be stopped, it followed that Sadam Hussein, also a dangerous dictator who invaded other countries, needed to stopped as well (…) The analogical argumentative structure was the same for those who argued against the second Iraq war, in 2002, by using than analogy between that war and the war in Vietnam. Then the crux of their argument was that Iraq and Vietnam were both situations in which conventional warfare was impossible and in which American military knowledge of the culture, terrain, and language was minimal. Because Vietnam turned into a long, costly and ultimately unsuccessful military venture, so the argument went, the similar situation in Iraq presented similar dangers and should therefore be avoided” (Schauer, 2009, p. 86).

69 “Implicit in this standard picture of analogy is that the person drawing the analogy has a choice of source analogs and selects one from among multiples possibilities on the basis of its being the most useful in making a decision or the most valuable for persuading someone else of the wisdom of a decision already made (…) lawyers do not select analogies that they believe will not lead someone –judge or jury- to the conclusion that they are advocating, and judges do not select analogies that they believe will not help the reader of an opinion see the wisdom in their conclusion” (Schauer, 2009, pp. 87 y 88).

70 “El art. 106 de la LGS establece con meridiana claridad una prohibición absoluta: ‘en ningún caso la sociedad puede otorgar préstamos o prestar garantías (para que un tercero adquiera acciones de propia emisión)’. Si es que el target otorga un préstamo a la shell company, la finalidad de dicho préstamo es ilícita, pues existe una norma que establece que no se puede financiar la adquisición de acciones de propia emisión. Si es que el target otorga una garantía en respaldo de la shell company, el objeto de dicha garantía es jurídicamente imposible, pues existe una norma que establece que no se puede garantizar el financiamiento de la adquisición de acciones de propia emisión. Las reglas de nulidad por ilicitud de causa e imposibilidad de objeto son aplicables a ambos supuestos” (Escobar, 2019, p. 435).

71 Las operaciones de asistencia financiera permiten que el adquirente de acciones representativas del capital social de una empresa (“target”) reciba financiamiento directo o indirecto de esa empresa para pagar el precio de adquisición o el valor de suscripción de tales acciones.

72 “The leverage buyout can take on many patterns. The typical one (in simplified form) involves the creation of a Shell corporation that later merges with the Firm being bought out. The managers form Shell Corporation. They contribute its initial capital and receive all of its stock (…) Shell Corporation borrows from banks and other lenders (or, more precisely, negotiates agreements with them to lend if its offer to buy Firm is successful). Shell Corporation then purchases all the stock in the hands of old shareholders of Firm. Shell Corporation pays a premium that is perhaps as much as 50 percent above Firm’s’ market price before the buyout. Firm is now a subsidiary if Shell Corporation. The only asset of Shell Corporation is its stock in Firm Shell Corporation is then merged into Firm. As a result of the merger, Firm assumes all the obligations of Shell Corporation, including the obligations owed to Bank and other lenders who financed the buyout” (Baird, 1991, pp. 3-4).

73 Arts. 356 y 359 de la LGS.

74 “Las OAF que culminan con una fusión entre el target y la shell company no transgreden la finalidad contemplada por el art. 106 de la LGS. En efecto, esa finalidad es otorgar protección tanto a los accionistas minoritarios como a los acreedores. Si ambos grupos de interesados no tuvieran la posibilidad de emplear un remedio legal que impida que la fusión lesione sus intereses, entonces las OAF indicadas vulnerarían la finalidad contemplada por el art. 106 de la LGS. Ocurre, sin embargo, que la propia LGS otorga a ambos grupos de interesados la posibilidad de emplear un remedio legal que impida que la fusión lesione sus intereses. En efecto, el art. 356 de la LGS concede el derecho de separación a los accionistas minoritarios que consideren que la fusión resulta perjudicial. De otro lado, el art. 359 de la LGS concede el derecho de oposición a los acreedores que consideren que la fusión resulta perjudicial. En la medida en que la fusión entre el target y la shell company no puede generar pérdida alguna a los accionistas minoritarios y a los acreedores, es evidente que las OAF que culminen con una fusión no pueden transgredir la finalidad contemplada en el art. 106 de la LGS. Siendo esto así, las OAF que culminan con una fusión no pueden ser consideradas ‘fraudulentas’” (Escobar, 2019, pp. 435 y 436).

75 Los costos involuntarios impuestos por las OAF toman la forma de “potenciales perjuicios”. En el caso de los accionistas minoritarios existen hasta tres potenciales perjuicios: (1) pérdida de la opción de recibir dividendos; (2) insolvencia del “target”; y (3) expropiación de valor patrimonial. Por su parte, en el caso de los acreedores no garantizados, existen hasta dos potenciales perjuicios: (1) incremento no remunerado del riesgo crediticio (por sustitución ineficiente de activos); e, (2) incremento del riesgo moral.

76 Según este concepto, las prestaciones han de tener y mantener el mismo valor, y las reglas contractuales han de ser equilibradas. Como es evidente, este concepto aplica, de forma acrítica, la idea aristotélica de “justicia distributiva”. Según esa idea, es preciso asignar los beneficios sociales en función de un criterio que cumpla con la “máxima de la equidad”. La aplicación de la máxima indicada requiere considerar tres elementos: (i) los beneficios; (ii) las personas; y, (iii) los criterios (equitativos) de asignación. Asimismo, la aplicación de la máxima indicada requiere garantizar que (a) la participación que las personas obtengan en los beneficios responda, en términos matemáticos, (b) al resultado generado por el criterio de asignación elegido (equidad geométrica). Imaginemos que B, C, D y E logran generar de manera conjunta ganancias por $100 y que el criterio elegido es la “cantidad de horas trabajadas”. Imaginemos, además, que B trabaja 40 horas, C trabaja 30 horas, D trabaja 20 horas y E trabaja 10 horas. En este caso la distribución de las ganancias será justa si a B le corresponde $40 ($100x40%), a C le corresponde $30 ($100x30%), a D le corresponde $20 ($100x20%) y a E le corresponde $10 ($100x10%) (Aristóteles, 2002, pp. 74 y 75).

77 “Entonces, aquellos que proponen un uso de la buena fe en función solidarista, lo hacen para introducir en el contrato, por vía interpretativa/integradora/completiva, un contenido económico diferente de aquel que las partes han delineado; diferente, porque no desequilibrado, es decir, más justo, conforme a ciertos valores, como aquel de la solidaridad y de la proporcionalidad entre las prestaciones y aquel de la igualdad entre los individuos, destinados a prevalecer, como consecuencia de una ponderación axiológica, sobre aquel de la libertad de autodeterminación contractual; diferente, porque no conforme a la economía del contrato, porque no conforme al plan económico y al plan de los riesgos que las partes buscaron construir con el reglamento contractual (…) Así, la cláusula general de buena fe, interpretada a la luz de los principios de solidaridad, igualdad sustancial y proporcionalidad, de ser un instrumento (prevalentemente descriptivo) de verificación y consiguiente valoración de la conducta contractual de las partes (…) se convierte en un instrumento (prevalentemente constructivo) de corrección y de control del reglamento contractual” (Grondona, 2011, pp. 283 y 284).

78 La compañía puede perder la concesión minera y, por tanto, la fuente de ingresos para el repago.

79 El precio del metal producido por la compañía puede disminuir.

80 La compañía puede sobre-endeudarse o transferir activos valiosos.

81 El Congreso puede aprobar un nuevo impuesto o puede aprobar nuevas regulaciones ambientales. En ambos casos, la compañía tendrá que destinar recursos a fines no previstos al momento de la celebración del contrato.

82 Si se obliga al banco a conceder a la compañía, por ejemplo, el derecho de terminación anticipada (en caso de variaciones sustanciales del entorno regulatorio), el banco elevará la tasa de interés.

Reglas insensatas

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