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De las mil metas y de la «única» meta 93
ОглавлениеMuchos países ha visto Zaratustra, y muchos pueblos: así ha descubierto el bien y el mal de muchos pueblos. Ningún poder mayor ha encontrado Zaratustra en la tierra que las palabras bueno y malvado.
Ningún pueblo podría vivir sin antes realizar valoraciones; mas si quiere conservarse, no le es lícito valorar como valora el vecino.
Muchas cosas que este pueblo llamó buenas son para aquel otro afrenta y vergüenza: esto es lo que yo he encontrado. Muchas cosas que eran llamadas aquí malvadas las encontré allí adornadas con honores de púrpura.
Jamás un vecino ha entendido al otro: siempre su alma se asombraba de la demencia y de la maldad del vecino.
Una tabla de valores está suspendida sobre cada pueblo. Mira, es la tabla de sus superaciones; mira, es la voz de su voluntad de poder94.
Laudable es aquello que le parece difícil; a lo que es indispensable y a la vez difícil llámalo bueno; y a lo que libera incluso de la suprema necesidad, a lo más raro, a lo dificilísimo, - a eso lo ensalza como santo.
Lo que hace que él domine y venza y brille, para horror y envidia de su vecino: eso espara él lo elevado, lo primero, la medida, el sentido de todas las cosas.
En verdad, hermano mío, si has conocido primero la necesidad y la tierra y el cielo y el vecino de un pueblo: adivinarás sin duda la ley de sus superaciones y la razón de que suba por esa escalera hacia su esperanza.
«Siempre debes ser tú el primero y aventajar a los otros95: a nadie, excepto al amigo, debe amar tu alma celosa» - esto provocaba estremecimientos en el alma de un griego: y con ello siguió la senda de su grandeza.
«Decir la verdad y saber manejar bien el arco y la flecha» - esto le parecía precioso y a la vez difícil a aquel pueblo96 del que proviene mi nombre - el nombre que es para mí a la vez precioso y difícil.
«Honrar padre y madre y ser dóciles para con ellos hasta la raíz del alma»: ésta fue la tabla de la superación que otro pueblo suspendió por encima de sí, y con ello se hizo poderoso y eterno97.
«Guardar fidelidad y dar por ella el honor y la sangre aun por causas malvadas y peligrosas»: con esta enseñanza se domeñó a sí mismo otro pueblo98 y domeñándose de ese modo quedó pesadamente grávido de grandes esperanzas.
En verdad, los hombres se han dado a sí mismos todo su bien y todo su mal. En verdad, no los tomaron de otra parte, no los encontraron, éstos no cayeron sobre ellos como una voz del cielo.
Para conservarse, el hombre empezó implantando valores en las cosas, - ¡él fue el primero en crear un sentido a las cosas, un sentido humano! Por ello se llama «hombre», es decir: el que realiza valoraciones99.
Valorar es crear: ¡oídlo, creadores! El valorar mismo es el tesoro y la joya de todas las cosas valoradas.
Sólo por el valorar existe el valor: y sin el valorar estaría vacía la nuez de la existencia.
¡Oídlo, creadores!
Cambio de los valores - es cambio de los creadores. Siempre aniquila el que tiene que ser un creador.
Creadores lo fueron primero los pueblos, y sólo después .los individuos; en verdad, el individuo mismo es la creación más reciente.
Los pueblos suspendieron en otro tiempo por éncima de sí una tabla del bien. El amor que quiere dominar y el amor que quiere obedecer crearon juntos para sí tales tablas.
El placer de ser rebaño es más antiguo que el placer de ser un yo: y mientras la buena conciencia se llame rebaño, sólo la mala conciencia dice: yo.
En verdad, el yo astuto, carente de amor, el que quiere su propia utilidad en la utilidad de muchos: ése no es el origen del rebaño, sino su ocaso.
Amantes fueron siempre, y creadores, los que crearon el bien y el mal. Fuego de amor arde en los nombres de todas las virtudes, y fuego de cólera.
Muchos países ha visto Zaratustra, y muchos pueblos: ningún poder mayor ha encontrado Zaratustra en la tierra que las obras de los amantes: «bueno» y «malvado» es el nombre de tales obras.
En verdad, un monstruo es el poder de ese alabar y censurar. Decidme, hermanos míos,
¿quién me domeña ese monstruo? Decidme, ¿quién pone en cadenas las mil cervices de ese animal?
Mil metas ha habido hasta ahora, pues mil pueblos ha habido. Sólo falta la cadena que ate las mil cervices, falta la única meta. Todavía no tiene la humanidad meta alguna.
Mas decidme, hermanos: si a la humanidad le falta todavía la meta, ¿no falta todavía también - ella misma? -
Así habló Zaratustra.