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El diario incompleto

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Han pasado unos días,

y no he encontrado relatos que me paren y calmen el pulso.

La palabra en los textos se muestra nerviosa.

El paso normal de las horas

aparece en una sucesión de momentos.

Me paro y aparezco cinco días después.

Lo que para un ser humano cotidiano es un día,

para mí puede ser una semana, tres días o dos segundos.

El tiempo lo cuento con el retorno de la mirada a la mesa

que tengo en frente.

Estoy tanto tiempo en mi destiempo

que olvido que hay un mundo exterior también

desacompasado.

Comienzo con las rutinas,

¡me hacen sentir tan bien!

No las puedo seguir,

me frustro,

lo dejo y me vuelvo a ilusionar.

Y así persisto por un diario a diario

y una vida de pasos entonados.

El diario de una inquieta equilibrada

intentado encontrar sentido en fragmentos externos del mundo.

Ya no me rompo

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