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PRIMERA PARTE

¿QUÉ LE PASA A LA ECONOMÍA O A LOS ECONOMISTAS?

Algo pasa a la “ciencia económica”, mientras que, por una parte, aumenta la superproducción de artículos o papers, libros, revistas, journals, premios Nobel, número de citaciones o referencias entre economistas, universidades, doctores y post doctores, por otra parte, preocupa su poca contribución o aporte para enfrentar problemas reales o dar señales claras frente a las crisis económicas, crisis financieras y a los problemas de la gente: desigualdad, pobreza y hambruna.

Se dice que la confianza que la gente tiene en los economistas es apenas superior a la que tienen en los políticos y la imagen que se tiene de ellos es que son “distantes”, “inexplicables” y “elitistas”. Los economistas no hemos encontrado un lenguaje para hablar con el público común y se tiende a ver a la economía como un conocimiento secreto y que no ha sido traducido. La confianza de la gente en los economistas es menor que respecto a los físicos y a los médicos. Así, ciencias difíciles como la física han encontrado en general mejores maneras de comunicar conceptos básicos al público que los economistas.17

La terca realidad no responde, lamentablemente, a lo que dice, prescribe o manda la literatura económica dominante. Tampoco a lo que los economistas diagnostican, recomiendan y pronostican sobre los hechos o fenómenos económicos; que justamente son las formas en que se manifiesta en la realidad un suceso con impacto en la economía mundial o de un país, un sector, una empresa, un hogar o una persona.

Adicionalmente, los economistas históricamente siempre han estado divididos por escuelas o sectas como la religión y no se ponen de acuerdo en lo que prescriben, incluso entre los que están bajo el mismo enfoque. Estas corrientes han dominado ciertas épocas como los clásicos, neoclásicos, keynesianos y monetaristas, éstos últimos con diversas variantes. Y en el caso de América Latina, en los cincuenta y sesenta han surgido escuelas como el estructuralismo y el pensamiento de la CEPAL y a mediados de los setenta el neoliberalismo bajo la llamada Escuela de Chicago, que impuso una hegemonía en la ciencia económica o “main stream” que ha caricaturizado y englobado las experiencias de Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia etiquetándolas de populistas o “neo populistas”.

Actualmente parte de la reticencia e inclusive hostilidad hacia los economistas está asociada a la principal corriente del neoliberalismo y a la identificación de economía con ese pensamiento y, sobre todo, a la preminencia del mercado y el individuo sobre los intereses de la gente, como concluyen los Economistas por una Prosperidad Inclusiva:

En resumen, el neoliberalismo parece ser sólo otro nombre para la economía. En consecuencia, muchas personas ven la disciplina de la economía con abierta hostilidad. Creen que la enseñanza y la práctica de la economía deben reformarse fundamentalmente para que la disciplina se convierta en una fuerza constructiva. 18

Es por eso que este libro empieza preguntando qué le pasa a la ciencia económica o en forma más directa: ¿qué les pasa a los economistas, cuál es su rol y son legítimas las razones para el descontento de la gente?

1.La economía versus la medicina

Lo que le pasa ahora a la economía podemos compararla, mutatis mutandi, 19cambiando lo que se tiene que cambiar, con la medicina. Así, por ejemplo, si un paciente va al médico es para que le diagnostique la enfermedad que tiene, le señale las causas, los síntomas y cuál sería la evolución de su estado. Pero hasta ahí es solo una parte, porque le interesa principalmente cómo va a resolver su problema, es decir cuál es el tratamiento inmediato o de más largo aliento que debe seguir para resolver o enfrentar la enfermedad en cuestión y, por último, la receta respectiva con los medicamentos indicados.

Al paciente le preocuparía que su médico le haga un excelente diagnóstico, como hacen los consultores económicos, pero no sepa bien cuál es el tratamiento adecuado para sanarlo o tal vez concluya que tiene una enfermedad compleja y solo termine con recomendaciones, entre las cuales figura que lo vuelvan a contratarle. Se asustaría de que su médico le diga que por una parte está bien pero por otra parte está mal, como apunta la premio Nobel de economía 2018 Esther Duflo: “Los economistas siempre dicen por un lado esto, pero por el otro, todo lo contrario”.20

También le inquietaría que su médico ni siquiera le termine de escuchar todo su problema y le tenga ya preparada una receta impresa que entrega a todos sus pacientes, como sucede con los programas de ajuste del FMI. Dudaría, si después de chequeos periódicos durante mucho tiempo, de pronto recién le diga que no vio venir una terrible enfermedad cuyos síntomas, empero, ya habían aparecido mucho antes, tal como reaccionaron la mayoría de los economistas frente a la Gran Crisis Financiera de 2008.

Se mostraría extrañado si su médico le presenta varios escenarios o situaciones posibles de la evolución de sus síntomas; desde un resfrío corriente hasta un cáncer terminal, tal como se utiliza en los escenarios prospectivos del FMI y Banco Mundial, los conocidos fun chart, que muestran la probable evolución de una variable, como el PIB, dentro de un rango de proyección con diferentes intervalos de confianza en torno al escenario central. Le desorientaría que le diga que, en el largo plazo, estaría bien pero que en corto plazo podría morirse, salvo que aplique medidas de shock y, lo que es más grave, que muchos de los medicamentos de la receta le provocarían daños colaterales, que incluso agravarían su enfermedad, como sucedió con las recomendaciones del FMI con Grecia y Argentina. Y al final le diría que el tratamiento es muy costoso y que tiene que endeudarse para pagarlo.

Los médicos alertan sobre enfermedades mientras que los economistas no alertamos sobre el descontento de la gente hasta que surgen estallidos sociales, como sucedió en Chile en octubre de 2019, por el derecho de ser escuchados por los economistas que están en el limbo del neoliberalismo, localizados en los barrios altos (de ingreso) que votaron en contra de la reforma de la constitución, en uno de los países con mayor desigualdad.

Sin embargo, a diferencia de la medicina, si hubiera una mala práctica económica no se tiene a quien quejarse para que arbitre o supervise una mala receta económica o tratamiento de shock. A los médicos, por ejemplo en Chile, les obligan tomar un seguro para el caso de la mala praxis, a los economistas principales o jefes de organismo y misiones internacionales no les exigen ningún seguro y opinan e intervienen impunemente. Los médicos cuando tienen un problema grave con un paciente realizan una Junta Médica, en cambio los economistas tienden a ser excluyentes con colegas, instituciones y otras disciplinas sociales. Se atribuye a Winston Churchil el chiste: “si se pone a dos economistas en una habitación tendrás dos opiniones a menos que uno de ellos sea Lord Keynes, en cuyo caso tendrás tres”.21

2.La envidia de la física

La disculpa normal y formal es que los fenómenos económicos son complejos y la economía no es una ciencia exacta como las matemáticas y la física por lo que puede equivocarse, pero no tanto tampoco. Gregory Mankiw, profesor de economía de Harvard afirmaba que: «A los economistas les gusta hacerse pasar por científicos”. Así, la mayoría de los economistas consideran a la Física como su modelo con vistas a convertir su especialidad en una verdadera ciencia, lo que se conoce vulgarmente como «envidia de la física».22

La economía se dice que se considera que ocupa una posición única en las ciencias sociales, se caracteriza por afirmaciones científicas de gran alcance vinculadas al uso de métodos formales y su posición de superioridad social, hace que la disciplina conserve su relativa insularidad epistemológica o aislamiento, como concluye el artículo sobre “La superioridad de los economistas”.23 Tal vez esta “insularidad” no le ha permitido beneficiarse de la “polinización” con otras disciplinas. Para Rodrik et al (2019) “La economía sigue siendo algo insular dentro de las ciencias sociales debido a sus predilecciones metodológicas: individualismo metodológico, abstracción basada en modelos, formalismo matemático y estadístico”.24

Pareciera ser que uno de los problemas de la poca relevancia de la economía para explicar los hechos o fenómenos económicos, como las crisis y la desigualdad, es que de facto fue considerada una ciencia empírica basada en resultados, en pruebas verificables y repetibles, con un gran despliegue de las matemáticas y la econometría, aunque con un uso abusivo de supuestos.

Fue Samuelson, Premio Nobel en 1970, que con sus Fundamentos del Análisis Económico cambió el lenguaje de los economistas pasándolo de prosa a ecuaciones, de la deducción en prosa a la rigurosidad lógica de la deducción matemática. La tendencia de la economía en la utilización de modelos matemáticos y el sesgo hacia la econometría derivó a que en la práctica se la considere como una ciencia empírica que construye teorías y modelos a partir de la sistemática observación de la realidad. La matematización del análisis económico se da al final de la segunda guerra mundial y se profundiza en los setenta al tenderse a preferir la aproximación matemática con respecto a la estrictamente económica. Stigler llegó a decir que: “La mayor afirmación que se puede hacer para el método matemático es que necesariamente conduce a una buena teoría económica”. Para Robinson (1973), muchos economistas creen “que una tesis puede ser matemáticamente correcta y sin embargo falsa”.25

Keynes en su tiempo ya había advertido sobre la matematización y su alejamiento de la realidad:

Una parte demasiado grande de la economía “matemática” reciente es una simple mixtura, tan imprecisa como los supuestos originales que la sustentan, que permite al autor perder de vista las complejidades e interdependencias del mundo real en un laberinto de símbolos pretensiosos e inútiles.26

Hasta Von Hayek, rival de Keynes y Premio Nobel en Economía en 1974, el padre del neoliberalismo, criticaba esta tendencia al decir:

El fracaso de los economistas en el plano de las políticas públicas tiene que ver por su propensión a imitar lo más posible la metodología de las ciencias físicas. La economía es un fenómeno complejo, que solo de manera muy limitada puede ser captado a nivel numérico.27

Jan Tinbergen, 28 decía “la ventaja de los modelos es que nos fuerza a presentar una teoría completa, pero son solo su esqueleto, que hay que complementar con sentido común y conocimiento de detalles”. La tendencia actual es a premiar más el método cuantitativo y la elegancia del modelo que su aporte concreto. Por eso decía Tinbergen: “Quizás tendríamos que pedirle a cada autor que explicite que hay de novedoso en su análisis”.

Rodrik (2021) llama a comprender las ventajas y limitaciones de los métodos cuantitativos de los economistas y subraya cómo su enfoque puede complementar pero nunca reemplazar métodos alternativos, a menudo cualitativos, utilizados en otras disciplinas académicas. Así, señala que en las ciencias adquirimos conocimiento sobre la causalidad de una de dos maneras: o partimos de una causa y tratamos de identificar sus efectos (inferencia causal hacia adelante) o, alternativamente, partimos del efecto y tratamos de determinar sus causas (inferencia causal inversa). Los economistas están obsesionados con la inferencia causal hacia adelante al limitarse a dar pruebas sobre una de las causas, aunque ni siquiera sea uno de los factores más importantes. Así concluye:

Los economistas pueden estar justificadamente orgullosos del poder de sus métodos estadísticos y analíticos. Pero necesitan ser más conscientes de las limitaciones de estas herramientas. En última instancia, nuestra comprensión del mundo social se enriquece con ambos estilos de investigación. Los economistas y otros eruditos deben adoptar la diversidad de sus enfoques en lugar de descartar o resentirse por el trabajo realizado en disciplinas adyacentes.29

La pertinencia y relevancia de los temas tratados es otra preocupación en las investigaciones económicas donde predominan innumerables papers sobre las mismas estimaciones. Así, llama la atención el reconocimiento a los recientes laureados economistas Paul R. Milgrom y Robert B. Wilson “por mejoras en la teoría de las subastas e invenciones de nuevos formatos de subastas”, en plena crisis económica mundial del COVID-19 y que el Premio Nobel de Economía 2016 fue para Oliver Hart y Bengt Holmström por su aporte en el “fértil campo” de la teoría de los contratos. En cambio, los investigadores Michael Houghton, Harvey J. Alter y Charles M. Rice fueron los galardonados con el Nobel de Medicina por el descubrimiento del virus de la hepatitis C y es probable que el próximo premio será a los descubridores de la vacuna del COVID-19.

Si bien estrictamente no hay un Premio Nobel a la Economía, sino el Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas instaurado en 1969, la idea es que el premio sea “a quienes, durante el año anterior, hayan conferido el mayor beneficio a la humanidad”, como dijo Alfred Nobel en su testamento, situación que no se aplicaría a muchos de los economistas laureados que ignoran los problemas de la gente. La mayor parte de los premios Nobel fue para los aportes en Microeconomía y después le siguen más lejos en importancia Finanzas, Econometría y Teoría de los juegos. En cambio, son pocos los Nobel por los temas de Crecimiento y Desarrollo.30

3.Recetas fallidas

Así, existen una serie de casos de los diagnósticos y recetas fallidas del FMI, desde la aplicación de sus Acuerdos Stand-by en América Latina en la década de los cincuenta hasta los programas de ajuste estructural con énfasis en la privatización en los años ochenta y noventa junto con el Banco Mundial. El Presidente de México señaló que deberían pedir perdón por sus recetas fallidas:

Todos esos organismos deberían ofrecer disculpas al pueblo de México y hacer la autocrítica, es decir, lo que propusimos resultó un fracaso y causamos un grave daño a los mexicanos porque dijimos que con la privatización iba a haber crecimiento y que iba a haber empleo.31

La Gran Crisis Financiera, cuyos síntomas aparecieron a principios del 2000, recién se enteraron por las noticias de prensa muchos economistas y calificadoras internacionales de crédito que seguían alentando una mayor desregulación antes de su estallido en 2007. Lo más grave fue que después de más de 10 años se divulgó que las medidas de rescate financiero del 2008 no beneficiaron a los pacientes, a la gente, sino que habrían favorecido a los intermediarios, principalmente a los Bancos y Fondos de Inversión de alto riesgo (hedge funds), a los culpables de la bancarrota, recuperando y obteniendo mayores beneficios:

Ocho millones de estadounidenses perdieron sus casas y su patrimonio fue devastado. Terminamos con la mayor desigualdad de riqueza de los últimos 100 años.

Mientras esas familias resultaron ser los grandes perdedores del desastre financiero, los grandes ganadores fueron las empresas que compraron esas viviendas a granel, junto a los bancos que aprovecharon esa oportunidad. 32

Analistas económicos consideran que los fondos de cobertura o fondos de inversión libre, un tipo de inversor institucional no regulado, como Bear Stearns, que fue empero rescatado por la Fed y Lehman Brothers, que en cambio quebró, fueron los causantes de la crisis financiera, ya que introdujeron un nivel excesivo de competencia y de riesgo a los bancos con su agresivo modelo comercial y financiero, tan agresivo que dio lugar al aumento de la demanda de hipotecas subprime, especialmente a partir de 2003.

Mientras se rescataban a los bancos no se rescató a la gente como dice el Informe de OXFAM (2021) que resalta que las medidas de austeridad post crisis de 2008 aumentaron la desigualdad:

Un exhaustivo estudio de las políticas adoptadas por los Gobiernos durante la década posterior a la crisis financiera revela que las medidas de austeridad afectaron al 75% de la población mundial. Entre estas medidas destacan el recorte de las pensiones, la reducción de los salarios del personal docente y del sector de la salud, la disminución de las subvenciones y prestaciones y el recorte de los derechos laborales. Desde 2010, también se ha producido un incremento constante del impuesto sobre el valor añadido (IVA), de carácter regresivo, que se ha visto acompañado por la reducción de los tipos impositivos que gravan a las personas y empresas más ricas.33

En el caso de la crisis de Grecia, la política de austeridad, inicialmente impuesta de una manera particularmente injusta por la troika, conformada por Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI, había aumentado las desigualdades entre 2010 y 2012 y le había hecho perder casi uno de cada cinco puestos de trabajo y el desempleo llegó a un 28% en 2013 desde menos del 10% en 2008. El gasto público también se había reducido en 2014 en más de un cuarto en volumen y la demanda interna se contrajo en un 30%. Todo el ajuste fue para pagar y reducir la deuda pública, sin embargo, a pesar de la cancelación parcial de su deuda que se llevó a cabo en 2012, desde entonces la deuda pública aumentó a 20 puntos porcentuales del PIB y apenas ha disminuido en los últimos años. Así:

… bajo el efecto de la política impuesta por esta troika desde 2010, casi todos los indicadores económicos y sociales de Grecia se han deteriorado claramente. Incluyendo su deuda pública que se suponía que esta política debía controlar. Esta intervención permanecerá en los anales como un modelo de lo que no se debe hacer si realmente queremos ayudar a un país a recuperarse.34

La propia Oficina de Evaluación Independiente del FMI criticó el accionar del FMI en Grecia al señalar tímidamente:

En mayo de 2010, el Directorio Ejecutivo del FMI aprobó la decisión de proporcionar financiación de acceso excepcional a Grecia sin buscar una reestructuración de la deuda soberana de Grecia, en circunstancias en las que la deuda no podía considerarse sostenible con una alta probabilidad.35

Antes del estallido social de Chile en octubre de 2019, la mayoría de los economistas lo comparaban con los países más avanzados de la OECD, ya que además era miembro, lo consideraban un ejemplo para los países latinoamericanos con gobiernos populistas como Venezuela, Bolivia y ahora Argentina y México, y creían, en palabras de su Presidente Piñera, que también es economista, que era un “oasis de América Latina”. Sin embargo, con el estallido social y las consecuencias de la Pandemia la situación cambió, pues justo en sus inicios las AFP anunciaron la distribución de dividendos con cargo a sus utilidades de 2019 y debido a la presión de la gente, el Congreso aprobó el retiro del 10% de los Fondos de Pensiones de las AFP en tres oportunidades equivalente a más de un 12% del PIB. Las AFP en América Latina tienen como ejemplo las AFP de Chile y constituía un símbolo intocable del modelo económico chileno. Sin embargo, para los “medios” son medidas populistas el escuchar a la gente y no a los técnicos:

Los técnicos fueron desoídos en el 10% previsional, pero también en una serie de proyectos legislativos que ponen en riesgo, por ejemplo, la estabilidad financiera. Postergación de créditos hipotecarios, no corte de suministro de servicios básicos por no pago de cuentas, figuran en una lista de más de 10 iniciativas.36

El impacto de los dos primeros retiros fue plenamente keynesiano: aumentó de la demanda, el consumo privado subió un 4% en el último trimestre de 2020 y aumentó el PIB según el Banco Central de Chile: “Medido como su efecto en la actividad, el primer retiro habría implicado un impacto positivo del orden de 1,8 pp del PIB acumulado en el 2020 y 2021, mientras que el efecto del segundo sería algo menor, en torno a 1,0 pp”.37

Y lo más importante, las familias no se lo gastaron todo lo recibido en consumo, como habían pronosticado los economistas neoliberales, puesto que un 62,2% destinaron a activos, un 15,2 % a consumo y 23% no identificado. Una fracción relevante de los retiros no fue gastada mostrando la racionalidad económica de la gente.38

4.El Virus de la desigualdad

Los efectos en la pobreza y la desigualdad del Gran Confinamiento, como producto del COVID-19, son innegables tal como muestran los informes del Banco Mundial (2021)39 que la cantidad de nuevos pobres surgidos como consecuencia de la pandemia de COVID-19 en 2020 aumentará por primera vez en 20 años entre 119 millones y 124 millones (Gráfico 2). Estima un aumento de entre 88 millones (estimación de referencia) y 93 millones (estimación pesimista) en el número de personas en situación de pobreza extrema en 2020. Calcula que en 2021 la cantidad de pobres surgidos como consecuencia de la COVID-19 aumentará entre 143 millones y 163 millones.


El informe del FMI estima el efecto del COVID-19 en la distribución del ingreso señalando un aumento de la desigualdad (Gráfico 3):

Esto apunta a que el efecto estimado de la COVID-19 en la distribución del ingreso es mucho mayor que el de pandemias anteriores. Y también indica que los avances logrados por las economías de mercados emergentes y los países en desarrollo de bajo ingreso desde la crisis financiera mundial podrían revertirse. El análisis muestra que el coeficiente de Gini medio para las economías de mercados emergentes y en desarrollo aumentará a 42,7, nivel que es comparable con el de 2008. El impacto será mayor para los países en desarrollo de bajos ingresos, pese a los avances más lentos registrados desde 2008.40

La OIT (2021) estima que a lo largo de 2020 se produjo una disminución sin precedentes de la ocupación a escala mundial de 114 millones de empleos con respecto a 2019 agravando drásticamente la escasez de oportunidades de empleo que ya existía antes de la pandemia. agravando drásticamente la escasez de oportunidades de empleo que ya existía antes de la pandemia. Las pérdidas totales de horas de trabajo se han traducido en una fuerte caída de los ingresos laborales y un aumento de la pobreza. Estima que los ingresos provenientes del trabajo disminuyeron en 8,3%, un equivalente a 4,4% del PIB mundial, Las perspectivas son sombrías puesto que su nueva proyección sugiere que en 2021 se perderán 10 millones de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo adicionales, lo que da un total de 100 millones de puestos de trabajo perdidos, por lo que el mundo seguía afrontando una crisis de empleo e ingresos sin precedentes y un mayor grado de incertidumbre.41

Según la OIT (2021) América Latina y el Caribe experimentaron la caída más pronunciada de las horas de trabajo entre todas las subregiones del mundo en 2020:

La disminución equivale a 36 millones de puestos de trabajo a tiempo completo en relación con el escenario sin pandemia y fue impulsada tanto por las salidas del empleo como por la reducción del tiempo de trabajo. En términos de crecimiento neto del empleo, se estima que la subregión ha perdido 31 millones de puestos de trabajo en 2020 en relación con el escenario sin pandemia.42

Empero, el problema parece que fue al revés: las condiciones de pobreza y desigualdad influenciaron en la propagación y en un impacto mayor de la pandemia, especialmente en América Latina. Así, señala el director de Oxfam:

El fracaso catastrófico de los Gobiernos a la hora de abordar la desigualdad ha hecho que la mayoría de los países del mundo carezcan lamentablemente de los recursos necesarios para hacer frente a la pandemia. Ningún país del mundo se ha esforzado lo suficiente por reducir la desigualdad y, como resultado, son los ciudadanos y ciudadanas de a pie quienes están soportando el peso de la actual crisis. Millones de personas se han visto arrastradas a la pobreza y al hambre y se han producido innumerables e innecesarias muertes.43

El índice de Bloomberg de las 500 personas más ricas del mundo (Bloomberg Billionaires Index) señala que son $us813 mil millones más ricos en diciembre de 2020 de lo que eran a principios de año, antes de los efectos de la pandemia del coronavirus. Los cinco multimillonarios aumentaron a abril de 2021 en $us79,1 mil millones respecto a abril de 2020. El 1% de la población adulta mundial más rica, posee un 43,4% de la riqueza global.

La Revista Forbes44 señala que pese a la pandemia, fue el 2020 un año de récord para los más ricos del mundo con una fortuna superior a los mil millones de dólares, con un aumento de US$5 billones en riqueza de 8,1 billones en 2019 a 13,1 billones en 2021 y un número sin precedentes de nuevos milmillonarios: 2.755 en 2021, 600 más que hace un año, lo que mostraría que nace un mil millonario cada 17 horas.

Y ampliando la lupa se ve (Gráfico 4) cómo el 10% más adinerado acapara cada vez más riqueza del total dentro de cada país, a nivel mundial y regional siendo llamativo el caso de los países más avanzados que tienden a converger, pero al revés, (catchin up reverse) con América Latina, una de las regiones más desiguales del mundo donde el 10% más rico de la población concentra el 65,1% del ingreso total.


Los economistas del FMI advierten como efecto de la Pandemia:

La desigualdad es una condición preexistente que ha empeorado el impacto de la COVID-19. Las disparidades en el acceso a servicios básicos han contribuido a que los resultados sanitarios sean desiguales. De acuerdo con nuestro estudio, los países con peor acceso a la atención sanitaria, aproximado por el número de camas de hospital, han tenido tasas de mortalidad por COVID-19 más altas de lo previsto en función del número de casos y la estructura de edad. De forma similar, nuestro análisis muestra que los países con mayor pobreza relativa han tenido tasas más altas tanto de casos como de fallecimientos. 45

El FMI (2021b) en su Monitor Fiscal concluye que para romper el ciclo de la desigualdad son necesarias políticas pre distributivas y redistributivas. Las pre distributivas, reducen la desigualdad de ingresos del mercado (antes de impuestos y transferencias) son las que permiten el acceso a servicios públicos básicos y a empleos de calidad. Las redistributivas, pueden reducir la pobreza y la desigualdad de ingresos disponibles (después de impuestos y transferencias) y mejorar el acceso a los servicios básicos. Son las que actúan sobre la desigualdad de los ingresos mediante impuestos a los más ricos y transferencias a los más pobres.

5.El problema de la gente

Estrictamente, la equidad, para la economía “positiva”, quedaría fuera de su ámbito puesto que entraría al campo de lo moral, lo normativo y en el de los juicios de valor, si por ejemplo la equidad es buena o mala. Lo importante es la asignación eficiente, en términos de Pareto, donde no existe una asignación alternativa en la que por lo menos uno de los participantes pueda mejorar sin que nadie empeore, sin importar los efectos en la distribución y en la acumulación del ingreso y la riqueza.

El problema que la pobreza y desigualdad para algunos economistas neoliberales es un problema de ética, así como también los problemas de colusión de empresas en Chile, de oligopolio, a los empresarios coludidos se los castiga con “clases obligatorias de ética”. De esta forma, se olvidan los economistas de que el fin último de la economía debería ser el de satisfacer las necesidades materiales de la gente en forma equitativa y no simplemente un problema de programación lineal, que lo podría hacer un robot, de asignación eficiente de recursos escasos, la llamada eficiencia estática. Tampoco el problema es centrarse en lograr el crecimiento económico a cualquier costo, confiado en el rebalse o goteo de los frutos del progreso y deteriorando el medio ambiente.

Lo que pasa es que la teoría económica convencional no se centra en lo que realmente le importa a la gente, como dice Esther Dufflo, Nobel de Economía (2019), que está más preocupada por los “objetivos, la pertenencia y la dignidad”. Estas tres características tienen un valor para la gente que a menudo los economistas olvidan a la hora de hacer sus modelos. Los economistas a menudo asumen que la gente responde de manera contundente a los incentivos financieros.46

Un Nobel de Economía centrado en la gente fue Amartya Sen, creador del Informe de Desarrollo Humano, fue más allá del crecimiento del PIB preocupado por su vivencia en las hambrunas de Bengala que mataron entre 2 y 3 millones de habitantes, menos de las 4,2 millones de las muertes por COVID-19 hasta ahora. Encontró que solo fue afectada la “clase baja” para concluir que las hambrunas son producto del problema de la distribución del ingreso, que hacen imposible a los pobres comprar alimentos. El reconocimiento del Nobel fue por “restablecer la vigencia de la dimensión ética en la consideración de los problemas económicos vitales”.47

La gente en la región está muy consciente de la desigualdad y que la distribución del ingreso está muy alejada de la distribución deseada. El Informe regional de desarrollo humano del PNUD señala que ésta comprensión va acompañada de percepciones generalizadas de injusticia, no solo en la distribución del ingreso sino también en el acceso a los servicios públicos y con respecto a las garantías legales. Encuentra en su encuesta que:

Existe un acuerdo abrumador entre la población latinoamericana de que sus países son gobernados en interés de unos pocos grupos poderosos y no por el bien de todos. En 2020, el 77 por ciento de la población de la región creía que esto era así, y la proporción alcanzó el 95 por ciento en Paraguay y el 91 por ciento en Chile y Costa Rica.48

Los economistas se dividen entre los que están a favor del mercado o a favor del Estado interventor, pero cuando vienen las crisis como en 1929, en 2007-9 y ahora la crisis 2020-21, todos están de acuerdo con la intervención del Estado con ayudas gubernamentales y no se preocupan por los déficit fiscales y la deuda pública. El problema de la inflación de repente pasó a segundo plano con tasas bajas como en EE. UU. con una inflación 2% en todo un año pese a la expansión en la cantidad de dinero del 25,8%, lo que significa que uno de los 4 billetes que circulan en la economía se ha emitido o creado recién en un año. Sin embargo, Nourini (2021) el profeta de las crisis anticipa una estanflación inminente:

El problema hoy es que estamos recuperándonos de un shock de oferta agregada negativo. Así las cosas, políticas monetarias y fiscales excesivamente laxas podrían, en verdad, derivar en inflación o, peor aún, estanflación (inflación elevada sumada a una recesión).49


Así en 2020 habrá un incremento de los déficit fiscales y las deudas públicas respecto al PIB a nivel del mundo y principales países según el FMI (2001b). El incremento en la deuda pública respecto al PIB más relevante es el de EE.UU. con 19 puntos porcentuales mientras que en la Región solo será de 8,7% del PIB. El aumento del déficit fiscal respecto al PIB será el más alto el de EE.UU. con 10 puntos porcentuales, en cambio en América Latina subirá en 5,7 puntos porcentuales (Gráfico 5). El esfuerzo fiscal realizado por América Latina es mucho más bajo que el promedio a nivel mundial y al de los países avanzados.

Es necesario tener en cuenta lo que dice el Monitor Fiscal del FMI (2021b) que no todo fue debido al gasto fiscal puesto que los mayores aumentos de los déficits fiscales y de deuda se registraron en las economías avanzadas, tanto debido a un mayor gasto como a la disminución de los ingresos, mientras que en los mercados emergentes, el aumento de los déficits obedeció principalmente a la depresión de los ingresos tributarios a raíz de la recesión económica.

La pregunta de la gente es ¿por qué pese a los avances tremendos de la tecnología las crisis terminan afectando aún más a los más pobres? Los mercados bursátiles se recuperaron rápidamente en parte gracias a los incentivos o incrementos de los paquetes fiscales del Estado interventor. La acciones de las empresas tecnológicas fueron las primeras en recuperarse y el resto de los índices bursátiles están a niveles record muy superiores a los niveles pre crisis. El análisis de Oxfam (2021) señala que: “En tan solo nueve meses las mil mayores fortunas del mundo han recuperado su nivel de riqueza previo a la pandemia, mientras que para las personas en mayor situación de pobreza esta recuperación podría tardar más de una década en llegar”.50

Así, el problema es “la gente” que ni siquiera ha recuperado su empleo ni el nivel del salario antes de la pandemia, ha perdido seres queridos, su nivel de ingreso y riqueza se han deteriorado y las señales de recuperación son poco promisorias porque gran parte de los cambios estructurales, que ya venían presentándose hace un buen tiempo, se aceleraron con la pandemia como es la sustitución del trabajo tradicional por el empleo digital. Por tanto, enfrentan una “doble perturbación” de los impactos económicos de la pandemia y la creciente automatización que transforma los empleos.51

Da la impresión que hay una maldición gitana o un sesgo en contra de la gente de más bajos ingresos. Incluso, se podría pensar que, pese a que el virus ha sido importado por los grupos sociales más globalizados, se ha ensañado en los grupos más vulnerables.

Sin embargo, para una corriente de los economistas que piensan como dijo el Presidente Piñera de Chile: “todos estamos en el mismo barco”, aunque es uno de los más ricos de Chile, pero para António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas: “el mito de que todos estamos en el mismo barco, pues si bien todos flotamos en el mismo mar, está claro que algunos navegan en súper-yates mientras otros se aferran a desechos flotantes”.

Y por último estamos en tiempos no convencionales, entonces pensemos en políticas no convencionales no solo monetarias a favor del sistema financiero, sino distributivas y redistributivas a favor de la gente como, por ejemplo, el impuesto a los más ricos, el impuesto a las transferencias internacionales (Tobin Tax) o el ingreso mínimo universal. Así, Janet Yellen Secretaria del Tesoro de EE. UU. ha planteado en su America Tax Plan un acuerdo global para imponer un tributo mínimo a las empresas multinacionales o tasa mínima global del 21% y un impuesto mínimo del 15% a las grandes empresas que reportan altas utilidades pero tienen un impuesto al ingreso pequeño.52El FMI en Fiscal Affairs recomienda un surtax a los más ricos:

Un recargo o surtax al impuesto sobre la renta personal para las rentas más altas es la opción más fácil y rápida; un impuesto sobre el “exceso de beneficios” también podría garantizar una contribución de las empresas que prosperan durante o después de la crisis. Los gravámenes únicos sobre el capital tendrían graves inconvenientes en la práctica. La crisis puede proporcionar impulso para mejorar permanentemente la progresión fiscal en los países donde es deseable y/o para aumentar los ingresos de un impuesto a las empresas menos distorsivo.53

En julio, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) informó que los negociadores habían respaldado una tasa impositiva corporativa mínima propuesta de al menos el 15% como un impuesto mínimo mundial. La medida podría generar alrededor de US$150.000 millones en ingresos fiscales al año.

El problema es que mientras el Estado expande el gasto público para enfrentar la crisis los más ricos pagan pocos impuestos. ProPublica, afirma que el fundador de Amazon no pagó impuestos en 2007 y 2011, mientras que el CEO de Tesla no pagó nada en 2018. Según ProPublica los 25 estadounidenses más ricos pagan menos impuestos (un promedio del 15,8% del ingreso bruto ajustado) que la mayoría de los trabajadores estadounidenses.54

Sin embargo, los economistas neoliberales siguen argumentando que el impuesto a los ricos desincentivará la inversión, caerá el empleo y afectará la competitividad. Algo le pasa a la corriente dominante para esta forma de pensar y actuar. La ciencia económica no puede eludir los temas de distribución y no siempre fue así, ya que para David Ricardo la distribución del producto social era el principal problema que debía examinar la economía, como se verá en la segunda parte.

Neoliberalismo vs. Neopopulismo

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