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COMENTARIOS LITERARIOS3

GUILLERMO CABRERA INFANTE: TRES TRISTES TIGRES

De una de las novelas hispanoamericanas más importantes del siglo, Tres tristes tigres, del cubano Guillermo Cabrera Infante, acaba de aparecer una curiosa edición nueva. Lo curioso está en que esta famosa obra, que despertó interés tanto en España como en Hispanoamérica, se presenta ahora en su versión completamente pura, original, intacta, ya que se ha recogido el texto tal como lo escribiera Cabrera Infante, y no como lo dejara, un poco reducido, la censura.

La censura que se ejerció en aquellos años en España sobre libros como este no era una censura política; era más bien una censura de las costumbres, de la moral, eliminándose ciertas frases que parecían procaces o pecaminosas, y ciertos episodios un tanto escabrosos. Pero a pesar de esto, cuando se leyó Tres tristes tigres, el deslumbramiento que produjeron la imaginación, el ingenio, los juegos de palabras de Cabrera Infante permitieron que se le admirara el libro sin saber si estaba o no censurado.

La realidad es que esta nueva edición añade muy poco a la anterior, porque a veces son diez líneas más, diez líneas menos; sesenta palabras más, sesenta palabras menos. Pero de todas maneras tiene un gran interés en la literatura reconstruir intacto, tal como fue creado por su autor, un texto como este de los Tres tristes tigres, que es un verdadero juego de palabras, un juego de ingenio.

En esta obra Cabrera Infante, que ganó la fama internacional con ella —está traducida a dieciocho idiomas la novela a pesar de sus dificultades lingüísticas—, recogió el habla popular de ciertos barrios de La Habana y los juegos de palabras que allí son muy habituales, porque ocurre igual que en la Argentina, que se juega mucho con el idioma para crear en los barrios, y entre los grupos afines, una especie de idioma propio, una especie de lenguaje de la tribu.

Y con Tres tristes tigres consiguió también Cabrera Infante atraer la atención del mundo europeo sobre una forma viva de la literatura hispanoamericana, que tuvo con esta novela —si es que puede llamársele novela— un verdadero renacimiento, una llamada de atención en toda Europa. Es de agradecer que haya aparecido tal como la escribiera él; no obstante que, aun faltando, como digo, palabras y algunos episodios, la obra era maravillosa; puede decirse casi que era una obra perfecta.

DOMINIQUE BONA: LOS OJOS NEGROS

Los ojos negros, de la escritora francesa Dominique Bona, son la biografía de toda una familia famosa, la del poeta José María de Hérédia, un francés, un parnasiano ilustre, que ha quedado en la historia como un caso casi tan sorprendente como el de Conrad, porque es un hombre que aprendió la lengua ya de mayor y llegó a ser el más famoso, el más cuidadoso de los parnasianos franceses. Es el poeta por antonomasia. Él fue realmente el maestro de Pierre Louÿs, de Henri de Régnier en sus comienzos, del propio Paul Valéry.

Este hombre tenía tres hijas, de las cuales la más conocida, que vivió hasta 1963, fue María, es el personaje central de la biografía escrita por Dominique Bona. Hay que decir que el libro resulta ameno, un poco erótico o picaresco, como se quiera llamar, porque cuenta las relaciones de estas hijas, las de «los ojos negros» —por eso se llama así el libro—, con los poetas. Su casa estaba siempre llena de poetas, y las tres se casaron con escritores.

Nada menos que una de ellas se casó con Henri de Régnier, María, la protagonista central. La otra se casó con Pierre Louÿs. Es decir que todas ellas se fueron encaminando por ese sendero de la poesía familiar. En casa de Heredia se celebraban constantes reuniones, y todos los importantes poetas de su tiempo o nacieron allí o se exhibieron allí o vivieron allí.

La biografía vale la pena leerla porque es al mismo tiempo la de todo el período poético —tan hermoso—, que termina en realidad cuando Paul Valéry se separa del parnasianismo, que ya estaba muy gastado, y echa a andar por su cuenta su propia poesía. Pero la significación de los parnasianos en la poesía francesa es de tal naturaleza que siempre despierta interés conocer cómo era la vida de esta gente.

María Heredia fue gran amiga de Proust. Juntos crearon una academia llamada de «Los Canacos» —una gracia de salón que hicieron entre ellos y que tuvo mucho éxito— y conservaron su amistad toda la vida.

María vivió hasta 1963, ya lo dije. Y cuenta su historia las cosas más llamativas, más brillantes, más interesantes de toda la literatura francesa. André Gide, Paul Valéry…, todos pasan por aquella casa, y todos dejan una huella de poesía y de amor. Es muy curiosa la relación de María con su esposo Henri de Régnier, porque este hombre era un hombre inconmovible, era un hombre como de mármol al que no le importaban para nada las veleidades de su esposa. Y llegó al extremo de que tuvieron un hijo, que todo el mundo sabía que no era de él, y aquel niño se crio en medio de esa orgía de libertades y de fiestas en que vivían ellos, y llamaba papá a todos los poetas que iban a la casa, menos a su propio padre que era Henri de Régnier.

De anécdotas como estas está lleno el libro. Es un libro que me atrevo a recomendar vivamente porque da un cuadro casi completo de un instante poderosísimo de la literatura francesa.

RAFAEL HELIODORO VALLE: FLOR DE MESOAMÉRICA

Los medios culturales centroamericanos están recordando en este año de 1991 el centenario del nacimiento en Tegucigalpa de Rafael Heliodoro Valle. Este fue uno de los principales escritores del siglo XX centroamericano, que formó escuela, como es casi una tradición en esa zona; la formó, fundamentalmente, en México, donde vivió más de sesenta años y donde todo el mundo creía que era mexicano.

Heliodoro Valle, que debe ser recordado con respeto, con amor, porque es uno de los verdaderamente grandes creadores, investigadores, críticos de la lengua de Hispanoamérica, de la literatura, dejó obras de grandísimo interés. Es bueno recordar en este instante de evocar su centenario la Historia del pensamiento social y político de Centroamérica4, que es una maravilla editada por el Fondo de Cultura Económica, donde hallamos concentrada de una manera estupenda toda la preocupación de los escritores de todos los tiempos en los cinco países centroamericanos. Y es espectacular ver ahí la importancia que alcanza, cuando se le estudia antológicamente, el pensamiento político, social y estético de Rubén Darío, por ejemplo. Pero todos los grandes de Centroamérica están estudiados en esa Historia del pensamiento social y político de Centroamérica.

Otro libro fundamental de Heliodoro Valle fue su Diccionario de escritores hispanoamericanos, muy antiguo —es del año 27—, donde ya encontramos, por ejemplo, que figura Alejo Carpentier como escritor importante, pero además como miembro del Partido Comunista. Si se piensa que esto fue en el año 1927, hay que preguntarse cómo se compagina este dato de Heliodoro Valle con los datos que conocemos sobre Alejo Carpentier publicando en Madrid en el 31 Écue-Yamba-Ó.

Hay otros libros muy importantes de Valle, pero yo quiero rendirle tributo a su memoria mencionando solamente Flor de Mesoamérica, que es una antología general bellísima de los grandes instantes humanos, etc., de todos los países. Flor de Mesoamérica es un libro que vale él solo para perpetuar un nombre, unas letras de cualquier país o de cualquier región.

VICENTE GERBASI: EL SOLITARIO VIENTO DE LAS HOJAS

Está de moda, puede decirse, la poesía hispanoamericana en España. A consecuencia de los recientes simposios y encuentros celebrados en distintos centros culturales, los poetas hispanoamericanos están en los labios de todos. Ya hemos hablado de los famosos, de los más conocidos, pero hoy quiero hablar de un libro reciente, que me parece importantísimo, de uno de los grandes poetas de Venezuela: Vicente Gerbasi. Este es un poeta cuya historia y cuya obra merecen ser conocidas. Quiero hablar de este libro último de él, que se llama El solitario viento de las hojas, porque refunde o sintetiza toda la obra y la visión poética de Gerbasi.

Él es uno de los fundadores del famoso grupo venezolano Viernes. Nació en 1913 y se mantiene prodigiosamente lúcido y laborioso. Tiene publicados muchos libros, Bosque doliente por ejemplo, y Mi padre, el inmigrante, libros de poemas que le valieron el Premio Municipal de Poesía de Venezuela, de Caracas, y luego el Premio Nacional de Literatura.

Ahora, este libro que estoy mencionando, El solitario viento de las hojas, vuelve a llamar la atención, porque Gerbasi sigue en su gran línea de la reflexión filosófica, pero hecha en forma altamente lírica, es decir que su pensamiento filosófico no devora a la poesía, sino a la inversa. Él pone la filosofía a los pies de la poesía. Sus poemas típicos —quiero citar uno de ellos para que se vea su manera— son muy breves. Este se llama «El sombrero del mago», y dice:

Uno va aprendiendo

poco a poco a hablar

y uno se convierte

en un mago que

saca del sombrero

del Universo liebres

interplanetarias. Somos

los tristes del espacio.

Dice Vicente Gerbasi.

GORE VIDAL: VERDE OSCURO, ROJO VIVO

Los escritores norteamericanos se van acercando cada vez más a interesarse por los sucesos, por la vida, y hasta por la literatura del mundo hispanoamericano. Nada menos que el famoso Gore Vidal —uno de los grandes santones y de los más peligrosos escritores de Norteamérica— ha escrito un libro sobre Centroamérica. El libro se llama Verde oscuro, rojo brillante5. Es un libro sobre una revolución y una dictadura en un país centroamericano, visto desde la perspectiva habitual con que los extranjeros ven estas cosas, casi como si fuese una obra teatral o algo llamativo, como lo veía Graham Greene, por ejemplo, en la cosa de Haití.

Pero Gore Vidal hace una novela muy bien hecha, muy a la norteamericana actual, en la que aparece un auténtico general centroamericano —no dice el país, pero da igual, todos son iguales—, un general que lleva diecinueve años de dictadura. Luego, el bufón de ese general, un escritor francés que es el que escribe los discursos, la vida de la familia… Todos los detalles más apasionantes y llamativos que encontramos por aquí y por allá en las relaciones de la vida política de Centroamérica, los recoge Gore Vidal muy bien.

El libro es realmente muy bueno, visto literariamente nada más, porque si lo enfocáramos desde un punto de vista sociológico o del respeto que estos países merecen, pues nos quedaríamos muy disgustados con la obra de Gore Vidal, porque una vez más conviertan las tragedias de nuestros países —los países hispanoamericanos— en pura materia de comedia, de argumento, de risa, y no de drama.

VICENTE GERBASI6

La poesía hispanoamericana está de actualidad en España por el hecho notable de que hace muy pocos días un grupo de poetas notabilísimos de distintos países de América leyeron su obra en presencia de los reyes de España en el Palacio Real. Esta consagración tan hermosa permitió oír la voz nada menos que de poetas de gran calidad, poco conocidos en España casi todos, pero de enorme calidad, como es el caso de Olga Orozco, la grande grande Argentina; de Gonzalo Rojas, el chileno; de Westphalen, el peruano; de Matos Paoli, el puertorriqueño; de Álvaro Mutis, el colombiano.

Echamos de menos, los amantes de la poesía hispanoamericana, nombres de otros grandes autores, pero comprendemos que no es posible en una sola función, en una sola velada, abrumar ni a los reyes ni a nadie con una muchedumbre de poetas.

Para reparar en cierta forma esta ausencia, quiero recordar hoy el reciente libro de un gran poeta venezolano, Vicente Gerbasi. Es el libro titulado El solitario viento de las hojas. Magistral por todos sus conceptos esta obra, hecha por un poeta nacido en 1913, de gran obra, extensa, fundador del famoso grupo Viernes de Venezuela, que semejante al grupo Piedra y Cielo de Colombia renovaron la poesía de su país. Vicente Gerbasi sigue produciendo, no obstante sus años, y sus lectores tenemos la alegría, repito, de ver en estos momentos en las librerías de Madrid su libro El solitario viento de las hojas. Recordamos su obra, famosísima en su tiempo, Retumba como un sótano del cielo, que transformó, en cierta medida, una parte de la poesía hispanoamericana, como lo hizo Westphalen en el Perú y como lo ha hecho Olga Orozco en la Argentina.

MICHAEL BENTON: TRAS LAS HUELLAS DE LOS DINOSAURIOS

El escritor británico Michael Benton ha visto traducida al español y publicada, hace unos días, su obra muy conocida en el mundo anglosajón titulada Tras las huellas de los dinosaurios.

Dicho así, parece que el libro es una vez más una fantasía sobre los dinosaurios, pero se trata de un libro justamente afamado porque es una recopilación y un catálogo de todo lo que se conoce hasta ahora sobre los dinosaurios, aquellos extraños animales que fueron los dueños del planeta, los amos del planeta como se dice, y que se fueron extinguiendo de una manera muy extraña, lentamente.

En la actualidad, o desde unos años a esta parte, se ha despertado un gran interés por conocer mejor la vida y la muerte de los dinosaurios, porque se ha comprendido que el hábitat de la Tierra, el medio ambiente, todo esto que hoy estudia la ecología y que está tan de actualidad, tiene mucho que ver con lo ocurrido en aquellos tiempos, cuando desaparecieron los dinosaurios. Por eso, este libro de Michael Benton resulta enormemente apasionante, por las conclusiones que cada lector puede sacar sobre lo que ocurrió y lo que puede ocurrir en el planeta si prosiguen las catástrofes ecológicas, los descuidos, las agresiones al medio ambiente que hoy están a la orden del día en todas partes.

El libro tiene, además, el valor, la gran curiosidad, de que resume todas las hipótesis conocidas sobre la desaparición de los dinosaurios, y trae además un catálogo donde se recorren y se citan todos los museos que en el mundo tienen algunas muestras del mundo de los dinosaurios. Este mundo, quiero repetirlo, hoy tiene una gran actualidad porque están ocurriendo en nuestro planeta, otra vez, hechos terribles como los que probablemente ocurrieron en el tiempo aquel, que determinaron la desaparición de los dueños del planeta, que eran los dinosaurios, y que ahora —por repetidos— pueden también determinar la desaparición de los actuales dueños del planeta, que somos los humanos.

PATRICK LEIGH FERMOR: VIAJE A TRAVÉS DE LAS ANTILLAS

Quienes conocíamos de antiguo el libro de Patrick Leigh Fermor llamado Viaje a través de las Antillas podemos sentirnos regocijados, ya que hoy es posible compartir esta alegría, este conocimiento, con los nuevos lectores, con la nueva generación.

El libro de Fermor acaba de ser reeditado por la editorial Labor, y sigue conservando su viejo título de Viaje a través de las Antillas, que es una traducción de su original en inglés, que realmente se llamaba El árbol del viajero7, un viaje a través de las islas del Caribe. Esta obra realmente es sensacional, yo diría casi que es única entre los libros de viaje de este siglo, porque recoge todas las actualidades, no del turismo corriente, sino del contacto íntimo con las naciones. No queda una sola isla de todo el gran arco antillano y de Centroamérica inclusive que no haya sido visitada largamente por Fermor, y con una gran simpatía.

Este es uno de los escritores ingleses que en este siglo mostraron mayor independencia siempre. Él salió a pelear por su cuenta en Grecia y en otros sitios, y dondequiera que vio la libertad amenazada se fue a pelear con la mayor libertad e independencia, y además hasta con cierto secretismo, porque no hacía de sus participaciones campañas ni nada público, de partido, sino que iba a dar su vida, a ofrecer su vida, por la libertad dondequiera que la veía ofendida o amenazada.

El producto de este libro, Viaje a través de las Antillas, es asombroso, porque limpia todos los viejos prejuicios que hay sobre el Caribe, y de ser simplemente unas islas muy bellas, muy rumbosas —en el sentido de lujo y en el de rumba—, él va descubriendo el alma, el sufrimiento, el ser íntimo de todas esas islas que están en el gran arco antillano, entre el norte y el sur del continente americano, y que constituyen una de las avanzadas mayores para el contacto con el mundo europeo.

Leigh Fermor es un hombre libre de prejuicios, nunca a lo largo del libro hace la menor defensa del imperialismo, ni del neocolonialismo, ni de la potencia inglesa o norteamericana, etc., sino que, sin hacer del libro tampoco un panfleto contra esas metrópolis y esos países dominantes, enseña cuáles son las consecuencias terribles que esas islas todas pagaron, y siguen pagando, por la dependencia a que están sometidas, quiéranlo o no, a sus antiguas metrópolis.

CECIL BEATON: MI TÍA BOLIVIANA8

Cecil Beaton, aquel inglés famoso por su buen gusto para los decorados, el teatro, la fotografía, etc., tiene también una conexión muy interesante con Iberoamérica. Es a través de su libro, que está de nuevo en las librerías, titulado Mi tía boliviana. Nadie relacionaba a Cecil Beaton con Bolivia, pero él cuenta del matrimonio de una tía suya con un diplomático, un general boliviano, que fue una figura de mucho renombre en Londres también, y cuenta además cómo de niño fue allí a Bolivia y la vida que hizo, etc.

Es un libro sumamente bello porque ese es un momento en que la Gran Bretaña, o sea, Inglaterra, y Bolivia tenían una estrechísima amistad, al extremo de que era parte, se puede decir, de toda la vida boliviana la diplomacia inglesa. Hay que recordar que por aquellos tiempos, y un poco más tarde también, fue famoso incidente que un dictador de Bolivia, Melgarejo, se molestó con el embajador inglés en Sucre, y lo hizo montar en un burro, colocándolo de espaldas además, durante treinta minutos. Al llegar a Londres la noticia —reinaba todavía Victoria la grande de Inglaterra—, esta reina, que era bastante curiosa de carácter, perdió la cabeza y ordenó que saliera la escuadra inmediatamente. Cuando le explicaron, con cierto miedo, que no podía ir la escuadra porque en Bolivia no había puerto, ella se molestó tanto que pidió un mapa y un lápiz, y sobre el nombre de Bolivia que le señalaron hizo una cruz y dijo: «Bolivia no existe».

Pero para Cecil Beaton y para todos los amigos de las relaciones amistosas entre Bolivia e Inglaterra —amistosas y de comercio, de negocios, etc.— aquel país era una maravilla. Y así lo cuenta en este libro suyo, Mi tía boliviana, que es una verdadera delicia biográfica, y que por muchos motivos se ve que está escrito por el hombre que fue capaz de montar fabulosamente en el cine la obra My Fair Lady, hecha como se sabe sobre el Pigmalión de Bernard Shaw. El mismo buen gusto, los detalles increíbles están presentes en este libro. Y hay además un hecho anecdótico: toda la ropa que llamó tanto la atención en la película My Fair Lady la tomó Cecil Beaton del vestuario que conservaban en su casa de la tía de Bolivia, o sea la tía boliviana, que es el nombre del libro.

RAMÓN PALOMARES

Se celebró en una gran fiesta, aquí en Madrid, la aparición del libro número 1000 de la colección creada por la Comisión Nacional del Quinto Centenario del Descubrimiento de América, que se propuso producir primero quinientos libros para el 92, pero fue tanto el éxito y tanto el esfuerzo que se hizo, y tantas las ayudas recibidas de distintas editoriales, que ya se ha llegado, ahora en el mismo mes de junio en que estamos, a publicar el número 1000 de sus títulos.

Es difícil escoger, porque hay verdaderas maravillas de todos los órdenes, de todas las épocas, pero yo me atrevo a seleccionar, como un homenaje a la poesía hispanoamericana, uno de esos libros publicados por el Quinto Centenario. Es el llamado Trilogía, del poeta venezolano Ramón Palomares, nacido en Escuque, en Mérida venezolana, en mayo del 35.

Es este libro algo excepcional, que yo me atrevo a incluir entre los libros realmente hispanoamericanos, de poesía hispanoamericana, producidos en Hispanoamérica. Quiero decir que hay muchos libros de poesía publicados en aquellos países como en este, que están hechos por personas nacidas en uno de estos territorios, pero que no responden ni a la psicología, ni al vocabulario, ni a la filosofía de la vida de ninguno de nuestros países.

En Trilogía, Ramón Palomares, el venezolano, ofrece un verdadero prodigio de uso del habla popular con el habla culta; de la poesía popular con la poesía culta. Y es un verdadero libro de mestizaje. Mestizaje porque está sumamente vivo el idioma español hablado en Caracas a través de los siglos, con las reminiscencias, las supervivencias del habla indígena venezolana, que se notan en muchos autores y en ciertas regiones de aquel país.

El libro lleva un prólogo, magnífico, de Carlos Contramaestre, que es el agregado cultural de Venezuela aquí en España. Tiene hecho un estudio fervoroso, donde aparte de recordar que este poeta, Palomares, viene realmente de la gran escuela de Vicente Gerbasi, uno de los grandes poetas de Venezuela de este siglo, enseña cómo Palomares ha sabido ser extraordinariamente moderno y, al mismo tiempo, extraordinariamente respetuoso de las tradiciones lingüísticas y folclóricas de América. Como es difícil juzgar todo esto, voy a leer un breve poema del libro, titulado «Noche»9, donde dice:

Metete vos en el caldo, Juan León,

Juan León

que no hay nadita qué comer,

que descasea la carne y la yuca y las alverjas,

metete en la olla y hacete humo

aunque sólo tengás hueso y pellejo y dos dientes de abajo

Juan León.

[Olleta, cocélo bien.

cocélo que ya le vamos a echar sal,

con la candela sale el humito, por la boca

sale el humito.

«Juan León:

Acordate cuando estabas por el monte

que cortates hojas de bijao,

que te metites por los zanjones,

ay Juan,

te picó la mapanar,

no te pudiste parar más.»

Andate por las montañas, humo,

por la cuesta de las canciones, humo,

por el cielo azulito.

Llevame humo,

llevame ruido de la candela,

llevate a Juan León,

nubecita.]

¿A qué te sabe el caldo?

Me sabe a muy salado, me sabe a piedras y a palo santo,

me sabe como a tierra, como a hoja de ocumo,

a leche de cambur.

Andá ve que el viento se llevó la troja.

Mirá que el sol se está comiendo los zanjones,

que la tierra se está cuarteando.

¿Como que se fueron todos los de esta casa?

¿Como que ya desaparecieron todos los corotos y el olor de todos?

Dejáme ver, humo.

Dejáme ver, viento.

¿Qué se hizo la casa de Juan León?

PABLO NERUDA: VEINTE POEMAS DE AMOR

Esta nueva edición aporta sobre todo un recuerdo, un homenaje a uno de los libros que importaron más a la gente en Hispanoamérica y en España. Fue el primer libro de Neruda que consiguió una gran audiencia. Tenía él nada más que veinte años de edad cuando lo hizo en 1924, y ya había publicado por lo menos tres libros antes, porque fue un hombre como Darío, muy prolífico y muy precoz. Pero los Veinte poemas de amor se convirtieron en América en uno de los éxitos más grandes de todos los tiempos.

Ha sido por lo tanto muy oportuno, aprovechando que Jorge Edwards ha hecho una biografía de Neruda, reciente, que fue un gran amigo de Neruda y que compartió, digamos, los avatares de Neruda en América con el libro de los Veinte poemas de amor. Él cuenta que cuando llegaban a un país cualquiera a dar un recital o una conferencia, si no recitaba los Veinte poemas de amor, la gente se sentía defraudada. Y es realmente un libro que quizás no sea lo mejor de Pablo Neruda, como es natural —era muy joven—, pero fue muy importante para el sentimiento. Sobre todo «Farewell» y «Puedo decir los versos más tristes esta noche», etc., se convirtieron en algo que todavía todo el mundo recuerda en América, como ocurrió con Rubén Darío en su tiempo.

Su poesía surrealista es la que va a tener más trascendencia. Residencia en la tierra me parece que es un libro capital en la poesía de cualquier lugar, sea de Hispanoamérica o de Europa, y capital en la obra de él. Porque es surrealista, es cuando él se abre a otro tipo de investigación del mundo, es cuando está en Rangún como cónsul allí, muy solo, y siente qué nuevo es el mundo, el mundo misterioso del Asia y del agua, etc., y se abre entonces hacia una poesía distinta, nueva, que creo es la que va a perdurar.

RAMIRO DÁVILA GRIJALBA: TRAGEDIA DE LA PRISIÓN

Y MUERTE DE ATAHUALPA

A medida que nos acercamos a la celebración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América las editoriales, tanto de España como del Nuevo Mundo, se vuelcan en la producción de libros relacionados con este acontecimiento.

Hoy queremos hablar de una obra poco divulgada en España, pero sumamente importante, del escritor ecuatoriano Ramiro Dávila Grijalba. Es una obra de arte, es una obra de teatro si se quiere, titulada Tragedia de la prisión y muerte de Atahualpa. Esta obra la compuso él de acuerdo con los textos, clásicos ya, de todos los cronistas coloniales, de los testimonios quechuas de la Conquista, y hay una parte de imaginación del autor. Pero se usa sobre todo la versión de Guamán Poma de Ayala y de Titu Cusi Yupanqui, que son los textos del reverso de la Conquista citados por Miguel León Portilla, donde se da la otra imagen, la otra cara de la Conquista, es decir, la opinión de los vencidos, la opinión de los indígenas o aborígenes.

Ramiro Dávila Grijalba ha conseguido hacer lo que casi parecía imposible en nuestros tiempos, una verdadera tragedia en el estilo de las grandes tragedias de la humanidad, como si fuese escrita por un Sófocles, por un Esquilo. La Tragedia de la prisión y muerte de Atahualpa es algo conmovedor, tremendo, porque mediaron en ellas las pasiones humanas, las sorpresas, y sobre todo los frutos de la incomprensión que dominó o primó sobre las relaciones entre españoles e indígenas en los primeros tiempos de la Conquista. Atahualpa pasó, como Moctezuma en México, por una breve etapa, digamos, de amistad, de entendimiento, con los españoles. Pero poco después, ya por intrigas personales, ya por ambiciones de riqueza, ya por no entenderse sobre todo en el lenguaje que cada uno empleaba, en el uso de las palabras, en el conocimiento del idioma recíproco, fueron surgiendo incomprensiones, fricciones y conflictos que determinaron al fin la prisión del emperador y su terrible muerte.

Ramiro Dávila Grijalba, ecuatoriano, ha conseguido transformar todo ese material, que es realmente trágico en sí mismo, en una auténtica obra de arte, en una tragedia, ya lo dije, griega, con toda la perfección, con todos los detalles de las grandes tragedias escritas por los mejores del mundo. Tiene un coro, como el coro de los griegos, tiene los personajes movidos a la misma manera griega, y además tiene como gran contenido una explicación de carácter psicológico, de carácter humano, donde, por un lado, si resplandece la crueldad de Pizarro resplandece también la bondad de los misioneros, y se dan las dos caras de la moneda, tal y como ocurrió en la Conquista de América, en la colonización, donde hubo una de cal y otra de arena, donde ni todo fue bueno ni todo fue malo y donde hay que tener en cuenta, siempre que pensemos en esto, en cualquier región del Nuevo Mundo, que si hubo hombres que por su carácter, por su manera de ser o por sus prejuicios, fueron crueles y tremendos con los aborígenes, con los hombres de allí, con los indios, hubo también siempre hombres que inclusive dieron su vida por defender los derechos, la libertad, la vida tranquila, etc., de los moradores de allí, de los vencidos.

En esta Tragedia de Atahualpa encontramos los personajes, digamos, malignos, es decir, los empeñados en destruir a este hombre por robarle toda su riqueza, los que le engañaron inclusive —porque él como se sabe pagó su rescate, llenó una habitación entera, la llenó de oro, de brillantes, de toda clase de joyas— y después de haber hecho eso, por intrigas entre los conquistadores, sin embargo lo condenaron a muerte.

Pero en la obra de este escritor, Ramiro Dávila Grijalba, vemos cómo hasta el último momento estuvo a su lado acompañándole, no sólo el sacerdote, que tenía, digamos, la obligación, sino también hombres, que podemos llamar oficiales de la corona española, que no estaban de acuerdo con aquella muerte que le daba Pizarro y hasta el último momento estuvieron pidiéndole y además amenazaron, cosa que hicieron luego, en venir a la Corte a denunciar como un crimen la muerte del emperador Atahualpa.

De modo que con este libro, aparte de su belleza intrínseca, que es mucha, tenemos un nuevo texto que nos permite mirar con mayor objetividad, con mayor imparcialidad y mejor conocimiento de causa toda la enorme tragedia que ocurrió en América a partir de 1492.

IVAN VAN SERTIMA: LOS EGIPCIOS DESCURIERON AMÉRICA

La proximidad del descubrimiento de América está dando lugar a una edición constante de libros, algunos de ellos muy sorprendentes, tratándose de conseguir por algún medio aclarar de una vez la enorme suma de misterios que hay en derredor al descubrimiento hecho por Cristóbal Colón en 1492.

Ahora acaba de aparecer un libro llamado a ser sensacional porque se titula nada menos que Los egipcios descubrieron América. Está escrito por un historiador de Surinam llamado Ivan van Sertima. Sertima es un historiador que tiene cierto nombre en aquellas zonas antillanas, y él ha estudiado muy a fondo la cuestión del descubrimiento, y llega a la conclusión, apoyado nada menos que por Thor Heyerdahl —el hombre de la Kontiki— de que en efecto los negros de Nubia, del Bajo Nilo, entre Asuán —Egipto— y Jartum —o sea Sudán—, se adelantaron a los vikingos y a Colón en el descubrimiento de América.

Habla de un rey, Abubakari II, que en 1311 fue al frente de una expedición compuesta, dice, por unas 400 naves —parecen demasiadas naves, pero bien, él lo dice—, y que esa flota descubrió lo que se ha llamado «el derrotero », que efectivamente existió, y existe, un derrotero que podemos situar entre las islas Canarias y las Bahamas, que es una especie, como se dice, de río dentro del mar que lleva directamente de una a otra orilla del Atlántico. Esto fue descubierto por los árabes también hacia esos tiempos, y Van Sertima insiste en que hay que modificar la historia y reconocerle a estos pueblos negros, egipcios, la autoría o la prioridad nada menos que en la llegada al territorio de América.

Esta afirmación suya viene a sumarse a los cientos de afirmaciones, más o menos peregrinas, sorprendentes, a las que ya estamos acostumbrados desde hace mucho tiempo.

3 Estos comentarios literarios los realizó el poeta en Radio Nacional de España en 1991.

4 El título de la obra es Historia de las ideas contemporáneas en Centroamérica.

5 El título es en realidad, Verde oscuro, rojo vivo.

6 En dos ocasiones comentó Baquero la obra de este poeta venezolano.

7 Traducido literalmente del original, The Traveller’s Tree.

8 El título original de la obra es My Bolivian Aunt: a Memoir.

9 Sin duda alguna, Baquero intentó hacer uso de su memoria sin tener en cuenta su avanzada edad en el momento en que comenta el libro. Por esta razón confunde el título del poema que lee, que es en realidad «Juan León». En el libro no existe ningún poema con el título de «Noche». Empero, aparecen dos que hacen alusión a la nocturnidad: «De noche» y «El noche». Véase Ramón Palomares, Trilogía, Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1990, págs. 70 y 72. Por otra parte, ha sido necesario copiar todo el texto del poema partiendo del original en el mencionado libro, págs. 73 y 74 ya que eran muchas las omisiones (se añaden entre corchetes las estrofas no leídas). La musicalidad criolla que ostenta la composición era muy grata al cubano y por ello intentó recordar a partir de ese elemento intrínseco. También tiene Palomares en común con Baquero los diminutivos.

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