Читать книгу #LecturaPapelPantalla - Gemma Lluch - Страница 7
Presentación
ОглавлениеHace un tiempo, ojeaba el libro de Néstor García Canclini (2014) El mundo entero como lugar extraño y encontré una pregunta: «¿Qué cambió desde que comenzaste a trabajar en las ciencias sociales?», y una respuesta: «Las preguntas».
Obviamente lo compré, lo leí y lo subrayé. Y a menudo vuelvo para aprender a escuchar las nuevas preguntas. Es una realidad:
A las personas que nos dedicamos al mundo de la lectura nos ha cambiado, incluso, la pregunta esencial: «¿Qué es lectura»?
A los escritores de ficciones o de realidades, a los editores de libros en papel o electrónicos, a los administradores de blogs, a los que enseñan a leer, a los que venden libros o periódicos o a los que diseñan las políticas públicas. También a los lectores.
A lo largo de la historia han ido cambiando los formatos, las formas y las funciones de la lectura; pero nunca antes los cambios se han producido de una manera tan profunda como en los últimos años.
Los retos actuales nos exigen abandonar las zonas de confort, las habituales, las más transitadas tradicionalmente. Es necesario y urgente que todo aquel que trabaja en el mundo del libro, el que gestiona políticas culturales, el que crea mundos a través de la palabra o el que investiga sobre la lectura se sitúe en cada escenario como si fuera la primera vez que está.
Ahora, es necesario pensar la «lectura» alejándonos de nuestra biografía. Es imprescindible contemplarla como un objeto poliédrico, valorarla desde las múltiples formas y funciones que tiene en el mundo actual.
En resumen: pensar la «lectura» solo se puede hacer desde interrogantes y dudas, desde una mirada transdisciplinar, desde la dispersión controlada por los datos y por el método. Con una mirada siempre abierta a las impresiones, limpia, libre de recuerdos y vivencias, como si nos enfrentáramos por primera vez a la gran pregunta: «¿Qué es la lectura?».
Porque la posibilidad de comunicarnos con cualquier individuo del mundo, la de leer un documento que ha escrito alguien desde un ordenador, un teléfono o una tableta va más allá de un simple cambio de las reglas del juego.
Sitúa la lectura en otra dimensión, en la que filólogos, psicólogos, editores, bibliotecarios o escritores compartimos terreno con diseñadores de juegos audiovisuales, analistas de sistemas, economistas o antropólogos.
Ya hace un tiempo que nuevos profesionales se incorporaron para desarrollar las nuevas tareas que reclama el mundo del libro y la lectura.
Por ejemplo, los informáticos y los diseñadores de juegos desarrollan aplicaciones donde la palabra comparte espacio con la música o la imagen.
Los analistas de sistemas descifran los metadatos que los lectores dejan mientras consultan un documento o devoran un relato.
Los economistas y antropólogos culturales evalúan el coste económico de una determinada acción de promoción de la lectura, es decir, lo que llaman «cálculo del retorno social, cultural y académico de la inversión (RSCA)».
En esta nueva dimensión, en la que se sitúan el libro y la lectura, Vargas Llosa ya no compite solo con García Márquez porque las relaciones que se establecen entre los «productos» son mucho más complejas. Y, sobre todo, híbridas.
Nuestros autores clásicos compiten con autores de todo el mundo, viejos y nuevos. Algunos llevan siglos entre las páginas de papel, otros dedican años a la escritura de un libro, pero los autores que más éxito tienen, los youtubers, publican un libro que han creado en los canales audiovisuales.
Y si buscamos una lectura en determinadas plataformas como Amazon, un libro compite con una aspiradora o un reloj. Si leemos en una pantalla, podemos pulsar en el icono de un libro o de un juego, abrir el correo o la aplicación de una tienda para hacer la compra de la semana o, simplemente, cambiar el relato escrito por un capítulo de nuestra serie preferida.
Situados en este nuevo paradigma, nos vemos obligados a repensar el ecosistema del libro y el de la lectura (Gil 2017) porque la escritura que dialoga de una manera profunda con el lector comparte mercado con la que propone una mirada adictiva. Y las lenguas indígenas y minoritarias desaparecen de las pantallas.
Lenguas minoritarias, como el catalán, que buscan su lugar en un mundo en el que el inglés, como lengua instrumental de la industria del entretenimiento, impregna la cultura escrita en español desde tradiciones como la mexicana, la argentina, la chilena, la española o la catalana.
Y este nuevo escenario de lectura evoluciona a un ritmo trepidante. Cambia de una manera tan rápida que resulta incomprensible para una parte de los actores tradicionales que conforman la ecología del libro.
Posiblemente, porque algunos se empeñan en ignorar los procesos mediante los cuales lectores, docentes, investigadores, editores o gestores políticos se adaptan al nuevo medio físico y cultural que ahora nos habita.
No podemos permitirnos el lujo de quedarnos quietos. La negación o la incapacidad de mirar, de aceptar o de asumir, de adaptarse al nuevo medio nos dejan fuera de juego.
Los que entendemos el mundo de la lectura y del libro desde la diversidad cultural y lingüística necesitamos cambiar la mirada, transformarnos en surfistas que aprovechan la fuerza de las olas para ir más lejos. En definitiva, debemos entender la palabra «crisis» como una oportunidad para situarnos en la vanguardia.
Y de eso tratan estas páginas: del nuevo ecosistema de la lectura. También del libro. Y lo hacemos defendiendo un ecosistema diverso, es decir, un ecosistema donde tengan cabida las creaciones nuevas y viejas, presentes y futuras, comerciales y culturales; escritas o construidas en cualquier lengua, más allá del castellano o el inglés.
Desde hace unos años, trabajo sobre las diferentes formas de lectura en la pantalla, los textos compartidos en los medios sociales o los modos audiovisuales de promocionar la lectura de libros. Los datos resultantes han construido artículos y libros académicos a través de los que hemos compartido los avances de nuestra investigación con la comunidad universitaria.
Pero a menudo, colegas que no pertenecen al mundo universitario me han dicho que echaban de menos una lectura más cercana, que mostrara un mapa de las complejidades asociadas al concepto «lectura».
Con este propósito hemos escrito este libro. No es una miscelánea de las publicaciones previas, pero sí hemos partido de sus datos para articular un discurso desde una perspectiva poliédrica y transdisciplinar.
Cada capítulo analiza un aspecto de la lectura. El primero, de manera indirecta, contesta una pregunta fundamental: ¿por qué leer? De las posibles respuestas, hemos elegido una: para construir la memoria de la humanidad, de cada tradición y, consecuentemente, para construirnos como ciudadanos. Pero ¿este poder lo tienen solo los libros clásicos o lo comparten con los fragmentos virtuales por los medios sociales?
En el segundo, revisamos algunos de los efectos de la lectura, o de algunas lecturas. Convocamos aquellas voces que condenaron las prácticas de mujeres, de niños y adolescentes por los efectos narcóticos que tenían sus libros. Analizamos el éxito social que acompaña a determinados lectores jóvenes y adolescentes y revisamos las encuestas que nos lanzan a la cara datos que no nos gustan: leer aburre.
Tradicionalmente, la lectura ha sido una práctica social compartida. El siglo xxi ha recuperado esta manera de leer gracias a Internet. En el tercer capítulo, analizamos cómo los jóvenes y adolescentes utilizan los blogs, YouTube e Instagram para hablar de libros y de los medios sociales, como Twitter, para compartirlos. Pero ¿qué tipo de lectura recomiendan, en qué lengua lo hacen?
El cuarto se centra en el postureo de una parte del mundo cultural y de las políticas de lectura. Porque determinadas declaraciones, formas de mostrar comportamientos, gustos o deseos en las redes sociales se hacen pasar por acciones de política cultural. Pero ¿promocionan la lectura o simplemente sirven para hacerse ver?
Los formatos son el tema central del quinto capítulo. Después de una breve revisión de los formatos que la humanidad ha utilizado para leer, nos centramos en los más actuales: papel y pantalla. Y a lo largo del capítulo hay una pregunta subyacente: ¿puede competir el catalán o una lengua indígena en el mundo de la lectura virtual?, ¿podrá hacerlo el español, en un futuro próximo?
Uno de los principales cambios de formato que han sufrido muchas historias escritas ha sido la transformación en un relato audiovisual. Es un cambio que se olvida en las historias de la lectura. Por ello, es imprescindible dedicar el sexto capítulo al análisis de aquellas historias que olvidaron el papel y acabaron cómodamente instaladas en las pantallas. Pero, también, a otra forma de «invasión» audiovisual: las aplicaciones de lectura, los tráileres o los best sellers que, más que leemos, miramos a través de sus palabras.
En el mundo de la lectura es imposible no hablar de la educación. Por ello, el séptimo capítulo analiza un dilema sobre el que todo el mundo tiene algo que decir: el placer o el esfuerzo lector. Formulado en forma de pregunta: la lectura como simple fuente de placer, ¿es una tarea de la escuela o debe centrarse en la necesidad de enseñar a leer los clásicos de nuestra tradición literaria?
El octavo capítulo cierra el libro con unas reflexiones que enfrentan los hechos y las percepciones.
Las conclusiones no son buenas para los que entendemos la lectura desde la diversidad de géneros, de tradiciones literarias, lingüísticas, etc. Hemos interpretado los datos y los hechos. No las percepciones, los deseos o los humos que la sociedad de la posverdad suele mostrar de vez en cuando.
En resumen, el gráfico muestra cuáles son las preguntas que quiere responder este libro:
Antes de acabar esta introducción, quisiera dar las gracias a las personas que han formado parte de este libro. En primer lugar, a Montse Ayats, editora de La lectura entre el paper i les pantalles (Eumo Editorial), libro a partir del cual escribí el que tienen en sus pantallas. En segundo lugar, a Pablo Andrade, Pilar Pérez Esteve, Maite Monar y Marian Serrano; a los cuatro quiero agradecerles la lectura atenta de este libro, sus comentarios y las conversaciones que ha generado. Gracias a todos ellos por su apoyo.