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Presentación

Desde la experiencia
de las mujeres

La génesis de este libro hay que buscarla en la experiencia de muchas mujeres que, desde una opción creyente y una visión comunitaria, hemos emprendido un éxodo hacia una tierra de justicia y paz donde sea posible el florecimiento de la vida de todos. El planteamiento fundamental del mismo parte de la convicción de que hoy no es posible hablar de una teología liberadora que ilumine el camino de la construcción de otro mundo posible sin asumir seriamente el compromiso ético-espiritual de responder a dos de los grandes clamores de nuestro tiempo: el grito de la tierra y el grito de las mujeres.

Lo que proponemos es simplemente un camino que nos ayude a comprender que todo proceso de liberación pasa inevitablemente por la tarea místico-profética de «soltar dos pájaros de la misma jaula»: la cuestión de la inequidad de género, que mantiene en la exclusión a más de la mitad de la humanidad por el hecho de ser mujeres, y la destrucción del planeta, fruto de un paradigma de desarrollo que ha desatado una crisis ecológica sin precedentes y que pone en peligro no solo a la humanidad actual, sino a las futuras generaciones.

El grito de la tierra y el grito de las mujeres se entretejen y se levantan en todas partes del mundo como una crítica al orden establecido y como clamor por un nuevo paradigma de relación y de convivencia. Es una cuestión que toca desde los niveles de las grandes decisiones políticas hasta lo más minúsculo y oculto de nuestra vida cotidiana. Constituyen dos de los grandes ejes transversales que pueden ofrecer un horizonte distinto a la marcha de nuestro mundo y de nuestras Iglesias. Pero también son dos cables de alta tensión que ponen a prueba hasta dónde nos atrevemos a llegar en la búsqueda de un mundo en el que la justicia y la vida digna alcancen a las víctimas de la inequidad y la violencia. Actualmente, la búsqueda de un nuevo paradigma ecológico y de un nuevo paradigma de relación entre hombres y mujeres constituye un nudo problemático en las distintas regiones y religiones del mundo.

Todo estudio crítico del empobrecimiento creciente y del deterioro de la calidad de vida para las mayorías pasa por el análisis de las relaciones de género y la forma en que concebimos nuestra relación con la tierra. Precisamente, lo que planteamos aquí es cómo ambas realidades han de analizarse conjuntamente, pero también señalamos cómo la salida a la actual crisis ecosocial tiene que entretejer ambas perspectivas. Esa es la propuesta que hacemos los movimientos ecofeministas y, desde una perspectiva creyente, el ecofeminismo teológico y espiritual.

Tomamos, pues, como punto de partida la constatación de que la crisis ecológica y la crisis del patriarcado se dan la mano y constituyen dos caras de la misma moneda. Pero también consideramos que la salida para recuperar la salud del planeta y sus habitantes supone desprogramarnos de la forma en que hemos concebido la relación con la naturaleza y la relación entre hombres y mujeres. En esos dos niveles necesitamos convertirnos y reconfigurarnos de una manera nueva. En este sentido, el ecofeminismo tiene un horizonte utópico, pues apunta al sueño de un hombre, una mujer y una tierra nuevos.

Esta es una cuestión crucial que desde hace mucho vienen planteando los movimientos altermundialistas. Aquí queremos abordarla desde una perspectiva creyente, acercándonos a la crisis ecológica y a la crisis del patriarcado desde una visión teológica, comprendiendo esta doble crisis como un signo de los tiempos que nos urge a una conversión; es decir, a un cambio profundo en la forma en que nos comprendemos los seres humanos y en la forma en que nos relacionamos con el resto de la creación. La propuesta es, entonces, una teología que se atreva a tejer dos hilos: el verde (la ecología integral) y el lila (las luchas feministas). El tejido de esos dos hilos desde una perspectiva creyente es lo que llamamos ecofeminismo, una visión que se expresa como teología, como forma de vivir y como una opción socio-pastoral.

En el contexto de unas relaciones heridas y desajustadas, esta visión constituye un horizonte inspirador para impulsar un cambio en nuestro mundo y sanar todas las relaciones dañadas. Este libro es una invitación a reconvertir las relaciones entre los humanos y la tierra, desde la esperanza de que es posible nacer de nuevo (Jn 3,1-8) y echar el vino nuevo en vasijas nuevas (Mc 2,22), en nuevos paradigmas que posibiliten que toda vida florezca y sea vida en plenitud para todos (Jn 10,10).

Partiendo de una visión de la realidad, el libro analiza las relaciones desajustadas que han llevado a la destrucción tanto de los seres humanos –especialmente de las mujeres– como de la casa común. La raíz de estos desajustes reside en la hegemonía del sistema capitalista patriarcal, con su imposición de un paradigma tecnocientífico y económico basado en el provecho para unos pocos, sin importar los costes humanos y ecológicos.

En la actual crisis ecológica y de violencia de género, también está de fondo una determinada concepción del ser humano y de la naturaleza. Por eso consideramos ineludible abordar la cuestión de la necesidad de un cambio de paradigma antropológico y ecológico. Pero, para encontrar esas nuevas visiones, tenemos que cuestionar nuestra misma forma de conocer para explorar otras formas de pensar e interpretar la vida y los acontecimientos. De ahí que uno de los temas que toda perspectiva liberadora y transformadora tiene que abordar es la cuestión epistemológica. Para salir de la crisis se requiere una nueva epistemología que sea capaz de acoger y escuchar otras voces, otras formas de pensar la vida, la ciencia, la tecnología y, sobre todo, la economía y la religión.

Uno de los caminos que puede ofrecer una perspectiva distinta de todos estos aspectos, tanto a la hora de analizar las múltiples crisis que estamos viviendo como en la búsqueda de posibles salidas, es la visión ecofeminista, en cuanto perspectiva holística y crítica que permite captar la interconexión que existe entre las distintas formas de opresión y el sometimiento de las personas –sobre todo de las mujeres– y de la naturaleza.

El capítulo que dedicamos al ecofeminismo lo presenta al mismo tiempo como una sabiduría antigua y moderna a la que apelar para salvar a las mujeres y al conjunto de la creación. Consideramos útil presentar la historia y la evolución del ecofeminismo, así como la diversidad de expresiones que hoy va teniendo en distintos contextos y desde distintas disciplinas.

Quizá una de las disciplinas que ha llegado más tarde a apropiarse y releer los presupuestos del ecofeminismo ha sido la teología. ¡Pero más vale tarde que nunca! La teología desde la perspectiva de las mujeres ha ido poco a poco aportando su luz y pronunciando su palabra respecto a cómo se articulan el grito de las mujeres y el grito de la tierra y qué salidas vemos desde una óptica creyente. El ecofeminismo es una simbiosis crítica de dos de las perspectivas que más están enriqueciendo y cuestionando el quehacer teológico hoy: la ecoteología y la teología feminista. Nos atrevemos a decir que tanto una ecoteología sin el aporte de la visión feminista como una teología feminista que no incorpore seriamente la perspectiva ecológica padecerían de ceguera y de sordera ante el gemido de la tierra y el gemido de las mujeres.

Pero el primer problema que tiene que abordar la teología es el de los presupuestos y paradigmas desde los que se ha comprendido al ser humano (hombre-mujer) y la relación de estos con la naturaleza. Por eso, una de las principales tareas que una teología de cuño ecofeminista ha de afrontar es la de hacer una revisión crítica de los planteamientos teológicos y las creencias que han servido como legitimación del sistema androcéntrico-patriarcal, el cual ha destruido la casa común y las relaciones de equidad y reciprocidad entre hombres y mujeres.

Ahora bien, dado que la teología no es lo primero, sino que, como afirma la teología de la liberación, es momento segundo, este escrito termina llevándonos a la fuente, a la espiritualidad, pues solo desde una profunda experiencia de Dios como amante de la vida en todas sus formas es posible sanar la tierra y sanar las relaciones humanas. Planteamos así los ejes configuradores de una ecoespiritualidad feminista. Desde ellos visualizamos que ante las múltiples formas de extractivismo y violencia hacia la tierra y hacia las mujeres urge articular la conversión ecológica –a la que invitan tanto Laudato si’ como el Sínodo de la Amazonía– y la conversión ecofeminista. Esto es indispensable para lograr la justicia social y la justicia ecológica como dos cuestiones inseparables, tal como lo afirma el papa Francisco: «No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental» (LS 139).

Finalmente, un libro que pretende ofrecer una luz desde la teología y la espiritualidad para vislumbrar una salida a la crisis socio-ambiental y a la crisis patriarcal estaría incompleto si no tuviera en cuenta que en los pueblos originarios hay una reserva de sabiduría, sobre todo en lo que respecta a su comprensión de la relación con la tierra y la visión comunitaria. Esta es la experiencia vivida a lo largo de muchos años compartiendo mi vida y ministerio teológico-pastoral en Guatemala y ahora en Chiapas (México). A pesar de la colonización del pasado y del presente, a pesar de que los pueblos indígenas están siendo cooptados y contaminados por la globalización del capitalismo neoliberal patriarcal, todavía queda en ellos un remanente de resistencia, pudiendo ser considerados como una reserva ético-espiritual de la humanidad. Por eso consideramos indispensable en un texto de ecofeminismo reconocer esa sabiduría ancestral y proponer que nuestras teologías y nuestras espiritualidades se atrevan a beber de las fuentes de los pueblos indígenas, que nos enseñan a vivir cotidianamente una espiritualidad y una ética de la interrelación, el cuidado, la interdependencia y la sacralidad de la tierra.

Este es el aspecto más destacado que aborda el último capítulo, en el que planteamos la necesidad de concretar la visión ecofeminista con un nuevo estilo de vida y una nueva praxis transformadora. Para ello hay que crear espacios, desde la vida cotidiana hasta el escenario político y religioso, donde podamos evidenciar que es posible vivir y creer de un modo saludable para la tierra y para las personas.


San Cristóbal de Las Casas,

Chiapas (México), octubre de 2020

Ecofeminismo

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