Читать книгу Terapia craneosacral - Gert Groot Landeweer - Страница 7
ОглавлениеBases de la terapia craneosacral según Upledger
La terapia craneosacral es inseparable del nombre Upledger. Esta forma de terapia fue desarrollada en la década de 1970 por el Dr. John Edwin Upledger, médico osteópata y cirujano, quien la describió en 1983 en su obra general CranioSacral Therapy, que también salió publicada en alemán con el título Lehrbuch der Cranio-Sacralen Therapie.
El objetivo de Upledger es ayudar al paciente en su proceso de curación a través de un concepto de tratamiento basado en un suave y cuidadoso trabajo manual. Esto es posible gracias a una forma de tacto especial que pretende sentir y tratar las restricciones de movimiento y los endurecimientos o adherencias del cuerpo. Su exitoso concepto de terapia craneosacral ha sido copiado y modificado por diferentes competidores; para evitar posibles confusiones, ha sido necesario añadir el nombre del creador del método a la terapia original. Actualmente, la “terapia craneosacral según Upledger” es una marca registrada y legalmente protegida. Ya existen muchos terapeutas, entre los cuales encontramos médicos, terapeutas manuales y fisioterapeutas, que aplican con éxito las técnicas de la terapia craneosacral de Upledger para tratar diferentes cuadros patológicos en pacientes.
La terapia craneosacral puede ser descrita como un método manual suave y sensible a través del cual se puede explorar el sistema craneosacro del cuerpo y mejorar su función. Este sistema corporal está constituido por el líquido cefalorraquídeo y por muchas membranas que envuelven y protegen el encéfalo y la médula espinal, y que se encuentran en el interior del cráneo y en el canal vertebral hasta llegar al sacro y el cóccix. Mediante un suave contacto, en el que generalmente no se ejerce una presión superior a 5 gramos, se eliminan las limitaciones del sistema craneosacro. El método de tratamiento considera la capacidad y las posibilidades de autocorrección y los mecanismos de autocuración del cuerpo –la “sabiduría interior” (ver págs. 93 y ss.). Los mecanismos optimizan la función del sistema nervioso y del sistema hormonal, y minimizan los efectos físicos y emocionales nocivos para la salud que causa el estrés, de modo que fortalecen el sistema inmunitario y con ello la salud.
Historia y desarrollo
La historia de la terapia craneosacral empezó en el año 1971, cuando el Dr. Upledger asistió a un neurocirujano amigo en una operación. Upledger, abierto a nuevos desarrollos en el ámbito médico, observó una actividad pulsátil en las membranas que rodean la médula espinal. Ninguna de las personas presentes en la sala de operaciones las había observado nunca, y tampoco nadie tenía una explicación para este fenómeno. Esta imagen de la actividad pulsátil acompañó a Upledger hasta que, unos meses más tarde, encontró una explicación para ello en un anuncio de formación continua: allí explicaban que los huesos del cráneo se movían de forma rítmica. Upledger participó en la formación y experimentó cómo se movían los huesos del cráneo y cómo podía mejorar su movilidad. Aprendió además a confiar en lo que sentía bajo sus manos, aunque ello no se correspondiera con los conceptos médicos convencionales. Sintió como se movía el cráneo, e imaginó que se trataba de un sistema de líquidos. Tras la formación, Upledger y su amigo cirujano decidieron aplicar las técnicas aprendidas a pacientes con diferentes síntomas. Los resultados fueron sorprendentes: había nacido la terapia craneosacral.
Creación de un nuevo modelo
En 1975, el Dr. Upledger asumió el cargo de director clínico científico en el Departamento de Biomecánica de la Universidad Estatal de Michigan. Dicha universidad acababa de crear un proyecto para investigar la movilidad de los huesos del cráneo y su importancia en el tratamiento de pacientes. El objetivo de este proyecto era probar científicamente que las suturas craneales, contrariamente a lo que se supone de forma general, son móviles. A través de los nervios que se encuentran en estas suturas, parece ser que se conducen informaciones sobre las fuerzas actuantes hacia el cerebro que posiblemente controlan y regulan la producción de líquido cefalorraquídeo.
Basándose en esta constatación, Upledger desarrolló un nuevo modelo para explicar la actividad rítmica en las meninges espinales que ya había observado él mismo en 1971: “el modelo de equilibración de presiones”. En él se considera el sistema craneosacro como un sistema líquido semicerrado en el que los nervios existentes en las suturas craneales controlan la velocidad con la que se produce el líquido cefalorraquídeo. En contraposición, el drenaje de líquido tiene lugar ininterrumpidamente. Upledger supuso que la producción de líquido es mucho más rápida que su drenaje. De esta forma, en el líquido cefalorraquídeo se produce una fluctuación rítmica de la presión que causa a su vez las modificaciones rítmicas de las meninges encefálicas y espinales. La estimulación rítmica de las meninges provoca una estimulación rítmica de las partes del córtex cerebral responsables del control muscular. A través de ello se producen pequeños movimientos rítmicos en el conjunto del cuerpo: el ritmo craneosacro.
Otras técnicas de tratamiento
Otros estudios de Upledger confirman la relación existente entre los hallazgos del sistema craneosacro y los síntomas de los pacientes, tanto en niños como en adultos. Además, durante muchos años de investigación Upledger indagó, conjuntamente con su compañero el Dr. Zvi Karni, profesor de Biofísica del Technion Instituts en Haifa, sobre la importancia y los efectos de las energías externas que actúan sobre el cuerpo, como por ejemplo en accidentes, pero también por la existencia de enfermedades. Esto le llevó a desarrollar otras técnicas de tratamiento que tenían por objetivo general hacer desaparecer las energías que habían invadido el cuerpo. Esto se consigue mediante determinadas posiciones corporales, es decir, mediante la disolución de los denominados quistes energéticos (ver pág. 9) a través de la liberación de emociones contenidas, la denominada “liberación somatoemocional”, o mediante la verbalización de imágenes interiores, es decir, el trabajo con “imágenes terapéuticas y diálogos terapéuticos” (ITDT, ver pág. 9). En esta época salió la obra modelo CranioSacral Therapy, y las observaciones iniciales de Upledger fueron confirmadas por la investigación clínica. La terapia craneosacral puede ser aplicada en muchas patologías, y es tan exitosa debido a que mejora la capacidad funcional de los sistemas nervioso y hormonal.
El Dr. Upledger abandonó la universidad en 1983 con el objetivo de poder poner en práctica sus ideas en un centro de salud de medicina integral. Aunque también aplicó otras técnicas de tratamiento, el método desarrollado por él mismo era el punto central de sus tratamientos. En 1985 fundó el Upledger Institute con el centro de afectados de lesiones medulares y encefálicas en Palm Beach, Florida, y en 1987 la Fundación Upledger. Esta última tiene por objetivo ayudar a los enfermos mediante la terapia craneosacral sin ánimo de lucro. Las profesoras y profesores formados por el Dr. Upledger dan a su vez formación en un círculo que es cada vez mayor.
El Dr. John Edwin Upledger, desarrollador de la terapia craneosacral y fundador del Instituto Upledger, Inc. y la Fundación Upledger.
En el año 2010 ya había 103 países y más de 90.000 terapeutas que utilizaban las técnicas básicas de la terapia craneosacral de Upledger. Más de la mitad de ellos han aprendido también técnicas de tratamiento más profundas.
Los principios de Upledger
El Dr. Upledger está plenamente convencido de que todos los organismos vivos de la naturaleza están equipados con refinados mecanismos de supervivencia. Gracias a estos mecanismos son capaces de resistir en un entorno que plantea continuamente nuevas exigencias debido al constante cambio de sus condiciones. Los más efectivos de estos mecanismos son innatos. Si la capacidad de adaptación de un individuo presenta deficiencias, el organismo deberá buscar una forma de colaborar con dichos procesos de adaptación innatos, con tal de que funcionen de nuevo y mejor. Una vez mejorada de esta forma la capacidad funcional del organismo enfermo, el cuerpo se aproximará más a su completa curación. Con su método, Upledger quiere ayudar a los mecanismos de autocuración innatos del cuerpo, lo que no significa que excluya la aplicación de la medicina occidental convencional ni quirúrgica. Los mecanismos de autocuración deberían estar mucho más integrados en todos los aspectos de la medicina convencional. Si así lo hiciéramos, los pacientes enfermarían menos, aumentaría su esperanza de vida, se recuperarían más rápidamente de posibles enfermedades o lesiones y envejecerían con dignidad. La solución de los problemas de salud debe buscarse en la misma persona. En lugar de explorar el cuerpo o efectuar una intervención que podría provocar una actitud defensiva en el organismo, Upledger propone establecer un contacto suave, la comunicación verbal y no verbal o simplemente la intención de compartir la causa del problema. De este modo, investiga cómo puede ayudar a eliminar la causa del problema de la forma más suave posible. En este proceso, él se ofrece como una ayuda al proceso de autocuración y se deja guiar. Este método encaja con la medicina convencional del mundo occidental y, correctamente aplicada, hace que el cuerpo reaccione positivamente a las medidas tomadas por la medicina convencional y que se puedan evitar más frecuentemente intervenciones quirúrgicas y la toma de medicamentos. Cada paciente dispone de un “médico interior” o de una “sabiduría interior” que es capaz de comprender los problemas de salud y que sabe mejor que nadie cómo solucionarlos. La responsabilidad de los terapeutas craneosacros reside en establecer un diálogo con esta sabiduría interna y en seguir su consejo.
Limitaciones del sistema craneosacro
En los enfermos, el sistema de líquidos que baña el sistema nervioso está limitado en su función y por lo tanto debe ser optimizado. Si conseguimos hacerlo, mejora la función de los sistemas nervioso y hormonal, lo que tendrá a su vez un efecto positivo sobre las demás funciones corporales. Upledger considera el sistema craneosacro como un continente relleno de líquido en el que se produce una renovación rítmica del líquido cefalorraquídeo. Esta actividad rítmica es denominada ritmo craneosacro por Upledger. Las paredes del sistema están constituidas por tejido conectivo denso: la duramadre encefálica y espinal. Estas meninges están situadas en el interior del cráneo (determinadas partes son denominadas sistema de membranas intracraneales) y en todo el canal vertebral hasta el cóccix, el denominado tubo dural. Mediante su capacidad sensitiva de poder sentir y tratar las más mínimas tensiones, el Dr. Upledger descubrió que la flexibilidad de las meninges encefálicas y espinales representaba un factor esencial para la salud de las personas. Al inicio de sus experiencias con el tratamiento del sistema craneosacro, Upledger dirigió su atención a la mejora de la movilidad de las meninges. Desarrolló técnicas que actuaban directamente sobre el sistema craneosacro. Puesto que las meninges están íntimamente relacionadas con el interior del cráneo y con el sacro, Upledger utilizó los huesos del cráneo y el sacro como puntos de acceso o de actuación para sus técnicas de tratamiento.
El programa de los 10 pasos
Basándose en los conocimientos obtenidos en el tratamiento del sistema craneosacro y del tejido conectivo, Upledger desarrolló su “Programa de los 10 pasos” en la Universidad de Michigan. En este programa, un profesional de la terapia craneosacral de Upledger trata progresivamente todas las estructuras importantes del cuerpo:
Paso 1. Tratamiento directo del ritmo craneosacro con la ayuda de un punto de reposo.
Paso 2. Tratamiento de las estructuras de tejido conectivo transversales.
Paso 3. Tratamiento de las estructuras occipitales.
Paso 4. Tratamiento de las estructuras pélvicas.
Paso 5. Tratamiento de la duramadre en la columna vertebral.
Paso 6. Tratamiento de la duramadre en el cráneo.
Paso 7. Tratamiento de la base del cráneo.
Paso 8. Tratamiento de las estructuras blandas del esqueleto de la cara.
Paso 9. Tratamiento de las estructuras duras del esqueleto de la cara.
Paso 10. Tratamiento directo del ritmo craneosacro con la ayuda de un punto de reposo.
Usted también puede poner en práctica en casa todas las técnicas generales, así como las técnicas de relajación a través de la descompresión (ver “Técnicas de levantamiento”, pág. 12).
Liberación de energías
Las experiencias vividas por el Dr. Upledger en la terapia craneosacral crearon una reacción en cadena que lo llevó a nuevos conocimientos. Descubrió que podía conducir a un paciente –inconscientemente– hacia una posición corporal antiálgica que también representaba una relajación para el sistema craneosacro. Se realizaron mediciones bioeléctricas simultáneamente que demostraron que en dicha posición se producían modificaciones eléctricas claramente medibles, como si el cuerpo “soltara energía”. El Dr. Upledger también descubrió que, al liberar energía, no solamente se producía una relajación física, sino que también tenían lugar procesos emocionales. Conjuntamente con el Dr. Karni, Upledger descubrió que en el cuerpo se encuentra frecuentemente la huella de fuerzas físicas producidas por accidentes, lesiones y situaciones de shock emocional. Estas huellas locales pueden encontrarse encapsuladas y aisladas del resto del cuerpo. Upledger denominó “quiste energético” a dicho encapsulamiento, “liberación del quiste energético” al proceso de disolución energética de dicho quiste y “liberación somatoemocional” al proceso de liberación emocional que tiene lugar durante la liberación de las tensiones corporales. Estos procesos de liberación producían también una mejora de la función craneosacra.
El modelo de los quistes energéticos
El modelo describe que las fuerzas que actúan sobre un cuerpo –ya sean químicas, físicas o psíquicas– pueden ser procesadas por dicho cuerpo de dos formas diferentes: si la situación no representa un esfuerzo excesivo para el cuerpo, éste empieza inmediatamente a liberar la energía de las fuerzas que lo han invadido, y se pone en marcha con ello el proceso de autocuración del cuerpo. Si, en cambio, el cuerpo percibe la energía recibida como un fenómeno amenazador y representa un esfuerzo que lo sobrepasa, dicha energía no es liberada sino que el cuerpo la encapsula localmente como “energía desorganizada” . Con tal de evitar una distribución de la “energía perjudicial” en el cuerpo, dicho organismo la empaqueta en el mínimo de espacio posible, de forma similar al encapsulamiento de pus que se produce en un quiste. De aquí el nombre de “quiste energético”.
De esta forma, el quiste energético constituye una “actividad de partículas” limitada, aumentada y desorganizada en una región corporal determinada. El cuerpo se adapta automáticamente a este estado desviando la energía corporal normal por otro camino, evitando el quiste. Ésta es una solución temporal, pero el quiste energético representa un obstáculo para la función corporal energética normal y un “estorbo” para el tejido en el que reside. El aumento de energía requerido puede desvitalizar el tejido circundante.
El factor más importante que contribuye a la formación de un quiste energético es el estado emocional del paciente en el momento de la lesión. La experiencia nos demuestra que si los sentimientos predominantes en el momento del acontecimiento traumático son la rabia, el miedo, la soledad, la desesperación o la tristeza, la energía que ha invadido el organismo durante la lesión será retenida en el quiste energético. A partir del momento en que se consigue una liberación de los sentimientos negativos en el transcurso del tratamiento, o en que éstos han adquirido un significado, se puede deshacer el quiste energético, los trastornos funcionales se normalizan y los síntomas disminuyen.
Sabiduría interior e ITDT
En el transcurso del tratamiento de una paciente, el Dr. Upledger pudo constatar que él podía hablar con una parte separada de dicha paciente que tenía la capacidad de observar el proceso que estaba viviendo en ese momento. Pudo observar este fenómeno repetidamente en otros pacientes y constató en todos los casos que esta parte tenía conocimientos notables sobre los respectivos síntomas de cada paciente. Lo denominó primero médico interior y más tarde sabiduría interior. El diálogo con esta sabiduría interior fue designado como trabajo con imágenes terapéuticas y diálogo terapéutico, abreviado: ITDT. Upledger comprendió que al establecer un contacto profundo con el paciente en el transcurso del tratamiento craneosacro era casi siempre posible pedirle al mismo establecer contacto con su médico interior. Normalmente, este médico era capaz de responder a las preguntas sobre las causas y las posibilidades de curación de la patología. La capacidad intuitiva de Upledger le permitía establecer contacto verbal con diferentes partes del cuerpo, con órganos enfermos e incluso con células específicas. Cada una de las partes del cuerpo –ya sean grandes o pequeñas– dispone de una conciencia propia y puede proporcionar informaciones únicas sobre su estado, la causa del mismo y la aplicación de los medios o medidas terapéuticas necesarias. Quiero presentarles al final del libro la realización de un viaje interior (ver pág. 93 y ss.) que le podrá ayudar a establecer contacto con su sabiduría interior.
La energía que penetra puede ser liberada (izquierda) o encapsulada.
El sistema craneosacro
El sistema craneosacro está formado por el líquido cefalorraquídeo y por todas las estructuras que intervienen en su producción, almacenamiento y reabsorción en el torrente sanguíneo.
Líquido cefalorraquídeo
El líquido cefalorraquídeo es producido en los cuatro ventrículos cerebrales. Los dos ventrículos cerebrales laterales están situados en los dos hemisferios, el tercero queda situado en el centro, un poco por encima de la base del cráneo, y el cuarto está situado aproximadamente en el centro, a la altura del cerebelo. En los ventrículos encontramos unas vellosidades que filtran el líquido cefalorraquídeo de la sangre de las pequeñas arteoriolas, como si se tratara de un filtro de café. El líquido producido por los ventrículos laterales se dirige hacia el tercer ventrículo, donde se mezcla con el nuevo líquido allí producido y se dirige hacia el cuarto ventrículo, donde se mezcla con el nuevo líquido producido en este último y continúa después en dos direcciones. Una parte del líquido permanece en el sistema nervioso, donde, en medio de la médula espinal y por un pequeño canal central, fluye hasta la parte más baja. La otra parte de líquido abandona el interior del sistema nervioso para dirigirse al espacio aracnoideo, donde puede bañar la médula espinal y encefálica. Por lo tanto, el líquido fluye tanto hacia arriba, para situarse alrededor del cerebro, como hacia abajo, para bañar la médula espinal. El líquido que circula hacia abajo es denominado líquido raquídeo, si no es líquido cefálico. El líquido circula por el encéfalo y la médula espinal hasta que es reabsorbido en la sangre. Los senos durales del cráneo son los puntos de la cabeza en los que el líquido cefalorraquídeo es reabsorbido hacia el torrente sanguíneo. Aquí también encontramos vellosidades que salen del espacio aracnoideo y penetran en los senos para conducir el líquido cefalorraquídeo de nuevo hacia el torrente sanguíneo –lo mismo ocurre en la columna vertebral a nivel de todas las raíces nerviosas; estas estructuras en forma de vellosidad conducen el líquido raquídeo de nuevo hacia el torrente sanguíneo.
Conjuntamente con la duramadre encefálica y la duramadre espinal, el líquido representa principalmente una protección para el encéfalo y la médula espinal. Ambos se encuentran sumergidos en este líquido, que actúa como amortiguador ante las fuerzas mecánicas externas, es decir, ante un posible golpe o caída.
Meninges encefálicas y espinales
Estas meninges envuelven el encéfalo y la médula espinal, así como los nervios que salen de ambos, hasta su respectivo orificio de salida en el cráneo o en la columna vertebral. En el interior de estas meninges se almacena el líquido cefalorraquídeo.
Duramadre encefálica
Esta meninge dura y externa forma una pared resistente e impermeable que se inserta en varios huesos, de forma que éstos podrán ser utilizados como palanca en el tratamiento. De superior a inferior tenemos todos los huesos del cráneo, la segunda y tercera vértebras cervicales, el sacro y el cóccix. La duramadre encefálica reviste el conjunto del espacio óseo del cráneo como periostio de los respectivos huesos del cráneo. Forma además el sistema de membranas del interior del cráneo, que separa diferentes estructuras encefálicas entre ellas. La hoz del cerebro separa los dos hemisferios cerebrales, y la hoz del cerebelo, los dos hemisferios cerebelosos; la tienda del cerebelo separa el cerebro del cerebelo. La hoz del cerebro dispone de puntos de inserción ósea en la cara interna del etmoides, el frontal, ambos parietales y el occipital. La hoz del cerebelo queda situada en la cara interna del occipital, y la tienda del cerebelo se inserta en la cara interna del occipital, en los dos parietales y temporales y en la cara superior del esfenoides. A su altura, en medio de la base del cráneo, la duramadre forma un punto de paso para la hipófisis; en el orificio occipital mayor, la duramadre forma un anillo grueso que sirve de punto de paso para la prolongación de la médula espinal.
En la columna vertebral, en el canal vertebral, la duramadre encefálica forma una estructura tubular, el “tubo dural”. El canal vertebral se extiende desde la región cervical hasta el sacro pasando por la región torácica y lumbar recorriendo toda la columna vertebral. El tubo dural se une con la cara posterior de las segunda y tercera vértebras cervicales y la segunda vértebra sacra, y con la cara superior del cóccix.
Piamadre y aracnoides
La meninge blanda interna (piamadre) está directamente en contacto con el encéfalo y la médula espinal. Sigue todas las circunvoluciones y surcos de estas estructuras y envuelve también los vasos sanguíneos que discurren por el encéfalo y la médula espinal. Esta estructura se ocupa de que diferentes sustancias que circulan por el torrente sanguíneo no puedan alcanzar las sensibles estructuras nerviosas; es lo que se denomina barrera hematoencefálica. La duramadre y la piamadre están conectadas entre ellas a través de la aracnoides y forman de esta forma un gran espacio parecido a una gran sala con columnas. Este espacio es ocupado por el líquido cefalorraquídeo y por los vasos sanguíneos – estos últimos discurren por él a modo de tubos de riego. El conjunto de las meninges que envuelven el encéfalo y la médula espinal se encuentran en el interior del cráneo y del canal vertebral y sacro.
Tratamiento
El tratamiento de las meninges encefálicas y espinales se hace mediante estiramientos. Para las meninges espinales puede conseguirse dicho estiramiento a través del movimiento, realizando un estiramiento mantenido con la cabeza o efectuando movimientos de basculación simultáneos de la cabeza y de la pelvis. Las meninges encefálicas requieren la aplicación de las técnicas de descompresión, en las que, a través de una tracción de los huesos del cráneo, puede liberar las tensiones de las meninges (ver pág. 71). Las vainas conjuntivas de todos los nervios craneales y espinales están unidas al cráneo y a la columna vertebral en sus respectivos puntos de salida con el hueso. Si realiza estiramientos de las meninges espinales y encefálicas y de los músculos, también estará tratando estas vainas de tejido conectivo de los nervios; para ella no existen por lo tanto técnicas especiales.
El ritmo craneosacro
El Dr. Upledger partió de la base de que la producción de líquido cefalorraquídeo era rítmica y que el drenaje, en contraposición, era constante o continuo, como si se tratara de un lavabo en el que abrimos el grifo rítmicamente, pero el ritmo de salida del agua no se modifica en absoluto, de forma que el nivel de agua del mismo aumentará y disminuirá rítmicamente. Upledger y sus colaboradores descubrieron que las suturas craneales no están osificadas ni son inmóviles: contienen vasos sanguíneos, fibras nerviosas y fascículos de tejido conjuntivo. Con la ayuda de las fibras nerviosas pueden informar al cerebro de su respectivo estado de apertura.
Los investigadores encontraron un cordón nervioso que discurre desde la sutura craneal media hacia el ventrículo. Cuando la sutura informa al cerebro de que los dos huesos que la forman se aproximan, éste decide producir líquido encefálico, de modo que aumenta el volumen de líquido del sistema craneosacro, lo que a su vez provoca un pequeño movimiento de los huesos del cráneo. Los receptores de la sutura perciben este movimiento e informan de él. A partir de un determinado grado de estiramiento de la sutura, el cerebro reduce el ritmo de producción de líquido sin modificar la reabsorción del mismo hacia el torrente sanguíneo. Los investigadores partieron de la base de que la reabsorción era superior a la producción, lo que conducía a una reducción del volumen de líquido en el sistema craneosacro. Las suturas se aproximan de nuevo hasta alcanzar una nueva posición en la que la información recibida a través de los receptores estimula de nuevo al cerebro para la producción de líquido cefalorraquídeo.
Upledger denominó a este sistema “modelo de equilibración de presiones” (pressurestat model). Presupuso además que el movimiento rítmico del líquido, de la duramadre y de los huesos conducía a una estimulación rítmica de las partes reguladoras del control muscular en el córtex cerebral. A través de ello tienen lugar pequeños movimientos rítmicos de contracción y relajación en todo el cuerpo, que son interpretados como el ritmo craneosacro del cuerpo.
Llenado y vaciado
El ritmo craneosacro no solamente es palpable en el sistema craneosacro, sino que también lo es en todo el cuerpo, y es percibido como un movimiento de hinchado y deshinchado. En detalle tienen lugar los movimientos siguientes: en la fase de llenado o hinchado, el cráneo se amplia, y en la fase de vaciado, se hace más estrecho. Este movimiento puede sentirse claramente en la parte lateral del cráneo. Los brazos con los hombros y las piernas con las alas del ilion se mueven hacia la rotación externa en la fase de llenado y hacia la rotación interna en la fase de vaciado (ver imágenes inferiores). En la rotación externa, los pulgares se mueven alejándose del cuerpo, y los dedos de los pies se separan entre ellos. En el tronco también podemos sentir el ritmo craneosacro, aunque al principio sea un poco difícil de palpar debido a que el movimiento respiratorio es mucho mayor. Durante la fase de llenado se produce un ensanchamiento del tronco, un “hinchado”, y en la fase de vaciado, el fenómeno contrario. Estos movimientos son más fáciles de palpar en la parte lateral del tronco que en sus partes anterior y posterior.
Cuanto más marcado sea el ritmo craneosacro, más “amasamiento” se produce de todas las células, lo que permite que éstas reciban un mejor aporte. Para el terapeuta, la intensidad del ritmo craneosacro es un criterio para considerar si se debe aplicar la técnica craneosacra de Upledger, dónde deberán aplicarse las técnicas y cuál será la previsión de éxito de la terapia. El terapeuta aplicará sus técnicas principalmente en aquellas partes de cuerpo en las que el ritmo craneosacro se manifieste más débil. Al final del tratamiento, el ritmo craneosacro debería quedar restablecido con intensidad.
El tejido conjuntivo
Los éxitos alcanzados por el Dr. Upledger mediante el tratamiento directo del sistema craneosacro fueron inicialmente muy importantes, pero progresivamente quedó claro que las tensiones encontradas en el sistema craneosacro podían aparecer de nuevo a causa de las tensiones del tejido conjuntivo.
El tejido conjuntivo es la estructura de soporte del cuerpo. Si lo elimináramos, quedaría tan sólo una montaña de células aisladas y desconectadas. El tejido conjuntivo proporciona forma y sustento al cuerpo. A pesar de que está formado por muchos diferentes tipos de células, forma un conjunto. Debido a su unidad y complejidad podría ser considerado incluso como un sistema. Está formado básicamente por células de tejido conjuntivo (fibrocitos) y por la “sustancia líquida” que se encuentra entre las células (sustancia intercelular), en la que encontramos también fibras duras (colágeno) y elásticas y la sustancia básica.
Estructura reticular y aporte celular
El primer aspecto esencial a considerar en relación con el tejido conjuntivo en la terapia craneosacral es la consideración de las fibras de tejido conjuntivo como una red de tejido fina que une todas las partes del cuerpo. Los posibles desequilibrios de tensión que se produzcan en un punto de esta red tendrán efecto sobre todo el conjunto de la red y, con ello, sobre todo el cuerpo. El segundo aspecto es que la sustancia básica del tejido conjuntivo envuelve cada una de las células corporales. Por lo tanto, el tejido conjuntivo es el miembro de unión más importante entre la célula y las vías sanguíneas, linfáticas y nerviosas. Todas las sustancias provenientes de las vías sanguíneas y nerviosas que deben llegar a una célula deberán atravesar esta sustancia básica. Esto será igualmente válido para las sustancias de desecho que deben salir de la célula para regresar al torrente sanguíneo o linfático. El aporte celular tiene lugar, por lo tanto, solamente a través de la sustancia básica. Cualquier modificación de su grado de tensión o estado de líquidos podrá influir directamente en el aporte celular.
Visión general de las capas de tejido conjuntivo
El tejido conjuntivo está constituido por células especiales, los denominados miofibroblastos, que pueden contraerse como los músculos. Según esta afirmación, es incluso posible que el tejido conjuntivo “pasivo” se contraiga “activamente”. Esta capacidad de contracción es muy importante para el tejido conjuntivo, puesto que de esta forma puede reaccionar correctamente a los posibles cambios; pero si las células se ven sometidas a una tensión constante, el tejido conjuntivo sufre. Pierde flexibilidad, disminuye su estado de nutrición y aumenta la sensibilidad de los receptores –el tejido estará más sensible y más irritable.
Las meninges encefálicas y espinales son los envoltorios conectivos más profundos y pueden ser considerados como el primer envoltorio blando y modelable –los huesos serán el envoltorio duro– del sistema craneosacro. Una buena posibilidad de actuar sobre ellas es el estiramiento suave y lento de las mismas mediante el movimiento de los huesos en los que éstas se insertan. En una capa más superficial encontramos los huesos del cráneo y de la columna vertebral, que sirven de envoltorio duro del sistema craneosacro. Las limitaciones o “endurecimientos” en esta capa disminuyen la movilidad de las meninges encefálicas o espinales. Este tipo de limitaciones pueden tener diferentes causas:
Las articulaciones entre huesos pierden movilidad, debido a un “bloqueo articular”.
Existe una limitación de la movilidad de los huesos de la caja torácica, de la cintura escapular y de la cintura pélvica que están, todos ellos, en contacto con la columna vertebral, de manera que afectan también la movilidad de la columna vertebral.
La contractura o tensión de los músculos y del denominado tejido conjuntivo transversal que se inserta en los huesos de la pelvis, de la columna vertebral y del cráneo afecta la movilidad de estos huesos.
La movilidad de la capa de tejido conjuntivo externo puede mejorar mediante la práctica de ejercicios que mantengan las articulaciones móviles y que estiren la musculatura. Además de esto, se pueden aplicar técnicas de liberación especiales del tejido conjuntivo de disposición transversal (ver págs. 34 y ss.).
Consecuencias para la práctica
En la práctica es difícil separar de forma clara cada una de las partes del cuerpo, de forma que al efectuar un estiramiento de las meninges encefálicas y espinales también se movilizan articulaciones y se estiran músculos y tejido conjuntivo. En los ejercicios de movilización de la columna vertebral también se estiran las meninges, los músculos y el tejido conjuntivo, y el estiramiento de los músculos o del tejido conjuntivo también irá acompañado de la movilización articular y del estiramiento de las meninges. Al inicio del tercer capítulo y conjuntamente con los ejercicios para cada una de las estructuras tisulares (ver pág. 32), encontrará las secuencias de tratamiento basadas y comprobadas en la práctica diaria y los diferentes pasos progresivos que hay que seguir.
Tratamiento del tejido conjuntivo
Cuando se tratan las posibles tensiones del tejido conjuntivo, se debe aplicar la fuerza de estiramiento mínima posible sobre el tejido afectado y mantenerla durante un tiempo prolongado. El tejido conjuntivo necesita este tiempo para completar la denominada reacción plástica que le permitirá relajarse. Por lo tanto, se necesita una fuerza de tracción muy reducida –la mínima posible pero al mismo tiempo la mínima necesaria– y tiempo y paciencia, a veces mucha paciencia.
Para aplicar esta fuerza de tracción al tejido conjuntivo se puede ejercer tanto presión como tracción sobre el tejido –en ambos casos se creará una fuerza de tracción. Este fenómeno queda bien ilustrado con la imagen del globo: cuando sujeta un globo con las dos manos y ejerce presión sobre el mismo, el globo se deforma. Aunque está ejerciendo una fuerza de compresión, el globo se estira, es decir, se produce una fuerza de tracción.
Trabajar con la fuerza de compresión
El objetivo de este método es conseguir una deformación armónica y regular del tejido conjuntivo mediante la aplicación de una suave presión sin que tengan lugar movimientos de desviación. Retomamos de nuevo el ejemplo del globo: si no hay “materiales extraños” que influyan en su deformación, como podría ser, por ejemplo, la presencia de cintas adhesivas pegadas al globo, al ejercer presión, sus manos provocarán un movimiento regular en el globo; si en cambio pega amplias cintas sobre el balón, sus manos ya no se moverán en línea recta y de forma armónica, sino que el movimiento se desvía: sus manos se giran, o se desvían hacia un lado al intentar hacer presión. Si aplicamos este fenómeno al cuerpo, podemos comparar estas bandas que impiden una deformación regular del tejido con la presencia de tensiones, de endurecimientos o de adherencias tisulares. Las técnicas de compresión de este tipo son las que se utilizan, por ejemplo, para el tratamiento del tejido conjuntivo transversal.
Trabajar con fuerza de tracción
En este método se pretende conseguir un movimiento de deslizamiento harmónico, libre y regular del tejido conjuntivo mediante la aplicación de una ligera tracción, sin que se produzcan movimientos de desviación. Esta maniobra puede ser representada, por ejemplo, a través de la imagen de un mantel colocado encima de la mesa. Si no hay objetos encima del mantel ni éste ha sido fijado de alguna forma, cuando tiramos de él, vendrá hacia nosotros produciéndose un movimiento regular de todo el mantel. Si en cambio hay objetos encima de la mesa y del mantel o bien éste ha sido fijado a la mesa de alguna forma, dicho mantel no podrá moverse libremente, y por lo tanto, el movimiento del mismo no será regular, se producirán desviaciones en el movimiento. En relación connuestro cuerpo, esto significa que mediante la aplicación de fuerzas de tracción también podemos darnos cuenta de si existe alguna cosa que impida un movimiento de deslizamiento regular. Al realizar este movimiento tendrá la sensación de que el tejido del que está tirando está fijado o sujeto en algún punto con tiras de goma. Esto muestra las tensiones o las adherencias presentes en el tejido. La fuerza de tracción es utilizada para “levantar” los huesos del cráneo en el tratamiento de las suturas craneales y de las meninges.
“Pensar” la fuerza de compresión
A partir del momento en que se haya fusionado con la parte del cuerpo que quiere tratar y haya formulado su intención, concéntrese en sus manos. Imagine que alguien ejerce una presión que aumenta progresivamente sobre el dorso de sus manos. Esta imaginación hará que sus manos empiecen efectivamente a ejercer esta presión: 1 gramo, 2 gramos, 3 gramos, 4 gramos… Ahora solamente necesita concentrarse en la reacción del tejido; la fuerza será ejercida sobre sus manos desde el exterior.
Relajar o liberar los tejidos
Si quiere relajar o liberar el tejido, trabaje siempre siguiendo unos principios básicos. Todos los ejercicios propuestos para mejorar la movilidad de músculos, articulaciones y tejido conjuntivo descritos en los capítulos siguientes utilizan estos principios con el fin de conseguir un resultado óptimo. Tómese tiempo para familiarizarse con ellos.
Un tacto lo más suave posible. El contacto establecido debería ser lo más suave posible. Solamente así podrá garantizar que los tejidos corporales permanezcan abiertos o se abran en lugar de cerrarse.
Fusión. El contacto suave combinado con una relajación de la mano de contacto y la atención puesta en lo que está haciendo harán que su mano forme una unidad con el tejido que está tocando o palpando en ese momento. El estado alcanzado en el momento en que ya no está clara la frontera existente entre el tejido palpado y la mano es denominado estado de “fusión”. En este estado, la mano posee la capacidad de percibir muchos procesos que se están produciendo en el interior del cuerpo y de seguir su evolución.
Formular la intención. Con tal de ejercitar su mano y agudizar su atención, debería formular una intención antes de cada tratamiento. Ésta puede ser breve, contiene un deseo y normalmente no es pronunciada en voz alta. Puede formular la intención del modo siguiente: “Quiero que mi diafragma se relaje al aplicar esta técnica.” La intención debería ser repetida durante todo el tratamiento.
Ejercer presión o tracción. Tras haber formulado la intención, ejerza una presión o una tracción progresiva sobre el tejido, teniendo en cuenta que la fuerza aplicada debe ser extremadamente suave y generalmente no debe ser superior a 50 gramos. Muchas veces esta fuerza es tan sólo “pensada” (ver cuadro a la izquierda). Al realizar esta fuerza, percibirá cómo sus manos penetran en el tejido y como éste se “derrite” entre sus manos, como si se tratara de un trozo de mantequilla que pusiera entre sus manos y fuera derritiéndose debido al calor. Siga el movimiento de sus manos hacia el interior, hacia el centro del cuerpo. A medida que adquiera práctica, el tejido reaccionará más rápidamente.
Permitir los movimientos de desviación. Este camino descrito de su mano hacia el centro del cuerpo no siempre es rectilíneo. Bien al contrario, a veces parece como si el tejido únicamente quisiera girarse, rotarse o desplazarse, en lugar de ceder en profundidad. Esto nos muestra que en este punto hay tensiones. Preste atención a estos puntos. Perciba los movimientos y permítalos sin estimularlos ni seguirlos. Concéntrese en su objetivo y en su intención. El movimiento hacia el centro del cuerpo regresará cuando se termine el movimiento de desviación.
Esperar la liberación o relajación. Con este tipo de tratamiento usted ofrece al músculo, a la articulación o al tejido conjuntivo la posibilidad de liberar la tensión existente. Este fenómeno será denominado relajación o liberación. Normalmente podrá percibir fácilmente la liberación: el tejido tocado se volverá más blando y más amplio, se abrirá lentamente y se ensanchará. También podemos percibir algunos signos que nos indican que se producirá la liberación: lo más frecuente es que se puedan percibir calor y una pulsación energética. Esta última es percibida como una especie de latido cardíaco, aunque es claramente más rápido. Entre las consecuencias positivas de la liberación encontramos el aumento de fluidos. Bajo su mano sentirá cómo el líquido y la energía fluyen más fácilmente allí donde se ha relajado el tejido. Desde el momento en que sienta esto, puede pasar al siguiente ejercicio o terminar los ejercicios. Si practica regularmente, será capaz de percibir la mejora de los fluidos de forma automática tras un tiempo.
El Dr. Upledger reconoció la importancia de realizar los tratamientos con el mínimo de fuerza posible. Las manos se adaptan al tejido y forman una unidad con el cuerpo.
Qué hacer cuando aparece resistencia
De vez en cuando ocurre que el tejido no quiere liberarse (todavía no). En este caso tiene diferentes posibilidades:
Repetir una técnica. Empiece de nuevo desde el principio. Coloque de nuevo sus manos completamente relajadas sobre la zona a tratar, fusiónese con el tejido, formule la intención y ejerza una presión de progresión todavía más lenta sobre el tejido, hasta que sienta la “penetración” de la mano en el tejido.
Dirigir la energía. Si ya ha repetido el tratamiento y choca de nuevo con la misma barrera, empiece a dar energía al tejido. Al hacerlo puede imaginarse que esta energía es especial para permitir que el tejido se relaje o se libere más fácilmente.
Trabajar con la respiración. Si dirigir la energía todavía no ha surgido efecto, se pueden realizar ejercicios de respiración para contribuir a la liberación del tejido. Inspire lo más profundamente posible y permanezca en esta posición. Si la tensión tisular cede, mantenga la posición durante el máximo de tiempo posible. Repita este procedimiento tantas veces como sea necesario hasta que tenga la sensación de que el tejido ha sido liberado. En caso de que la inspiración todavía no ejerza un efecto positivo sobre la tensión, intente lo mismo con la espiración.
Ser perseverante. ¿No hay ninguna de las técnicas que le haya servido hasta ahora? Persevere en el punto en el que se encuentra. ¿Siente el tejido algo duro o fijado y parece que necesita mucho tiempo para liberarse? Espere y tenga paciencia. Dígale al tejido que usted ya ha comprendido que necesita más tiempo. Muchas veces, la mera comunicación de este mensaje ya ayuda. O como decía Upledger, “el tiempo es su aliado”.