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Introducción

Hace algunos años, Gary Becker (1964) observó y explicó detalladamente la relación entre capital físico y capital humano, para exponer que existe un factor derivado de su interacción, el cual puede llegar a dilucidar el crecimiento económico en forma de productividad dentro de los países, dando, de este modo, una nueva interpretación de los factores no observables en la economía y no dependientes únicamente de la cantidad, sino orientando el análisis a la calidad y su aprovechamiento.

Al enfatizar en las capacidades del individuo, se dio un giro a la explicación en la economía para interpretar el comportamiento racional del mismo y, con ello, el de muchos sistemas que operan bajo una lógica racional similar, por ejemplo, las empresas y las economías nacionales. Desde entonces, el resultado ha sido evidente: la acumulación y utilización del conocimiento a diversas escalas económicas produce una maximización de la utilidad y un incremento de la productividad económicas. El aprovechamiento de los conocimientos, habilidades y destrezas en lo individual y agregado, han contribuido al crecimiento económico, a la productividad de las empresas y a las tasas de retorno individuales.

Sin embargo, en la actualidad, diversos países siguen buscando los caminos que les permitan superar el subdesarrollo que los ha atrapado en una especie de cinta de Moebius, de la cual no han encontrado la salida que les conceda alcanzar el crecimiento económico ansiado y la transformación de la estructura productiva. En países como México, estos resultados demuestran la necesaria revisión teórica y empírica de los factores que inciden en la mejora de la productividad, de la construcción y aprovechamiento de los recursos humanos con mayor escolaridad, y de la infraestructura existente en la economía nacional.

Para esclarecer algunas de las transformaciones de la estructura productiva y sus interacciones con el capital humano, se puede orientar la reflexión hacia la oferta analítica de la literatura de los sistemas de innovación. Dentro de esta propuesta, explicar la innovación también requiere de mirar hacia múltiples factores difíciles de medir. Más aún cuando la innovación tiene un comportamiento sistémico y multifactorial (Edquist, 2005; Lundvall y Nielsen, 2005). La innovación, vista en su conjunto, implica entender el comportamiento maximizador de las empresas, en su sentido de aprovechamiento del conocimiento y de los avances tecnológicos a través de los trabajadores y de la interrelación que establecen las empresas con sus pares, con las universidades, con los centros de investigación y con el gobierno y otras instituciones. Esta acción supone un reflejo en las condiciones del sistema nacional, caracterizado por un tipo de industria más competitiva en diversos niveles.

En este libro, se parte del hecho de que la política de formación de recursos humanos debe reflejarse en el crecimiento económico tanto a nivel nacional como en el plano de las empresas. Los resultados de la política educativa deben tomarse como un beneficio con capacidad para producir impactos positivos en los niveles micro, meso y macroeconómico. En correspondencia con el paulatino cambio y orientación hacia la calidad dados a la formación de recursos humanos, se esperaría que esto último tuviera un reflejo en los indicadores que constituyen el sistema de innovación mexicano.

La paulatina modernización del aparato gubernamental durante los últimos veinte años ha traído reformas y nuevas concepciones para abordar la lógica bajo la cual se diseñan las políticas públicas: el cambio fundamental ha sido una perspectiva distinta para analizar los problemas públicos y el papel de los agentes e interacciones en su resolución. La redefinición de las tareas del gobierno y la función de los grupos de la sociedad se han visto transformados a partir de un replanteamiento de las acciones que, en materia de política pública, sean racionales y pertinentes.

Desde principios de los noventa, y en lo que atañe a las políticas de ciencia y tecnología y educación superior, el gobierno mexicano ha puesto en práctica intervenciones que se distinguen por el despliegue de un sistema de incentivos y por la focalización en la calidad y la excelencia académicas. Esta nueva orientación de la política ha permanecido, de tal forma que los cambios que se han registrado se dirigen al perfeccionamiento o ajuste marginal, y no a las transformaciones bruscas o golpes de timón en cuanto a su dirección.

Esta estabilidad se interpretaría como un signo del éxito de la política pública, aunque son escasas las evaluaciones sistemáticas de los resultados esperados, y del grado en que sus lineamientos conducen a fines sociales deseables, más allá de los propósitos inmediatos de la política. Es decir, se esperaría que la política educativa, centrada en la formación de recursos humanos mayormente especializados, hubiese entregado productos de mayor calidad y en más cantidad (fines inmediatos) como un mecanismo para impulsar el desarrollo del país.

La definición de un problema público no es una cuestión menor. Un asunto así implica entender qué variables y factores afectan a los sujetos del problema y ver qué mecanismos serían útiles para resolverlo, dando espacio a cada actor de la situación. Un caso de una problemática en la que convergen múltiples variables es el que compone la innovación. Este concepto implica comprender su papel dentro de la economía como factor catalizador de diversos procesos, por ejemplo, el aprovechamiento de recursos humanos, el papel del gobierno en materia de educación e impulso de la ciencia y la tecnología, así como los distintos esfuerzos por parte de los agentes involucrados en el aumento de la productividad, la investigación y el desarrollo, y las transformaciones tecnológicas organizacionales. La circunstancia multifactorial que plantea la innovación nos invita a analizar la vigencia de supuestos como el que propone la teoría del capital humano: observar las variaciones o comprobar su incidencia “lineal” en el aprovechamiento y absorción de recursos humanos en la productividad.

Diversos estudios han señalado algunas suposiciones del comportamiento benéfico que produce la existencia de ciertas condiciones económicas, asumiendo, por ejemplo, la importancia de la formación de recursos humanos y la generación de investigación y desarrollo (I+D), lo mismo que su aprovechamiento para el crecimiento económico (Cimoli, 2000; Lundvall, 2004; Fagerberg, 2005). Existe un dilema respecto de qué tanto debe hacer el gobierno para reforzar la política de formación de recursos humanos para volverla más eficiente: si otorgar becas o subsidios, si incentivar la creación de más universidades o promover otros mecanismos para la mejora de la calidad. Los esfuerzos de las instituciones en materia de ciencia y tecnología son afectados, sin duda, por un ajuste entre las preferencias individuales de las personas en la elección de carreras, las estrategias de las empresas para incrementar su utilidad y productividad, y el papel del gobierno como soporte de las políticas para los grupos en general.

En este sentido, y para comprobar la vigencia de teorías que explican el impacto de la innovación como factor de la economía, iniciemos con las preguntas: ¿qué elementos se pueden retomar de las teorías del capital humano y de la de los sistemas nacionales de innovación para explicar los fenómenos relacionadas con la formación de recursos humanos, el mercado de trabajo y la innovación en ciencia y tecnología? y ¿cuál ha sido la contribución al crecimiento económico de las reformas en materia de formación de capital humano en México?

Dichas interrogantes averiguan el estado y características actuales del aprovechamiento de los recursos humanos en las empresas, a través de la innovación, la productividad y el impulso hacia una transformación de las actividades económicas centradas en el conocimiento, la investigación y el desarrollo.

Existen relaciones causales entre variables y momentos de explicación de los fenómenos: la educación es un insumo necesario en los procesos de innovación, es decir, las empresas piensan previamente en un perfil en función de los objetivos organizacionales y de productividad intrínsecos en sus actividades.

Por otro lado, los esfuerzos de capacitación de una empresa le permiten elaborar estrategias que beneficien la productividad de los trabajadores, para consolidar los procesos y actualizar las habilidades que se introducen con las mejoras tecnológicas.

El mercado de la información sufre de problemas generalizados porque ésta no se ofrece completa. Los estudiantes que están por escoger alguna carrera disponen de poca información sobre el valor que pueden recibir de la especialidad elegida o de determinada institución. Los empleadores también tienen pocas bases para su elección entre los graduados. La estrategia competitiva que parece emerger de esta situación es que un número importante de instituciones de licenciatura y posgrado han desarrollado sistemas extensivos de selección rigurosa que atiende el nivel de habilidad y criterios con base en las capacidades de los individuos para resolver problemas.

Los desarrollos globales inducen nuevas dinámicas locales. Los cambios tecnológicos, la evolución en las formas de producción y la adaptación de necesidades de los individuos producen acomodos diversos entre agentes e instituciones. La sociedad se encuentra en una dinámica global de intercambio y generación de conocimiento.

El factor clave en los procesos de innovación se relaciona no sólo con las actividades de I+D, sino con la capacidad de los países para contar con sus propios recursos humanos altamente calificados, la capacidad de integrarlos al mundo del trabajo y de que absorban el conocimiento disponible, a través de actividades productivas.

La presente investigación busca clarificar el impacto del valor de los años de escolaridad en la productividad y los factores que inciden en la innovación, a fin de inducir el análisis hacia el papel del gobierno en este tema y el rol de las empresas como impulsoras de nuevas formas de producción y una revaloración del conocimiento como elemento básico que promueve el desarrollo en una sociedad de competencia global.

Planteamiento de la investigación

La pregunta de investigación relaciona el crecimiento con la política educativa. Se impone una primera precisión: la expresión “política educativa” remite a las decisiones tomadas desde el gobierno cuyo objeto son tanto la producción de ciencia y tecnología, como la formación de recursos humanos altamente capacitados, por parte de las instituciones de educación superior. Esto es, la expresión toma como objetos de intervención pública del gobierno la producción y aplicación de conocimiento, por un lado, y la formación de capital humano de alto nivel (por ejemplo, la educación terciaria), por el otro.

Dicho esto, queda claro que esta investigación, en principio, se abordará desde la perspectiva de la teoría del crecimiento aportada por la ciencia económica, particularmente por las teorías del capital humano y del crecimiento endógeno, que, respectivamente, indagan el impacto de las competencias individuales y los factores asociados al crecimiento económico, incorporando el cambio tecnológico.[1]

Existe abundante evidencia empírica que sustenta la idea de que los mayores niveles de escolaridad en una sociedad impactan positivamente en el desarrollo económico de largo plazo (Mankiw, Romer y Weil, 1992; Nehru y Dhareshwar, 1994; Temple, 1999; De la Fuente y Doménech, 2000; Bassanini, Scarpetta y Hemmings, 2001). Asimismo, otros estudios muestran que el crecimiento económico es particularmente sensible al acervo de capital humano en los países en desarrollo (Barro, 1991; Englander y Gurney, 1994). De manera correlativa, la teoría del crecimiento endógeno impulsada por Paul Romer presenta resultados empíricos que revelan la relación positiva entre las actividades de I+D y el producto o la productividad (Romer, 1986; Mohnen, 1990; Griliches, 1992; Nadiri, 1993; Cameron, 1998).

Las implicaciones de ambas líneas de investigación para el caso que nos incumbe son claras. Siendo el capital humano y la I+D inputs (insumos) en una función de producción, los incrementos en estos factores conducirían a mayores tasas de crecimiento económico en el mediano y largo plazos. Aplicado este principio al caso mexicano, sólo habría que verificar el comportamiento de los inputs en los últimos quince años y estimar su contribución al crecimiento, descontando la contribución del incremento en la fuerza de trabajo y de la inversión. En términos de política pública, la prescripción lógica es realizar esfuerzos para aumentar los insumos referidos.

Esta perspectiva parece problemática en cuanto a la linealidad que postula. Aun de resultar empíricamente sustentada, otorga pocos elementos para evaluar aspectos más detallados de las reformas en la política de ciencia y tecnología en México, toda vez que limita el análisis a la evolución en el tiempo de la cantidad en los insumos (inputs) relacionados con el conocimiento. Y es evidente que las reformas tienen otras características importantes como el presupuesto condicionado, la evaluación y los proyectos de cooperación entre academia e industria (Valenti et al., 2004; Valenti y Del Castillo, 2000) y la complementariedad con otras políticas públicas de carácter sectorial, como industria y trabajo.

Por otro lado, existen elementos suficientes para suponer que las tendencias más recientes de la economía mundial hacen que la relación entre conocimiento y desarrollo sea más compleja que lo propuesto por las teorías del capital humano y el crecimiento endógeno. El papel que desempeña la innovación en la competitividad de la empresa actual ha dado tal peso al conocimiento como factor de producción, que esta fase ha sido caracterizada como “nueva economía” o “economía del conocimiento” (David y Foray, 2002; OECD, 1996 y 2001). La capacidad de innovar comenzó a ser una ventaja comparativa entre los países desarrollados, pero la intensidad creciente de los intercambios económicos terminó por homogeneizar las reglas de la competencia para todas las naciones, de tal modo que los países en vías de desarrollo que no aumenten el contenido en conocimiento de sus productos corren el riesgo de ver afectados los términos de su intercambio y reducir la viabilidad de sus perspectivas de desarrollo (Cimoli y Correa, 2002). Quizás estas características generales de la nueva economía sean el factor subyacente en las conclusiones de los estudios más recientes, los cuales reportan ausencia de relación entre los incrementos en la matrícula y los logros educativos respecto de las tasas de crecimiento económico y en la productividad (Pritchett, 1995; Gradstein y Nikitin, 2004).

Una implicación de estos desarrollos es que la calidad de la educación (Hanushek y Kim, 1995; Hanushek y Kimko, 2000; Barro y Lee, 2000) y su pertinencia, entendido esto como el perfil profesional producido por el sistema educativo (Gittleman y Wolf, 1995), adquieren un papel relevante en el avance de los países. Asimismo, se ha mostrado que las mejoras en el capital humano y el cambio tecnológico en las empresas sólo producen incrementos en el producto cuando existe una adecuada interacción entre ambos factores (Krussell et al., 1997; Ferris y Gawande, 1998; Stern et al., 2000; Redding, 1996).[2]

Finalmente, tanto en el mercado laboral (Romer, 2000; Bazúa, 1997; Chang y Wang, 1996), como en la producción de ciencia y tecnología (Healy y Cote, 2001; OECD, 1997; Aghion y Howitt, 1992), se presentan fallas de mercado que, en principio, resaltan el papel del Estado, no tanto como proveedor de estos factores, sino como coordinador entre oferta y demanda, y como responsable de la definición de los sistemas de incentivos (Cimoli, 2000).

El vínculo entre universidades, gobierno e industria es vital para conformar un sistema de innovación. La idea del sistema se genera como el vínculo de conexiones entre agentes y estrategias que producen resultados relevantes para cada miembro. Esto plantea la pertinencia de tender un puente entre las necesidades de la sociedad, la relevancia del conocimiento, la elección de carrera de los individuos y la relación que guardan con el mercado de trabajo, a fin de que se aprovechen sus esfuerzos a nivel micro, meso y macro económicos. Es propósito general de esta publicación analizar los elementos que identifican al Sistema Mexicano de Innovación (SMI), evaluando el aprovechamiento de recursos humanos en las empresas e identificando algunos aspectos de comparación entre países.

Una de las perspectivas que ha retomado estos temas en su complejidad ha sido la de los Sistemas Nacionales de Innovación (SNI) (Nelson, 1993), la cual proporciona una guía para la evaluación normativa del grado en el que una economía sigue determinada trayectoria de una inserción global exitosa, que incluye la presencia de las políticas públicas para el logro de estos fines.

La influencia de la perspectiva de los SNI se ha reflejado en distintos estudios que examinan las reformas del sistema mexicano de ciencia y tecnología, en su interrelación con el sistema productivo y las dinámicas empresariales que desatan; es el caso de los volúmenes editados por Cimoli (2000), Dutrénit et al. (2001) y Cabrero et al. (2006). Estos autores aportan suficiente información sobre el SMI, sin embargo, para los fines del problema que nos ocupa, mantienen una orientación centrada en casos, por lo que no emprenden una estrategia explícitamente diseñada para evaluar el impacto.

Se puede decir otro tanto de la investigación en la que el SMI se incorpora al análisis comparado (Alcorta y Peres, 1995; Rodríguez et al., 2003). Tales casos proporcionan información muy valiosa, pero no permiten llegar a inferencias acerca del impacto de las nuevas políticas.

Existen esfuerzos para evaluar el efecto de estas políticas en países pertenecientes a regiones determinadas, en especial el estudio coordinado por Hutschenreiter y Sheehan (2005) y Stern et al. (2000), cuyos resultados, aunque de un enorme valor, ciñen el universo de análisis a los países de la OCDE que han mostrado un desarrollo constante o más productivo, pero esto impide extrapolar sus conclusiones a naciones con desarrollo deficiente como México, a pesar de que éste pertenezca a dicha organización.

En el fenómeno de la innovación de las empresas en México, podemos particularizar el análisis formulando tres escenarios relacionados con el aprovechamiento de recursos humanos y las innovaciones de proceso y de producto: 1) los que no realizan esfuerzos organizativos y mantienen prácticas atrasadas, esto es, que no aprovechan los conocimientos y subutilizan su capital humano; 2) los que aprenden sobre la marcha y orientan sus esfuerzos a mejores prácticas de organización para innovar, esto es, los que, básicamente, privilegian la capacitación; y 3) los que centran sus esfuerzos por innovar en sus productos, por lo que incorporan, en sus esfuerzos de innovación, el aprovechamiento de conocimientos e incluso su generación aplicada, producción de patentes y utilización de mejoras aplicables en productos para conseguir la innovación.

Ahora bien. La presente investigación cumple objetivos con implicaciones teóricas y de política pública. En el primer caso se encuentran:

 Extender el campo de análisis empírico del enfoque del SNI, a fin de establecer si sus hipótesis se sostienen en la selección de casos.

 Complementar la teoría del capital humano con el enfoque del SMI, proporcionando evidencia en el sentido de que esta complementariedad incremente su poder explicativo.

Entre los objetivos con referencia a la política pública destacan:

 Las políticas educativas y de ciencia y tecnología, seguidas, desde los años noventa, sobre el desempeño económico.

 La de las empresas, las instituciones de educación superior y los individuos, así como cambios en la política educativa y de ciencia y tecnología.

Esta investigación, por la información y los objetivos proyectados, es de carácter retrospectivo, longitudinal, comparativo y observacional, sobre la base de datos a escala nacional e internacional.

Para explicar la hipótesis, los argumentos se exponen de la siguiente forma: en el primer capítulo se revisa la literatura del capital humano y los sistemas nacionales de innovación, de la que deriva las hipótesis a comprobar. En el segundo capítulo se revisa, con aplicaciones descriptivas, el acervo de recursos humanos en México utilizando principalmente la base de datos de ANUIES y la ENOE, señalando sus principales características y cómo éstas influyen en la actual construcción del sistema económico. En el tercer capítulo, se comparan las condiciones que determinan la capacitación y el desarrollo de capacidades tecnológicas, sobre la base de datos de Barro y Lee (2000) y del Banco Mundial (2006); asimismo, se realiza un análisis cross-national para observar la influencia del SNI en el crecimiento económico y determinar así su desarrollo en función de beneficios observables y esperados a través de técnicas estadísticas de componentes principales, análisis de conglomerados para la identificación de países con SNI mayormente desarrollado, y una regresión lineal para determinar la influencia del capital humano en la innovación.

En el capítulo cuarto, se relaciona el estado que guarda la innovación a nivel de empresa. Con la técnica estadística OVERALS, se elaboró un análisis mediante la construcción de dos vectores: uno tendiente hacia la innovación de productos, con la incorporación de esfuerzos en innovación y desarrollo, y otra dirigida a la transformación tecnológico-organizacional. A través de la técnica estadística de la regresión lineal, se determina la influencia de los recursos humanos en los cambios encaminados a la innovación en alguno o varios de los vectores que resulten estadísticamente significativos para cumplir el análisis. Este último se realizó con base en los datos de la Encuesta Nacional de Empleo, Salarios, Trabajo y Capacitación (ENESTYC) para los años 1992 y 2005.

El quinto capítulo contiene las conclusiones y algunos planteamientos para investigaciones futuras.

[1] Para una revisión general, véase Ahn y Hemmings (2000) y Barro y Sala-i-Martin (1995).

[2] “Para que la tecnología sea desarrollada y usada efectivamente y se materialicen las externalidades de las nuevas tecnologías a través de las redes, las habilidades y competencias correctas deben estar disponibles” (OECD, 2003: 175).

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