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#FRANCIA#.
ОглавлениеEs un error muy admitido, especialmente en España, el que consiste en creer que la Francia toda es un pais de adelantos y progreso.
La Francia, cuya iniciativa en los asuntos políticos de Europa le concede mucha importancia, tiene bastante que progresar aun para ponerse á nivel de otros pueblos en cuanto á ciencias, filosofía y artes; y considerada bajo el prisma de mejoras materiales, solo en estos últimos cuatro años es cuando ha comenzado á progresar.
El sistema de centralizacion que el partido conservador entronizó en Francia de un modo exagerado, ha hecho que Paris sea la nacion, el corazon de la Francia, su brazo, su cabeza. Para ello ha sido necesario ménoscabar las libertades de los municipios y con ellas la vida de las provincias, su vida política, su accion gubernamental. Como Paris es verdaderamente una ciudad mágica y portentosa, donde se halla reunido todo lo mejor de la Francia, sus poetas, sus filósofos, sus pintores, sus literatos, sus hombres políticos; como en Paris vive el arte, como es el centro de todas partes, como es la sola ciudad que generalmente visita el viajero, de aquí el que se crea que la Francia es el primer pueblo. ¡Error! y error lamentable, porque Paris no es mas que la capital, y Paris no es la Francia para el filósofo, para el que pretende estudiar el estado del pueblo.
Cuando se visitan las ciudades de segundo y tercer órden, se ve cuan atrasada está aun la Francia: la instruccion pública, seguro barómetro de un pueblo, léjos de ser general como en Suiza y Alemania, se encuentra rezagada y en un lamentable estado, siendo general en todos los pueblos, aun los mas próximos á las ciudades, encontrar una tercera parte del pueblo que no sabe leer ni escribir, siendo las mujeres las que ménos aprenden[2]. Hasta hace dos años, época del grande desenvolvimiento de los caminos de hierro, las ciudades de segundo y tercer órden estaban sin mas comunicaciones que las de unas incómodas é insoportables diligencias: el extranjero encontraba con mucha dificultad un hotel medio regular donde hospedarse: hoy todavía se cuentan en Francia bastantes diligencias, y en cuanto á los hoteles, son en mucho inferiores los que hoy existen á los de la Suiza, Holanda y otros paises.
La filosofía del siglo XVIII, que ha dado al pueblo frances una educacion materialista, ha producido los resultados que hoy se tocan con gran desconsuelo de sus hombres pensadores. El pueblo frances apénas cree en otra cosa que en los goces; toda su ciencia se reduce á la duda y al sarcasmo. Sin fondo alguno, sin educacion literaria, sin instruccion bastante, escapa el espiritualismo á su corta concepcion; duda por sistema, y en vez de estudiar para aprender algo, se duerme en la ignorancia mas desconsoladora, en esa ignorancia estacionaria que no da un paso adelante ni atras; ese es el pueblo frances considerado bajo el aspecto de la inteligencia.
Las ciudades de Francia que yo he visitado, y de las que hablaré
ligeramente, son Bayona, Burdeos, Nancy, Strasbourg, Mulhouse,
Amiens, Marsella, Lyon, Lille, Poitiers, Angulema, Tours,
Perpignan, Narbona, Tolosa y Orleans.
Habiéndome dirigido á Francia desde Madrid por Búrgos y las
Provincias Vascongadas, segun he apuntado ya, la primera ciudad
que salió á mi encuentro fué Bayona.
Desde la misma frontera el viajero comienza á ver los hilos
eléctricos que ponen en comunicacion instantánea á todos los
departamentos con Paris.
Este notabilísimo invento, debido al ilustre español Salvá, que en el año 1829 hizo en la Academia de Madrid los mas cumplidos ensayos, cuando ninguna nacion de Europa tenia aun la mas remota idea de él, le han utilizado los extranjeros ántes que nosotros. La Francia, en materia de comunicaciones, está hoy muy avanzada.
En el mismo instante de entrar en su territorio, la policía se encarga de hacer presentar su pasaporte á todo viajero. La diligencia española que desde Búrgos llega hasta Bayona, sufre tambien á la entrada de Francia un escrupuloso registro; todos los equipajes son reconocidos, y lo primero que á los españoles se pregunta por los encargados de la oficina aduanera, es que si llevan tabaco.
Tan luego como esta enojosa ocupacion se terminó, continuamos nuestro viaje hasta Bayona. Antes de llegar á esta ciudad, no obstante ser el trayecto tan corto, tuve lugar de acordarme de las casas de Beneficencia y de las formas con que se recibe á los extranjeros. Digo esto porque desde la frontera hasta Bayona encontré doce ó catorce mendigos que desde la carretera misma imploraban la compasion del viajero; esto por lo que se refiere á la organizacion del sistema de las casas de caridad pública; respecto á lo de las formas, dos veces nos pidieron los pasaportes, y dos veces fué detenida la diligencia desde la frontera hasta Bayona en cuya ciudad nos hicieron entregarlos de nuevo á las mismas puertas.
Esta vigilancia continua que ciertamente molesta, en especial á los caractéres independientes, produce muy mal efecto. Mucho aplaudiria yo á los gobiernos que despues de adoptar las medidas necesarias que la tranquilidad de cada pueblo reclama, recibieran á los extranjeros con ménos lujo de accion gubernamental, con ménos formalidades.
Antes de ocuparme de Bayona, pláceme consignar una observacion digna de ser notada. Algunos españoles traducidos que solo han llegado á la frontera de Francia, se esfuerzan en hacer creer que todo lo extranjero es bueno, é insoportable lo nacional. El descrédito que quieren hacer caer sobre el pais que los ha educado, se vuelve de rechazo sobre ellos. Yo, que me precio de ser eminentemente imparcial, diré á propósito de comunicaciones lo mismo que sobre todo, la verdad y nada mas que la verdad.
La carretera de Madrid á Zaragoza, la de Madrid á Santander por Búrgos, la de Madrid á Bayona, la de Valencia á Madrid por las Cabrillas, y por último, todas las que abundan en las Provincias Vascongadas, son casi tan buenas y tan bien construidas y cuidadas como las de Francia, Italia y Suiza, que son las principales que he encontrado en Europa. El que diga lo contrario habla con prevencion é injusticia.
Bayona tiene una soberbia campiña que hermosea extraordinariamente todo su término: la ciudad presenta muy buen aspecto; anchas y largas calles constituyen su elegante centro. Desde luego se apercibe el viajero que Bayona es ciudad de alguna importancia; la animacion que reina por todas partes habla en pro de su riqueza y movimiento comercial: vida literaria ninguna. Hoteles y algunos edificios notables embellecen el interior de la ciudad: las plazas, en general grandes y hermosas, entretienen agradablemente la atencion. Como el interes de una poblacion como Bayona se gasta pronto para el extranjero, tomé billete en la diligencia de Burdeos, que á las dos de la tarde parte del Hotel del comercio[3].
Veinte horas poco mas ó ménos emplea la diligencia en su carrera de Bayona á Burdeos. La carretera que separa estas dos ciudades es buena como casi todas las de Francia. Es de notar que por todas partes se recrea y deleita la vista contemplando la cultivada campiña que se ostenta lozana en general. La Francia, que se ha visto libre de las prolongadas y eternas luchas que han desolado nuestra España; la Francia, que por otra parte cuenta con la enorme poblacion de 36,000,000 de habitantes y se halla muy bien enclavada en Europa, ha tenido tiempo y brazos suficientes para hermosear su terreno, poblándole como lo está de casas de campo, y cultivar con esmero y asiduidad la tierra que embellece los términos, acrecienta la riqueza pública, da ocupacion á sus moradores y adelanta el progreso público.
Sin episodio ni incidente alguno notable entré en Burdeos.
Esta populosa ciudad, una de las primeras de Francia, anuncia ántes de entrar en su recinto lo importante de su significacion política y comercial. El viajero que llega á Burdeos procedente de Bayona, atraviesa una larga calle de tres cuartos de legua, cerrada con imponentes y majestuosos lienzos, que desemboca en una gran plaza.
Algunos elegantes palacios embellecen la ciudad; un considerable número de hoteles, servidos regularmente, ofrecen comodidad al viajero.
El comercio de la poblacion empujado por el grande sistema de comunicaciones que por tierra y por mar facilitan allí las relaciones, presta bastante vida á todo. Su celebrado víñedo, que tanta riqueza supone, adorna de un modo espléndido la campiña. Las tiendas de comercios de la ciudad, vestidas casi con tanto lujo como las de Paris y Lóndres, comunican á su aspecto ese aire de fiesta que tanto gusta á la moda de decoracion actual.
El teatro de Burdeos es un vasto edificio de piedra con cuatro fachadas de elegantes columnas, gallarda pompa de construccion y con riqueza de detalles arquitectónicos. Visto solamente su exterior, sobrepuja á los primeros de Europa tanto por su grandeza material como por su bizarra contestura. La sala no corresponde á la magnificencia que desde fuera anuncia: recientemente se ha decorado el interior, ántes de que yo le visitara, pero sin embargo es muy inferior á lo que prometen sus espaciosos y elegantes vestíbulos, su soberbia galería circular. Los palcos son desmesuradamente grandes y están vestidos con chocarrera decoracion: las lunetas pobres y estrechas.
Lo que falta á Burdeos es poblacion: el número de habitantes que contiene no está en relacion con la grandeza de la ciudad, así es que el silencio la rodea. Las Catacumbas y algunos cuantos edificios que embellecen la poblacion, son dignos de que el extranjero los visite.
Burdeos puede considerarse como un gran pórtico que da entrada á
Paris: la idea que su conjunto imprime en el ánimo, prepara y
medio dibuja las colosales proporciones de la soberbia ciudad
que se llama Paris. Diferentes empresas de carruajes hacen el
servicio del interior de la ciudad.
El afan con que yo deseaba llegar cuanto ántes á la capital de Francia, me hizo abandonar mas pronto á Burdeos. La grande distancia que separa á estas dos capitales la recorre el viajero en doce horas, merced al excelente camino de hierro que las une. Al dirijirme desde mi hotel al embarcadero tuve ocasion de ver un largo y bien construido puente próximo á la estacion, que mas tarde he vuelto á ver y que se distingue por su elegante y sólida construccion. Cerca de la ciudad existe un puente colgante que vale una visita.
Elegante y espacioso es el embarcadero del camino de hierro; tomé billete de primera clase en tren directo, cosa que aconsejo á todos tanto por la economía de tiempo como por la mayor seguridad que ofrece, y apénas sonaron las ocho de la mañana en el reloj de la estacion, rompió su majestuosa marcha el tren.
Aquí podria combatir bajo cierto aspecto el sistema de viajes por camino de hierro como prosáicos, en el sentido de que hacen inútil la hermosura y juventud de la naturaleza, que al rapidisimo vuelo con que uno marcha le es imposible admirar. Efectivamente; la poesía de los paisajes diferentes que presenta la naturaleza, así como el encanto de sus cuadros variados y frescos, pasan completamente desapercibidos á traves del rápido curso con que se precipitan los carruajes arrastrados por el fuego.
En cambio y compensacion casi suficiente, pueden á su vez objetar los que no se cuidan de las bellezas del campo, que vale mucho mas prescindir de la poesía que soportar las incomodidades casi insoportables en un largo viaje, de la vetusta y molesta diligencia.
Mi voto en esta cuestion pertenece sin vacilar un momento á las locomotoras. Me entusiasma y complace leer los prodigios que Dios ha escrito en ese libro majestuoso que se llama la naturaleza, pero no es ménos cierto que me asusta y desalienta ese cerrado cajon de madera que se llama diligencia y yo apellido tortura. Sí, no ofrece la menor duda: los caminos de hierro son los preferidos por todo el mundo; aparte de sus inmensas ventajas de inaudita y pasmosa celeridad, ademas de su cómoda disposicion, tienen tambien su poesía especial. Las columnas de humo blanquísimo que suben en forma de corona desde el momento en que rompe su marcha majestuosa el tren, el vuelo solemne é imponente de su carrera, que parece conducir por el aire á los carruajes, tiene tambien su poesía.
Elegantes coches de ocho asientos, anchos, cómodos, espaciosos, ofrecen al viajero la mas cumplida comodidad: una tupida alfombra recoje los piés, que pueden colocarse del modo y forma que mas acomode: de noche tiene dentro cada carruaje luz clarísima para que el viajero lea. Desfilan á su vista durante el dia con la prodigiosa celeridad de un sueño, las campiñas y los pueblos. Si estas magníficas ventajas pueden parangonarse con el penoso encarcelamiento del estrecho calabozo que con nombre de berlinas (algo propio sin duda) ofrecen las diligencias, dígalo alguno si se atreve.
La via férrea de Burdeos á Paris es rica en obras notables: hállanse abiertos en su carrera trece ó catorce túneles de consideracion, sólida y elegantemente construidos. Pasan de treinta los puentes ligeros que le hermosean; el terraplen y la nivelacion hábilmente verificados, prestan á la marcha de los carruajes movimiento suave é igual. De corta en corta distancia adornan é interrumpen el camino elegantes estaciones de forma graciosa y moderna, donde se sirven con el mismo lujo que en los mas afamados hoteles, comidas y almuerzos. Los numerosos dependientes que por toda la línea llenan el servicio, pregonan en alta voz á la llegada de los trenes, los nombres de las estaciones. El plazo que en los trenes directos se concede á los viajeros para comer, es sumamente corto. De Burdeos á Paris, que hay una distancia de cien leguas castellanas, solo nos detuvimos á comer en dos estaciones, permitiéndonos solamente quince minutos en una y treinta en otra: todo es necesario para cruzar, como se cruza, tan larga distancia en el brevísimo término de doce horas.
Sin que se sepa por qué, pues la via está perfectamente acabada, es frecuente en averías el camino de hierro de Burdeos á Paris.
La semana ántes de atravesarle yo hubo un tren descarrilado, si bien afortunadamente no ocurrieron desgracias. Esta escena, acaecida diferentes veces ya á pesar de haberse empezado á explotar hace poco tiempo, se repitió el dia en que yo le crucé. Eran ya las ocho de la noche, y despues de haber tenido un felicísimo viaje, nos hallábamos á poca distancia de Paris cuando de repente advertimos que el tren se habia detenido. Despues de aguardar un cuarto de hora sin preguntar la causa, porque suponíamos que instantáneamente comenzaria de nuevo su marcha, y viendo que continuábamos en el mismo sitio, nos decidimos á preguntar la razon. El tren que nos habia precedido hallábase detenido despues de tres horas porque la máquina se habia descarrilado. Los carruajes estaban en medio de la via y el paso del nuestro era imposible. Tres horas poco mas ó ménos sufrimos la inesperada detencion que el tren anterior nos originó: ninguna desgracia felizmente hubo de lamentarse. Una vez despejada la via, avanzó nuestra máquina y á la una y media de la noche entramos en la ciudad que se llama Paris.
De Burdeos hasta la capital de Francia halla el viajero una campiña soberbia, por todas partes cultivada, pueblos grandes, vegetacion lozana, y las importantes poblaciones de Libourne, Anguleme, Poitiers, Tours y Orléans.
Ya lo he apuntado mas de una vez y todavía tendré ocasion de repetirlo: he atravesado la Francia en toda su extension, desde la frontera de España hasta la de Suiza, cruzando una distancia de trescientas leguas. Por todas partes, sin exceptuar un palmo de tierra, todo está cultivado: los alambres telegráficos no se pierden jamas de vista: estas dos consideraciones hablan muy alto, son las que me llamaron sin tregua la atencion: las quisiera encontrar en toda España.
La verdadera civilizacion consiste en el trabajo, que engendra buenos ciudadanos, ennoblece las almas, acrecienta la pública riqueza y mata la holganza. Los gobiernos que han construido las vias férreas, y los pueblos que han abierto los senos de la tierra con el arado, merecen una alta estima.
Vamos á entrar en Paris.