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CAPÍTULO UNO ¿QUÉ CREES TÚ?
Оглавление¿Quién crees que es Jesús?
Quizás nunca has pensado mucho en esto. En cierto sentido, es perfectamente comprensible. Después de todo, estamos hablando de un hombre que nació en el siglo primero en una desconocida familia judía de un carpintero. Él nunca ocupó un cargo oficial, nunca gobernó una nación, nunca dirigió un ejército. Él ni siquiera conoció a un emperador romano. En vez de eso, por tres años y medio este hombre llamado Jesús enseñó a la gente sobre ética y espiritualidad, leyó y explicó las escrituras judías al pueblo judío, y si hemos de creer lo que contaron los testigos sobre su vida, también hizo algunas cosas extraordinarias. Pero también, Jesús estuvo en un fuerte conflicto con las autoridades de Su tiempo, y no mucho después de comenzar Su ministerio público, terminó siendo ejecutado en una cruz por uno de los muchos gobernadores de provincia de Roma—este era un tipo de administrador imperial que servía a las personas que en realidad tenían el poder.
Además, todo esto sucedió hace más de dos mil años. Así que, ¿por qué seguimos hablando de Él? ¿Por qué es este hombre llamado Jesús tan… ineludible?
Dale una mirada a Jesús
Sin importar lo que personalmente creas sobre él, seguramente podemos estar de acuerdo en que Jesús es una figura destacada en la historia del mundo. Un respetado historiador describió la influencia de Jesús así: “Si fuera posible, con algún tipo de súper-imán, extraer de la historia cada trozo de metal que lleve al menos un rastro de Su nombre, ¿cuánto quedaría?”1 Esa es una buena pregunta, y la respuesta probablemente sería, “¡No mucho!”
Pero Jesús no es tan solo ineludible de una manera distante e histórica. Él también es ineludible de una manera mucho más cercana. Piensa en esto: Probablemente tienes uno o dos conocidos que dicen ser cristianos. Tal vez ellos asisten regularmente a la iglesia y cantan canciones sobre–- o incluso dirigidas a —Jesús. Si les preguntas, ellos podrían decirte que tienen una relación con Él, y que sus vidas de una u otra manera están organizadas alrededor de Él. No solo eso, posiblemente haya varios edificios de iglesias distribuidos en tu ciudad. Es probable que en algunos de estos edificios haya comunidades crecientes de cristianos que se reúnen en ellos los domingos. Otros probablemente ya ni siquiera son iglesias. Pero el punto es que a dondequiera que voltees, si pones atención, verás recordatorios de este hombre particular que vivió hace cerca de dos milenios. Y todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿quién es Él?
No es una pregunta fácil de responder, sobre todo porque no hemos podido llegar a un consenso socialmente aceptado acerca de quién era—o es—Jesús en realidad. Es cierto, muy pocos dudan hoy en día de su existencia. Los hechos básicos de su vida—dónde y cuándo vivió, cómo murió—son bastante aceptados. Pero todavía existe un enorme desacuerdo, incluso entre aquellas personas que se llaman a sí mismos cristianos, sobre el significado de su vida y muerte. ¿Era él un profeta? ¿Un maestro? ¿Algo completamente diferente? ¿Era el Hijo de Dios o tan solo era un hombre inusualmente dotado? Y ya que tocamos el punto, Él mismo, ¿quién creía que era? Su muerte a mano de los romanos— ¿fue parte de un plan desde el inicio, o simplemente fue capturado por estar en el lugar incorrecto en el momento equivocado? Y también está la pregunta más importante de todas: Después de que Él fue ejecutado, ¿permaneció Jesús muerto como nosotros lo hacemos o… no?
Sin embargo, en medio de todo este desacuerdo, todos concuerdan en algo: Jesús fue una persona extraordinaria. Él hizo y dijo cosas que simplemente la gente ordinaria no hace o dice. Aún más, las cosas que Jesús dijo no eran tan solo proverbios ingeniosos o dichos sabios. No eran simplemente consejos de cómo vivir mejor en el mundo. No, Jesús dijo cosas como: “Yo y el Padre [refiriéndose a Dios] uno somos”. Y quizás aún más escandaloso que todo, “Nadie viene al Padre, sino por mí”.2
¿Ves lo quiero decir? ¡Las personas comunes no dicen ese tipo de cosas! ¿Dios y yo uno somos? ¿Nadie llega a Dios sino por mí? Estas no son enseñanzas éticas que tú puedes decidir incorporar a tu vida o no. Estas son afirmaciones. Es Jesús diciendo lo que Él cree que es la verdad.
Ahora bien, por supuesto que puedes no aceptar lo que él dice. Puedes rechazarlo de inmediato. Pero piensa en esto: ¿No sería mejor no hacerlo demasiado rápido? ¿No sería mejor conocer un poco a este hombre antes de ignorar completamente lo que Él dice de ti? Déjame atreverme a pedirte algo, ya que has sido tan amable como para tomar este libro y empezar a leerlo: Dale una oportunidad a Jesús. Puede ser que mientras más aprendas de Él, te des cuenta de que hay muy buenas razones para creer lo que Él dijo—sobre Él mismo, sobre Dios y sobre ti.
¿A dónde se va para aprender más de Jesús?
Así que… ¿cómo le haces para conocer a un hombre que vivió hace dos mil años? Aun si ya crees en la idea de la resurrección, no es como que podemos tocar a la puerta del cielo y sentarnos con Jesús mientras tomamos una taza de café. Así que, ¿en dónde puedes aprender de Jesús? Muchos documentos históricos hacen referencia a la existencia, vida, muerte e incluso a la resurrección de Jesús y puede que seas capaz de aprender una o dos cosas de Él en ellos. Pero muchos de estos documentos tienen por lo menos un par de problemas. Por ejemplo, muchos de ellos fueron escritos tardíamente—algunas veces cientos de años después de Jesús—por lo cual no nos ayudan mucho a conocer quién era Él verdaderamente. No solo eso, pero en la mayoría de los casos aun los mejores de estos documentos simplemente no nos dicen mucho acerca de Él. Ellos están interesados en otros asuntos y por eso solo mencionan a Jesús o lo aluden en lugar de hablarnos con detalle de Él. Tenemos, sin embargo, un enorme tesoro de información sobre Jesús—un reporte de lo que dijo, hizo, y de quién era él, detallado, personal, por testigos oculares, minucioso. Ese tesoro es la Biblia.
¡Pero ahora espera un momento antes de cerrar el libro! Conozco algunas personas que cambian de opinión cuando se menciona la Biblia porque piensan en ella como un libro “de los cristianos”, y por lo tanto creen que es tendenciosa y no sirve para dar información certera. Si eso es lo que piensas, aunque no lo creas, diría que tienes algo de razón. La Biblia es de hecho el libro de los cristianos. Sin lugar a dudas, los documentos del Nuevo Testamento que conforman la segunda parte de la Biblia fueron escritos por personas que creían lo que Jesús dijo y que también creían que los documentos del Antiguo Testamento anunciaban su venida. Ellos eran creyentes. Eso es innegable. Pero esto no quiere decir que estas personas tuvieran alguna agenda maliciosa. Piensa en esto: ¿Cuál pudo haber sido su propósito? ¿Hacerse famosos? ¿Hacer dinero? ¿Volverse líderes poderosos de una iglesia muy rica? Tú puedes especular sobre esto, por supuesto, pero si esa era su intención, entonces su plan fue un rotundo fracaso. La mayoría de las personas que escribieron los documentos del Nuevo Testamento sabían que morirían por lo que decían de Jesús. Y aun así ellos continuaron diciéndolo.
¿Te das cuenta? Si al escribir el reporte de algo, tu meta es ser reconocido, volverte poderoso o terminar siendo rico, no te aferras a esa historia cuando la guillotina está sobre ti y tu cabeza va a rodar. La única manera de aferrarte a la historia en medio de esas circunstancias es si tu meta es decir lo que en verdad sucedió. Eso es lo que tenemos en la Biblia—una colección de relatos escritos por testigos oculares que creían lo que Jesús dijo y escribieron sus libros con el objetivo de dar una descripción precisa de quién era Él, qué dijo y qué hizo. Entonces, ¿cómo conocer a Jesús? La mejor manera es por medio de la lectura de estos documentos—es decir, leer la Biblia.
Ahora bien, los cristianos creen que la Biblia es mucho más que una mera colección de la mejor información que podemos encontrar acerca de Jesús. Ellos creen que la Biblia es la Palabra de Dios, esto significa que Dios mismo condujo a los hombres que la escribieron a escribir lo que él mismo quería decir, de forma que todo lo que ellos escribieron es absolutamente cierto. Probablemente ya te diste cuenta de esto. Yo soy cristiano y creo lo anteriormente dicho sobre la Biblia.
Pero quizá eso se ve muy lejano para ti en este momento. Eso está bien. Aun cuando no creas que la Biblia es la palabra de Dios, los documentos que contiene son material histórico. Siguen siendo los escritos de gente que intentaba dar un informe preciso de Jesús. Entonces, por el momento, acércate a ellos como eso. Hazles preguntas, léelos crítica y cuidadosamente como leerías cualquier otro documento histórico. Pregúntate a ti mismo, “¿Creo que esto es cierto o no?” Todo lo que te estoy pidiendo es que te acerques a estos documentos de una manera justa. No los avientes a una caja etiquetada como “Basura Religiosa” y decidas desde el principio que deben ser ridículos, primitivos y falsos. Mira, las personas que escribieron los documentos del Nuevo Testamento eran inteligentes. Ellos eran residentes e incluso ciudadanos del imperio más poderoso en la faz de la tierra. Ellos leían filosofía y literatura que todavía leemos en las escuelas. (De hecho, si tú te pareces a mí, ¡probablemente ellos leían esos libros de forma más cuidadosa y seria de lo que tú lo hiciste!) Es más, ellos sabían la diferencia entre la realidad y la ficción. Ellos sabían lo que eran el engaño y la mentira y entendían como estas cosas diferían de la historia y la verdad. De hecho, los escritores del Nuevo Testamento mantenían las distinciones entre estas cosas de una manera mucho más marcada y cuidadosa de lo que nosotros lo hacemos generalmente. Y de lo que te das cuenta a medida lees sus escritos, es que ellos creían lo que estaban diciendo acerca de este hombre llamado Jesús. Estaban sorprendidos por dicha verdad, pero creían en ella y querían que otros la creyeran también. Así que, escribieron con la esperanza de que las personas leyeran lo que decían, conocieran a Jesús como ellos lo habían conocido, y que quizá se dieran cuenta de que Él era verdaderamente digno de creer y confiar en Él.
Esto es lo que yo espero que este pequeño libro te ayude a hacer— que puedas conocer a Jesús por medio de los escritos de esos primeros cristianos. No vamos a ir página por página a través de alguno de los documentos del Nuevo Testamento. En lugar de eso, vamos a utilizar todas las fuentes para conocer a Jesús de la misma manera que alguno de los que le seguían lo hubiera experimentado—primero como un hombre extraordinario que hizo cosas totalmente inesperadas, pero cayendo rápidamente en cuenta que la palabra “extraordinario” se queda corta en describirlo. He aquí un hombre que se declaraba un profeta, un salvador, un rey y aun Dios mismo— ¡un hombre que aquellos que lo escuchaban hubieran estado perfectamente justificados en llamarle lunático o charlatán si no hubiera sido porque estaba haciendo cosas que respaldaban sus afirmaciones! Y luego tenemos también la forma en que trataba a la gente de manera inesperada—con compasión a los rechazados, ira a los poderosos y amor hacia los despreciables. Por encima de todo, a pesar de sus afirmaciones, Jesús no actuaba como un rey o dios. Cuando le ofrecieron una corona, Él la rechazo, les dijo a sus seguidores que mantuvieran en secreto quien era él realmente y en lugar de eso les habló acerca de cómo las autoridades pronto lo crucificarían como a un criminal común. Pero de nuevo, Él habló de todo esto como si fuera parte de su plan desde el principio. Poco a poco mientras lo veían y escuchaban, los seguidores de Jesús llegaron a creer que Él era más que un hombre extraordinario. Él era más que un maestro, más que un profeta, más que un revolucionario, incluso más que un rey. Como uno de ellos se lo dijo una noche, “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.3
La pregunta más importante que jamás considerarás
Así que, ¿quién es Jesús? Esa siempre ha sido la pregunta del millón. Desde que los pastores se aparecieron diciendo que unos ángeles les habían hablado de su nacimiento, hasta el día en que asombró a sus discípulos calmando el mar, hasta el momento en el que el sol dejó de brillar el día de su muerte, todos se han preguntado, “¿Quién es este hombre?”
A lo mejor has llegado a este libro sin saber mucho de Jesús. Quizá ya sabes bastante de Jesús. De cualquier forma, espero que mientras lees y mientras exploramos su vida juntos, empieces a conocer mejor a Jesús—no tanto como un tema académico o una figura religiosa sino como el hombre que los primeros cristianos conocieron personalmente y como amigo. Espero que veas lo que les maravillaba de Él y que termines entendiendo mejor por qué millones dicen, “Este es el hombre al que le estoy confiando mi eternidad”.
Más allá de esto, también espero que este libro te desafíe a tomar las afirmaciones de Jesús seriamente. Cuando alguien afirma ser tu Dios, solamente tienes dos opciones, ¿cierto? Puedes rechazar la afirmación o aceptarla. Lo que no puedes hacer, al menos no por mucho tiempo, es no tomar una decisión y esperar a ver qué sucede. Jesús afirmó muchas cosas asombrosas sobre Él mismo y también sobre ti. Te guste o no, esto tiene una trascendencia radical para tu vida. Así que espero que este libro te desafíe a pensar más seriamente en Jesús, te ayude a ver estas afirmaciones e implicaciones más claramente y te lleve a una respuesta segura a la pregunta, ¿quién es Jesús?
En realidad, esta es la pregunta más importante que pudieras considerar.