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ОглавлениеIntroducción
En julio del 2010 la Fraternidad Teológica Latinoamericana organizó una Consulta sobre el tema “Arte, Liturgia y Teología”. En aquella oportunidad se reunieron por primera vez cerca de treinta músicos, entre compositores, cantantes, actores y otros para compartir sus experiencias y perspectivas de ministerio y animarse a crear vínculos más cercanos entre ellos a fin de ser de bendición para el pueblo latinoamericano con sus ministerios. Como parte de dicha Consulta se desarrollaron varios talleres de reflexión teológica y hubo buenos tiempos de intercambio. Uno de los puntos que se desarrollaron fue precisamente la vinculación entre el arte, la teología y la liturgia. Se observó que no se trataba de tres disciplinas o campos de acción separados; es más, se percibió que tampoco consistía en una mera integración de las tres, sino más bien que todas ellas estaban vinculadas esencialmente.
Cuando se piensa el arte como creatividad y ejercicio de la plena humanidad, nos encontramos en el hecho artístico con una expresión del ser criaturas del Dios creador que nos hizo a su imagen y semejanza. La liturgia es un quehacer teológico y el “lugar” del quehacer teológico por excelencia. No es una instancia independiente, aunque vinculada, previa o posterior a este. La superación de la mirada integracionista de la liturgia nos lleva a vincularnos en un quehacer teológico creativo y liberador que glorifique a Dios y sea tenido como un hecho litúrgico. Es preciso dejar atrás las fantasías de la integralidad y dejar de considerar negativamente el accionar humano como aislado de su condición holística, pues todo él está involucrado en todo momento en todo su ser y accionar. Nunca dejamos de ser holísticos; por este motivo, precisamos advertir qué sucede cuando ignoramos este hecho y qué consecuencias negativas trae para nuestras vidas pretender disociar o integrar aquel ser humano que siempre es uno solo.
Las perspectivas encontradas en los ensayos desarrollados en este libro reflejan precisamente una visión holística como esta. Carlinhos Veiga abre el volumen con un ensayo titulado “Creatividad artística en la liturgia como identidad y libertad cristiana contra el consumismo y el monopolio litúrgico”, en el que aborda la necesidad de recuperar la liturgia cristiana como un espacio de creatividad liberadora y salir del monopolio de las nuevas corporaciones musicales evangélicas que han cautivado al pueblo cristiano y, con ello, quebrantado los espacios de expresión artística y espiritualidad fresca y contextual. En una línea similar, Amós López Rubio sigue esta misma perspectiva en su ensayo “Celebrar, participar, crear: equipos de liturgia”. López nos habla de la liturgia como una práctica esencialmente comunitaria y aporta ricas perspectivas y sugerencias pastorales para fomentar el desarrollo de una liturgia en la que todos estén incluidos. Juan José Barreda Toscano desarrolla su ensayo “La conformación de la noción de cuerpo de Cristo en la liturgia cristiana”, en el que comenta cómo el lugar que tiene la liturgia en la vida de la iglesia, las dinámicas grupales que se desarrollan en ella, así como la disposición de los asientos de la comunidad y de quienes coordinan el culto, entre otros aspectos, conforman la idea de “cuerpo”; pero aún cabe preguntarse si ese cuerpo corresponde a su cabeza, es decir, a Cristo Jesús.
El capítulo sobre “Arquitectura cristiana”, de Daniel Chiquete, es un aporte muy importante sobre un tema mínimamente considerado en obras sobre liturgia cristiana. Además de ofrecer un resumen histórico de la arquitectura de los templos desde los primeros siglos de la era cristiana hasta nuestros días en América Latina, el autor explica la relación íntima entre arquitectura y contenido teológico de la práctica litúrgica. La música, y no exclusivamente la “letra” de las canciones, comunican un mensaje teológico determinado. Siguiendo a Rodrigo Riffo en su ensayo “Música y liturgia de la Palabra”, nos animamos a pensar que en una composición musical la letra y la música misma constituyen una fusión que conforma un lugar teológico sensible que transmite un mensaje como un todo. En el caso particular de las Escrituras, Riffo nos advierte de los muchos casos bíblicos en los que la Palabra maneja un lenguaje musical tanto como la música emplea un lenguaje bíblico (entendiendo la Biblia como literatura). El principal desafío que nos motiva esta maravillosa conexión es apreciar la sensibilidad humana en la lectura bíblica y en la ejecución musical. Nancy Bedford, en su ensayo “La hermosura de Dios: sensorialidad, liturgia y discipulado cristiano”, nos plantea el hecho de reconsiderar la belleza como expresión de la presencia de Dios, como un lugar de deconstrucción de la noción de bondad y verdad en el mundo. Lo que el mundo llama bello no tiene por qué seguirse en el pueblo de Dios, pero tampoco debemos abandonar la noción de belleza, sino darle un sentido diferente a la luz del evangelio del reino, puesto que la belleza es parte esencial de la fe y la vida cristiana. Para cerrar nuestro libro, Edesio Sánchez Cetina comparte su ensayo “La centralidad de Dios en el culto”. Algunos podrían pensar que este tema es una obviedad; sin embargo, Sánchez nos muestra que no es así. Basta con advertir que el protagonismo de quienes coordinan las liturgias o lideran las iglesias puede postergar el lugar de Dios en el culto, aun cuando éste se encuentra dedicado a Dios. Sánchez nos lleva a pensar que no se trata meramente de “mencionar” el nombre de Dios, sino de hacer su voluntad y seguir sus enseñanzas para que sea verdaderamente el centro en la liturgia.
Con estos ensayos pretendemos hacer un aporte a aquellas comunidades de fe que están en la constante búsqueda de lealtad a Jesús y que lo adoran como su Señor. Como bien decimos, son ensayos, reflejo del diálogo con otros y del deseo de que, al igual que los profetas del Antiguo Testamento, exista una correcta y balanceada relación entre ritos y formas litúrgicas, fidelidad a Dios y solidaridad con el vulnerable y oprimido.
Juan José Barreda Toscano
Edesio Sánchez Cetina