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Las humanidades digitales están pasando de la etapa Lumière y Méliès a la etapa Griffith y Eisenstein
ОглавлениеLas humanidades digitales muestran cómo las formas de hacer humanidades y ciencias sociales se han visto afectadas en todas sus fases: investigación, comunicación, enseñanza, mentorazgo, acreditación, evaluación de pares y, sobre todo, la (re)-articulación de la academia con la sociedad, al punto de que resulta llamativo e incomprensible el intento de muchísimas instituciones por seguir operando como si viviéramos a principios, a mediados o a fines del siglo XX. Tanto en términos de docencia como de investigación.
Se trata, pues, de un nuevo nivel de involucramiento en el paradigma digital ligado al diseño e implementación de programas de investigación en medios digitales. En este plano intervienen en la puesta a punto cuestiones ligadas al diseño, la navegación, la gráfica, la animación y su integración conceptual. Lo significativo aquí es la fuerza argumentativa que tiene cada una de estas dimensiones con su apuesta crecientemente intensificadas hacia el trabajo colaborativo en las antípodas del autismo epistemológico propio de la investigación centrada en un tema, en una cabeza, en una tradición de pensamiento y en una carrera profesional individual.
Al trabajar colaborativamente, el académico digital puede incluir fácilmente a los estudiantes en los proyectos, y la apropiación de la web forma parte constitutiva de cualquier emprendimiento. La clase ya no alcanza como espacio para contener el trabajo y se abre el camino a los labs como espacios de trabajo colaborativo, y a los estudios en donde se producen e implementan nuevos dispositivos. He aquí el trípode inexistente e invisible para la academia tradicional de «qué es pensar/hacer» en la época de la web masiva. La tecnología no solo está cambiando el modo de «hacer» humanidades y ciencias sociales sino también el sistema educativo (especialmente el universitario) en su conjunto.
Actualmente estamos asistiendo a una segunda o tercera generación de digital humanities (Berry 2011) a las que Hayles bautizó como comparative media studies, aparecidas a mediados y a fines del año 2000 y que se traducen en obras muy poco conocidas pero de un enorme poder de evocación, metaforizador y multiplicador de intersecciones.2
Esta variedad llamativa de obras critica ideológicamente la retórica, los formatos y los procedimientos propios del software, aluden a la retórica de los procedimientos (Ian Bogost), se centran en la analítica cultural (Lev Manovich y Jeremy Douglas), que usan el análisis estadístico y las estructuras de base de datos para analizar enormes conjuntos de materiales visuales impresos, como las tapas de la revista Time entre 1923 y 1989, o un millón de páginas de novelas gráficas de manga, mostrando cómo es posible analizar, criticar, comentar y remixar formatos que van más allá del texto con la misma profundidad, valor y sofisticación que en el caso de los textos (Manovich 2012).