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David Orlando Martínez Martínez

Yo te quiero desnuda

Yo te quiero desnuda

Como un amanecer abierto de par en par

Como la nuca de un ejecutado

Como la muerte en su matrimonio con la fortuna

Como el meditar de la Tierra sobre sí misma

Como una mentira bajo el reflector

Como un firmamento limpio tras la tormenta

Desnuda como arena lamida por las olas

Como un suspiro de amor

Como una revelación encadenada a la espalda del mundo

Como cosas adheridas a la aurora

Lloviznas

Mariposas

Ropa de trabajo

Marionetas

Carcajadas

Pocillos rotos

Naves interestelares en planetas errantes

Te quiero desnuda

Para acapararte el cántico del arcoíris

Y que desde la puerta del huracán lluevan saudades para ti

Yo te quiero desnuda

Aunque no venda porvenires

Aunque olvidé mi bolsa de versos antes de nacer

Cuidado te enamoras de mí

No puedo ofrecer más que un trago de bilis negra

Quizás un astro sin descubrir

Pero si me quieres

Te regalaré un bosque mudo donde sembrar tus recelos

La balada de un piano sordo e inútiles cartografías de ti

Ven aquí

desnuda

Me despeñaré por tus húmidos acantilados

De rocío matinal

Estremeceré tus profundidades

Fosa Mariana

Si prometes arrancarme del Barco Ebrio

Y escupirme a orillas de tu desdén.

Espejo

Desde su ojo de plata

El mundo se precipita

Y mi alma se quiebra

Como una algarabía de golondrinas

El Ilusorio Acusador delata la caída

He notado eso que llaman vida

Relámpago en basílica de vitrales rotos

Una dictadura de la mirada

Soy todas las deformaciones del color

Cada mutación escupida por el sol de media tarde

En el pastor de silencios

Alguien que toca la puerta

De su propia conciencia

Y al abrir la encuentra

Tomada por extraños inquilinos

Espejo

Juez

Verdugo

Testigo mudo del largo tropiezo que nunca llega a derrumbe

¿Y qué si no fuera aliento en hueso al caer?

¿Si en vez de plomo cayera ánfora

o aguzado vuelo de lechuza

hundiéndose como daga en la obsidiana de la noche?

No conocemos el hábito de las cárceles

No conocemos el hábito de las cárceles

No sabemos levantarnos en la penumbra

Sin haber enjugado los sueños al sol

En la calle

Azrael aprieta su marcha legionaria

Mientras los parientes apuran el carnaval

Incontables ocasiones

Vieron el fin del mundo a la cara

Y este nunca sopló sus trompetas

El Caribe conjura el Apocalipsis

No conocemos el hábito de las cárceles

No sabemos clavarnos en blancas paredes

Cuando la sal y el polvo y la luz llaman a nuestros pies

Afuera

Recogen los cuerpos en la oscuridad

Para que nadie los cuente

Ya no bogan las corrientes del Magdalena

Para que niños hagan sus macabras aritméticas

Aunque persisten en la desmemoria

Sin rostro

Sin apellidos

En la estrechez del aislamiento

Ruego no ser el próximo olvidado

¿Quebraría tanta oración el mandato providencial?

Por si acaso

Pintemos los dinteles de rojo holocausto

Aunque nuestras firmas reposen en la lista de espera.

Rendición

Quisiera una piedra por corazón

Con hondos sepulcros en vez de ojos

Para que no pudieras pisotearme

Cada vez que apareces de la nada

Y tornas el mundo pálido y obscuro

Quisiera un conjuro preciso

Que me escatimara de desearte

Como mi espectro enlazado

A una canción de tu triste guitarra

Pero eres tan esquiva y orgullosa

Y yo estoy abatido

De tanto anhelar de tus labios

Una aceptación o una execración

Delante de ti

Soy como una cortina

Raída a través

Y tú el resplandor que hiere profundo

Esta sórdida habitación

Soy un canto de cisne surcando la madrugada

Y tú

La bala del cazador.

Invitación

Mi corazón es un ánfora que cae y que se quiebra…Tu silencio lo recoge y quebrado lo arrincona…Mi idea de ti es un cadáver que el mar trae a la playa…, y mientras tantotú eres la tela irreal en la que mi arte yerra el color…

Fernando Pessoa

Sentémonos ante la pleamar de la circunstancia

Tus ojos sobre mis ojos

Tu nombre sobre mi nombre

Entremos en la alta madrugada

Te mostraré los viejos sonidos

Que cuelgan de tu perfil

Constelado

Frágil

Desnudemos la superstición en el paseo de la lluvia

Donde tigres acechan con espejos y lucernas

Ven conmigo a la muerte de las tinieblas

Y erijamos la música de un verso silente.

Grupo TA.LI.UM.

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