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Introducción

Las teorías erróneas, que hasta hace un tiempo se manejaban, afirmaban que los primeros homínidos fueron muy parecidos a los simios arborícolas, pero que comenzaron a andar erguidos. Estas teorías nos han explicado que gracias a esta nueva postura corporal y al producir cambios en el tipo de alimentación obtuvieron proteínas que antes no tenían. Hasta se ha llegado a suponer que esto permitió el desarrollo de la lateralización del cerebro proporcionando una inteligencia superior. Pero entonces, ¿a cualquier animal que se le suministre abundantes proteínas desarrollaría una inteligencia superior?

Estas hipótesis planteaban, además, que la posición erecta les permitió utilizar los miembros superiores para otros cometidos, que no fueran solo para el desplazamiento; como por ejemplo: la posibilidad de crear herramientas, conservarlas y ser hábiles para utilizarlas. Por estas simples condiciones anatómicas, dadas en el proceso evolutivo, fue suficiente y necesario para que el “ser humano” desarrollase la habilidad de crear instrumentos, modificar los elementos del medio a su favor y generar pensamientos creativos, abstractos y simbólicos.

Como consecuencia de este simplismo, hasta ahora, estas discusiones no están resueltas científicamente. En la búsqueda de un “eslabón perdido” no se ha encontrado ninguna respuesta que resultara lógica y concatenada con alguna evidencia clara que pudiera explicar por qué la especie humana, perteneciente a la familia de los Homínidos, comenzó a caminar erguido, desarrolló un cerebro grande en relación con el tamaño del cuerpo, transformó sus garras en manos habilidosas, tuvo la capacidad de construir símbolos que dieron cuenta de la función semiótica, lo que le permitió manejarse a través de signos lingüísticos y así construir el lenguaje. Pero sobre todo, tuvo la posibilidad de obtener un alto grado cognitivo, que le permitió ser consciente de su existencia en el universo.

Presento aquí nuevos argumentos para promover una investigación profunda que pueda dar respuesta a los interrogantes que se presentan respecto a cuándo el humano empezó a ser humano, tanto en su historia filogenética, como ontogenética. Expondré las causas primordiales que originaron el proceso evolutivo y que promovieron el desarrollo del humano, pero con criterio holístico, con distintos objetos de estudio, partiendo desde distintas disciplinas y, lo más importante, desde esta nueva postura, ya que las argumentaciones teóricas conocidas hasta ahora presentan aspectos no desarrollados plenamente por tales teorizaciones.

Queda en mano, entonces, de las distintas disciplinas científicas pertinentes profundizar desde esta nueva perspectiva el mencionado acontecimiento prehistórico.

Humano. El origen

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