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CAPÍTULO I
El descubrimiento del cerebro.
Antecedentes

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La ciencia y la imaginación no están reñidas, más bien se complementan como la llave y la cerradura.

Jorge Luis Borges

Somos al mismo tiempo cincel y escultura, conquistador y conquistado.

Erwin Schröedinger

No sabemos ni siquiera lo que puede un cuerpo. A falta de saber gastamos palabras.

Baruch Spinoza

Desde que el hombre existe como tal, algunos miembros de esta filogenia impulsados por una curiosidad incansable se han preguntado por el mundo que habitan, incluyéndose a ellos mismos. Aún hoy siguen haciéndolo. Inicialmente eran los viejos sabios de la tribu, devenidos luego filósofos por un lado, sacerdotes, brujos o chamanes por el otro, quienes formulaban las preguntas y proporcionaban las respuestas posibles en ese momento y cultura. Gradualmente fueron desplazados y en algunos casos reemplazados por los científicos, los cuales basados en la razón y en la aplicación rigurosa de su método, construyeron —y siguen haciéndolo— el paradigma vigente en nuestro tiempo. No estuvieron ni están exentos de caer en algunos de los errores criticados a sus antecesores. Esto sucede cuando se presenta un conocimiento determinado como si fuera acabado e incuestionable para ser aceptado acríticamente, o peor aún, en vez de adecuar sus teorías a la realidad verificable, proponen otras realidades para que se adecuen a sus teorías; la aparición de la idea de multiverso (universos múltiples) es un ejemplo. Convierten así al saber, sin advertirlo, en un acto de fe similar al que postulaban y aún postulan las religiones y el pensamiento mágico, pero que la ciencia propone superar con su método. Como en tantos vaivenes históricos, el posmodernismo, surgido de la filosofía, a su vez puso a ésta en tela de juicio durante un cierto tiempo. Quizás no pensar tanto en la esencia de las cosas y más en sus relaciones y tener en cuenta que filosofar no es sinónimo de pensar (Gilles Deleuze).

Retomando la historia a partir de los primeros filósofos que se interrogaban acerca del universo, de la validez de su conocimiento y de la manera de obtenerlo, van surgiendo con el tiempo miradas más acotadas que configuran las diversas ciencias.

La necesidad de tener certezas es el motor, que merced a la observación, construcción de hipótesis, verificación y formulación de teorías, van configurando la manera en que el conocimiento científico surge, avanza, y las certezas aparecen, algunas permanecen mucho tiempo y las consideramos absolutas, pero otras son transitorias, tal vez la mayoría, no por ello inútiles. Este derrotero del accionar humano es la investigación, que tal como dice Marcelino Cereijido, consiste en tomar una porción del caos de lo ignorado e intentar transformarlo en el orden de lo conocido. Los sabios hacen uso del aparato racional para conocer la realidad-de ahí-afuera y lo aprovechan para estudiar la realidad-del aquí-adentro. Cereijido se pregunta cómo lo hicieron. Pregunta que vemos reaparecer de mil formas distintas. Finalmente generaliza su razonamiento, cuando expresa que todos los seres vivos dependen de su habilidad para entender la realidad en que viven.

El propio método científico con su demanda de verificación, junto con el paso del tiempo, condiciona que las certezas que provee sean temporarias, aunque parezcan definitivas por la ausencia de refutaciones durante un determinado período. Su capacidad predictiva contribuye a la certidumbre, valor y utilidad. Con estos elementos se avanza ampliando los límites de lo conocido, como si fuéramos por un camino cuyo derrotero y pavimento deben ser construidos y modificados de tanto en tanto para poder acercarnos a la meta.

Dentro de las ciencias, la biología, que abarca todo lo viviente, alumbrará una de sus ramas de particular interés: la biología humana, base y fundamento de la medicina. Esta, a su vez, en un inevitable paso reduccionista, dará lugar al estudio y conocimiento de los componentes y organización del cuerpo humano, quedando entre paréntesis la mirada más abarcadora que considere al ser humano. Uno de esos componentes, en particular para nuestro interés, es el sistema nervioso, cuyas patologías en un comienzo eran constituyentes de la neuropsiquiatría. Primera especialización dedicada a ocuparse de los desvíos de algunas conductas, fundamentalmente aquellas que impedían un “ajuste” social y que globalmente llamaron enajenadas o alienadas. Junto con ellas se abordaban otras manifestaciones patológicas como las convulsiones y los déficits sensoriales, sensitivos y motores de diverso tipo, causa, evolución, pronóstico y tratamiento.

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