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ОглавлениеPresentación
En la homilía pronunciada en la compostelana plaza del Obradoiro, el 6 de noviembre de 2010, Benedicto XVI se hacía eco de “lo más profundo y común que nos une a los humanos: seres en búsqueda, seres necesitados de verdad y de belleza, de una experiencia de gracia, de caridad y de paz, de perdón y de redención”.
En la profundidad del hombre puede ser captada la presencia de Dios. La aportación específica y fundamental de la Iglesia a nuestro mundo, añadía el papa, “se centra en una realidad tan sencilla y decisiva como ésta: que Dios existe y que es Él quien nos ha dado la vida. Sólo Él es absoluto, amor fiel e indeclinable, meta infinita que se trasluce detrás de todos los bienes, verdades y bellezas admirables de este mundo; admirables pero insuficientes para el corazón del hombre”.
Podríamos, quizá, pensar que Dios está muy lejos. Pero no es así. Sin dejar de ser Dios, Él se ha acercado a cada uno de nosotros. Se ha manifestado en Cristo de un modo concreto e histórico.
Esta manifestación de Dios en Cristo no ha quedado relegada a un momento del pasado. En la liturgia de la Iglesia, la obra de Cristo se hace presente y actual por el poder del Espíritu Santo.
A lo largo del año litúrgico se desarrollan “los diversos aspectos del único misterio pascual” (Catecismo 1171) para que hoy llegue a los hombres la acción salvífica y santificadora de Cristo: “Cuando la Iglesia celebra el Misterio de Cristo, hay una palabra que jalona su oración: ¡Hoy!, como eco de la oración que le enseñó su Señor y de la llamada del Espíritu Santo” (Catecismo 1165).
En cada celebración, la Palabra de Dios en anunciada, suscitando de este modo una respuesta de fe. La finalidad de este pequeño libro es ayudar a que esta respuesta sea cada vez más consciente y más libre. Dios no está lejos. Dios nos sale al encuentro, cada día, en la Persona de Cristo, el Esperado de las naciones, el Emmanuel, el Maestro.
Podemos escuchar a Cristo, cuya voz resuena en la voz de la Iglesia. Podemos unirnos a su itinerario que conduce a la Pascua, donde la muerte es vencida por la Vida. Para el Resucitado la vida es una acción permanente que no tendrá fin. Si creemos en Él, también nosotros tendremos vida en su nombre (cf Jn 20, 31).
Guillermo Juan Morado
Parroquia de San Pablo.
Vigo, 1 de mayo de 2011
(Día de la beatificación del papa Juan Pablo II)