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Introducción

El término adolescente proviene de dos acepciones latinas. Por un lado adolescere, un uso común que quiere decir crecer, madurar, hacerse adulto y también incrementar, aumentar, acrecentar. Se vincula con lo que adolece, en tanto se es carente o se está en falta de algo, y también a una dolencia, o a sufrir alguna enfermedad.

Por otro lado adolere, una etimología menos conocida –y que se quiere resaltar– que significa quemar, arder en sacrificio, y que si se le agrega el sufijo escere, verbo incoativo denota el comienzo de una acción, algo así como el inicio del ardor.

El interés de este libro al tomar la etimología del término adolescere, es la de usarla para dar cuenta de como se deslizan una serie de significaciones, que nos sirven para pensar a los jóvenes como seres que adolescen. Los púberes son sorprendidos por un plus, por la llama de un real, que los quema. Llevando su fuego por allí adonde van, y muchas veces al no saber que hacer con ese flamear, van produciendo, hogueras, incendios que queman, que los queman.

El desliz etimológico se desplaza de un real como plus –al que Freud llamó pubertad– a una carencia, a un menos. De un real que emerge en sus cuerpos como un goce hetero, que hace relieve; a una carencia simbólica, y a una falta de velo imaginario, que pueda recubrir, dialectizar el agujero en el saber

que produce el trauma de la sexualidad. En la pubertad se pone en evidencia del modo más logrado la afirmación lacaniana: no hay relación sexual. Básicamente porque los jóvenes en tanto seres hablantes no cuentan con un saber en lo real, que les permita ir al encuentro con el Otro sexo.

Esta investigación se titula: “Adoles(seres), la orientación a lo real en la clínica psicoanalítica con adolescentes”, en tanto lo más seguro con lo que contamos desde el psicoanálisis de la orientación lacaniana, para pensar, al tiempo del adolescer, es el despertar como emergencia de un real sexual, que de por sí es traumático. Despertar que implica una doble positivación de goce. Por un lado, del goce del propio cuerpo que irrumpe como goce éxtimo, y por otro y en articulación con él, una dependencia del deseo o del goce del Otro. Dependencia y articulación que es más contundente en este momento decisivo por el empuje al acto que implica el encuentro con el Otro sexo.

La orientación de este libro es por lo real del goce e intenta dar respuesta a la pregunta: ¿qué es la orientación a lo real en la clínica con adolescentes? Plantear una clínica psicoanalítica de la orientación a lo real con los jóvenes nos exige dar cuenta de qué es lo real para el psicoanálisis de orientación lacaniana en general, y cuál es la especificidad si es que la hubiera, de la orientación a lo real en el tratamiento con adolescentes. Estos interrogantes articulados al concepto de clínica serán trabajados en el primer capítulo.

Respecto al concepto “clínica” Lacan establece una diferencia con los conceptos de experiencia y práctica del psicoanálisis. La formación central de un analista pasa por la experiencia de un análisis. La experiencia y la práctica del análisis no tienen necesidad de ser esclarecidas para operar; o pueden ser interrogadas por la clínica. Lacan nos invita no solo a dar cuenta de la experiencia de un análisis por el dispositivo del pase, sino también a dar razones de nuestra práctica. Es teniendo como horizonte interrogar y dar razones de la práctica de la orientación a lo real con adolescentes, que recortamos de la bibliografía tanto de Freud como de Lacan, como de autores postfreudianos, y también del Campo Freudiano una serie de casos de adolescentes o jóvenes, como así también se ha trabajado sobre casuística propia o de colegas con los que comparto el trabajo diario en el Equipo de Adolescentes de Pausa. (1)

La clínica de la orientación a lo real con adolescentes, es un tratamiento de lo imposible de soportar, que en tanto tal es paradigmática de la clínica de la urgencia. Se reciben a jóvenes a los que les urge, un nuevo modo de vivir la pulsión, que muchas veces desborda su cuerpo y su pensamiento, haciéndolos sufrir.

El interrogante central de este trabajo es si se puede pensar al despertar a lo real del sexo en la adolescencia en sí mismo como un factor desencadenante, tanto de las neurosis como de las psicosis provocando el inicio de la enfermedad.

Para responder a esta pregunta central se tomarán los últimos aportes que Miller nos brindó respecto a lo real que son eminentemente clínicos y prácticos y que formula en su último curso anual dictado en París VIII, El ser y el Uno. Allí habla de un real sin ley, ligado a un estatuto del cuerpo que escapa a la dialéctica. Lo real es lo que vuelve siempre al mismo lugar, conlleva un carácter rebelde, y como tal queda excluido de la estructura simbólica y de una práctica sostenida solo en lo que se dice. Los dos imposibles, nos dice Miller en los que confluye tanto la experiencia como la práctica de un análisis –en los que se pone en juego el real sin ley– son el fantasma y el sinthome. Estos imposibles, fantasma y sinthome serán los ejes de orientación para responder a la pregunta fundamental, en los capítulos 2 y 3 respectivamente.

En el capítulo 2, se tomará el eje del fantasma, verificando como el despertar a lo real es en sí mismo una perturbación de la defensa que produce necesariamente una vacilación fantasmática. Para ello se articulará una serie de casos, donde se rescata la importancia que tiene el segundo tiempo del trauma en la pubertad y la vacilación fantasmática como factores de eclosión de la neurosis. Emma, caso de histeria freudiano; el recuerdo encubridor de Freud de las flores amarillas –de diente de león–; Hamlet con la desorientación de su deseo; y el despertar de los sueños de la obra teatral “El despertar de la primavera” como ejemplos clínicos y literarios, son un testimonio de como el despertar sexual produce una vacilación fantasmática, noción que nos parece central en el trabajo clínico con adolescentes. Para ello realizamos un recorrido por los conceptos de recuerdo encubridor, fantasía, fantasía consciente e inconsciente y sueño diurno en Freud, para llegar al concepto de fantasma fundamental en Lacan.

En el capítulo 3, se trabajará el despertar a lo real del sexo como factor desencadenante de las psicosis. Se relevarán los antecedentes de la psiquiatría clásica y del psicoanálisis postfreudiano actual, para verificar como piensan el estallido de la psicosis en la pubertad, y tomar sus conceptualizaciones y nociones clínicas. Se revisarán los desencadenamientos y desenganches que se producen en la pubertad y que aparecen en la literatura psicoanalítica lacaniana, tanto en la enseñanza de Lacan como en autores del Campo freudiano.

La perspectiva que se asume aquí no solo tiene en cuenta la clínica estructural sino también la clínica continuista del sinthome. Para ello se revisará el lugar que tiene el fantasma en las psicosis, y daremos cuenta de desencadenamientos y desenganches que no van por la vía del encuentro con Un-padre, sino que son respuesta a la doble positivación de goce características de la pubertad: despertar sexual y encuentro con el Otro sexo.

Para terminar el capítulo con un ejemplo princeps de la clínica continuista, el caso de una psicosis no desencadenada que se manifiesta por sus detalles en la adolescencia: Joyce.

Fantasma y sinthome son la cuarta cuerda que anuda a las otras tres. En las neurosis, el cuarto nudo tradicional –realidad psíquica/fantasma– articulado al Nombre del Padre funciona anudando RSI. El fantasma al soldar los registros adormece, y funciona reparando el agujero originario: no hay relación sexual. La clínica continuista, al servirse de los nudos, nos permite pensar a la vacilación fantasmática como un lapsus momentáneo del nudo, que en lugar de adormecer, perturba y despierta. Lapsus del nudo que puede prolongarse y traducirse como una caída en la neurosis.

En las psicosis al no contar con el cuarto tradicional, del Nombre del Padre, ni el fantasma como defensa, se requiere de la invención de un cuarto nudo, el sinthome, que como en Joyce, anuda el lapsus del nudo imaginario reparándolo, evitando así el desencadenamiento.

En el capítulo 4, se abordarán las consideraciones finales, llegando a plantear a la clínica del fantasma como central en la clínica psicoanalítica con adolescentes, pensándola como orientación a lo real. Para validar ello, se trabajarán los testimonios de dos AEs, Graciela Brodsky y Hilario Cid Vivas, en los que el fantasma tiene un lugar destacado en la adolescencia.

Se plantea que la postergación de la adolescencia tan común hoy, está vinculada a una vacilación “generalizada del fantasma”. Para arribar a la conclusión final.

1- Los casos trabajados no integran esta publicación.

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