Determinismo y organización
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Gustavo Caponi. Determinismo y organización
Agradecimientos
Introducción
Primera aproximación al determinismo bernardiano
El determinismo como negación del vitalismo
Invariantes cuantitativos
La docilidad experimental de lo viviente
La noción de causa próxima
Irritabilidad y excitación
Fisicalismo experimental
Organicismo y vitalismo
La teleología intraorgánica
El concepto de función fisiológica
La muerte le sienta bien
La fe del fisiólogo
Sobre la noción de causa primera
Lo legislativo y lo ejecutivo
Posibilidad y límites de una embriología experimental
La fuerza de la ley
La materialidad de la herencia
El verdadero problema de Bernard
Otra respuesta posible al problema de Bernard
Dos tipos de leyes
Отрывок из книги
A Jean Gayon:Amigo querido,colega respetado,maestro admirado.
[Saint Julien, 12 de julio de 1813 – París, 11 de Febrero de 1878]
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De ahí emergen claves y planteamientos que pueden permitir una comprensión más nítida y una evaluación mejor ponderada de algunas opciones teóricas y algunos compromisos epistemológicos que fueron cruciales en el desarrollo de la fisiología experimental. Pero esas opciones ya habían sido objeto de las lúcidas reflexiones epistemológicas que el propio Bernard se permitió para establecer la legitimidad de sus emprendimientos teóricos, y es por eso que vale releerlas a la luz de la última reflexión de la filosofía de la biología. Esta puede darnos claves para terminar de entender lo que Claude Bernard realmente quería mostrar en tales consideraciones. Pero además de eso, la filosofía de la biología actual también puede darnos los recursos conceptuales y terminológicos que Bernard no tuvo a su disposición en el momento de ensayar sus propias indagaciones epistemológicas. La ciencia pasada —conforme ya vimos que Bachelard decía— debe ser evaluada y comprendida partiendo de las verdades que el estado actual del conocimiento deja “más claras y mejor coordinadas”, lo que no excluye a la propia filosofía de la ciencia que hemos desarrollado para situarnos mejor en ese presente desde el que, inevitablemente, iniciamos nuestra démarche histórico-epistemológica.
Claude Bernard siempre fue, en efecto, sorprendentemente perspicaz y sumamente cuidadoso en lo que atañe a los compromisos y presupuestos fundamentales de su programa de investigación. Él fue su propio Whewell y su propio Herschel. Pero aunque él le haya dedicado muchas páginas al tratamiento de esas cuestiones de fundamentos, su modo de explicar y justificar la naturaleza de los posicionamientos ahí defendidos no siempre fue lo suficientemente claro. Eso fue así por la simple y sencilla razón de que en el siglo XIX no estaban disponibles los recursos de análisis epistemológico y la terminología de la que hoy disponemos. Esos recursos y esa terminología suponen la plena articulación y consolidación de un modo de hacer las ciencias del viviente que Bernard recién estaba ayudando a configurarse, y cuyos contornos aún no estaban plenamente definidos. Pero, además de eso, también es preciso decir que algunas reflexiones epistemológicas de Claude Bernard acabaron pareciendo más opacas de lo que en realidad eran, y eso fue así porque —en la mayoría de los casos— las claves de lectura con las que estas fueron abordadas no resultaron del todo adecuadas.
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