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Los pájaros de jaula, ayer y hoy
ОглавлениеCon más de siete millones de pájaros de jaula, España es uno de los países más importantes del mundo en esta categoría de animales domésticos, que actualmente reciben la consideración de animales de compañía.
Un poco de historia
El placer de mirar un pájaro dentro de una jaula se remonta a la antigüedad. Los griegos, los romanos, los chinos y, en el continente americano, los aztecas y los mayas, supieron rodearse de criaturas de colores vistosos, en algunos casos con el don de la palabra, como los loros. Pardillos, camachuelos, pinzones, jilgueros, currucas o ruiseñores hicieron las delicias de nuestros antepasados.
El periquito es uno de los pájaros más difundidos y apreciados
De la Edad Media al siglo xviii
Durante la Edad Media, tras un largo periodo de eclipse, se recupera la cría de estos animales.
A principios del siglo xv un acontecimiento revoluciona el pequeño mundo de los ornitólogos: la llegada del canario, el pájaro de jaula más famoso, a la corte española y luego a la francesa. Su fácil reproducción hace que este virtuoso del canto conquiste poco a poco el continente europeo.
En París, a orillas del Sena, los comerciantes venden las primeras mutaciones. Sobre el color verde original se impone el amarillo, a veces con manchas negras. Los ojos pasan del negro al rojo. La costumbre de tener pájaros se extiende de tal modo que, en el año 1600, Enrique IV tiene que reglamentar este comercio, cuyo centro está situado en la Mégisserie de París.
Un siglo después, en 1705, Hervieux de Chanteloup publica el primer tratado dirigido al gran público, titulado Nouveau traité des serins de Canarie (Nuevo tratado del canario). El canto de este pájaro se transforma poco a poco, en especial por la labor de los criadores tiroleses. En aquella época aparecen las primeras especies exóticas.
En el siglo xix
El desarrollo de los medios de navegación permite que exploradores y viajeros vuelvan a sus países con criaturas desconocidas que antes no sobrevivían a la captura y al viaje. Primero son los loros, las cotorras, pequeñas aves africanas y faisanes asiáticos, y más tarde maravillas australianas como los diamantes de Gould, los periquitos y los loros de Oceanía.
Existen numerosas variedades de canarios, de color, de forma y de postura. Este es un canario rojo
En otros países
Por lo que respecta a los canarios, en Bélgica se cría el malinois waterslager, de notas parecidas a las del ruiseñor; en Alemania, el harzer, de profundos cloqueos; en Francia, los criadores se centran en el rizo de las plumas, seleccionando el célebre (y apreciadísimo) rizado de París, tan engalanado como las damas de la época. Al otro lado del canal de la Mancha, los ingleses crían magníficos canarios de postura, como el yorkshire, el border, el norwich y el gloster.
La Segunda Guerra Mundial interrumpe este desarrollo, que no se reanuda hasta los años cincuenta.
Los progresos en dietética y el intercambio de conocimientos propician el éxito de la cría de especies exóticas que hasta entonces se consideraban demasiado delicadas, como los colibríes. Con el aumento de las importaciones surge la necesidad de reglamentar el comercio y la exportación de animales: en 1975 entra en vigor en Estados Unidos la primera reglamentación CITES, o Convención de Washingto.