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Palabras Preliminares


Hermann Hesse nació en 1877 en Calw, pequeña ciudad situada en la Selva Negra, Alemania. Su abuelo paterno y su padre eran pastores protestantes y ambos estuvieron como misioneros en la India. El padre, de nacionalidad rusa, provenía de un padre hanseático y una madre báltica; y la madre, a su vez, que también había vivido en la India, era hija de un profesor alemán especialista en hinduismo que se había casado con una suiza-francesa. Esta mezcla de sangre de sus ascendientes y el variado ámbito cultural en que creció tendría gran influencia en la educación de Hesse, quien, desde niño, demostró poseer un temperamento muy sensible, nervioso y dado a la introspección, a lo que se añadía una gran inquietud espiritual.

El niño vivió en Calw hasta los cuatro años y entre 1880 y 1886 en Basilea, Suiza. Muy pronto, junto con sus estudios formales, optó por darse una formación propia basada en múltiples lecturas y experiencias. No era un niño fácil de llevar y le incomodaba la educación que recibía, encaminada a someter y a destruir su fuerte individualismo y su tendencia a la soledad. Le rebelaba el puritanismo y el formalismo de sus padres y profesores; especialmente su autoritarismo, que más tarde consideraría precursor del autoritarismo de Estado. En varias ocasiones huyó de su casa y de los establecimientos educacionales en que lo matricularon.

Finalizados sus estudios secundarios, a los 16 años, el joven intentó aprender el oficio de librero y luego, en 1894 y 1895, el de mecánico relojero. Pero terminó por ganarse la vida trabajando en librerías y tiendas de antigüedades en Tubinga, Alemania, y Basilea, Suiza.

Hesse se inició en la literatura con Canciones románticas (Romantische Lieder), 1899, un breve libro de poemas que pasó casi inadvertido. Fue su novela Peter Camenzind (Peter Camenzind), 1904, escrita en Suiza, la que lo dio a conocer. Su éxito y el que la juventud alemana lo adoptara como suyo le permitió al escritor contraer matrimonio y trasladarse a vivir a la campiña suiza, donde se sentía a sus anchas, cerca de la naturaleza y lejos del bullicio de la ciudad.

A su primera novela le siguieron Bajo la rueda (Unter Rad), 1906 y Knulp (Knulp), 1915, obra esta última que narra la historia de un ser marginado y vagabundo. En todas ellas expresaba su disconformidad con la sociedad de su tiempo. “Quien no encaja en el mundo”, diría uno de sus personajes, “está siempre cerca de encontrarse a sí mismo”.

Su búsqueda de valores distintos a aquellos en los que se lo había educado, su acentuada introspección y su angustia existencial, lo sumieron, en 1916, en una profunda crisis nerviosa. Hesse se sometió entonces, y durante dos años, a sesiones de psicoanálisis conducidas por un discípulo de Jung. Esto lo puso en contacto con las ideas de Freud y de Jung acerca de la estructura de la mente y del comportamiento humano. En Jung, especialmente, encontró nuevos caminos para conocerse y conocer a los demás.

La influencia de las teorías de este último se pueden rastrear en sus principales novelas: en Demian, 1919, en Klein y Wagner (Klein und Wagner), 1919, en El último verano de Klingsor (Klingsors letzter Sommer), 1920, en Siddhartha (Siddhartha), 1922, en El lobo estepario (Steppenwolf), 1927, en Narciso y Goldmundo (Narzis und Goldmund), 1930, y en El juego de abalorios (Das Glasperlenspiel), 1943. En ellas hay siempre personajes opuestos, o tendencias en el interior de un mismo personaje, que representan, unos el mundo racional, ordenado y luminoso, y otros, el ámbito de la sensualidad, de lo irracional, lo oscuro. Muestran la eterna lucha entre lo angélico y lo dionisíaco o demoníaco, el intento de lograr estar más allá del bien y del mal en una unidad que los contenga, pero que los controle al mismo tiempo. Una lucha que se daba tanto en Hesse como en sus personajes novelescos.

A partir de Siddharta, Hesse incorporó en sus escritos elementos del misticismo oriental, particularmente del budismo y del confucianismo. En su última novela, El juego de abalorios, se une a aquellos el mundo de los símbolos jungnianos.


Hasta el año 1914 al escritor le encantaba viajar. En 1901 había hecho su primer viaje a Italia y vagado, más tarde, por Alemania, Suiza, Austria y nuevamente Italia. En 1911 estuvo algunos meses en la India. Las culturas de este último país y la de Italia se avenían con su temperamento y dejarían huellas en varias de sus obras. El propio Hesse escribió que en su formación intelectual habían influido Platón, Spinoza, Schopenhauer y Nietzsche, pero ninguno de ellos tanto como la India y, más tarde, la filosofía china.

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, hacía dos años que Hesse se había establecido en Suiza. Pronto entró en conflicto con el nacionalismo alemán, el que previó que acarrearía odio y destrucción. Escribió en libros y revistas contra la locura de la guerra y las ideas autoritaristas que se habían adueñado de sus compatriotas. Finalmente, en 1923, renunció a la nacionalidad alemana y se hizo ciudadano suizo. Y como tal murió en 1962, en su casa de Montagnola, en el Tesino suizo, junto a su tercera esposa. De la primera había tenido tres hijos.

Hesse recibió en vida muchas distinciones. Entre ellas, el Premio Nobel de Literatura en 1946; el Premio Goethe de Frankfurt, como homenaje a quien el nazismo le había proscrito sus obras; y el Premio de la Paz concedido en 1955 por los libreros alemanes.

José Manuel Zañartu

Demian / La leyenda del rey indio

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