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PRÓLOGO

Me complace tener la oportunidad de escribir el prólogo de este importante y nuevo libro diseñado para profesores de habla hispana, editado por Hernán Cofré Mardones, Claudia Vergara Díaz y Ángel Spotorno. La Enseñanza de la Genética y la Evolución para la Alfabetización Científica es una obra pensada como un recurso integrado para ayudar a los profesores a comprender y mejorar las perspectivas y prácticas de enseñanza relacionadas con dos temas claves en biología. Está basado en el entendido de que, para ser efectivos, los profesores deben tener suficientes conocimientos previos en dos áreas: didáctica básica en las ciencias de la vida y conocimiento relacionado con el contenido de ciencias del tema que se comunica a los estudiantes. Este libro, por lo tanto, se estructura de manera efectiva con cuatro secciones. La primera se orienta a la comprensión pedagógica en biología, las dos secciones intermedias comparten temas y consideraciones de enseñanza vinculadas a las áreas de contenido de genética y evolución. El libro concluye con dos capítulos que recordarán a los lectores los desafíos de la formación del profesorado de biología, incluido el desarrollo del conocimiento pedagógico del contenido de los docentes en servicio.

La primera sección, centrada en las mejores prácticas de enseñanza de la educación en biología, incluye, entre otras cosas, la consideración del uso de las concepciones alternativas, la indagación y la argumentación en la enseñanza. Las dos secciones siguientes se dirigen a un área de enseñanza particularmente importante, pero algo difícil: los conceptos entrelazados de genética y evolución. En conjunto, estas secciones bien diseñadas sobre estrategias para enseñar biología junto con un bien pensado foco en evolución y genética serán informativas y efectivas para ayudar a los educadores a lograr el objetivo de mejorar la alfabetización científica de los estudiantes en estas sustanciales áreas vinculadas entre sí, con un énfasis particular en la evolución.

En mi papel de editor de la revista American Biology Teacher y de profesor de biología de secundaria durante mucho tiempo, he llegado a comprender que la evolución es, para los estudiantes, uno de los conceptos más difíciles de la biología. La evolución, o cambio orgánico a través del tiempo, es la piedra angular de las ciencias biológicas, pero también es un proceso que, en una primera aproximación, parece algo misterioso. La evidencia de la evolución se oculta a la vista de los estudiantes. Una comprensión completa de la evolución implica experimentos, apreciación del tiempo geológico, inferencia, innumerables líneas de evidencia de una variedad de ciencias, junto a mucho pensamiento inductivo y deductivo. Aunque el apoyo a la evolución es vasto, los hechos deben ser cuidadosamente reunidos y compartidos con los estudiantes de forma explícita si quieren ver la base científica para la conclusión de que las especies han cambiado a través del tiempo, lo que ha dado como resultado el mundo vivo increíblemente diverso e interrelacionado que nos rodea.

El biólogo Theodosius Dobzhansky escribió: “Nada en biología tiene sentido excepto a la luz de la evolución”, en un ensayo de 1973 publicado en la American Biology Teacher. ¡Una declaración que se ha hecho tan famosa que tiene su propia entrada en Wikipedia! Pero ¿qué significa realmente esta frase y por qué es importante? El ser humano comenzó a considerar esta propuesta antes de tener un mecanismo que explicara cómo funciona la evolución y antes de que muchos, incluso, aceptaran la realidad de la evolución. Y sí, sugiero deliberadamente que estos son dos temas diferentes: la noción de evolución en sí misma y la teoría de la evolución propuesta por Charles Darwin y Alfred Russel Wallace a mediados del siglo XIX.

La propuesta de que los seres vivos han cambiado a través del tiempo —la evolución— ha estado con nosotros desde la época de los antiguos griegos, cuando a veces se la llamaba La Gran Cadena del Ser. Sin embargo, muchos consideraron esta noción como poco más que una idea interesante hasta que Darwin y Wallace, trabajando independientemente, propusieron lo que se conoce como la Teoría de la Evolución por Selección Natural para explicar el proceso por el cual opera la evolución. Incluso sin esa explicación, el proceso natural de cambio a través del tiempo seguiría siendo válido, pero para muchos fue la propuesta de un mecanismo lo que permitió la aceptación generalizada del principio general de la evolución. Es esta aceptación generalizada lo que Dobzhansky reconoce en su cita.

El interés en el estudio del mundo viviente existía mucho antes de que los científicos adoptaran la noción de evolución y su mecanismo, pero las opiniones de los científicos y miembros del público educado sobre la vida cambiaron radicalmente una vez que la evolución se consideró “real”. Antes de que se aceptara la evolución, no había una explicación firme de por qué algunas criaturas se parecían entre sí, y generalmente se admitía que cada forma de vida se producía individualmente. Darwin, en las islas Galápagos, preguntó por qué los reptiles en estas islas lejanas y distantes se parecían mucho a los de la costa de América del Sur en lugar de haber sido producidos especialmente para la vida en estas rocas volcánicas escarpadas. Su respuesta fue que las tortugas, iguanas y lagartijas tienen que haber venido del continente y haber cambiado de generación en generación a lo largo del tiempo después de su llegada. Con la “luz de la evolución”, las relaciones entre estas especies y sus antepasados tuvieron sentido. Darwin salió de Galápagos entendiendo que la evolución había ocurrido, pero el mecanismo que propondría luego para explicarla esperaría varias décadas, durante las cuales examinó la evidencia, consideró los casos de grupos individuales de organismos como los percebes y entabló conversaciones enérgicas con los naturalistas. Todo acompañado de lectura voraz y pensamiento profundo.

Le damos crédito a Darwin por desarrollar y popularizar el mecanismo explicativo (es decir, la selección natural) de la evolución en El origen de las especies. Sin embargo, Darwin sabía que no tenía todos los elementos de su teoría completamente desarrollados. Por ejemplo, no sabía cómo funcionaba la herencia, y sabía muy poco sobre la fuente de la “variación dentro de las especies”, que proporcionaba la materia prima sobre la cual la “selección natural” construía nuevas especies. Darwin y sus colegas se adelantaron a su tiempo a este respecto.

Aunque la herencia fue un tema de mucho interés para los científicos victorianos, no fue sino hasta los primeros años del siglo XX que surgió la genética. Incluso ahí, la comprensión de la herencia aún no estaba completa, pero décadas después, la bioquímica del ADN llenó un vacío final importante. Uno solo puede imaginar cómo habría reaccionado Darwin si hubiese sabido que una molécula relativamente simple, compuesta de una cadena de Adeninas, Timinas, Citosinas y Guaninas, era la solución a muchas de sus preguntas sobre el mecanismo de la herencia.

Los editores de este libro se han dado cuenta sabiamente de que, para que los estudiantes entiendan la evolución, también deben tener un conocimiento complementario de la genética. Por lo tanto, junto con el objetivo de mejorar el conocimiento pedagógico del contenido de los profesores sobre la evolución, es vital que los educadores también aprecien el conocimiento del contenido de la genética, las ideas previas de los estudiantes sobre ella y la evaluación del aprendizaje en esta área. Este contenido relacionado con la genética está bien representado por una serie de capítulos paralelos a los dedicados a la evolución misma.

Creo que los maestros encontrarán la información contenida en este libro fascinante y útil para lograr los objetivos asociados con la preparación de la enseñanza de la biología, junto a los conocimientos necesarios sobre el contenido de la genética y la evolución, y cuestiones pedagógicas relacionadas, como la importancia del uso de las idas previas en la enseñanza. Si Dobzhansky nos dice que nada tiene sentido en biología sin evolución, yo añadiría que nada relacionado con el mecanismo de la evolución tiene sentido sin la genética. La educación en biología se basa en experimentar y comprender los pilares gemelos de la evolución y la genética, y este libro Enseñar Genetica y Evolucion para la Alfabetización Científica demostrará ser una valiosa guía para los maestros y sus estudiantes en la búsqueda de esta comprensión.

William F. McComas

Parks Family Distinguished Professor of Science Education

University of Arkansas, Fayetteville USA

Enseñar evolución y genética para la alfabetización científica

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