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Introducción Horacio Padilla Muñoz
ОглавлениеLa pintura es una de las expresiones artísticas más antiguas y una de las bellas artes. Es el arte de la representación gráfica y una de las formas de comunicarse del ser humano, ya que transmite el sentir del individuo en relación con su ser, la naturaleza, una situación determinada o las condiciones que lo rodean.
Si buscamos en la historia, encontramos que a través de la pintura, nuestros antepasados nos han dejado grandes legados. Interpretando trazos, colores y formas, obtenemos información de los momentos vividos en cada época.
Conforme el hombre ha desarrollado conocimientos y habilidades, la pintura ha ido modificándose y adaptándose en colores, texturas, trazos, temática y, por qué no, en sitios de expresión. Así pues, llega el periodo en que la pintura empieza a manifestarse en grandes proporciones, con mayor auge en temáticas religiosas, adaptando la pintura a la dimensión y forma de la pared y/o techos.
En México existe una infinidad de muralistas famosos y murales plasmados en interiores y exteriores de múltiples edificios que albergan instituciones públicas, religiosas y privadas. Cada uno de ellos nos recuerda la ideología, los hechos, la trascendencia y los personajes destacados de nuestro pasado, desde la óptica particular del artista.
En este libro nos enfocaremos a un mural en particular, que hace referencia a un gran personaje: fray Antonio Alcalde y Barriga. Del otro lado del mar, desde la ciudad de Cigales, llegó a territorio mexicano un gran español, bajo la comisión de fraile, enviado, a través de la orden religiosa de los dominicos, como predicador a la Nueva España en el año de 1763. Asignado a la zona de Yucatán, inicia contacto con los naturales, motivándolo a desarrollar sus primeras obras en nuestro país; las cuales abarcaban aspectos de las necesidades básicas del ser humano: educación cristiana, alimentación, salud y trabajo. Es así que poco a poco que fray Antonio Alcalde conformó las primeras escuelas para hombres y mujeres, los talleres de trabajo, iglesias y albergues.
Posteriormente continuó sus obras en la ciudad de Guadalajara, respaldado por los beneficios de la región y las ideas de educación del rey Carlos iii de España; y motivado por las necesidades de la población y los brotes de epidemias de la época. Alcalde, con su visión humanista y social, crea, consuela, enseña, aprende, cura, apoya, fomenta, convence, pide y da.
Dos de sus máximas obras son el Antiguo Hospital Civil y la Universidad de Guadalajara, los cuales se concluyeron uno o dos años después de su fallecimiento.
En 1990 se reestructuró un área interna del Antiguo Hospital Civil, encontrándose una magnifica pared en arco con resalte de cantera. Posterior a múltiples proyectos, se tuvo a bien concluir, por los directivos de ese tiempo, la creación de un mural dedicado al padre de la institución, que realzara su obra, plasmara su pasado, su presente y su visión de futuro, trasmitiera su pensar, su serenidad, su lucha, sus cómplices, sus ayudantes, sus ayudados, su ambiente y su fe.
La tarea no era fácil, pero finalmente se eligió al pintor jalisciense Gustavo Peralta González. Tras sumergirse en la vida de fray Antonio Alcalde, Peralta tuvo a bien concluir su obra en agosto del 2004.
Existen descripciones breves sobre este mural, anécdotas personales de los involucrados en su realización, pero ninguno ha sido descriptivo de todo el contexto.
En lo personal, he mantenido un interés en la vida y obra de fray Antonio Alcalde y Barriga. Me sería altamente honroso si este libro sirviese de estímulo a la comunidad, si mediante él los lectores tomaran la valía real del trabajo de Alcalde, y fuera motivo de inspiración para los dirigentes.