Читать книгу Fray Antonio Alcalde - Horacio Padilla Muñoz - Страница 7
ОглавлениеContexto y metodología
Al siglo xviii también se le llama Siglo de las Luces puesto que en él ocurrió el movimiento cultural llamado Ilustración. La luz a la que hacen referencia estos nombramientos es la razón, como uno de los principios más importantes e influyentes de ese siglo. La Ilustración y los hombres que la impulsaron tuvieron una fe absoluta en la razón humana, a la que consideraban unitaria, invariable e idéntica en todos los hombres, pueblos y culturas: “La Razón ilumina a la humanidad” era su lema.
Se puede decir que la Ilustración es una síntesis de las dos corrientes filosóficas más importantes del siglo: el racionalismo y el empirismo. Entonces, diversos autores establecen su postura filosófico-ideológica, en Francia: Montesquieu, Voltaire, Diderot y Rousseau; en Inglaterra: Locke y Berkeley, Newton, David Hume y Adam Smith; en Alemania: Leibniz , Semier, Lessing, Kant.
La Ilustración incluye ideas y principios tales como empirismo, criticismo, deseo de conocimiento, utopía, reformismo, progreso y felicidad. Los filósofos ilustrados buscaban la verdad científica y se basaron en la razón para explicar la realidad del mundo en el que vivían. Era sobre todo un programa educativo orientado a elevar el nivel cultural de la sociedad y mejorar la situación de quienes desearan cultivar la razón para salir de la ignorancia.
Este ambiente intelectual se presentó con mayor fuerza en Francia, durante los años 1740 y 1750, cuando este país se convirtió en el centro de la cultura del Siglo de las Luces. El ambiente político se volvió más tolerante hacia las ideas de los intelectuales, buscando como objetivo engrandecer el Estado. En Francia se desarrolló un buen ambiente del pensamiento ilustrado, que se irradió a otros países de Europa.
Las características peculiares de la Ilustración son: amor a la naturaleza, fe constante en el poder de la razón, confianza en un progreso ascendente; se apelaba al derecho a la igualdad y a la libertad para los hombres -tanto en cuestiones políticas, religiosas, económicas e intelectuales-, en un deísmo y una moral laica.
El régimen político más extendido en el siglo xvii fue el absolutismo. El absolutismo del siglo xviii recibe el nombre de “despotismo ilustrado”, que se puede definir como “la utilización de la ideología ilustrada por parte de las leyes absolutas para mantener su absolutismo”. La Ilustración es un pensamiento crítico y reformista. Los reyes absolutos del siglo xviii (los llamados “déspotas ilustrados”) tomaron de la Ilustración lo que les convenía y, apoyándose en ella, introdujeron en sus Estados una serie de reformas y mejoras importantes: suprimieron los restos que aún quedaban de feudalismo (es el caso de Federico ii de Prusia y María Teresa de Austria); impulsaron la agricultura con la construcción de canales y pantanos y con la introducción de nuevos cultivos; urbanizaron y modernizaron las ciudades (Carlos iii de España convirtió a Madrid en ciudad moderna, abriendo grandes avenidas, construyendo monumentos y dotándola de alumbrado público). En la mayor parte de Europa se dio un crecimiento de la población, ya que hubo un freno a la mortalidad catastrófica, más alimento para más consumidores, expansión comercial, ascenso de la burguesía, crecimiento económico, auge de transacciones mercantiles y financieras, reformismo continuista del régimen del siglo xvii, entre otros acontecimientos. Sin dejar de mencionar que se crearon las enciclopedias con la finalidad de compendiar todo el conocimiento humano.
Se introdujeron reformas judiciales y se crearon multitud de centros educativos, como academias y universidades. Sin embargo, estas reformas se llevaron a cabo sin consultar al pueblo; el lema del despotismo ilustrado fue “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”. Se valieron de una serie de reformas que en cierto modo buscaban modernizar las estructuras económica, administrativa, educativa, judicial y militar de sus respectivos Estados. Además, rechazaron lo más importante de la Ilustración: la libertad política. Por eso la burguesía ilustrada, que al principio apoyó la reforma de los reyes, cuando se dio cuenta de que éstos no concedían lo más importante, la libertad, se volvió contra el absolutismo e impulsó revueltas.
En este siglo se dio también la expulsión de los jesuitas, en primer lugar por la desconfianza que suscitaban las actividades económicas de la Compañía de Jesús, se le acusaba de enriquecerse con el tráfico colonial al convertirse en depositarios de importantes sumas de capital. En 1759 se les expulsó de Portugal, en 1764 de Francia y en 1767 de España, hasta que en 1773 Clemente xiv, en su bula Dominus ac Redemptor Noster, declaró suprimida la orden en todo el orbe cristiano. Universidades y hospitales eran una necesidad, así como las medidas higienistas para el bienestar de la población; por primera vez se habló de la medicina social, y pasó a primer plano la idea de la prevención de enfermedades. El clima, como factor patógeno tan importante en la medicina hipocrática, pasó a segundo plano frente a las malas condiciones sociales. Era el tiempo en que comenzaba la industrialización. Se mejoraron las condiciones higiénicas de cárceles y hospitales y la canalización de aguas, a lo que contribuyó el propio Lavoisier. Se fundaron instituciones para la enseñanza de la obstetricia y se crearon hospitales pediátricos en Francia e Inglaterra.
En cuanto a lo expresiones artísticas que prevalecían en este siglo, podemos tener voces del Barroco, susurros del Clasicismo y gritos del Rococó. El crecimiento económico del siglo xviii se tradujo, entre los grupos más beneficiados por la bonanza, en una búsqueda del placer a través de un lujo refinado, galante, lúdico y desinhibido. Un empeño por la arquitectura clásica, persiguiendo la delicadeza ornamental; una seducción por lo exquisito. En general, una búsqueda en los vórtices del Neoclasicismo, como una revisión del mundo antiguo. Un siglo al mismo tiempo aficionado a la música, a la pintura -en la que la luz y el color se hacían más vivos-, en el que la literatura abunda en narrativas y dramas, pero guarda un silencio prolongado en cuanto a poesía; fue, como dirán algunos autores: un siglo sin poesía.
¿Y qué pasa concretamente en España durante la Ilustración? Desde los primeros años del siglo xviii, España experimentó un profundo debilitamiento político y económico ante el avance comercial e industrial de Inglaterra y Francia. En primer lugar, en 1700 se planteó en España la cuestión sucesoria a la muerte de Carlos ii, quien no tuvo ningún heredero al trono. Los candidatos a sucederlo fueron Felipe de Anjou y el archiduque Carlos. Tras una dura guerra de sucesión accedió al trono el primero de los dos, como Felipe V (1700-1745), reconocido así por el Tratado de Ultrecht. Éste fue un monarca absolutista, pero a pesar de ello facilitó la entrada al país del pensamiento ilustrado y las ideas inglesas y francesas.
Durante el siglo xviii se promovieron en España varias reformas, pero sin demasiado éxito por la oposición del clero, de la nobleza y de los propios destinatarios, el pueblo llano, que manipulado por la Iglesia seguía anclado en la tradición y mantenía el espíritu contrarreformista, opuesto a las ideas inglesas y francesas. La Ilustración llegó a su apogeo con el rey Carlos iii de Borbón, quien influido por las ideas de esa corriente llevó a cabo un proceso de modernización mediante las “reformas borbónicas”, que impusieron una serie de cambios político-administrativos, económicos, militares y culturales en las colonias americanas. Estas reformas buscaban modernizar internamente a España y su relación con las colonias, respondiendo a una nueva concepción de Estado, el que se propuso retomar todos los derechos que se habían delegado a grupos y corporaciones, además de asumir la dirección política, administrativa y económica del reino.
Las inscripciones anotadas en la parte baja del mural me hicieron considerar la necesidad de describir el contexto histórico en que se sitúa su temática, estableciendo coordenadas territoriales generales y particulares, así como tiempos condensados en el trascurso de un siglo.
Después de ese breve bosquejo histórico, pretendo hacer un análisis del mural Vida y obra de fray Antonio Alcalde, para lo cual me auxiliaré del método iconológico de Erwin Panofsky, intentando dilucidar el significado o los significados de la obra de arte, en cuanto a elementos históricos, sociales y filosóficos. Panofsky propone una metodología basada en tres momentos:
1 Descripción preiconográfica: consigna los datos que posee la obra, fácticos (hechos o cosas descritas) y expresivos (actitudes y expresiones).
2 Análisis iconográfico (identificación de imágenes, historias y alegorías): implica un método descriptivo y no interpretativo. Se ocupa de la identificación, descripción y clasificación de las imágenes. Presupone una familiaridad con los temas o conceptos específicos. Se utilizan fuentes literarias para identificar a los personajes.
3 Análisis iconológico: consiste en dilucidar la significación intrínseca o contenido, a partir de investigar los principios subyacentes que ponen de relieve la mentalidad básica de una nación, una época, una clase social, una creencia, matizada por una personalidad y condensada por una obra. La iconología es un método de interpretación que procede más bien de una síntesis que de un análisis.