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Prefacio

El presente manifiesto es para movimientos de liberación por un mundo mejor. Se dirige y se ofrece a individuos y colectivos que luchan contra la realidad opresiva, explotadora y alienante de nuestra época. Trata sobre la relación entre esta realidad externa miserable de la vida actual y nuestras vidas “internas”, lo que podemos llamar “nuestra psicología”, lo que sentimos “dentro de nosotros”, eso que parece —demasiado a menudo— resignarse a la realidad o bien —esperamos— rebelarse contra ella.

A veces tenemos la impresión de que nuestra propia rebeldía no puede salir de nosotros mismos, liberarse y convertirse en acción. Es como si fuese algo que nos carcomiera por dentro. Quizás afecte gravemente nuestras vidas. Es posible entonces que se nos diga que padecemos un trastorno psicológico.

Muchos de nuestros problemas se ven reducidos a la psicología individual por parte de la sociedad, la cultura de masas, los medios de información masiva y los profesionales “psi”, psicólogos, psiquiatras y otros, capacitados para hacer exactamente eso, reducirlo todo a lo psicológico. El resultado puede ser, por ejemplo, que nuestros problemas políticos parezcan ser “psicológicos”, aunque no lo sean. ¿Cómo deberíamos repolitizarlos? ¿Cómo luchar afuera contra las raíces de lo que sentimos adentro?

La relación entre el mundo “interior” y el “exterior” es decisiva para los movimientos de liberación. De ahí que estos movimientos puedan beneficiarse del psicoanálisis que ha dedicado más de un siglo a explorar la íntima y compleja relación entre la realidad y lo que se siente en lo más profundo e insondable de cada uno de nosotros. Debemos comprender la naturaleza de esta interconexión, con el auxilio de medios como el psicoanalítico, para luchar contra lo que nos oprime, explota y aliena, pero también para construir una alternativa práctica al capitalismo, al sexismo, al racismo y a las nuevas formas de colonialismo.

Psicoanálisis

El psicoanálisis es una práctica terapéutica inventada por Sigmund Freud en Europa, a finales del siglo XIX, como una alternativa a los tradicionales enfoques médicos psiquiátricos para tratar el sufrimiento. En lugar de someter a las personas en peligro al internamiento, a la medicalización y a terribles tratamientos físicos, el psicoanalista se encuentra en su clínica con su cliente o paciente, al que llamamos “analizante”. La tarea del psicoanalista es escuchar a este sujeto hablante, ofreciéndole un extraño espacio confidencial para que hable de aquello que lo aqueja y escuche en su propio discurso conexiones entre el pasado y el presente que nunca había observado.

Las imágenes clásicas del analizante acostado en un diván son verdaderas, pero hay algo engañoso en detalles como el del psicoanalista que toma notas, emite un diagnóstico y proporciona sabias interpretaciones. El psicoanálisis tan sólo abre un espacio para que el analizante eventualmente realice interpretaciones que le parezcan verdaderas y que después operen como el motor de la comprensión y del cambio. Esto puede hacer que un analizante simplemente aborde el “síntoma” que lo condujo al psicoanalista, pero puede también llegar a cambiar su vida. En este manifiesto, como se verá, somos bastante modestos en nuestras afirmaciones a favor del psicoanálisis. Sencillamente creemos que es una alternativa terapéutica progresista en lugar de la psiquiatría y la psicología, y explicaremos por qué.

En los siguientes capítulos describiremos elementos cruciales del psicoanálisis: primero, centrándonos en la noción de inconsciente, reflexionaremos sobre las diversas formas en que nuestras vidas obedecen inconscientemente a patrones repetitivos que luego se repiten en la clínica; después mostraremos cómo esta repetición de patrones, a veces dolorosos y autodestructivos, es expresión de pulsiones que pueden empujarnos hacia la vida o hacia la muerte; finalmente examinaremos cómo la misma repetición es manejada como transferencia por el psicoanalista. Insistiremos en el fundamento clínico de estos elementos porque el psicoanálisis ha surgido y se ha desarrollado como un método clínico, y no porque busquemos promover el tratamiento psicoanalítico o recomendárselo a nuestros lectores. Nuestro propósito es más bien destacar aquello que juzgamos potencialmente revolucionario del psicoanálisis y que tal vez pueda servir a los movimientos de liberación en sus luchas actuales.

Nuestro interés está en la efectividad política progresista y revolucionaria del psicoanálisis —a contracorriente de sus usos conservadores y reaccionarios— y no en la difusión de la teoría o de la clínica psicoanalítica. Lo más que nos permitimos es discutir si esta “clínica” puede ser un espacio potencialmente progresista para la práctica política. Este libro es un manifiesto. No es otra introducción al psicoanálisis, otra entre muchas otras, sino un argumento a favor del vínculo entre psicoanálisis y revolución. Nuestros lectores pueden leer más sobre el método y la teoría en otros textos introductorios, pero ahora teniendo en cuenta nuestras advertencias sobre la forma en que el psicoanálisis ha sido adaptado y deformado.

Otro mundo es posible, realizable, y para que se realice, podemos usar el psicoanálisis como una valiosa herramienta. Usarlo como tal no significa importar la ideología psicoanalítica dentro de nuestras formas de lucha o imaginar que siempre estará con nosotros. El psicoanálisis apareció con una forma particular que podemos hacer que funcione para nosotros y que podemos también desechar cuando haya cumplido su trabajo.

La tarea que nos hemos fijado es la de reconstruir el psicoanálisis como una forma auténtica de “psicología crítica” y como un recurso eficaz para los movimientos de liberación. Cualquier lector atento se percatará muy pronto de que somos bastante críticos ante la psicología como tal y ante las demás profesiones “psi”. La excepción es el psicoanálisis, que nos puede llevar más allá, pero siempre y cuando se conciba dialécticamente, reconociendo sus fallas y desarrollando sus fortalezas.

Nuestra convicción es que el psicoanálisis debe criticarse y transformarse a sí mismo para poder ser útil a los movimientos de liberación. Pensando en las necesidades específicas de estos movimientos, examinaremos aquí, de manera sucesiva, el papel del inconsciente, la repetición, la pulsión y la transferencia en el análisis clínico y político. Abordaremos en cada caso cuestiones relativas al cambio subjetivo y la transformación de la realidad. Aunque no evitemos la teoría, la práctica será la clave. Primero aprenderemos de la clínica psicoanalítica. Luego lo aprendido se conectará con la práctica de liberación.

Revolución

El objetivo de liberación, tal como es concebido por los movimientos anticapitalistas, antiheteropatriarcales, antirracistas y anticoloniales, será el horizonte de nuestro manifiesto. Las siguientes páginas son para los movimientos de liberación y se escribieron pensando en ellos. Estos movimientos, que están en contra de la opresión y la explotación, cuentan con toda nuestra solidaridad. Nuestro psicoanálisis también está en sintonía con lo “negativo”, con lo que es “anti”, con lo que hay en nosotros que nos permite rebelarnos. Y, como esos movimientos políticos, nuestro psicoanálisis también desentraña un aspecto positivo del sujeto humano: una capacidad para pararse a reflexionar, para cambiar el mundo y para volverlo menos resistente a la creatividad y la transformación.

El presente manifiesto se ha escrito en un momento de profunda crisis político-económica en la que el mundo simbólico, el que todos habitamos como seres humanos, está siendo sacudido y perturbado, al mismo tiempo que los mundos futuros que podemos imaginar y crear se ven impactados y amenazados por enigmáticas fuerzas reales materiales que operan completamente fuera de nuestro control. El insondable sustrato biológico de nuestro ser, nuestra incognoscible naturaleza, irrumpe en nuestro universo simbólico en momentos como éste. Al hacerlo, exacerba las contradicciones sociales a las que estamos sujetos, contradicciones que debemos entender y superar si queremos resistir y sobrevivir. Somos tanto más débiles cuando más divididos estamos ante el peligro.

Un virus mortal, por ejemplo, es una amenaza para todos nosotros en este mundo, pero su llegada muestra claramente que no somos afectados todos por igual, que no estamos todos juntos en esto. Quienes habitan en los llamados “países menos desarrollados” padecen más, quienes ya sufren de racismo se mueren en mayor número, y las mujeres confinadas en sus hogares, cuando los tienen, son más vulnerables a ataques violentos. Los oprimidos, los ya discapacitados por esta sociedad o los ya debilitados por ella, tienen menos probabilidades para sobrevivir.

Es durante el confinamiento que elaboramos el presente manifiesto. Su elaboración requirió múltiples comunicaciones entre los autores, así como consultas a camaradas en todo el mundo. La escritura del texto fue difícil y su lectura también debería serlo. Exponemos algunas ideas que a menudo se consideran “complejas” y que por ello se evitan. Estas ideas no pueden expresarse a través de la narrativa fácil de los textos populares. Lo más que hemos podido hacer es volver una y otra vez a ellas para tratar de aclararlas, pero su clarificación continuará con su lectura y sus consecuencias. Todo lenguaje está escrito como una forma de traducción. Ahora nos gustaría que nuestros lectores tradujeran las siguientes páginas a la práctica. Esta práctica es necesaria y urgente.

La mayor parte de la humanidad está en peligro bajo un “capitalismo del desastre” favorecido por los mismos capitalistas neoliberales a los que favorece. Esta forma de capitalismo, al igual que las anteriores, pero en mayor medida, no puede funcionar sin las crisis que él mismo propicia. Cualquier motivo es una buena excusa para entrar en modo crisis.

Una crisis como la que estamos conociendo es realmente un desastre, una catástrofe que brota de lo real y que nos impacta, golpeándonos en el meollo de lo que somos. Nada mejor que el psicoanálisis para considerar la conexión íntima entre esto real, nuestros intentos de imaginar lo que nos está pasando y el universo simbólico que compartimos. Esta conexión requiere de una crítica de la ideología que debe estar vinculada con lo que experimentamos, con lo que sufrimos como sujetos, para que podamos actuar mejor y cambiar la realidad. Se trata de una tarea para el psicoanálisis, pero tiene que ser una tarea colectiva y política, y no individual ni psicológica.

Nuestra individualidad y su psicología forman parte del problema. Debemos cuestionarlas. Necesitamos un tipo especial de crítica de la psicología, una “psicología crítica” que sea psicoanalítica. Necesitamos el psicoanálisis.

Psicoanálisis y revolución

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