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Septiembre

Miércoles 20

Llegamos a Barcelona. Cuando mi pareja me propuso venir a vivir un tiempo a esta ciudad lo que más me entusiasmó fue el mar. Mejor dicho, nadar en el mar.

¿Cómo será nadar en el mar de Barcelona? El mar se muestra azul, azuloso, azulino, a veces gris, y se extiende acostado. Puedo decir que hay dos mares: el que se ve desde la orilla y el que se siente al nadar. El mar es mucho más bello cuando una nada en él. Una, ante el mar, se puede sentir brava y llena de coraje o vulnerable y muerta de miedo. Se puede nadar sola o en cardumen. Se puede nadar con el cuerpo liviano o con varios cuerpos sin que estos pesen.

El mar es movimiento y es silencio. En el mar hay peces y medusas. Nosotros, los nadadores, queremos ser peces y tememos a las medusas. Nosotros, los nadadores, queremos ser bravos pero la brava es la mar. Por fin, cuando una aprende a tener miedo, a sentirse frágil, el peso se aliviana. Sentirse vulnerable es lo que más cuesta: dejar de querer ser pez para sólo aprender de los peces. Y ahí sí, seguir nadando.

Miércoles 27

Estamos buscando un departamento para alquilar hasta junio. Algo modesto pero luminoso. Ya nos advirtieron que no es fácil. Hoy nos cancelaron una visita a último momento. Decidimos ir a la playa a despejarnos. Nos quedan 5 días en la habitación que habíamos alquilado y todavía no encontramos nada.

Entro al mar. La temperatura del agua es cálida y el agua se muestra azul cobalto. Todavía no hace falta nadar con traje de neopreno. Hay un perímetro de grandes boyas amarillas a unos 200 metros de la orilla. Nado hasta ahí y las recorro. Las boyas llegan hasta una escollera donde se asienta el hotel Vela. Se llama así por la forma triangular del edificio. Es de vidrio y resplandece.

Al llegar a la última boya me encuentro con una medusa: blanca, tan inmaculada que se recorta del plano azul del mar. No me asusta, es hermosa.

Som-hi!

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