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1. PRODUCIR Y LOCALIZAR LO TRANSNACIONAL: EL PAPEL DE LAS ORGANIZACIONES LOCALES

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A partir de la década de los noventa, empezó a producirse un cuerpo de literatura interesado en el problema de la acción colectiva más allá de las fronteras nacionales. Un número considerable de artículos se preguntaba si había algo realmente novedoso en la manera como lo “internacional”, “transnacional” o “global” estaba organizándose. Para algunos, la sola proliferación de estas expresiones, así como de individuos interesados en hacerse caracterizar con estos apelativos, podía apuntar a una ruptura que debería ser de interés12. Otros, sin embargo, no tardaron en mostrar que el Estado nación es un fenómeno demasiado reciente como para no sospechar que eventos similares hayan tenido una ocurrencia más cíclica que eventual13-14. Otra cantidad importante de literatura, en conexión directa con esta cuestión, indagaba, en el nivel descriptivo, hasta qué punto el Estado nación había dejado de ejercer poder15-16; y, en el normativo, si se perdía o ganaba algo en términos democráticos con este “reemplazo” de las arenas nacionales por las globales17-18.

Para el argumento que proponemos aquí, en el capítulo primero, resulta de especial importancia el trabajo que aborda el problema de la efectividad o importancia de lo que terminó acuñándose como “transnacional” y se observa tanto este nivel como el de lo doméstico o nacional para entender sus transformaciones en el ejercicio del poder. Siguiendo a Tarrow en su apreciación sobre el giro “normativo” de este conjunto de trabajos en particular, sugerimos que, por el momento, pueden identificarse al menos tres posiciones en relación con estas preguntas. La primera se le atribuye a Rise-Kappen y sus alumnos19 y propone que el impacto de los actores internacionales en lo local depende en gran medida de las estructuras domésticas. Así, el hecho de que una modificación en las normas internacionales pueda producir algún resultado en el nivel concreto de lo local, se considera una cuestión atravesada por la pregunta de los niveles de apertura democrática alcanzados a nivel nacional, lo que a nuestro juicio incluye la existencia y posibilidad de acción de organizaciones que, como la Mesa, por ejemplo, expresan o confirman esa apertura. El segundo grupo defiende que las estructuras domésticas no son relevantes para entender la eficacia de las transformaciones transnacionales a nivel local20-21. Incluso sugiere que los recursos que cada organización local controla dejan de ser un elemento importante cuando aumentan las redes transnacionales, pues estas redes no solo permiten, sino que muchas veces han sido creadas precisamente para hacer circular esos recursos22.

Finalmente, siguiendo a Price, el tercer grupo plantea que si bien las estructuras domésticas no son definitivas y probablemente operan de maneras que estudios anteriores considerarían paradójicas (con estados autoritarios y centralistas desempeñándose mejor que los estados democráticos y federados en la difusión de normas una vez son “penetrados”), las similitudes a nivel cultural o “aparejamiento cultural” desempeñan un papel definitivo en la producción de los resultados esperados por las alianzas de activistas a nivel nacional e internacional23. Price precisamente ubica esta conclusión en línea con dos argumentos importantes. En primer lugar, lo vincula con el argumento relativo a las fuentes de influencia de las redes transnacionales. Para el autor, los actores que se organizan por fuera de los estados y desde un plano superior e intentan modificar sus políticas han acudido a tres argumentos: 1) su experticia, tanto en términos de su identificación como científicos en distintas áreas, como de activistas de derechos humanos; 2) la corrección moral de los argumentos, derivada de su aceptación universal o cuasi universal; 3) su legitimidad política, relacionada con sus interacciones con los ciudadanos y su neutralidad frente a los estados individualmente considerados24. En segundo lugar, lo relaciona con el hallazgo que en últimas el trabajo transnacional puede influir en el grado en que cada Estado tiene interés en su reputación internacional. La medida de la reputación en términos de lo internacional resulta más factible cuando hay suficiente homogeneidad entre lo local y lo internacional que cuando dicho parecido no se verifica25.

El trabajo de la Mesa, en nuestra opinión, interviene en este debate alineándose con la concepción de Price en cuanto a la importancia que le concede al aparejamiento cultural entre lo nacional y lo transnacional, pero también a su calidad de experta. Con respecto a lo primero, la Mesa, sin embargo, muestra que este aparejamiento no puede tenerse por dado, sino que puede y debe producirse continuamente y que también desempeña un papel importante la existencia de una cierta institucionalidad y la producción de estándares locales de derechos humanos. Por otra parte, como mostraremos en el capítulo primero, una de las principales estrategias de la Mesa para la implementación de la sentencia del aborto ha sido producir conocimiento experto y, en particular, un conocimiento legal que incorpora los desarrollos normativos de la esfera internacional en materia de los derechos de las mujeres, pero también, y principalmente, del campo de la salud pública y los derechos en salud. Lo ha hecho, además, utilizando para ello, sus alianzas con actores transnacionales, produciendo al tiempo que consume lo transnacional. Al usar de esta manera la normatividad internacional, la Mesa efectivamente produce un ambiente cultural favorable para la normatividad internacional entre actores que, por estar en contacto directo con la operación de la norma, tienden a prestarle solamente atención a las normas técnicas más concretas; por ejemplo: los médicos, funcionarios del sistema de salud y otros prestadores de servicios del área de la salud. Así, en lugar de considerar el aparejamiento cultural como relevante solamente para los funcionarios estatales que deben decidir sobre la ratificación de tratados y la participación en comités y comisiones, la Mesa propone un trabajo “profundo” de transformación de las normas culturales de los médicos, las enfermeras, los gerentes y los funcionarios. El aparejamiento aparece también como un proceso incompleto y dinámico que requiere del trabajo incansable de las activistas.

Como también planteamos en el capítulo primero, las actuaciones de la Mesa revelan la necesidad de que lo local, con todos sus logros, no se desarticule del nivel transnacional; mostrándose como un actor local importante para la implementación del aborto y relevante también para la acción transnacional al impulsar, mediante la causal salud, una de las más fuertes líneas de acción dirigida a ampliar el acceso al aborto legal en América Latina26. En efecto, las estrategias de creación de conocimiento diseñadas por la Mesa no se han aproximado a lo internacional como letra muerta en busca de cobrar vida a través de estándares judiciales concretos, sino que han perseguido construir traducciones de estos estándares en vocabularios que pueden ser usados en varias localidades a nivel transnacional y han acumulado saberes y legitimidades para que el gran arrecife que ha sido el feminismo latinoamericano, usando la metáfora de Tarrow, siga siendo relevante.

Adicionalmente, desde los años 80, el feminismo latinoamericano ha acentuado la vocación internacionalista de los reclamos relativos a los derechos de las mujeres, al menos desde el siglo XIX, a través de “encuentros” regionales que se realizan cada dos o tres años y le otorgan una identidad particular y única, tanto por las interacciones que se suscitan a propósito de la variedad de los debates, la diversidad de las identidades, las convocatorias, la búsqueda de financiación y de soluciones y acciones colectivas; como por las interpretaciones académicas que han surgido a partir de estas interacciones27-28-29 y por las posibilidades que los lazos de amistad, solidaridad y acción política han generado para quienes participan en ellos30-31. Cuatro nudos aparecen como ejes que sirven para describir lo que se considera está en juego dentro del movimiento, sin que todos los ejes funcionen con la misma intensidad todo el tiempo: 1) la militancia partidista versus la militancia autónoma32-33; 2) el trabajo con las estructuras estatales e internacionales (institucionales) versus la militancia independiente (de las autodenominadas autónomas)34-35; 3) el feminismo único versus el interseccional36-37 o el feminismo único versus el feminismo trans38-39; 4) las variedades de feminismos y los diferentes feminismos latinoamericanos.

Si bien el trabajo de la Mesa podría entenderse enmarcado dentro del feminismo institucional y sus estrategias en temas de interseccionalidad a partir del trabajo regional son más recientes e incipientes, se trata también de un feminismo radical. Ha acudido a las personas y organizaciones dentro del feminismo latinoamericano como primera línea de expertas y a otros movimientos que agremian profesionales del derecho y de la medicina. Con ello, busca mantener su neutralidad a través de esta experticia y establecer alianzas con otras organizaciones. Este trabajo de conexión ha sido central —aunque no necesariamente indispensable— para la eficacia en el nivel local y la Mesa lo valora como un recurso a preservar en el tiempo y que demanda cuidado, pues permite la construcción de agendas transnacionales40.

La batalla por el derecho al aborto

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