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BREVE HISTORIA DEL LIBRO ELECTRÓNICO

La historia del libro electrónico suele trazarse sobre dos líneas (en realidad son tres), que por lo general se confunden de la misma forma que el libro como objeto y el libro como texto, que se sobreponen. Se trata, por una parte, de la historia del libro electrónico de acuerdo con los dispositivos disponibles para su lectura, y por la otra, de la historia del libro electrónico como texto digital. Pero además hay una tercera: la historia del libro electrónico según el formato que se usa para codificar el texto digital, es decir, la del tipo de archivo electrónico que determina qué dispositivos pueden utilizarse para visualizar el libro, lo cual repercute tanto en las posibilidades de presentación del texto digital como en el dispositivo que se emplea para consultarlo.

Antecedentes del libro electrónico

La idea de que las máquinas podrían auxiliarnos tanto con procesos de cálculo como con el manejo y la recuperación de textos surgió en 1945, cuando Vannevar Bush publicó el artículo “As we may think”, en el que describe un aparato llamado Memex,16 el cual combinaba microfilm con un lector y pantallas para que el usuario almacenara libros, registros y otros documentos, así como para que creara y recuperara vínculos entre estos distintos objetos. El aparato tenía la capacidad —entre otras muy similares a las de un libro— de crear índices, hacer anotaciones y cambiar las páginas. Sin embargo, es difícil concebir la propuesta del Memex como un libro electrónico; más bien era un administrador de documentos. Bush nunca construyó el Memex pero sí creó un importante antecedente acerca de cómo el cómputo podía apoyar al ser humano en el manejo, la lectura, el estudio y la recuperación de textos.

Ese mismo año, en Italia, el padre Roberto Busa emprendió la tarea de realizar un índice de concordancias de las obras completas de santo Tomás. Las concordancias son de uso común en la lingüística: constituyen un listado de todas las palabras de un texto, sus frecuencias y el contexto en que aparece la palabra. Previo a la aparición de la computadora se realizaron muy pocas listas de concordancias para obras completas, debido al tiempo y el esfuerzo que demandaban. El padre Busa, con el apoyo de IBM, trasladó el texto com­pleto de las obras de santo Tomás a tarjetas perforadas y se escribió un programa que elaborara las concordancias de forma automática. Para tener una idea de lo que esto implicaba entonces, se debe decir que se necesitó una vago­neta para transportar las tarjetas perforadas con todo el texto.17 En 1974 se publicaron los primeros tomos con el título Indice Thomisticus, que abarcaba más de once millones de palabras en latín medieval. Aunque la versión electrónica de las obras de santo Tomás no era el objetivo, la elaboración de las concordancias requería la codificación del texto para que pudiera ser procesado por una computadora. Éste es uno de los primeros ejemplos de las posibilidades que los textos electrónicos ofrecen en contraste con los impresos: la capacidad de diseñar e incluir herramientas que explotan las capacidades del cómputo para facilitar o realizar estudios adicionales sobre el texto.

A pesar de estos antecedentes, se considera que el Proyecto Gutenberg fue el productor inicial de libros electrónicos. Las primeras computadoras disponibles en los campus universitarios eran grandes aparatos que requerían varias horas para procesar o “computar” una serie de instrucciones que se introducían mediante tarjetas perforadas y que ya contaban con una pantalla para desplegar los datos del procesamiento. En 1971 a un joven estudiante de la Universidad de Illinois llamado Michael Hart se le asignaron algunas horas de uso de la computadora universitaria para trabajo de investigación.

Una mirada al libro electrónico

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