Читать книгу Discursos I - Isocrates - Страница 8
ОглавлениеVIDA ANÓNIMA DE ISÓCRATES
Isócrates fue hijo del fabricante de flautas Teodoro y de Hédito. Teodoro fue llamado fabricante de flautas no porque trabajara con sus propias manos, sino porque tenía esclavos que las hacían, y con eso se ganaba la vida. Isócrates casó con una mujer llamada Platane, hija del orador Hipias1. Al no tener hijos adoptó uno de esta mujer, Afareo.
Fue discípulo del filósofo Sócrates, del orador Terámenes (que fue discípulo de Gorgias como Gorgias lo fue de Tisias), llamado el «Coturno». Fue llamado el «Coturno» por lo siguiente: el coturno es un zapato [10] que sirve tanto para las mujeres como para los hombres y va bien tanto al pie derecho como al izquierdo. En resumen, sea por la primera razón o por la segunda, Terámenes fue llamado el «Coturno» debido a sus maneras afables, igual que el coturno se adapta fácilmente al pie derecho y al izquierdo, a los hombres y a las mujeres y no sirve sólo para un pie. También Aristófanes se acuerda del coturno en Las Ranas:
¿Por qué marcharon juntos el coturno y la maza?2
Porque Terámenes cambiaba siempre de pensamiento [20] político y respetaba el gobierno vigente, pero cuando éste caía, lo acusaba aunque antes hubiera participado en él. Los Treinta, que sabían esto, antes de su derrocamiento lo mataron para que no les atacara también a ellos como antes lo había hecho con los Cuatrocientos3 [cosa que aprenderemos con la ayuda de Dios]4
Cuando Terámenes marchaba a la muerte, Isócrates le acompañaba con la intención de participar de su destino, como si quisiera demostrar en ese momento su veneración hacia su maestro. Terámenes se lo impidió, pero él no hizo caso hasta que finalmente le convenció diciendo: «Si tú no te salvas, perecerá contigo [30] también mi enseñanza, de manera que si vives me honrarás más aún, al dar a conocer mi sistema de educación». Y así convencido, se fue y se dedicaba a enseñar.
Escribió Isócrates discursos solemnes y deliberativos. De los discursos forenses se alejó con frecuencia5 debido a que tenía dos defectos físicos, timidez y voz débil. Era tan tímido y vergonzoso e incapaz de hablar en público por su temor a expresarse con libertad, que se cuenta que en una ocasión en que estaba explicando entraron unos a escucharle y él sintió vergüenza y se [40] calló. Ganaba mucho dinero con su enseñanza aunque nada cobraba a sus conciudadanos como si les reservara este honor y pagara a la patria su educación6; a los extranjeros, en cambio, les cobraba mil dracmas. A un cierto Éforo, discípulo suyo, que volvió a su patria, regresó de nuevo para aprender y le dio otras mil dracmas, le llamaba Díforo. Cuando Isócrates se hizo rico, gastó el dinero en su ciudad por amor a ella, pagando trierarquías7 y otros muchos impuestos extraordinarios.
Los cómicos se burlaban de él como si hubiera tenido tratos con una prostituta llamada Lagisca. Nosotros diremos [50] para defenderle que esto carece totalmente de importancia si tenía esta concubina después de la muerte de su mujer. Añadiremos además que le libra mucho de esta calumnia el que las burlas de los cómicos son mentirosas, pues acostumbran a mofarse de los grandes personajes para hacer reír, igual que presentan a un Sócrates enamorado de los jóvenes.
Escribió muchos discursos, entre los que se cuentan las exhortaciones, aunque algunos quisieron decir que no son auténticas por lo flojo de su estilo. Leeremos éstas lógicamente en primer lugar, no porque sean [60] mejores que los demás discursos —pues el Panegírico y otros muchos las aventajan—, sino porque tratan de la moral. Es preciso poner en orden las costumbres antes que las palabras, igual que el campesino, antes de las semillas que va a esparcir y de los plantones precisa arrancar de los terrenos lo que les puede perjudicar, como la grama y otras plantas parecidas. Por eso, como si escribiera esto para los jóvenes, Isócrates se vio obligado a utilizar un estilo más simple, y así las exhortaciones serían obra suya. Hay que examinar por qué leemos las exhortaciones en este orden, primero el discurso a Demónico, después los dirigidos a Nicocles, [70] en vez de leerlos indistintamente como sus demás discursos. Afirmamos que Isócrates quería ser útil a la comunidad, pero como creía que era inoportuno escribir a todos, quiso redactar sus consejos como si sólo se dirigiera a éstos. Pero, en realidad, aconseja a todos a través de las tres exhortaciones, igual que Hesíodo cuando dice a su hermano: «Trabaja, ingenuo Perses», está exhortando a todos. Lo mismo hace Isócrates. Pone en primer lugar el discurso a Demónico, como si hablara primeramente a los ciudadanos corrientes. Luego [80] enseña a reinar en el discurso A Nicocles. Pues fue un ciudadano corriente que luego llegó a la realeza. A continuación explica en el Nicocles o Discurso a los aliados cómo el ciudadano debe someterse al rey.
Como dije más arriba, los cómicos le hacen burlas a propósito de Lagisca; entre ellos Estratis dice en su Atalanta:
A Lagisca, la concubina de Isócrates,
la encontré cogiendo higos, y luego llega en seguida
el propio perforador de flautas.
[90] Dicen algunos que nació [cinco años] antes de la guerra del Peloponeso y que era veintidós [más joven que Lisias]8. Según algunos escuchó las lecciones de Pródico de Ceos y de Gorgias de Leontinos. Cuando era joven parecía que aventajaría a los discípulos del orador Lisias, que eran mayores que él. Esto lo atestigua Platón cuando hace que Sócrates diga en el Fedro9: «Fedro, Isócrates es joven aún, pero voy a decir lo que adivino sobre él. Me parece que es mejor que Lisias en elocuencia.»
Tuvo Isócrates muchos discípulos, y los más famosos y brillantes fueron: Teopompo, Éforo, ambos historiadores; [100] Hipérides, Iseo y Licurgo, que se cuentan entre los diez oradores célebres y que todavía se leen. También Filisco, Isócrates (homónimo del maestro), Teodectes, Androción, que escribió la Ática (contra él escribió Demóstenes) y Pitón de Bizancio, el orador de Filipo10. Sobre Teopompo y Éforo se cuenta la siguiente agudeza de Isócrates (pues también era así): al ver que Teopompo11 tomaba un argumento de poca importancia y lo extendía con profusión de palabras, mientras que Éforo con pocas e incompletas desarrollaba un tema [110] amplio y necesitado de prolijidad, dijo: «Tengo dos discípulos, uno que precisa látigo y otro freno.» Al decir látigo se refería a Éforo por su carácter torpe y lento, y con el freno a la expresión prolija e incontinente de Teopompo. Isócrates tenía su escuela junto al gimnasio del Liceo12. Se dice también de él que cuando fue acusado de atacar a la democracia al escribir las exhortaciones a Nicocles, que era rey, le bastó para defenderse citar de las propias exhortaciones lo siguiente: «Así [120] como el que vive en una democracia debe servir a la mayoría, el que vive en una monarquía ha de reverenciar al rey»13. En cuanto a sus discursos judiciales y los que debían pronunciarse en público se dice que o los daba a conocer a través de otros o a través de él mismo unos pocos.
Hay que hablar también del estilo característico de Isócrates. Ya antes dijimos que imitó a Gorgias en llenar la frase con palabras de terminación parecida y casi iguales entre sí, aunque sin hacerlos siempre exhaustivamente como Gorgias14. Usa un estilo claro, ético y persuasivo, pero no preciso ni grato como el de [130] Lisias. Porque también se cuenta que Isócrates y Lisias se aborrecían entre sí y sus métodos de educación eran contrarios. Isócrates es perseverante en sus exhortaciones. Pues cuando aún no había terminado un pensamiento ya estaba elaborando otra exhortación. Muchos conocen sus proemios.
Aunque hay quienes introducen algunos otros discursos como auténticos de Isócrates, no hay que admitir sino los transmitidos. Los discursos apócrifos son éstos: nueve deliberativos, Sobre la instalación de los hipódromos, Sobre la autonomía, Sinóptico, Sobre las islas; [140] tres discursos mixtos, Anfictiónico, Sobre la colonización, A los milesios; siete discursos de aparato: Elogio de Clitemnestra, Penélope, Menécrates, Epitafio de los muertos en Tirea, Neoptólemo, Pario... Defensa ante la carta del presidente de los prítanes15, Sobre la codorniz, Defensa de Timoteo en un proceso de tutela, Sobre la hidria16; cinco discursos mixtos: Sobre la filosofía, Sobre Platón, Sobre la discordia, Protréptico, Ataque contra los sofistas. Se dice que también escribió un tratado de retórica, que se perdió con el tiempo. Alguno dirá: [150] «¿Por qué es evidente esto?» Responderemos que porque el filósofo Aristóteles al recoger los tratados de retórica mencionó también éste.
Isócrates vivió cien años según algunos, noventa y ocho según otros. Murió durante el arcontado de Querondas, tras la batalla de Queronea, entristecido por la derrota y el desastre que Filipo causó allí a los atenienses. Acabó su vida dejándose morir de hambre, después de nueve días según Demetrio, de catorce según Afareo. Murió después de leer en alta voz estos versos [160] de tres dramas de Eurípides17:
Dánao, padre de cincuenta hijas...
Cuando Cadmo abandonó la fortaleza sidonia...
Pélope, hijo de Tántalo, cuando llegó a Pisa...
Mostraba con estos versos que así como aquellos bárbaros, después de llegar a Grecia, la conquistaron, de igual manera Filipo se hizo el cuarto dueño de Grecia. Porque Dánao, que era egipcio y bárbaro —pues entonces Egipto estaba bajo dominio persa— escapó de su hermano a causa del célebre oráculo, llegó a Argos y se apoderó de ella. Igualmente Cadmo, sidonio y bárbaro [170] —también Sidón estaba sometida a los persas—, marchó para buscar a su hermana Europa, llegó a Tebas y la conquistó. De manera parecida el frigio Pélope —Frigia era también de Asia— huyó del ataque de Ilo que guerreaba contra su padre, vino a Pisa y después se impuso en todo el Peloponeso. Por él precisamente fue llamado Peloponeso. Cuando Isócrates murió tras haber dicho esto, los atenienses le admiraron por la devoción que tenía a la ciudad, le enterraron con honor públicamente [180] e hicieron esculpir una sirena de mármol que colocaron sobre su tumba, mostrando así el talento persuasivo de Isócrates. Y esto es lo que se puede decir sobre este maravilloso orador.
1 La Vida de Isócrates del PSEUDO-PLUTARCO nos dice que era viuda del orador Hipias, no su hija.
2 Ranas, v. 47.
3 La revolución oligárquica del año 411 a. C., llamada de los Cuatrocientos, contó con el concurso de Terámenes. Sin embargo, parece que los oligarcas pactaban con Esparta la entrega de Atenas. Terámenes, al enterarse, los denunció, y ello supuso la caída de la oligarquía. Lo que aquí se dice es una referencia a este cambio político de Terámenes.
4 Fórmula empleada por los comentaristas bizantinos.
5 Sabemos que sólo compuso los de su etapa de logógrafo.
6 Véase la nota 11 de la Vida del PSEUDO-PLUTARCO.
7 Cf. con lo que se dice en la Vida del PSEUDO-PLUTARCO.
8 Las palabras entre corchetes las suplió DIONISIO DE HALICARNASO, y también otros editores.
9 PLAT., Fedro 279 A.
10 Este Pitón de Bizancio llegó a Atenas como embajador de Filipo el año 343 a. C.
11 Teopompo de Quíos fue un importante historiador, cuya obra principal fue una Historia de Filipo (Philippikaí historíai) en 58 libros, que abarcaba los acontecimientos de Grecia entre los años 360 a 336 a. C.
12 En el mismo lugar donde Aristóteles reunía a sus discípulos.
13 A Demónico, 36.
14 Las famosas «figuras gorgianas» (schḗmata Gorgíeia).
15 El epistatḗs era el presidente de los prítanes (prytáneis), que eran los cincuenta delegados elegidos anualmente por cada una de las diez tribus para formar el Consejo de los Quinientos (boulḗ). Los prítanes de cada tribu presidían el Consejo y dirigían los asuntos públicos durante 35 o 36 días.
16 La hidria (hydría) era una urna para votar en el tribunal.
17 Véase la nota 7 de la Vida del PSEUDO-PLUTARCO.