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CAPÍTULO 1

EL OBJETIVO DE LA EVALUACIÓN

FISIOLÓGICA

J. Duncan MacDougall

Howard A. Wenger

El rendimiento superior de los deportistas de hoy en día es el resultado de una compleja combinación de diversos factores. En la Ilustración 1.1 se puede ver un modelo simplificado que resume algunos de estos factores.


Ilustración 1.1 Factores en el rendimiento deportivo.

Es muy posible que el factor más importante a la hora de determinar el potencial de un deportista para destacar en su deporte sea la dotación genética, que incluye, además de las características antropométricas, los rasgos cardiovasculares heredados y las proporciones de los tipos de fibras, la capacidad para mejorar con el entrenamiento (Bouchard, 1986). Otro factor que tiene un profundo efecto sobre el rendimiento es la cantidad e idoneidad del entrenamiento previo a las competiciones. Por último, el rendimiento conseguido por un deportista en un momento dado puede estar condicionado por su estado nutricional y de salud.

El científico deportivo no puede cambiar los factores que vienen determinados por la herencia, sin embargo, puede aconsejar una estrategia de entrenamiento óptima según la dotación genética de cada deportista. El científico deportivo también puede utilizar las pruebas para controlar los progresos. Estos objetivos pueden obtenerse por medio de un programa de pruebas de laboratorio y de campo elegidas y administradas de forma adecuada.

BENEFICIOS PARA EL DEPORTISTA

Un programa de este tipo puede requerir cantidades de dinero y tiempo importantes, lo que hace que nos planteemos la cuestión de si los resultados justifican la inversión. Un programa de evaluación beneficia al entrenador y al deportista en varios aspectos:

1. Un programa de evaluación indica los puntos de un deportista en relación con el deporte que practica y proporciona datos de base para la prescripción de un programa individual de entrenamiento. La mayoría de los deportes y actividades implican a varios componentes fisiológicos. Aunque es relativamente fácil evaluar el rendimiento conjunto del atleta sobre el terreno, suele resultar más complicado apreciar cada uno de los distintos componentes del deportista. En el laboratorio, el científico suele ser capaz de aislar un componente determinado y evaluar de forma objetiva el rendimiento del deportista en esta variable. Los resultados de esta evaluación pueden constituir las bases para prescribir un programa de entrenamiento óptimo que se concentre en aquellas áreas específicas en las que se aprecie una cierta desventaja.

2. Un programa de evaluación proporciona retroalimentación. Comparando los resultados de un deportista en una prueha determinada con sus resultados anteriores se obtienen las bases para evaluar la efectividad del programa intermedio. Además, es posible que el entrenador se encuentre con que un programa que es plenamente efectivo para un deportista no lo es tanto para otro. Los resultados de una prueba válida para la variable en cuestión confirmarán si esto es cierto.

3. Un programa de evaluación proporciona información acerca del estado de salud del deportista. El entrenamiento para la competición de alto nivel es un procedimiento agotador y estresante que puede, en sí mismo, originar problemas de salud. Además, el hecho de que alguien sea un deportista no le asegura inmunidad ante las enfermedades. Algunas medidas especiales (como las que se explican en el capítulo 8), en combinación con ciertas pruebas de rendimiento, pueden dejar al descubierto anomalías que no hayan sido detectadas en una revisión física estándar.

4. Un programa de evaluación es un proceso educativo en el que el deportista adquiere un conocimiento más profundo sobre su cuerpo y sobre el deporte que practica. El proceso de interpretación de los resultados de las pruebas es un medio a través del cual el deportista puede conocer más a fondo los componentes fisiológicos del deporte y sus propias necesidades corporales.

QUÉ SE DEBE ESPERAR DE LA EVALUACIÓN

La evaluación llevada a cabo en el laboratorio debe considerarse como una ayuda para el entrenamiento y no como una herramienta mágica para pronosticar futuros campeones. Tiene limitaciones muy importantes para identificar el talento potencial porque los científicos aún no pueden predecir el grado de potencial para mejorar que posee un deportista. También puede reresentar limitaciones en lo que se refiere a la capacidad del científico deportivo para simular en un laboratorio las exigencias fisiológicas de un deporte. En estos casos, como iremos insistiendo a lo largo de este libro, los resultados de las pruebas tienen un escaso valor práctico.

Asimismo, hay que tener presente que el rendimiento global de cualquier deportista es una combinación de muchos factores diferentes, entre los que la función fisiológica sólo es uno más. Por lo tanto, no sería muy acertado intentar el pronóstico del rendimiento a partir de una sola prueba fisiológica o de un sola batería de pruebas fisiológicas, especialmente en aquellos deportes en los que los componentes técnicos, tácticos y psicológicos puedan relegar la fisiología a un segundo plano. De forma similar, en lo tocante a la selección de deportistas para competir o formar parte de equipos, las pruebas fisiológicas deben limitarse a confirmar la información ya disponible acerca de rendimientos reales y observaciones sobre el terreno.

EVALUACIÓN EFECTIVA

Éstas son las características que conforman un programa de evaluación efectivo:

* Las variables evaluadas son importantes en ese deporte. A pesar de que esta afirmación pueda parecer un tanto obvia, en un pasado reciente no era nada extraño que científico, entrenador y deportista perdieran su tiempo evaluando componentes fisiológicos que tenían muy poco que ver con el deporte en el que estaban interesados o los problemas que éste planteaba. Conocemos un ejemplo en el que la batería.de pruebas utilizada por un afamado laboratorio para evaluar a un grupo de lanzadores (lanzamiento de peso, disco y jabalina) consistía en la medición de la fuerza de presión de la mano, una estimación de la grasa corporal por medio de mediciones de grasa subcutánea y de la potencia aeróbica máxima sobre una cinta ergométrica y de la anaeróbica máxima sobre un ciclo ergómetro con el protocolo de Wingate. Ninguno de los componentes evaluados estaban directamente relacionados con el deporte que practicaban estos deportistas.

* Las pruebas seleccionadas son válidas y fiables. Una prueba es válida cuando mide lo que afirma medir. Es fiable cuando los resultados son consistentes y pueden reproducirse. El científico puede llevar a cabo las pruebas que considere necesarias, pero estas pruebas no serán de mucha ayuda si no tienen la suficiente fiabilidad para reflejar cualquier cambio, por pequeño que sea, que haya experimentado el deportista de élite en un período de tiempo determinado. Del mismo modo, cabe la posibilidad de que una prueba ofrezca resultados fiables pero no tenga la validez necesaria.

* Los protocolos de las pruebas son específicos al deporte. Para que la significación práctica de los resultados de las pruebas sea óptima, el tipo de ejercicio realizado debe ser específico al deporte. Por ejemplo, si se efectúan pruebas a un nadador, una prueba de capacidad aeróbica máxima que utilice un protocolo basado en correr sobre una cinta ergométrica arrojará muy poca luz sobre el estado de entrenamiento del deportista en lo que a natación se refiere. Lo ideal sería evaluar al nadador en su elemento por medio de una «piscina ergométrica». Sin embargo, ya que no todos los científicos tienen acceso a este tipo de aparatos, lo mejor que se puede hacer es evaluar la ejecución simulada de un ejercicio natatorio, como ergometría de brazo, natación con sujeciones o ejercicios sobre un banco de natación. En este tipo de casos, al margen de que los resultados puedan ser fiables en un grado muy alto, la validez se reduce a medida que el patrón de movimiento va diferenciándose del de la natación.

* La prueba debe ser administrada con absoluta rigidez. Una vez se hayan elegido los ejercicios, deben ser realizados de forma constante y coherente. Esto hace necesaria la estandarización de las instrucciones que reciben los deportistas, los procedimientos de práctica o calentamiento, el orden de los ejercicios y el tiempo de recuperación entre un ejercicio y el siguiente, la humedad y temperatura ambientales y los equipos y procedimientos de calibración de los mismos. Asimismo, debe quedar constancia de cualquier variable intradeportiva que pueda afectar a los resultados de la prueba, como la etapa de entrenamiento, el tiempo transcurrido desde la última competición, la hora en relación con las pruebas anteriores, el estado nutricional del deportista y otros factores como el sueño, lesiones o enfermedades, hidratación, medicación y ansiedad.

* Hay que respetar los derechos humanos del deportista. Los criterios éticos a aplicar antes de llevar a cabo una prueba incluyen una explicación completa del objetivo de la prueba y una exposición realista de los riesgos potenciales, tanto físicos como psicológicos, que implica la prueba. Asimismo, debe quedar estipulado que los resultados de las pruebas serán confidenciales (en el Apéndice 4.1 del capítulo 4 hay un modelo de formulario de consentimiento con conocimiento de causa).

* La evaluación debe llevarse a cabo a intervalos regulares. Puesto que uno de los principales objetivos de la evaluación consiste en controlar la efectividad del entrenamiento, las pruebas deben llevarse a cabo siguiendo las distintas etapas del mismo. Es posible que una prueba llevada a cabo de forma aislada (e incluso una prueba anual) tenga un interés potencial para el científico pero no le será de ninguna utilidad al deportista.

* El entrenador y el deportista deben recibir una interpretación directa de los resultados de las pruebas. A pesar de que este último paso es crucial, los científicos tienden a olvidarlo. Hay que comunicar al deportista los resultados de las pruebas con prontitud y en unos términos que tanto él como su entrenador puedan entender. En base a esta información hay que alterar los programas de entrenamiento para incorporar las estrategias adecuadas. Si no se lleva a cabo esta aplicación final, el resto del procedimiento de evaluación no habrá servido de nada.

PRUEBAS DE LABORATORIO VERSUS PRUEBAS DE CAMPO

Para algunos deportes puede ser aconsejable o incluso necesario evaluar a los deportistas por medio de una prueba de campo. Una prueba de laboratorio es una evaluación llevada a cabo en un entorno controlado, y utiliza protocolos y equipos para simular un deporte o actividad. Una prueba de campo es una evaluación realizada mientras el atleta está llevando a cabo un ejercicio en una situación de competición simulada. La medición del consumo máximo de oxígeno (V02máx) de un remero en un ergómetro de remo es una prueba de laboratorio, mientras que la medición del V02máx de un remero mientras está remando sobre el agua durante una carrera simulada es una prueba de campo. De forma similar, una prueba anaeróbica para un jugador de hockey realizada sobre un ergómetro de bicicleta que ofrece los resultados en unidades de trabajo o potencia está considerada como una prueba de laboratorio, mientras que una prueba de la velocidad de patinaje del jugador en una pista determinada (que dé unos resultados en unidades de tiempo o distancia) está considerada como una prueba de campo.

Por regla general, los resultados obtenidos en pruebas de campo no son tan fiables como los obtenidos en pruebas de laboratorio, pero suelen tener mayor validez debido a que son mucho más específicos. Puesto que los científicos no pueden controlar variables como la velocidad del viento, temperatura, humedad y condiciones del campo de juego o de la pista, el rendimiento del atleta varía más en las pruebas de campo. Además, los sistemas “portátiles” de recolección de datos que suelen utilizarse en las pruebas de campo no son tan exactos como los que se utilizan en los laboratorios. Las pruebas de campo son la única alternativa para aquellos deportes que el científico no puede simular de forma efectiva en el laboratorio.

En este libro se describen y estudian diferentes pruebas de campo (por ejemplo, ver la prueba de patinaje sobre hielo de Lariviere y Godbout en el capítulo 5). Estas pruebas no tienen por qué ser menos «científicas» ni estar controladas con menos rigor que otras pruebas de laboratorio más tradicionales. Los resultados obtenidos en una prueba de campo realizada correctamente deben ser complementarios a los conseguidos en una prueba de laboratorio; no hay necesidad de que unos datos reemplacen a otros.

REFERENCIAS

Bouchard, C. (1986). Genetics of aerobic power and capacity. In R. W. Malina & C. Bouchard (Eds.), Sport and human genetics. Champaign, IL: Human Kinetics.

Evaluación fisiológica del deportista

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