Читать книгу Agencia general del suicidio - Jacques Rigaut - Страница 12
Proposiciones deformes
ОглавлениеEncaramado sobre mi piano, soy el Anticristo con la corneta de un gramófono por tocado. Triunfante, entro presuroso en la sala del Pera Palace de Constantinopla y hago sonar con los dedos de los pies una matraca gigante. ¡Dios os bendiga, borricos noctámbulos!
¡Honra a la demencia! Hacer una cosa que sea completamente inútil, un gesto puro de causa y efecto. Hasta aquí —así como el de la gravedad— reside el reino de la utilidad; en adelante voy a evadirme por lo absurdo…
Vuelvo a comenzar. Es como si estuviera solo en el mundo. Acontecimientos que nacen solamente en mí, que resultan visibles solo para mí; el espejo ha olvidado reflejar mi imagen. Desnudo, hasta haber perdido carne, hueso y toda consistencia. Zambulléndose sin esfuerzo (no en el corazón de un pobre Rigaut) en el corazón de las cosas. Asombrado por la existencia independiente y contradictoria de este Rigaut que se juzga falsamente en su razonamiento o en su conocimiento.
Pues aquí estoy. Aquí existo. Aquí, en el seno de esta consciencia, lleno mis pulmones de un oxígeno que me consume5 pero que purifica el aire, de otra manera, irrespirable. Fuera de esta pureza, todo es igual, todos los valores son iguales, y no importa mucho ser ministro o conserje. Aquí, mis amigos (¿he dicho mis amigos?) no me seguirán. ¿Y dónde nos uniremos? No hay en el presente, entre nosotros, posibilidad alguna de intercambio o de comunicación.
Fatal, válida y legítima Inmovilidad. (La India no está tan lejos.) ¡Yo, el más bello ornamento de esta habitación, tan vivo como la lámpara y la butaca!
*
El orgullo amargo de sentirse sin orígenes. Hueco como un mirlitón, circulo por la incierta persecución de todo aquello que podría llenar esta cavidad. —Avidez y aridez no se diferencian más que por una pequeña letra—. Sin objetivo, no le quepa duda, los hay que saben quedarse en su casa, en su habitación, sin casa ni raíces. En mi sitio ni más ni menos, en tu cama antes que en el claustro, oh, Rosalinda; ni cerca de amigos ni solo.
Mi vientre está intacto. No tengo ombligo, como Adán. Sin origen.