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PRÓLOGO

Nos encontramos ante un libro basado en el trabajo como profesor de Jaime Coloma Andrews, que admite ser tenido como singular. Si lo abordamos, primeramente, desde el ángulo de lo que no es, tenemos que decir que no es, aunque parezca obvio hacerlo constar, un manual o tratado de psicopatología psicoanalítica. Su relación con la psicopatología no se deja caracterizar de buenas a primeras, para ello resulta útil tener en cuenta un libro anterior del profesor Coloma, El oficio en lo invisible (2011). En dicho trabajo, que es el resultado de distintas ocasiones en las que el trabajo del psicoanalista se convierte en el objeto de examen y reflexión confrontado con diversas instancias y problemas en el interior del campo psicoanalítico y otros espacios de pensamiento, en un sentido amplio, el de la cultura, se hace visible que el interés más permanente a lo largo de una larga trayectoria es la insistencia, del autor, de hacer pensable o representable, si se prefiere, el quehacer y la manera en que el psicoanalista hace uso de sus herramientas, es decir, de sus conceptos. Desde una toma de posición que reconoce una preeminencia de la comprensión psicoanalítica del paciente y las vicisitudes de su sufrimiento, por sobre las acciones que pudieran denominarse técnicas, que en rigor se derivarían de esa comprensión, el presente libro se ubica en la trayectoria de este empeño.

El libro, que es el resultado de las transcripciones de las clases realizadas en el desarrollo de un curso en la escuela de Psicología de la Universidad Católica de Chile, en el año 2006, cuyo nombre, Curso de Aproximación Psicoanalítica a la Psicopatología, es revelador de su naturaleza, consiste en una sostenida interrogación sobre el trabajo del psicoanalista teniendo como telón de fondo los distintos problemas del campo psicopatológico. Entre el polo que podemos denominar psicopatológico, que normalmente concebimos como una realidad estática, en la pretensión de fijar los procesos mentales en estructuras y el devenir de las vicisitudes de la vida del paciente, tanto psíquica o interna, como externa, en las relaciones con sus objetos y ocupaciones, parece situarse el psicoanalista como un atento observador participante, en “una actitud diagnóstica de la situación en proceso”. Sin embargo, el uso de la palabra diagnóstico no debe llevarnos a una idea equivocada acerca de lo que el autor nos quiere indicar con esta operación del psicoanalista. Como nos lo advierte “se trata de una actitud diagnóstica que implica conservar una alerta implícita a la evolución del material”, una actitud, nos atrevemos a remarcar, atenta al estado de cosas, en distintos momentos del conflicto psíquico, durante el desarrollo del psicoanálisis.

A lo largo del desarrollo del curso, Jaime Coloma nos recuerda en distintas ocasiones la naturaleza de su trabajo y la independencia que reivindica respecto de las diferentes escuelas psicoanalíticas y los autores que las lideran, pero que no han dejado de imprimir en él la huella de su trabajo: Klein, Lacan, Winnicott, Bion, entre otros. Estos pensadores del campo psicoanalítico no son solo unos hitos respecto de los cuales se quiere conservar tal independencia, sino son también referencias en diálogo con las cuales toma forma el pensar de Coloma y respecto de las cuales, si así puede decirse, toma sus posiciones en diferencia o en acuerdo, respecto de los más diversos y complejos problemas con que se encuentra el psicoanalista en el trabajo de asistir al paciente en el devenir del hacer realidad su subjetividad. En el proceso de posibilitar el advenimiento del yo en el lugar donde ello es.

Una de las primeras dificultades que salen al paso del psicoanalista en tanto psicoterapeuta, es la necesidad de distinguir, de no pasar por alto, los indicios que pueden anunciar un desenlace del proceso que se ha echado a andar en el despeñadero de la psicosis. Como decía Freud en sus trabajos sobre técnica, para el psicoterapeuta esta distinción no es un problema puramente teórico o académico, se trata de un asunto práctico, que tiene consecuencias para los destinos del paciente y el trabajo emprendido. Consecuentemente, este es uno de los primeros problemas que aborda Coloma en su aproximación psicoanalítica a la psicopatología. Teniendo como referencia las líneas más gruesas, es decir, aquellas que dibujan los rasgos más característicos, de las escuelas que llevan el nombre de sus fecundadores, Klein, Lacan, Winnicott, el autor nos presenta un esquema referencial que permite ordenar, mediando una inicial caracterización del tipo de construcción teórica en que los autores sostuvieron su trabajo, y reconocer nuestra posición en relación con el tipo de elementos conceptuales utilizados. ¿Pensamos en términos de estructura, función o existencia? Respectivamente, ¿en conceptos propios de Lacan, Klein o Winnicott? Señalemos de paso que Jaime Coloma no ha dejado de expresar, en distintas oportunidades, el de mantener su trabajo de pensamiento con independencia de las distintas teorías dominantes, pero sin perderlas de vista en tanto perspectivas que dan cuenta de la compleja experiencia de conocimiento en que consiste el psicoanálisis. Orientando su discurrir con este entramado conceptual, aborda los distintos problemas implicados en el esfuerzo de distinguir, en distintos momentos del trabajo psicoanalítico, no solo la naturaleza de los fenómenos y procesos psíquicos como pertenecientes al espacio de las neurosis, las perversiones o las psicosis, sino también el modo en que estas regiones de la psicopatología presentan fronteras con grados diversos de permeabilidad entre ellas: el modo en que una clase de fenómenos pueden devenir en otros y en qué condiciones.

Aunque el propósito central de esta confrontación del pensar del psicoanalista en el trabajo con el paciente apunta a la relación de este trabajo con las teorías y conceptos psicopatológicos, en el discurrir de Coloma no se evade la posibilidad visitar las más distintas estaciones del pensamiento y la cultura en general, dada la necesidad de profundizar en la comprensión de los hechos de la clínica que ponen en entredicho nuestros hábitos de pensamiento no solo en la dimensión metapsicológica sino, también con frecuencia, en problemas propios de la metafísica y la antropología, por un lado, y en las cuestiones más domésticas y cotidianas para el psicoanalista como lo son los problemas implicados en la conducción del proceso de cura que acostumbramos nombrar como técnica, por el otro. Esta trayectoria está jalonada con diversas instancias de confrontación y reconocimiento en y con los más distintos autores, ante las cuales el pensamiento de Jaime Coloma se precisa, pero también se pone en crisis, aunque sin dejar de progresar. En todo este desarrollo no es posible desentenderse del hecho de que se trata de un pensar en conjunto con los autores y con los estudiantes que, participando activamente del desarrollo del curso, interpelan, interrogan, cuestionan y piden esclarecimientos, ante los cuales el profesor mantiene una actitud dialogante que también interpela a los estudiantes. El autor es generoso en el ejercicio de trasmisión del saber del oficio de psicoanalizar, exponiendo el soporte más importante de su saber: su larga experiencia en el oficio.

Con estas breves indicaciones queremos invitar al lector a emprender la aventura de participar de esta discusión del autor con una gran pluralidad de puntos de vista, experiencia en la cual deberá pasar, también, por distintos y contradictorios sentimientos. No siempre se está de acuerdo con el autor, pero siempre se puede llegar a la experiencia de sentirse provocado y convocado a tomar parte del estudio, el examen y la discusión de cuestiones psicoanalíticas que, cuando profundizamos en las exigencias de nuestro particular trabajo, resultan ineludibles.

HUGO ROJAS OLEA

ENERO DE 2020

Aproximación psicoanalítica a la psicopatología

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