Читать книгу Retrato hablado - Javier Darío Restrepo - Страница 24
Soy como un padre confesor
ОглавлениеA los 88 años participó en la fundación de una empresa. ¿Por qué?
Porque no podía vivir con lo que recibía de retiro y nos interesaba muchísimo establecer algún negocio.
¿Fue por los ingresos?
Sí y también por la necesidad de trabajar.
¿Le gusta mucho trabajar?
Eso me enseñó mi padre que nació en Alemania y se trasladó a los Estados Unidos con su familia. Él era muy disciplinado, una persona con mucha iniciativa y me lo inculcó.
¿Nunca es tarde para empezar?
Nunca. Bueno, depende, ahora a mi edad no voy a empezar ningún negocio nuevo. Ahora me dedico a ayudar en todo lo que puedo a organizaciones benéficas.
Cuando se convirtió en empresario, ¿por qué eligió los helados?
Por una sencilla razón. Investigué varios negocios buscando algo que no existiera en México y entonces decidí establecer este negocio con un sistema no conocido aquí.
¿Sabía de helados?
De chico, mi madre me hacía helados. Desde entonces, me interesaba mucho la comida y si uno tiene iniciativa, busca asociarse para tener buen resultado.
¿Por qué vendió Bing?
Porque mi esposa en aquel tiempo se había enfermado mucho y yo quería estar lo más cerca posible de ella.
¿Qué hace en Dolphy?
Estoy como padre confesor de la empresa. En 1983 le vendí helados Bing a José Luis González. Después él se separó y quiso apoyar a todos los que a su vez lo habían apoyado a él en Bing por lo que decidió establecer Dolphy. Y yo soy como un padre confesor.
¿Cuál es su helado favorito?
Los pruebo todos, pero se puede decir que la vainilla, el chocolate y la fresa. Siempre los estoy probando para ver cómo están.
¿Es más heladero que diplomático?
La experiencia diplomática me ayuda muchísimo en todo lo que tiene que ver con relaciones. Una de las cosas que veo es que el mundo se ha vuelto muy materialista. Estamos descuidando mucho la ética y el diálogo.
¿En algún momento se siente extranjero?
Francamente no. Soy ciudadano americano y lógicamente conservo mis raíces y lo que me inculcaron mis padres. Pero me siento muy afortunado de haberme podido quedar en México y ayudar en lo que puedo.
¿Cuál es su rasgo más tapatío?
Una de las cosas que admiro mucho de México son los lazos familiares y sociales. En Estados Unidos la gente no tiene todo el tiempo para disfrutar las relaciones personales.
¿Hay algo a lo que no se ha podido acostumbrar?
Cuando llegamos Guadalajara era una ciudad totalmente tranquila. Aquí no se robaban coches ni había asaltos y mira ahora.
¿Es cierto que hace los ejercicios de Charles Atlas?
Sí, esos son los que hago. Hay que cuidar el cuerpo. Cuando yo era chico, todos los días al levantarme mi padre me llevaba a hacer calistenia. Desde entonces en donde quiera que esté hago media hora de calistenia.
¿Dónde consigue sus corbatas de moñito?
En los Estados Unidos. Mi padre fue el que me enseñó a usar la corbata. Yo también usaba la corbata larga, pero a veces se derramaba la comida.
¿Cuántas tiene?
¡Caramba, yo que sé! Muchas, una acumulación. Hasta tengo corbatas que me compró mi madre y que yo usaba en Cuba hace más de 60 años. Imagínese.
Usted vivió muchos años en Cuba, ¿conserva alguna costumbre cubana?
Claro. En mi casa siempre comemos los plátanos machos fritos. Eso viene de Cuba. Y hay otros platos de allá que también son deliciosos, aunque no siempre lo hacemos.
¿Ha vuelto a Cuba?
Fui hace tres años porque quería ver cómo estaban atendiendo los restos de mi padre, dos hermanas y un tío. Eso sí, los están cuidando muy bien. Yo anhelo que desaparezca Fidel Castro y que los cubanos vuelvan a abrirse.
¿Qué opina de México?
Está empezando a desarrollarse una forma de pensar y de actuar democrática en un país, como todos los de América Latina, que heredaron de los españoles el derecho divino de los reyes o el de arriba manda. El autoritarismo se ha asentado en todo Latinoamérica y cambiarlo a un sistema democrático no es fácil. México va a tardar bastante tiempo para lograrlo, pero en ese sentido está progresando más que América Latina.
Las oficinas de los empresarios suelen ser muy ostentosas. ¿Por qué la suya es tan sencilla?
Cada uno lo hace a su manera, pero yo pienso que no necesito contar con más de lo necesario para trabajar.
¿Cuál ha sido la etapa más difícil de su vida?
Francamente no pienso que haya habido ninguna etapa difícil. A mí me enseñaron a pensar siempre en el futuro, en lo que se puede hacer y en participar en todo aquello que mejore lo que se está haciendo.