Читать книгу Retrato hablado - Javier Darío Restrepo - Страница 28
Yo no pruebo el picante
Оглавление¿No debería usted estar haciendo sushis?
Hace 30 años puse un restaurante japonés, pero fracasé porque en aquella época a mucha gente no le gustaba, estaba más acostumbrada a la comida china. Entonces se me quitaron las ganas de hacer comida japonesa.
Un experto en mercadotecnia no recomendaría que un japonés pusiera un puesto de ahogadas.
Al principio a la gente se le hacía raro ver a un japonés preparando un platillo auténtico de Guadalajara, claro que es algo curioso. Pero a la gente le gustaron mucho las tortas y volvieron.
¿Por qué se le ocurrió vender ahogadas?
No era mi intención. Yo antes tenía un puesto de hamburguesas y pensé que sería más fácil hacer las tortas que las hamburguesas así que cambié a las ahogadas, pero no fue más fácil, fue al revés.
¿Es más difícil hacer una torta ahogada que una hamburguesa?
Al momento de despachar es más rápido aquí en las tortas, pero tiene más trabajo dentro de casa.
¿Quién lo enseñó a preparar tortas ahogadas?
Nadie. Pregunte por aquí y por allá y me dieron como cinco recetas diferentes del chile. Yo hice experimentos hasta que encontré lo mejor.
¿Le gustan las tortas?
No, lo curioso es que no me gustan, el picante no lo pruebo.
¿Y entonces cómo sabe si la salsa que prepara está buena?
No sé si será por la mano, como dicen por ahí. La cosa es que yo sé que está bueno.
Quienes se comen una torta y se enchilan hasta llorar ¿son unos masoquistas?
No. Es gente que lo disfruta.
¿Se divierte al ver moquear a los enchilados?
No, nunca hay que burlarse del dolor ajeno.
¿Le sorprende la cantidad de chile que pueden soportar algunas personas?
Sí, muchas mujeres me han sorprendido. A veces llegan parejas y piden dos tortas, una media ahogada y la otra completa. Yo las preparo y le entrego la media a la mujer y la completa al hombre, pero resulta que es al revés. Entonces sí me sorprende.
¿Comida mexicana o japonesa?
Las dos, pero más la japonesa.
Algunos dicen que una buena torta ahogada es una obra de arte. ¿Está de acuerdo?
La verdad no sé si sea una obra de arte o no.
¿Qué es?
Un antojo.
¿Cuál es el mayor enemigo de su negocio?
La lluvia. Aunque no es para tomarla como enemigo. Sólo hay esperar que pase.
¿Aplica los sistemas de producción japoneses a la elaboración de tortas?
Yo me levanto desde las 6 de la mañana y trabajo en promedio de doce a catorce horas.
¿Requiere tanto tiempo un puesto callejero?
Sí, porque yo hago todo, yo cocino todo, yo preparo todo, yo lavo todo. Lo hago así para evitar problemas y hacer las cosas como a mí me gusta.
¿Entonces sufre mucho?
No, al contrario, me divierto mucho. El trabajo hay que tomarlo como un juego. Si no lo tomo con esa filosofía, me la pasaría muy mal. Yo me divierto de verdad, platico con la gente y si todavía me pagan, pues ¡a todo dar!
¿Un mexicano tendría éxito vendiendo sushis en Japón?
No creo.
¿Por qué?
Porque el japonés es muy especial. Aquí han aceptado muy bien mis tortas, pero no creo que pueda ocurrir al revés, que un mexicano venda comida japonesa allá.
¿Abrirá una sucursal en Japón?
No. Hace años vino un japonés, quería aprender a preparar comida de mexicana, especialmente tacos, para poner algo allá, pero ya no supe de él.
¿Cómo se dice torta ahogada en japonés?
No hay traducción.
¿Cómo le diría usted?
Lo mismo, torta ahogada.
¿Qué significa Takashi?
Depende cómo se escriba. Uno de los significados es: lo que se propone se logra.
¿Y es cierto?
No es fácil, pero sí se puede. Todo es cuestión de querer. Hace poco vino un cliente y me dice: “el día que llegas a los 50 años y no hiciste nada ya estás mal”. Pero no es así, todo se puede hacer y es cuestión de que tú quieras.
¿Cuál es la petición más rara que le ha hecho un cliente?
Una vez vino un señor y me pidió tacos dorados. Me dijo que les pusiera salsa en medio, pero sin quebrarlos. Y yo pensé: “¿pues cómo le hago?”. Si hubiera podido, pues sí, con mucho gusto. Entonces me quedé un rato así pensando cómo hacerle y él me dijo: “No me los quieres vender o qué”. Entonces le conteste que sí, “nomás dígame cómo” y no me pudo decir.