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ОглавлениеCapítulo 3
¿QUÉ ES ACONSEJAR?
Hasta ahora me he referido al aconsejar como el proceso por el cual un cristiano restaura a otro a un lugar de utilidad para Cristo en su Iglesia. He dicho que el aconsejar cristiano es una actividad en la cual uno entra de modo primario como miembro de la iglesia, y que, por tanto, está sometido a la autoridad y órdenes de los ancianos de la iglesia. Estas afirmaciones son correctas hasta este punto, pero no dicen todo lo que hay que decir.
Hay una palabra griega del Nuevo Testamento para aconsejar (no hay sólo una) que va muy lejos y nos cuenta mucho respecto al aconsejar. Es una palabra comprensiva, que abarca la mayor parte de lo que se dice en otros puntos bajo términos adicionales. Ésta es una razón por la que es importante entenderla. Como no hay equivalente en nuestras lenguas, la diré en griego junto con su pleno significado.
La palabra es noutesia. Ésta es una palabra de la cual viene la palabra «noutético». Aconsejar noutético, pues, es simplemente otra designación para el aconsejar bíblico.
¿Qué significa la palabra noutesia? Contiene tres elementos: «cambio» por medio de «confrontación» a causa de «interés». Presupone:
primero, que hay pautas y actividades pecaminosas en la vida del aconsejado que Dios quiere cambiar;
segundo, que este cambio puede ser realizado por medio de una confrontación verbal del aconsejado con las Escrituras, cuando el consejero las administra en el poder del Espíritu Santo, y
tercero, que esta confrontación se hace en una forma amorosa, interesada, familiar, para el beneficio del aconsejado.
Se puede ver fácilmente lo rico que es el concepto de noutesia. Consideremos ahora cada uno de estos elementos por separado para una mayor profundidad.
I.Cambio
Todo aconsejar tiene por objetivo un cambio. Sin este elemento, uno puede intentar hacer algo, pero, sea lo que sea, no es aconsejar. En la palabra «restaurar» —un término que hemos estudiado ya—, esta necesidad de cambio está claramente implicada: algo (alguien) que ha perdido su utilidad es cambiado (o restaurado) en algo (alguien) que ahora, como resultado, es útil para el propósito para el que fue hecho. Pero en el aconsejar, ¿qué es lo que hay que cambiar? Y ¿qué es lo que ocasiona el cambio?
En Gálatas 6:1 Pablo habla del cristiano que es «sorprendido en pecado». Esta situación ocasiona la necesidad del cambio. El cambio que consideramos en la restauración a la utilidad es un cambio en sus pautas de vida, en la cual las creencias, actitudes y conducta pecaminosas son remplazadas por otras rectas.
Todo aconsejar tiene que ver con cambios en creencias, juicios, valores, relaciones, comportamiento y otros elementos semejantes de la vida. El pecado en la vida humana lleva a la desfiguración de la vida en cada una de estas categorías. O sea, que el objeto del cambio en el aconsejar cristiano es, como resultado, el pensamiento y la acción pecaminosos.
Ahora bien, cuando digo que estamos interesados en cambiar pautas de pensamiento y actividad pecaminosas por otras rectas y justas no quiero que se me entienda mal. No digo que todas estas tribulaciones que pasamos sean debidas a nuestro propio pecado personal.1
Los casos de Job y del ciego de Juan 9 demuestran claramente la verdad que muchas aflicciones en un mundo pecaminoso vienen de orígenes aparte de nosotros; definitivamente, no siempre nos acarreamos sobre nosotros mismos las penas y desgracias que experimentamos. Pero, como en el caso de Job, el aconsejar puede también ser necesario a fin de enseñar a uno la forma como ha de responder a esta aflicción. Esta clase de aconsejar es aconsejar preventivo. La noutesia es un aconsejar curativo.2 La noutesia se refiere a situaciones de las cuales uno se ha acarreado los problemas sobre sí mismo por su pecado, o en las cuales ha respondido de modo pecaminoso a las presiones o problemas que no había causado él mismo. Es sobre noutesia que Pablo escribió en Gál. 6:1, aunque en este lugar no usó la palabra (entre los pocos lugares en que se usa el término, están Rom. 15:14; Col. 1:28; 3:16; Hch. 20:31). El aconsejar de los miembros debe ser preventivo y también curativo. Pero en este libro nos limitaremos casi exclusivamente al aconsejar noutético o curativo. La persona que necesita noutesia, en una forma u otra, ha estado pensando y obrando pecaminosamente. El aconsejar noutético tiene por objetivo cambiar las dos cosas por medio de la confrontación.
II.La confrontación
La confrontación implica el contacto personal, verbal, cara a cara, que es el medio usado para efectuar este cambio. Además, es una confrontación de un aconsejado por un consejero con los principios bíblicos que se aplican a esta situación. No hay idea de aspereza o desafío implicado en el concepto de confrontación. El aconsejar noutético es más bien en todos sus aspectos como un diálogo de ayuda en que el consejero está a cargo y el tema de la consulta o diálogo es la necesidad de un cambio en la vida del aconsejado. En realidad, la palabra es un término cálido, usado por los padres para tratar a los hijos y los hermanos a los otros hermanos, por interés y afecto.
III.Interés y afecto
Este elemento siempre debe estar presente. De otro modo la confrontación será estéril, áspera, fría, sin vida y profesional. El interés por otro, el deseo ardiente y el esfuerzo incansable de aliviar la miseria que las pautas de vida pecaminosas han infligido sobre el otro, son las marcas del aconsejar noutético, bíblico.
El aconsejar de este tipo usa para efectuar los cambios el ministerio de la palabra. Al administrar las Escrituras, uno interpreta y aplica los preceptos y prácticas de las Escrituras a otro con el intento de ayudarle a que tengan lugar en él los cambios que le aliviarán de su miseria y malestar. Este ministerio es realizado juntamente con oración; es el Espíritu Santo el que usa su Palabra para iluminar la mente del que la recibe, de modo que quede redargüido de su pecado y sea dirigido hacia el cambio que Dios requiere. También se pide sabiduría para ministrarla bien, y fuerza para que el aconsejado la obedezca.
El objetivo de todo el aconsejar cristiano es el cambio escritural que lleva a la restauración y a la utilidad. Implicado en esto hay un cambio hacia el amor. Toda la Biblia fue escrita —dijo Jesús—, para hacer posible al hombre que ame a Dios y a su prójimo. A todo aconsejar le corresponde el establecer, restablecer o corroborar las relaciones de amor en una forma u otra.
La Biblia es el libro que Dios proveyó para guiarnos en el aconsejar, y en ella hay lo que necesitamos para realizar todo cambio requerido para vivir una vida agradable a Dios. Contiene todas las cosas necesarias para la vida y la piedad. Escuchad lo que dice Pablo en 2.ª Timoteo 3:16, 17:
«Toda Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea enteramente apto, bien pertrechado para toda buena obra.»
Según estos dos versículos, no sólo es la Biblia la que nos hace sabios para salvación (justificación), sino que también pasa a ser la fuente de todo cambio en el creyente (santificación). La Biblia fue producida por el Espíritu Santo a fin de proporcionar la misma clase de cambio que buscamos en el aconsejar. Cuando es usada apropiadamente realiza cuatro cosas:
1.ENSEÑAR
La Biblia establece el estándar de la fe y la vida (lo que hemos de creer y hacer). Enseña, por medio de preceptos (p. ej., los diez mandamientos y el ejemplo, esto es, la vida de Cristo), cómo ha de vivir el hombre a fin de agradar a Dios.
2.REDARGÜIR
Pero cuando comparamos nuestras vidas con el estándar bíblico, reconocemos que nos quedamos muy cortos del amor a Dios y al prójimo, y somos redargüidos de nuestro pecado. Todo cambio auténtico en la vida pecaminosa tiene lugar a nivel profundo por medio de la convicción. Donde no hay convicción de pecado, no hay cambio aceptable bíblicamente.
3.CORREGIR
La confesión (admisión) de pecado y el procurar el perdón paternal de Dios es el próximo paso en el cambio bíblico. Este arrepentimiento, o cambio de actitud en la mente, lleva a un cambio en la conducta.
4.INSTRUIR EN JUSTICIA
No basta con saber lo que Dios requiere, aun saber que nos quedamos cortos de estos requerimientos, y cómo salir del pecado y la miseria en que hemos caído; hemos de saber también cómo evitar estos pecados y quedar libres de ellos en el futuro. Esto lleva a una «instrucción en la justicia». El aconsejado tiene que ser rehabituado según las pautas alternativas que hallamos en la Biblia; esto viene por medio de un «ejercitarse para la piedad» (1.ª Tim. 4:7). Hemos de «despojarnos» de los viejos modos de obrar y «vestirnos» de otros nuevos. En ninguna otra forma podemos hacer progreso en la vida cristiana y aprender a evitar los mismos pecados en el futuro.
Estos cuatro pasos que el Espíritu Santo realiza sólo por medio de la Biblia son suficientes. En realidad, comprenden el plan para cambios más completo que existe. La Biblia tiene todo lo que necesitamos para llegar a los cambios apropiados. Pablo nos asegura que sólo la Biblia puede hacer al consejero «adecuado» (v. 17). Nunca carece de nada si depende de la Biblia. Podemos decirlo de otra forma: insiste en que la Biblia por sí misma le «equipara de modo pleno» para la tarea de cambiar vidas. Y para dejar seguro que nadie piense que pueda haber un caso en que esto no sea válido, añade: «para toda buena obra».
Para poder aconsejar de modo efectivo, el consejero lego ha de pasar mucho tiempo estudiando las Escrituras cuidadosamente, de modo que pueda administrar la Palabra con precisión y seguridad. El estudio del aconsejar apropiado, como el del hombre mismo, es la Biblia.
1.En último término, naturalmente, todos los problemas del mundo son causados por el pecado de Adán.
2.Por desgracia, los consejeros de Job intentaron hacer aconsejar curativo y por ello fallaron en ayudar en la necesidad de Job, que era de aconsejar preventivo.